[et_pb_section fb_built=”1″ admin_label=”section” _builder_version=”3.22″ global_colors_info=”{}”][et_pb_row admin_label=”row” _builder_version=”3.25″ background_size=”initial” background_position=”top_left” background_repeat=”repeat” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”3.25″ custom_padding=”|||” global_colors_info=”{}” custom_padding__hover=”|||”][et_pb_text admin_label=”Text” _builder_version=”4.10.7″ background_size=”initial” background_position=”top_left” background_repeat=”repeat” hover_enabled=”0″ global_colors_info=”{}” sticky_enabled=”0″]¡Bienvenidos de nuevo! Nos hallamos otra vez en este punto de encuentro dispuestos a aprender y conocer más detalles sobre la literatura usando como eje pivotal nuestra querida y fantástica fantasía. En este artículo, no obstante, debemos poner “fantasía” entre comillas, puesto que no vamos a hablar sobre una novela fantástica al uso; en esta ocasión vamos a abordar el concepto de “tema en la literatura fantástica” y, para ello, emplearemos una obra de Stephen King: la novela de terror llamada It. Exacto: primero hablo de literatura fantástica y luego digo que la novela es de terror. No, no me estoy volviendo (aún más) loco. Esto es así porque… Las fronteras entre géneros son difusas Antes de comenzar a hablar del tema en la literatura fantástica, ya de inicio, debemos empezar a coger con pinzas aquello de “fantasía” y “terror”, porque los límites entre ambos géneros literarios son, ciertamente, poco claros. No hay ninguna frontera trazada con escuadra y cartabón entre ellos. Es más, en esencia también podemos incluir la ciencia ficción, puesto que estos tres géneros suelen ir de la mano y coquetear entre sí, haciendo fácil encuadrar obras dentro de este saco global pero siendo muy difícil indicar, para cada una de ellas, cuáles de estos géneros tocan y qué otros no. Por esto, precisamente, hay gente que se refiere en ocasiones a ellos como la triada. La prueba más clara de la estrechísima relación entre los tres géneros literarios mencionados es la propia existencia de la AEFCFT (Asociación española de fantasía, ciencia ficción y terror), entidad que, sin ir más lejos, es la organizadora de los cada vez más reputados Premios Ignotus. De hecho, más adelante en este mismo artículo podremos constatar que no siempre nos resultará evidente alojar cada obra dentro de un género particular excluyendo a los demás. Puesto que ya sabemos que, a veces, resulta complicado determinar el género al que pertenece una novela, pasemos a analizar el concepto que vamos a trabajar en este artículo: el tema. ¿Qué es el tema en la literatura? El tema en una obra literaria (y, por ende, el tema en la literatura fantástica) es un concepto que se emplea como idea central de ésta, haciendo que toda la narración gravite en torno a él, bien sea de forma directa o indirecta, de forma evidente o con subterfugios, pero llevándonos siempre a plantearnos cuestiones relacionadas con él durante y/o tras la lectura. Es importante no confundir el tema con otros conceptos como pueden ser el argumento, que está compuesto por el listado de hechos que se dan en la obra con relación de causa y efecto entre ellos, o la sinopsis, que es un resumen argumental. Si alguien, en referencia a una novela, nos pregunta “de qué va”, lo que quiere conocer es el argumento. Podremos responder a esta pregunta, por ejemplo, empleando la sinopsis. Sin embargo, si nos pregunta “sobre qué trata”, nos está preguntando por el tema. No es lo mismo decir que una novela “va sobre una muchacha a la que le secuestran un hermano y que persigue a los secuestradores hasta un polígono industrial, donde lo rescata antes de que la vendan a mafias extranjeras”, que decir que “trata sobre la exaltación de valor resultante del vínculo emocional entre hermanos”. El tema es el concepto global que da enjundia al argumento. Dejo de enrollarme ya con esto. Creo que la diferencia queda clara. Así, pues, ya podemos realizar una aproximación más directa al tema en la literatura fantástica. El tema en la literatura fantástica Aunque Joseph Campbell se revolverá en su tumba cuando digo esto, del mismo modo que podemos afirmar que existe una infinidad de historias de fantasía distintas (lo siento, tío Campbell), también podemos afirmar que hay muchísimos temas que pueden abordarse en estas obras. La realidad, no obstante, es muy distinta. Y esto es así porque “desde siempre” ha habido temas más proclives a ser tratados por las obras literarias en general y por la fantasía en particular. Temas como “la lucha por la justicia”, “la búsqueda del amor verdadero”, “la rebeldía ante el autoritarismo”, “el sacrificio como fuente de enriquecimiento personal” y muchos otros resultan ya troncales en la fantasía tradicional. Esto ha devenido en un abuso de estos temas centrales, haciendo que muchas obras acaben resultando casi clónicas entre sí o, cuanto menos, predecibles. Y no hablemos ya de aquellas obras que, sin cortapisas, imitan a otras ya seminales como puede ser El señor de los anillos, de J. R. R. Tolkien. Por suerte, no todas las obras se encuadran dentro de la fantasía tradicional, y esto no se debe a los diferentes estereotipos de personajes que usan, a las diferencias en el tono narrativo o a la diversidad de las tramas empleadas. Todo esto no es más que la punta del iceberg; un conjunto de síntomas que demuestra que lo que estos escritores han cambiado para crear obras distintas es, precisamente, el tema. Y éste es el caso, sin ir más lejos, de Stephen King, al que, en cierto modo, puede definirse como escritor de fantasía, aunque se tenga la tendencia a encasillarlo (incorrectamente, en mi opinión) tan sólo como escritor de obras de terror. Considerarlo únicamente autor de obras cuya finalidad es provocar miedo en los lectores me parece un juicio muy superficial y simplista. Antes de analizar cuál es el tema en la literatura fantástica de King, por supuesto, vamos a conocer un poquito mejor a este autor y su obra. ¿Quién es Stephen King? Podríamos hablar largo y tendido sobre este escritor estadounidense antes de mencionar cuál es su más recurrente tema en la literatura fantástica que escribe, debido a que ha tenido, y tiene, una vida bastante curiosa, llamativa e interesante. Peeeeero… Por esta vez (y sólo por esta vez) voy a cortarme, puesto que me suelo enrollar en exceso
La importancia de la planificación en una novela de fantasía: Juego de tronos
[et_pb_section fb_built=”1″ admin_label=”section” _builder_version=”3.22″ global_colors_info=”{}”][et_pb_row admin_label=”row” _builder_version=”3.25″ background_size=”initial” background_position=”top_left” background_repeat=”repeat” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”3.25″ custom_padding=”|||” global_colors_info=”{}” custom_padding__hover=”|||”][et_pb_text admin_label=”Text” _builder_version=”3.27.4″ background_size=”initial” background_position=”top_left” background_repeat=”repeat” global_colors_info=”{}”]¡Hola de nuevo! ¡Bienvenidos, hijos de la fantasía! Volvemos a la acción con más fantástica fantasía, aunque en este artículo nos vamos a encontrar con una temática más generalista de lo habitual que, eso sí, intentaremos aterrizar sobre ese género que tanto nos gusta. El asunto que nos atañe en este artículo es la planificación. Más concretamente, realizaremos un análisis escueto sobre la planificación en una novela de fantasía analizando la magnum opus de George R. R. Martin: Canción de hielo y fuego, obra aún inacabada que dio origen a la serie de televisión Juego de tronos. Introducción: la importancia de la planificación en una novela de fantasía En primer lugar, hagamos notar la importancia, no sólo de la planificación en una novela de fantasía, sino de la planificación en cualquier obra literaria, independientemente del género tratado, ya que una novela debe ser un mecanismo complejo pero que necesita funcionar con la precisión de un reloj suizo. Cualquier desliz en el diseño de la novela puede llevar a los engranajes a desajustarse, con lo que tendríamos, en el mejor de los casos, un bonito libro editado en rústica que cerraremos y usaremos para calzar la mesa del balcón, que siempre ha cojeado y nos ha derramado más de un refresco. ¿Por qué? Porque el bien más valioso que un ser humano “posee” (poner aquí más comillas sería grotesco, aunque acertado) es el tiempo. El dinero se puede perder, ganar, volver a perder, volver a ganar…. Lo mismo ocurre con la fama, el reconocimiento, el estatus social… pero el tiempo no se recupera. Jamás. Tempus fugit. Sin remedio alguno. Y puedo asegurarte que la planificación en una novela de fantasía te ahorrará tiempo, luego te lo demostraré. Pero es que, además, es injusto pedir que un lector dedique su tiempo a nuestra novela aun cuando ha encontrado tal desajuste en las tramas, incoherencias en los personajes o aristas en la estructura que los ojos le sangran cada vez que aborda una de nuestras páginas. Y esto se agrava aún más en la sociedad de estímulos rápidos en la que vivimos: cuesta muy poco cerrar el libro, encender el televisor y poner cualquier serie online. Tenemos que asegurarnos de que nuestra novela sea una máquina lo más perfecta posible, y eso implica diseñar muy concienzudamente cada una de sus piezas: tanto su forma como su material de construcción y, por supuesto, su función dentro del mecanismo final. Es decir, implica la planificación en una novela de fantasía. Concretando: ¿cómo afecta la planificación a los géneros literarios? Hay géneros literarios en los que la buena planificación no sólo determina la calidad del conjunto que compone la obra, sino que, sin ella, es casi imposible que la obra se finalice. Tal es el caso, por ejemplo, de los thrillers. En este género se suelen emplear tramas complejas y giros en los que se debe saber, en cada maldito momento, qué pildorita de información liberar al lector. Por esto, no se conciben sin planificación: de antemano hay que saber quién es el villano, qué pretende, cuál es su motivación, qué herramientas usará para desviar la atención de los protagonistas, quién cambiará de bando, quiénes serán los sospechosos, qué desayuna la vecina de abajo… ¡Es un auténtico maremágnum de información que no se puede generar al vuelo! A ver: poderse, se puede… siempre que estemos dispuestos a escribir trescientos catorce borradores y, aun así, no estar seguros de si hemos anudado bien todos los hilitos o no. Yo, no sé vosotros, no quiero invertir veinte años de mi vida en escribir una única novela, porque tanto borrador requiere tiempo. Recordad: ¡tempus fugit! En otros géneros, como la novela histórica, además de lo comentado, se deben tener en cuenta los sucesos históricos, que condicionarán lo que ocurre en nuestra obra. No conocerlos previamente para saber dónde podemos buscar nuestro espacio de trabajo creativo es, nuevamente, un suicidio artístico. O le dedicamos muchísimo tiempo a la reescritura, con sus correspondientes fases de documentación para ir ajustando lo que no encaje, o tendremos una obra que cualquier estudiante de primer curso de Historia nos tirará a la cara tras alcanzar la página cuatro. ¿Es eso lo que buscáis? Para no ir saltando demasiado de rama en rama, cual monete juguetón, encaucemos la dirección del artículo antes de que se nos vaya de las manos. ¡No quiero que penséis que no está planificado! Así, pues, aproximémonos al núcleo del asunto y hablemos de la planificación en una novela de fantasía. Estrechando aún más el círculo: ¿cuánta importancia tiene la planificación en una novela de fantasía? Como ya hemos podido ver, y la propia lógica práctica nos dicta, la planificación es importante, ya que nos permite dotar de coherencia interna (tramas, personajes, antecedentes…) y externa (estructura, selección del narrador…) a nuestra obra. En el caso de géneros como la fantasía, hay un elemento de suma importancia que entra en juego, sobre todo si estamos hablando de alta fantasía: el worldbuilding. ¡DemiurgiaaaaAaAaAA! No me canso de decirlo. Es lo que hay. ¡Espera! ¡Espera! ¡Espera! ¿Cómo? ¿Que el worldbuilding afecta únicamente a la fantasía? No, no, y mil veces no. De eso nada. Dejad que me explique: en toda obra de ficción hay que desarrollar una labor, aunque sea mínima, de construcción de mundos. Imaginemos una historia de espías que ocurre en nuestro mundo y en nuestros días. En este caso, el worldbuilding global ya lo tenemos establecido, y todos, lectores y escritor, lo conocemos. Esto nos permite saltarnos a la torera las largas exposiciones y los grandes tratados sobre qué hay en el mundo, por qué es así, bla, bla… y bla. El lector estará perfectamente ubicado en cuanto le demos a entender que el mundo es el actual; hecho que, si conoce el género de la novela que ha abierto, ya espera de por sí. En este caso, el
Cómo triunfar con tu primera novela de fantasía. El ejemplo de Elantris
[et_pb_section fb_built=”1″ admin_label=”section” _builder_version=”3.22″ global_colors_info=”{}”][et_pb_row admin_label=”row” _builder_version=”3.25″ background_size=”initial” background_position=”top_left” background_repeat=”repeat” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”3.25″ custom_padding=”|||” global_colors_info=”{}” custom_padding__hover=”|||”][et_pb_text admin_label=”Text” _builder_version=”3.27.4″ background_size=”initial” background_position=”top_left” background_repeat=”repeat” global_colors_info=”{}”] ¡Hola a todos! Espero que estéis listos para leer este artículo sobre Elantris, en el que ilustraremos cómo triunfar con una primera novela de fantasía. Y leed sin miedo este artículo, puesto que voy a darlo todo por evitar los destripes de la trama. Es inevitable que tenga que mencionar algunos sucesos de la historia, pero prometo no exponer nada crítico. Malditos spoilers… ¿Y qué es Elantris? ¿Y por qué? ¿Y de quién es? ¿Y cómo es él? ¿Y a qué dedica el tiempo libre? Elantris es la “opera prima” de Brandon Sanderson, un prolífico escritor de fantasía épica moderna que se ha convertido por méritos propios en uno de los referentes actuales de la literatura fantástica a nivel mundial junto a otros autores como George R. R. Martin, J. K. Rowling, Joe Abercrombie, Patrick Rothfuss, Robert Jordan o Terry Pratchett. Volviendo al tema: ¿no os suena el nombre del autor? En realidad no me extraña. El propio Tolkien, en su época, fue considerado un escritor de libros para niños y sólo con el paso de los años, tras la publicación de El señor de los anillos, fue creciendo su fama, su legado y su influencia en generaciones posteriores de autores. El tiempo dirá si alguno de estos escritores que he mencionado tendrá una influencia parecida en generaciones venideras. [/et_pb_text][et_pb_image src=”https://teopalacios.com/wp-content/uploads/2020/05/1.png” alt=”Descarga eBook aquí” title_text=”Descarga eBook aquí” url=”@ET-DC@eyJkeW5hbWljIjp0cnVlLCJjb250ZW50IjoicG9zdF9saW5rX3VybF9wYWdlIiwic2V0dGluZ3MiOnsicG9zdF9pZCI6IiJ9fQ==@” url_new_window=”on” align=”center” _builder_version=”4.4.8″ _dynamic_attributes=”url” global_colors_info=”{}”][/et_pb_image][et_pb_text _builder_version=”4.4.8″ global_colors_info=”{}”] Entonces, ¿quién es Brandon Sanderson? Nacido en 1975, este estadounidense es autor de sagas de fantasía épica ampliamente aclamadas por crítica y público, como pueden ser Nacidos de la bruma o El archivo de las tormentas. Tiene una capacidad creativa asombrosa: normalmente lleva en paralelo entre tres y cinco proyectos, tal y como puede verse en su propio sitio web. Y todo lo que escribe recibe más y más críticas positivas. Una fiabilidad impresionante… ¡Daos prisa! ¡Entre Stephen King y él van a agotar todas las ideas del mundo! Además, ha sido galardonado con muchos premios de género, entre los que destaca el Premio Hugo a la mejor novela corta en el año 2013 por El alma del emperador. Vamos, que el muchacho no es manco, precisamente… Y por si esto fuera poco, fue elegido por la familia de Robert Jordan para finalizar la saga que este malogrado autor dejó inacabada: La rueda del tiempo. ¿Que por qué eligieron a Sanderson para cerrar la saga? En primer lugar porque ya desde sus primeras obras demostró su potencial como autor y, en segundo lugar, porque es un fan confeso de la obra de Jordan, habiendo llegado a manifestar que ha leído cada uno de los libros de la saga ¡trece veces! Y no penséis que se trata de cuatro o cinco volúmenes… No, no, no. Cuando propusieron a Sanderson que acabase la obra, la saga contaba con diecisiete libros. Y Sanderson cerró, parece que de una forma impresionantemente redonda, con los tres volúmenes finales, dejando la cifra total en veinte novelas. Casi nada… Y, encima, imparte clases sobre teoría narrativa en talleres literarios. ¿Es que no duerme? ¿Qué mejor manera, entonces, de sumergirnos en el mundo de la creación de literatura fantástica que analizando la primera novela publicada por un autor emergente, prestigioso, admirado e, incluso, premiado? Hagamos notar también que Elantris fue la primera novela que publicó Sanderson pero fue la sexta que escribió. De ahí el entrecomillado “opera prima” de unos párrafos más arriba. ¿Qué implica y qué significa esto? Ante todo, significa que hay que perseverar, insistir, trabajar duro y no tirar nunca la toalla. En vez de iros a llorar a un rincón, analizad con ojo crítico lo que habéis escrito e invertid aún más esfuerzo en mejorar estas obras o en escribir otras que las superen. Y, si no sabéis cómo hacerlo, que no se os caigan los anillos al buscar formación a este respecto. ¡Nadie nace sabiendo! El propio Brandon Sanderson cursó en 2005 un máster en literatura creativa, tras el que escribió Elantris, que sí fue publicada. ¿Casualidad o causalidad? Yo me inclino por la segunda opción. A efectos prácticos, Elantris es la primera obra que Brandon Sanderson escribió tras finalizar su formación como escritor, y fue también la primera que le publicaron. Quedémonos con esta idea. Así, pues, ¿qué mejor ejemplo sobre cómo triunfar con una primera novela de fantasía que seguir la senda marcada por este hombre? El ámbito narrativo de Elantris Antes de sumergirnos en la novela en sí y diseccionarla, hagamos notar que la mayoría de las obras de este autor se ubican dentro de un universo ficticio al que ha llamado Cosmere, formado por una galaxia mucho más pequeña y con muchas menos estrellas que en la Vía láctea. Por supuesto, cuando Sanderson escribió Elantris no se planteó si introducirla o no en el Cosmere, ya que entonces no existía, sino que lo ha ido construyendo a partir de las obras que ha ido escribiendo con el tiempo. Esta novela, además, escapa a la pandemia literaria consistente en escribir trilogías, pentalogías, heptalogías y demás enelogías. Elantris vendría a ser lo que hoy día los más repelentes denominan novela autoconclusiva; como si esto fuera algo nuevo o que escapa a la normalidad. —Estoy escribiendo una novela. —¿Sí? ¿Y de qué va? —Pues mira, es de fantasía épica. —¡No me digas! ¡Y cuántos libros va a tener! —Ehm… ¿sólo uno? —¡Hala, tío! ¡Tú estás loco! ¿Una obra autoconclusiva? ¿Es que quieres morir escribiéndola? Haz algo más normal, ¿no? No sé… Escribe una pentalogía. Sí, en efecto: es todo muy… normal. Y, ahora sí, vamos a abordar Elantris desde diversos puntos de vista para analizar esta obra y poder aplicar lo que aprendamos a partir de ella en nuestros propios escritos. Cómo triunfar con tu primera novela de fantasía: La voz narrativa La escritura de Sanderson, al menos en esta obra, no es
Las influencias de Tolkien y cómo aprender de ellas
¡Hola a todos! Bienvenidos de nuevo a esta mesa de la posada en el que vamos a seguir hablando (cómo no) de fantasía. ¡La próxima ronda corre de mi cuenta! ¿De qué vamos a hablar hoy? Pues hoy toca analizar algunas de las influencias de Tolkien, aquellas que cosas que le inspiraron para que veamos por nosotros mismos cómo podemos basarnos en historias o hechos que conocemos para, dándoles una vuelta de tuerca, crear ricos detalles para nuestras propias historias. Si lo hizo el maestro, ¿por qué no nosotros? Esto ya me suena… Si habéis estado siguiendo mis artículos sobre fantasía, monopolizados actualmente por la figura de Tolkien (prometo diversificar en el futuro), quizás estéis pensando: «Pero, amigacho, ya hemos hablado de algunas influencias de Tolkien en artículos anteriores». No os falta razón. Lo que ocurre es que, sin ir más lejos, en el articulo sobre el worldbuilding en la obra de Tolkien, sencillamente las sugerimos. Hoy vamos a ir un poco más allá y vamos a analizar algunos de estos conceptos y su adaptación a las historias que este genio escribió. Y… ¿dónde está el origen de las influencias narrativas? Como bien indica Javier Pellicer en este artículo (que os recomiendo mucho), en el que expone su visión acerca de cómo Tolkien sirve de influencia a escritores posteriores: «Tolkien no dejó nada al azar». Las historias que construyó se forman a partir no sólo de su imaginación, sino de la propia interpretación que dio a aquellas historias (reales o imaginarias) que conocía de antemano; y es a éstas a las que llamamos “las influencias de Tolkien”. Se puede deducir, así, que todo escritor ha sido influenciado por otros anteriores, y éstos, a su vez, por otros también… Y así hasta… ¿dónde? ¿Dónde se origina la narrativa como tal? ¿Cuál es la fuente primigenia? Bien de forma oral o escrita, la narrativa ha estado presente en todas las culturas y épocas desde que el ser humano es humano. Podemos remontarnos a escritos del medievo, de la época clásica, o incluso anteriores, como el Poema de Gilgamesh. Y eso por no mencionar las historias orales que se contaban antes de crearse la escritura. ¡Imaginad lo amplio que puede ser nuestro baúl de referencias literarias! Esto Tolkien lo sabía muy bien, y supo usarlo en su favor para enriquecer sus escritos. 😉 Podríamos estar debatiendo sobre los orígenes de la narrativa hasta el día del Juicio Final, pero ¡dejemos de remolonear y métamonos ya en harina! El nexo de Tolkien con la mitología y sus propias experiencias Hay algo en El Señor de los Anillos que llega a la gente, y ese algo son sus conexiones con la mitología, compuesta por una serie de relatos llamados mitos, que forman parte de una cultura o religión determinada. Gran parte de estos mitos cuentan historias referentes al propio mundo. Michael Drout, profesor de inglés del Wheaton College, expone en un documental llamado Los monstruos de la Tierra Media que «Tolkien, en una carta, decía que quería crear una mitología para su país. Intentaba crear una mitología netamente inglesa, basada en el norte y el oeste, y no en el mar mediterráneo, como habían hecho los autores griegos, primero, y romanos, más tarde». Puesto que esa mitología no existía, se basó en sus propias experiencias vitales, propias de la era moderna, y en sus relatos favoritos del mundo antiguo. Empleó, para ello, diversos mitos del mundo antiguo como Beowulf, la leyenda del Rey Arturo, o las Sagas Vikingas. Las influencias de Tolkien respecto de su mundo Tolkien, por influencia directa de su madre y del Tío Curro, fue una persona muy católica, y no pudo resistirse a dejar retazos de sus creencias en la propia creación de su mundo, tal y como vimos en el ya mencionado artículo sobre la demiurgia. Joer, ¡qué palabra tan molona! Partiendo de la idea de un Dios único y omnipotente (Ilúvatar), estableció la creación de un conjunto de seres semidivinos (los ainur), de entre los cuales uno (Melkor, también llamado Morgoth) se reveló y tuvo que ser desterrado. Podemos ver aquí la relación directa entre la historia del destierro de Lucifer al rebelarse, tratar de corromper a los seres inferiores e intentar suplantar a Dios. Pero no sólo de Catolicismo vivía este hombre: ante la enorme influencia que la mitología greco-romana y, sobre todo, la nórdica tuvieron en su vida, Tolkien sacó de ellas también la idea de que podía hacer descender al mundo a seres divinos (en este caso los ainur) para que se relacionasen con los mortales. La mitología nórdica y la influencia de Tolkien En la mitología nórdica, además, el mundo está formado por tres niveles: Asgard, el más alto y en el que moran los dioses; Hel, el inframundo en el que habitan los muertos; y, entre estos dos, Midgard, que significa “Tierra Media”: un mundo habitado por elfos, enanos y humanos. Parece que Tolkien no se calentó mucho la cabeza para establecer el nombre de la tierra que habitarían los seres mortales de su legendarium. En el verso 512 de Beowulf se cita a las criaturas malvadas que descendieron de Caín tras matar a su hermano, Abel: los gigantes llamados jotuns; los elfos y los espíritus malignos (Dragons and Dragon Lore, Ernest Ingersoll, Dover Publications, Inc., 2005). Hay quien considera que, dentro de este grupo de espíritus malignos, se puede incluir a los orcos que Tolkien creó en sus historias por tener un origen también basado en la corrupción del espíritu. Pero Tolkien no se ciñó únicamente a esto, puesto que creó en su propio mundo la profecía que anunciaba un momento en que el mundo sería destruido: la Dagor Dagorath, la batalla de las batallas. El concepto de esta batalla es similar al del Ragnarök de la mitología nórdica: las fuerzas que se oponen al Dios supremo y sus creaciones volverán para un enfrentamiento final que destruirá el sistema establecido, llevando al mundo al caos y a su final destrucción. Resumiendo:
El worldbuilding en la obra de Tolkien
¡Hola de nuevo y bienvenidos de vuelta a este rinconcito de la posada en el que vamos a seguir hablando de fantasía! Hoy toca hablar del worldbuilding en la obra de Tolkien. ¿Guor…qué? ¿Qué demonios es eso? El worldbuilding (en español solemos traducirlo como “creación de mundos”, aunque a mí me gusta especialmente un nombre que se viene usando cada vez con más asiduidad: “demiurgia”) es el proceso mediante el cual creamos un mundo ficticio por completo. En cualquier obra literaria, independientemente del género que trate, hay que realizar un proceso de construcción de los escenarios en los que se va a desarrollar la historia; en unos casos será necesario poblar con más detalles este mundo y en otros casos no tanto; en unos casos habrá que construir únicamente una barriada y en otros casos una galaxia entera… Eso sí: acabemos ya, de raíz, con el falso mito de que el worldbuilding sólo se debe realizar en obras de fantasía o ciencia-ficción. Es cierto que es dentro de estos dos géneros donde este proceso adquiere dimensiones titánicas, tal y como ocurre en el ámbito de la fantasía con el worldbuilding en la obra de Tolkien, pero eso no significa que en el resto de géneros no se tengan que trabajar estos escenarios y trasfondos. El worldbuilding en la fantasía Dentro del ámbito de la fantasía, un buen trabajo de worldbuilding resulta imprescindible, puesto que se aplican reglas no convencionales a las historias que se van a contar, y esas nuevas reglas requieren de un “nuevo tablero” para poder jugar. Al inventar estas nuevas reglas, debemos crear un escenario en el que éstas encajen perfectamente o los lectores pensarán que les estamos tomando el pelo. Autores como el mismo J.R.R. Tolkien, George R. R. Martin, C. S. Lewis o J. K. Rowling han encandilado a tantísimos millones de lectores precisamente por la complejidad y la coherencia que presentan sus mundos para con las historias que narran y los personajes que las viven. El worldbuilding en la obra de Tolkien Y, precisamente, uno de los pioneros en tomarse muy (pero que muy) en serio esto del worldbuilding fue Tolkien. En el momento en que uno lee un poco sobre este hombre, se da cuenta de que el worldbuilding en la obra de Tolkien es especial. Tolkien no es como el resto de escritores de fantasía, que pueden gustar más o menos… y ya. No era simplemente un escritor, sino que era un filólogo de tomo y lomo, y generó todo su legendarium a partir de los idiomas que él mismo inventó. De la creación de estos idiomas nació la necesidad de crear a personajes que los hablaran y se relacionasen haciendo uso de ellos; por supuesto, habría entonces que dar unos hogares a estos seres. Fue así cómo nacieron las historias que acabarían formando El Silmarillion. El Silmarillion no sólo expone la mayor parte del worldbuiding en la obra Tolkien, sino que es algo así como una antología de leyendas ocurridas en ese mundo que la prodigiosa mente de este británico concibió como la mitología propia de Inglaterra. La creación del mundo En su trabajo de worldbuilding, Tolkien partió de la idea de un Dios único y omnipotente llamado Ilúvatar, que decidió crear a un conjunto de seres semidivinos llamados ainur (que significa “sagrados” en quenya), entre los que había dos grupos: los valar, los más poderosos, y los maiar, de rango inferior a los valar. Dentro de este segundo grupo, por ejemplo, podemos encontrar a personajes muy conocidos, como pueden serlo Gandalf, Saruman (ambos formaban parte de un subgrupo de maiar llamado istari), los balrogs o el mismísimo Sauron. Los ainur entonaron la música de los ainur y crearon el mundo, llamado Arda, al cual bajaron algunos de ellos con permiso de Ilúvatar para culminar y disfrutar de su obra. Podemos apreciar aquí que Tolkien, como el gran creyente que era, se inspiró en la idea del Dios único del Cristianismo así como en mitologías como la nórdica o la greco–romana en la idea de que los seres divinos descencían al mundo físico e interactuaban con los seres que allí vivían. Los seres que poblarían Arda En la tercera canción cantada por los ainur, se crearon a los primeros seres inteligentes que poblarían Arda: los elfos. Estos hijos de Ilúvatar serían sus predilectos y los más parecidos a su propia esencia: inmortales, bondadosos y sabios. Para la definición de estos seres, Tolkien retorció la idea original de los elfos que se presenta en las mitologías nórdica y germana, pero tomando más referencias de la primera que de la segunda, que los planteaba como seres no tan sabios ni bondadosos. Los segundos hijos de Ilúvatar serían los hombres, que llegarían al mundo mucho más tarde. De naturaleza mucho más imperfecta que los elfos, los hombres sí serían mortales y tendrían mucho menos poder. Otras criaturas como los enanos o los orcos no serían creaciones directas de Ilúvatar, sino que serían creaciones de los valar Aulë, los unos, y Melkor (también llamado Morgoth), los otros, como una caricatura grotesca de la creación de los elfos por parte de Ilúvatar. Precisamente, la figura de Melkor recuerda también al relato del ángel caído: un ser divino, creado directamente por Dios, que se rebela y planea suplantarlo corrompiendo y esclavizando a todos los seres vivos. Como podéis apreciar, Tolkien inspiró su worldbuilding en historias y mitos que le eran familiares. Otros autores, como George R. R. Martin, basan su worldbuilding más en hechos documentados y contrastados históricamente, pero ésta es otra historia que contaremos más adelante. Las edades del mundo y el worldbuilding en la obra de Tolkien El worldbuilding no consiste únicamente en crear un mundo y ponerlo a dar vueltas por el espacio. Va a ser que no. Dentro del proceso de worldbuilding también se debe establecer una serie de hechos cronológicos que perfilan y definen el mundo, condicionando así a los seres que van a habitar en él, modificando su estructura o
El viaje del héroe y su aplicación en El Hobbit
¡Hola a todos! Volvemos este mes, arrebujados entre un par de capas élficas que hemos robado por ahí, para traeros un artículo sobre El Hobbit, la primera obra publicada por el maestro J. R. R. Tolkien, y su relación con la teoría del monomito, formulada por el antropólo y mitólogo Joseph Campbell en su obra El Héroe de las Mil Caras, y conocida y mencionada como el viaje del héroe en toda cena navideña que se precie de serlo. Si queréis conocer más sobre esta teoría y cómo emplearla al planificar una novela, os recomiendo este fabuloso artículo de Nieves Muñoz. Y si queréis otro ejemplo de aplicación del viaje del héroe, os recomiendo también este artículo sobre Harry Potter escrito por Alicia Pérez Gil. Si tenéis miedo a los dragones, a dar vueltas y más vueltas en barriles o a que trece enanos se cuelen en vuestra casa y os desvalijen la despensa, mejor volved el mes que viene a ver qué se cuece en estos fogones. Si no es así, bienvenidos al nacimiento del mito, al surgimiento del Rey de la fantasía épica y a una de las más grandes aventuras escritas durante el siglo XX; que parece que fue ayer, pero no… ¡Ay! Nos hacemos viejunos… El origen de El Hobbit Como ya contamos en este artículo publicado hace un par de meses, Tolkien empezó muy pronto a plantearse la posibilidad de crear un legendarium propio para su amada Inglaterra. A medida que avanzó su vida, se casó y tuvo hijos, decidió escribir una historia para éstos y, sin querer queriendo, puesto que en un principio separó esta historia de las que acabarían formando El Silmarillion, la acabó basando en el rico y complejo mundo mostrado en ellas. Hay profesores universitarios que, al corregir exámenes, desean ver arder el mundo; otros, sin embargo, aprovechan cualquier espacio en blanco entre las hojas de respuestas de sus alumnos para escribir algo tal que: “En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad”. Al escribir esto, el bueno de John Ronald ni siquiera sabía qué era un hobbit. Es extraño pero creo que, en ese momento, Tolkien fue poseído por el propio Tolkien. Paradojas de la vida, oiga… Así, pues, en 1930, Tolkien comenzó la escritura de esta historia sin darle muchas vueltas y sin tener muy claro a dónde llegaría con ella, pero a sus hijos les divertía, por lo que continuó escribiéndola. De hecho, fue escribiendo sin dudar demasiado hasta que tuvo que decidir cómo moriría un imponente ser que aparecía en la narración; el enfrentamiento con el cual tenía reminiscencias de su amada Beowulf. Vamos luego a ello. La publicación de El Hobbit Y, en efecto, esta historia es la que se acabaría convirtiendo en su primera publicación con la editorial George Allen & Unwin en 1937: El Hobbit. Aunque lo definimos como “una serie de azarosas circunstancias” en aquel artículo que mencioné antes, lo que ocurrió es que no fue el propio Tolkien quien buscó la publicación de esta obra, sino que fue una empleada de la editorial, a la que le llegó esta historia tras pasar por varias manos, quien decidió presentarla a sus jefes. Nada más publicarse la novela, fue un éxito absoluto; y esto llevó a la editorial a solicitar a Tolkien una continuación, pero éste es otro asunto que abordaremos en meses venideros. Palabrita de niño malo. El Hobbit y el viaje del héroe Bueno, pues tras esta introducción sobre los orígenes de El Hobbit, remanguémonos y vayamos al lío: exponemos a continuación la historia narrada en la novela y vamos a ver cómo encaja con el viaje del héroe propuesto por Campbell. ¡Eso sí! Antes de empezar, considero interesante contaros que El Hobbit se escribió y se publicó muchos años antes que el estudio de Campbell, cuya primera publicación data de 1949. Vamos, que no es que Tolkien se dijera a sí mismo “Voy a escribir una historia empleando el viaje del héroe”. No. Definitivamente, eso no fue así. El viaje del héroe es algo que, de un modo u otro, tenemos interiorizado todos los seres humanos, como si formase parte de nuestro ADN; y, cuando inventamos historias, en mayor o menor medida, tenemos tendencia a hacer una cierta aproximación a esta fórmula que teorizó Campbell. Todo esto nos viene heredado de cuando se comenzaron a narrar historias en torno a una fogata hace muchos miles de años. ¡Con todos ustedes el maravilloso boca-oreja y sus implicaciones culturales! En fin, centrémonos y… ¡vamos allá! Por cierto, si no habéis leído aún El Hobbit… ¿¡A QUÉ DEMONIOS ESPERÁIS PARA LEERLO!? Es un clásico entre los clásicos de la literatura fantástica moderna. Si aún no lo habéis hecho, corred, insensatos, ¡pero corred a leerlo! Y luego regresáis y seguís leyendo este artículo, que está lleno de… ¡SPOILERS! Sí, este mes estoy un poco exaltado de más… Lo siento, pero estamos tratando temas muy serios… ;-D Primeras fases del viaje del héroe: de la presentación al inicio del viaje. El viaje del héroe comienza con la fase conocida como “la partida” (también llamada “la separación” o “la salida”). Esta partida no se lleva a cabo de forma inmediata, sino que hay una serie de pasos que se siguen para que esta partida resulte, de verdad, tan necesaria como natural. En primera instancia, Bilbo Bolsón vive su vida rutinaria de hobbit. Se nos muestra así su mundo ordinario y el punto de partida para la historia en lo que es el primer paso del viaje del héroe. Entonces, aparece Gandalf para llevar a cabo el segundo paso del viaje del héroe: la llamada a la aventura. El mago, como quien no quiere la cosa, le deja caer que está buscando a alguien para llevar a cabo una
La obra de Tolkien, el rey de la literatura fantástica
Aunque no fue el primer escritor que publicó historias de fantasía con batallas épicas (Conan el Bárbaro, de Robert E. Howard, es anterior), la obra de Tolkien provocó el resurgimiento del género. Este hecho es el que consolidó a Tolkien como “el padre” de la literatura fantástica moderna. La obra de Tolkien puebla la práctica totalidad de su biografía. Comenzó a escribir muy pronto, pero lo que le impulsaba a escribir procede de unas raíces más profundas que la necesidad de contar historias per se. La motivación tras la obra de Tolkien En palabras del Dr. Eduardo Segura, uno de los mayores expertos en la obra de Tolkien a nivel mundial, éste “fue un escritor muy distinto a los de su generación en muchos sentidos, y eso queda claro al analizar sus motivaciones e inspiración: amaba y respetaba profundamente las palabras y sus significados”. El amor por los idiomas Adoraba las lenguas, y las estudió con gran dedicación durante su vida. Su entrega a ellas fue absoluta, hasta el punto de llegar a hablar con fluidez veinte. Sí, un dos seguido por un cero: VEINTE. Una anécdota curiosa a ese respecto es que, durante el proceso de traducción de “El Señor de los Anillos” al sueco, Tolkien envió una carta al traductor indicándole en qué puntos del texto traducido se había equivocado. El profundo amor de Tolkien por la filología lo llevó a comenzar a crear idiomas propios desde muy pronto, entre ellos el quenya y el sindarin, lenguas élficas creadas a partir del finés y el galés respectivamente. La creación de estas lenguas le llevó a verse necesitado de crear también un mundo y poblarlo con seres que las hablaran. Fue así cómo comenzó a cocinarse a fuego lento el conjunto de leyendas de Tolkien, que tendría como piedra angular la ahora archiconocida Tierra Media. El objetivo del autor en la obra de Tolkien El objetivo de Tolkien con su obra era dotar a Inglaterra de una mitología propia, de la que entonces carecía, con tal de enriquecer al país con un legendarium similar al romano, al griego o al nórdico. Por ello, tomó grandes referencias en historias como Beowulf, de la que era un gran estudioso, El Anillo de los Nibelungos, la Leyenda del Rey Arturo, la recopilación de historias contenidas en el Kalevala finlandés o, incluso, la Biblia. Por supuesto, su propia vida fue una gran influencia para estas historias. Llegó a afirmar en 1951: “El Señor de los Anillos está escrito con la sangre de mi vida”. Tolkien empezó escribiendo poesía, primero en inglés y más adelante en otras lenguas, actuales y pretéritas, e incluso en sus propias lenguas inventadas. Así, durante su convalecencia tras abandonar el campo de batalla, comenzó a escribir poemas que se acabarían convirtiendo en la base para algunas de las principales historias de su mitología: “El cuento de Tinúviel”, “Turambar y el Foalókê”, “La Caída de Gondolin”… El origen de El Hobbit, el primer éxito en la obra de Tolkien Tolkien escribía historias por el gusto de escribirlas, sin ninguna pretensión mayor. Un día, durante su estancia como profesor en la Universidad de Oxford, estaba corrigiendo exámenes y, al llegar a una hoja en blanco y con la mente ya abotargada, escribió en esa hoja el ya famoso texto: “En un agujero en el suelo, vivía un hobbit…” ¿Qué demonios era un hobbit? Esta pregunta sería el germen que le llevaría a escribir una historia para hacer dormir a sus hijos, a la que llamaría “El hobbit”. Una vez finalizada la historia, circuló entre manos de gente cercana a Tolkien, como C. S. Lewis, hasta que llegó a una antigua alumna suya: Susan Dagnall, empleada entonces de la editorial George Allen & Unwin, que enseñó la historia al presidente de la compañía, quien a su vez lo hizo llegar a su hijo Rayner, al que le encantó. Así, pues, Stanley Unwin decidió publicar la historia, que tuvo una tan inesperada como exitosa acogida por parte del público que Unwin pidió a Tolkien una continuación. El origen de El señor de los anillos Tolkien, entonces, envió “El Silmarillion” para que lo leyeran en la editorial pero, tras leer el “Poema de Beren y Lúthien”, lo rechazaron. No era eso lo que buscaban. Así, pues, el escritor se puso a trabajar en una continuación directa de las aventuras de Bilbo Bolsón, pero la historia se le iría de las manos no sólo por el lado creativo, sino también en el temporal. Esta “continuación”, que tardó en terminar doce largos años y que llamaría “El Señor de los Anillos” ya no tenía como protagonista al hobbit de la primera historia, sino a su sobrino huérfano (¡Anda! ¡Como el autor!) llamado Frodo, y la finalidad de éste sería destruir un anillo para poder salvar el mundo. Tolkien insistió a Unwin en publicar “El Señor de los Anillos” de forma conjunta con “El Silmarillion”, pero éste se negó. Tras un par de años de líos con otra editorial por intentar publicar ambas obras, finalmente Unwin publicó “El Señor de los Anillos” partido en tres volúmenes. Su éxito fue espectacular y provocó que la fantasía épica, género casi marginal y considerado como literatura para niños, se pusiese de moda. El silmarillion Durante el resto de su vida, Tolkien se dedicó a hacerse preguntas sobre su mitología y, cada vez que llegaba a una encrucijada o incongruencia, escribía un relato para resolver y explicar el dilema. De hecho, reescribió múltiples veces las historias que formaban parte de “El Silmarillion”. Esta obra no vería la luz hasta 1977, después de la muerte del autor, y gracias a su hijo Christopher, mucho más metódico, que decidió recopilar todo el material y publicarlo para cumplir con el tan anhelado deseo de su padre. En décadas posteriores, se decidiría a publicar también el resto de los trabajos de éste. La obra de Tolkien publicada en la actualidad Tenemos, pues que las obras de Tolkien publicadas son las expuestas a continuación: El
Una biografía de Tolkien, el rey de la literatura fantástica
¡Hola a todos! Inauguramos esta sección del blog sobre fantasía como no puede ser de otra forma: con un grande entre los grandes, un escritor que sentó cátedra y sin el que muchísima gente hubiera visto huérfana su afición por la literatura. Imagino que ya lo habréis leído en el título del artículo: así es, hoy vamos a hablar de la biografía de Tolkien. Biografía de Tolkien Familia y nacimiento de Tolkien Pues sí: John Rober Rodríguez Tolkien… Ehm… Vale, me habéis pillado. No se llama así… John Ronald Reuel Tolkien. Ése es su nombre completo, y nació en 1892, cien años antes de que esa abominación llamada Curro apareciera en la Expo de Sevilla. Pero no os lieis; el Curro importante en su vida es otro, ya lo veremos luego. Su nacionalidad era británica, pero nació en Bloemfontein. Y no, Bloemfontein no es una palabra pronunciada en la lengua de Mordor, sino una de las tres capitales que hoy día tiene Sudáfrica. La razón por la que, siendo hijo de británicos, nació allí se debe a que su padre, Arthur Tolkien, trabajaba en aquel lugar para el Banco de África. Dos años después de nacer John Ronald, vino al mundo su hermano Hilary. Apenas un año después, en 1895, debido a que el clima de la ciudad sudafricana afectaba a la salud de J. R., Mabel, la madre de los niños, se trasladó con ambos a Inglaterra. Una fiebre reumática impidió al padre reunirse con su familia al año siguiente, ya que le provocó una hemorragia que acabaría causándole la muerte. Primeros años de Tolkien en Inglaterra y su amor por la naturaleza Ante la falta de ingresos, Mabel tuvo que irse con sus hijos a Birmingham para vivir con su familia. Allí, J. R. tendría su primer encuentro con una lengua “extraña”, el galés, al ver escritos en camiones y vagones ferroviarios nombres que le parecían muy curiosos. Aprendió así que, no muy lejos, existían otras lenguas con sonoridades muy llamativas y distintas del inglés. Una segunda mudanza les llevaría a Sarehole, una pequeña población rural que Tolkien disfrutaba explorando como si fuera un gran parque de aventuras, y que acabaría inspirando múltiples parajes de su obra como Bolsón Cerrado o el Bosque Negro. Mabel se encargó de la educación de los niños y J. R. mostró muy pronto un gran interés por las plantas y lenguas como el francés o el latín. Tan en serio se tomaba los idiomas que, con cuatro años, ya era capaz de leer latín y poco después podría escribirlo. Impresionante. J. R., durante toda su vida, sería un gran amante de plantas y árboles y odiaría sin cortapisas el maltrato al que el ser humano los sometía. Llegó a decir, de hecho, que en todos sus trabajos se ponía tanto del lado de los árboles como en contra de los enemigos de éstos. Claramente, prefería la naturaleza por encima del mundo tecnológico moderno. La muerte de Mabel Tolkien El estreno del siglo XX trajo consigo la conversión de Mabel y sus hijos al catolicismo. La familia de ésta, baptista, se opuso y dejó de prestarle asistencia económica. Éste es un ejemplo claro de uno de esos tipos de conflicto que Teo os puede enseñar en las lecciones dedicadas a tal fin dentro del primer curso del Método PEN. Si le decís que vais de mi parte os tratará especialmente bien, así que no lo dudéis. 😉 Y llegó el fatídico año 1904. J. R. (llamémosle Tolkien en adelante) estaba ya entrando en la adolescencia y una complicación en la diabetes de Mabel le causó la muerte, dejando huérfanos a los dos chicos. Hagamos notar que la insulina no se descubrió hasta 1921. Durante toda su vida, Tolkien la consideró una mártir de su fe debido al tesón con el que se mantuvo fiel a sus creencias pese a las dificultades que tuvieron que soportar. Esa misma fe quedó impregnada en él, lo que quedará claro a lo largo de toda la biografía de Tolkien, incluso en el nombre de sus hijos, como ya veremos. Adolescencia y juventud de Tolkien El tío Curro A partir de ese momento, los niños fueron educados por el padre Francis Xavier Morgan. El sacerdote católico, nacido como Francisco Javier Morgan Osborne en El Puerto de Santa María (Cádiz) y de padre galés, era conocido en su tierra natal como El Tío Curro. Un dato curioso sobre este personaje es que provenía de familia bodeguera y, como podéis sospechar, está emparentado con uno de los mayores seductores ibéricos de pata negra: Bertín Osborne. Si es que el mundo es un pañuelo… Os dejo aquí una cancioncilla suya para que podáis amenizar la tarde y disfrutar de su galantería, pero primero terminad de leer el artículo, ¿vale? ¿Por dónde íbamos? ¡Ah, sí! ¡El Tío Curro! El amable sacerdote estuvo ayudando económicamente a la familia y, cuando Mabel falleció, se llevó a los niños a vivir con él al Oratorio de Birmingham. En su celda tenía una biblioteca que Tolkien usaba con mucha frecuencia. También aprendió de su tutor algo de español, conocimientos que usaría más adelante para crear un idioma llamado naffarin. Hasta tal punto fue importante la influencia del Tío Curro que una de sus frases trascendió la barrera entre el mundo real y ése imaginario que Tolkien acabaría escribiendo, haciendo así que el mismísimo Gandalf la pronunciase: “No es importante saber cuánto tiempo te queda, sino qué hacer con el tiempo que se te concede”. Cuando Beren conoció a Luthien El Tío Curro alojó a los hermanos en una pensión junto al Oratorio. Fue allí donde Tolkien, que entonces contaba dieciséis primaveras, conoció a una huérfana que acabaría siendo el amor de su vida: Edith Mary Bratt, de la que se enamoró sin remedio aunque ésta tuviera tres años más que él. Edith fue la inspiración de Tolkien para crear al personaje de Lúthien Tinúviel, princesa élfica conocida como “la más bella entre los hijos de