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Los estados emocionales del escritor (I Parte)

Cada persona es un caleidoscopio de emociones. Yo lo soy. Escribo una escena u otra dependiendo del color con el que vea las cosas. También me empapo de las emociones de los demás y analizo cómo se comportan para plasmarlo luego en el papel. En definitiva, los escritores manejamos y jugamos con las emociones continuamente. ¿Cómo nos afecta esto?

Una curiosidad: Alcoholismo entre escritores famosos. ¿El alcohol tiene que ver con la literatura o con la situación emocional de los que escriben? ¿Qué existió primero, el huevo o la gallina? ¿El desequilibrio emocional te hace escribir o el hecho de escribir te desequilibra? ¿Se necesita una cierta desinhibición emocional para sacar todo lo que llevamos dentro?

No tengo respuesta. Yo puedo hablar de lo que me pasa a mí. El porqué tengo la necesidad de escribir varía de unas personas a otras, pero cómo nos afecta todo lo que rodea la escritura es común (o bastante común entre los que juntamos letras). Luego podéis comentarme si esto mismo que voy a analizar os pasa a vosotros o lo vivís de forma diferente.

Reflexionando, he recopilado las fases por las que he ido pasando en esta aventura desde que empecé a escribir y tomé la decisión de hacer públicas mis historias. 

 

  1. Euforia y errores de novato
  2. Gestión de las críticas
  3. Falta de autoestima
  4. Compatibilizar vida laboral y familiar
  5. Bloqueo creativo

 

Esta primera parte la dedicaré a analizar esa euforia del principio y los errores de novato que todos cometemos.

 

La Euforia y los errores de novato

Todos los comienzos son embriagadores, tenemos mucha energía y estamos motivados. Pero a veces esa adrenalina que nos recorre el cuerpo cuando comenzamos a escribir nos juega malas pasadas y desencadena estados emocionales posteriores que si se gestionan mal, pueden llevarnos a abandonar la escritura.

Primer paso: comenzamos a escribir

Todos conocemos los síntomas de la euforia. La adrenalina se libera en nuestro torrente sanguíneo: se acelera el ritmo cardiaco, se dilatan nuestras pupilas y estamos en un estado de alerta extrema. Cuando creamos algo de la nada, nos duele. Sacamos experiencias, recuerdos, emociones… Trabajamos sobre ellos para que la historia crezca. Invertimos tiempo y esfuerzo. Tras una escena especialmente difícil o intensa nos quedamos vacíos, pero tras el dolor del proceso, llega la satisfacción al terminar. Lo hemos conseguido. Es nuestro niño y es perfecto. Pero no, por mucho que nos guste nuestra criatura, siempre se puede mejorar.

Enseguida os cuento los errores de novato por los que todos hemos pasado:

Los peligros de no planificar

Nos queman los dedos. Necesitamos sacar esas emociones o esas historias que llevamos dentro y nos ponemos a escribir sin pensar demasiado en cómo hacerlo. Sobre la planificación ya hemos hablado en este artículo anterior.  ¿Os acordáis? Tenemos tanta prisa por escribir la historia que el argumento no encaja o nos sacamos de la manga un final deux ex machina para poder cerrarla. ¿Alguien tiene en mente el final de Perdidos?

Sí, sí, sí… Yo tuve un pasado en el que no planificaba, el cajón donde guardo una novela desastrosa es testigo de ello.

 

  1. Lo tengo claro en mi cabeza y pienso que todos lo entienden igual que yo

Eso es muy típico. Tener la imagen de cómo transcurre el argumento y verlo, pero no saber plasmarlo en el papel para que otros lo entiendan. Siempre lo cuento, pero mi primer relato de terror no lo entendió nadie, eso sí, para mí era cristalino. El equilibro que se debe encontrar para no contar demasiado (y no aburrir al lector) y explicar lo imprescindible para que se pueda seguir el argumento es precario. Y eso solo se consigue con la práctica, y con lectores que te cuenten su opinión, claro. Pero eso lo veremos en la sección de “críticas”.

 

  1. Los repasos son para los que no escriben bien

A veces nos lanzamos al ruedo sin el bagaje necesario y nos estrellamos contra la arena. El exceso de confianza o simplemente el ignorar lo que estamos haciendo mal por no tener la preparación suficiente. Para escribir es fundamental manejar la ortografía y las técnicas estilísticas, pero también se debe pulir el texto siempre al finalizar. Un truco es leerlo en voz alta, y otro, dejar pasar unos días para distanciarte del texto, así se detectan los fallos mejor.

¿Habéis oído hablar alguna vez de la curva del aprendizaje?

Primero, no somos conscientes de nuestra propia incompetencia. Luego evolucionamos hacia un incompetencia consciente (nos damos cuenta de que tenemos que aprender), más tarde adquirimos una competencia consciente, es decir, aplicamos lo que hemos aprendido con nuestro trabajo. Para finalizar con una competencia inconsciente: las cosas nos salen bien sin un esfuerzo continuado.

  1. Errores comunes de estilo

Repeticiones, cacofonías, frases excesivamente elaboradas, cambios de tiempo verbal, mala utilización del gerundio o proliferación de adjetivos innecesarios… Todo esto tiene fácil solución cuando se sabe. Podéis echar un vistazo a los errores del novato, aquí.

 

En nuestra primera vez, el nivel de energía que tenemos es máximo. Lo que escribimos es estupendo, sin duda… ¿sin duda?

Segundo paso: hacerlo público

 

Hay quien escribe para sí mismo. La escritura es terapéutica. Pero la mayoría de los escritores tienen algo que contar a los demás y el fin último es que alguien nos lea. Pero somos humanos y la duda, la vergüenza y el miedo a lo que opinen de nosotros puede dilatar este momento. Tened en cuenta una cosa muy importante: se juzga el relato, no al escritor que hay detrás, por mucho que hayamos puesto de nosotros en él.

  1. Vencer los temores

Hay que lanzarse a la piscina. Solo si conocemos lo que opinan los lectores podemos mejorar. Los más osados no tienen miedo a lo que opinen los demás de algo que nos ha costado parir sangre, sudor y lágrimas. En lo que escribiremos plasmamos nuestras emociones, nuestra forma de percibir las cosas, experiencias… Es lógico que intentemos defender a nuestras criaturas, pero también debemos ser capaces de encontrar sus puntos débiles y mejorarlos. Lo más habitual es que busquemos a alguien conocido para nuestra primera vez, pero cuidado, no suelen ser objetivos.

 

  1. Retroalimentación

Llega el momento de mostrar tu obra. Yo os aconsejo encarecidamente que busquéis lectores cero antes de sacarlo a la luz. En este artículo, Gabriella literaria os lo explica todo sobre ellos. Podemos buscar tres tipos de lectores:

-Lectores conocidos

Cuando terminamos un escrito, lo solemos mostrar a nuestros allegados para que nos den su opinión. Si es alguien que no tiene conocimientos sobre escritura nos dirá si le gusta o no. Lo malo es que, precisamente porque nos conoce y nos aprecia, hará un dictamen sesgado. Simplemente por esa cercanía estará predispuesto a que le guste lo que lee. Y si no le gusta, maquillará lo que tenga que decirnos para no ofendernos o no desanimarnos.

-Lectores desconocidos

Podemos encontrar lectores cuyo vínculo con nosotros sea más débil. En ese caso, y sobre todo si saben cómo va este mundillo, podrán darnos una visión más objetiva de los fallos y de las cosas a mejorar. Estas opiniones son muy valiosas. Y si conseguimos que nos lean sin saber quiénes somos, podremos avanzar mucho más deprisa para pulir ese texto. En foros como Ábrete libro  o lugares como Wattpad, podemos colgar nuestros relatos o fragmentos de obras para recibir opiniones.

-Lectores profesionales

Un lector profesional es una buena inversión para quien quiera dedicarse en serio a esto de la escritura. Será objetivo y te señalará todo aquello susceptible de mejorar. Estarás pagando por un informe de lectura.

Después del subidón por haber escrito una nueva obra de la literatura mundial, estamos deseosos de confirmar que lo es. Esperamos impacientes el dictamen de nuestros lectores y el nivel de ansiedad sube. Nos mordemos las uñas, contestamos mal a la gente que nos rodea y miramos el correo unas cien veces al día. Ya no estamos tan seguros de nuestro buen hacer. Comenzamos a acusar el gasto de energía y caminamos por la cuerda floja de nuestra autoestima, pero aún mantenemos un nivel de energía aceptable. Podemos enfrentarnos al mundo. Pero… ¿Estamos preparados para encajar una crítica negativa?

 

¿Lo estáis? A mí me sigue costando mucho, pero os lo contaré más adelante. El mes que viene seguiremos analizando estado de ánimo que nos pueden llevar a abandonar la escritura y cómo sobrellevarlos. ¿Cómo los asumís vosotros? ¡Contádmelo!

¡Hasta el próximo artículo!

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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