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ToggleMis inicios como autor de novela histórica
Hace casi diez años que publiqué el primer artículo para mi blog, lo titulé un humilde comienzo, y por entonces no tenía intención de convertirme en autor de novela histórica. Luego han venido decenas, cientos. Calculo que he escrito alrededor de 500 artículos a lo largo de diez años, para mi blog y para otros. Y sin embargo, aunque parezca mentira, hoy, prácticamente diez años más tarde, vuelvo a empezar. No desde cero, claro, pero es volver a empezar.
Durante varios años, mi primer blog, Fantástica Literatura, se convirtió en lugar de encuentro de muchos que luego verían cómo sus libros iban siendo publicados. En él hablaba de escribir, del sector editorial, daba consejos basados en mi escasa experiencia de entonces, cuando aún faltaban casi dos años para que mi primera novela histórica llegara a librerías. Y sorprendentemente, recibía cientos de visitas. Más tarde vendría mi primera página web, y la segunda. Y comenzaría mi carrera como autor de novela histórica. Y más tarde como profesor de narrativa. Y aquí me frené.
Así perdí el equilibrio
Equilibrio es una palabra que solía citar mi buen amigo Manuel Sánchez-Sevilla, cuyo vacío después de un año se sigue notando. Él insistía mucho en ella, en la importancia del equilibrio para todo, en especial para la escritura de una novela. Pero yo me desequilibré. Me volqué muchísimo en la segunda de mis dicotomías, la de profesor de narrativa, y descuidé la primera, la principal, la que me había llevado a poder enseñar a otros. Descuidé mi faceta como autor de novela histórica.
No he dejado de escribir, por supuesto, ahí estan todas mis novelas que lo atestiguan, pero sí he dejado de hablar casi por completo de eso que me apasiona: de mis novelas, de Historia, de mi vida como autor, de mis opiniones, he perdido cierto contacto con otros autores y casi todo lo baso en mi vida como profesor.
Cómo empezó todo
La cosa viene de lejos, de hace unos seis años, cuando me embarqué con todo en la creación de un proyecto que creció y se cimentó a base de mucho trabajo y que, para mí, acabó de una forma dolorosa. Le dedicaba todo mi tiempo a ese proyecto. Todos los artículos que escribía eran para él. La mayoría de mi actividad en redes sociales (aunque no sea mucha) se centró en ello. Y poco a poco fui perdiendo de vista ese estadio primigenio de autor.
Y aún empeoró aún más en el último año y medio, cuando me vi forzado a poner en marcha, desde cero y en un tiempo record, un proyecto personal de formación de escritores que, tengo que decirlo, me está dando unas alegrías enormes y que jamás pensé que pudiera tener un crecimiento tan brutal y enriquecerme tanto. Pero he tenido que hacer el trabajo de dos personas durante todo este tiempo hasta conseguir los automatismos que necesitaba.
Huecos vacíos
Desde hace unos meses mi carga de trabajo como profesor de narrativa ha cambiado. Es muchísima, pero de pronto ha cambiado; y me he visto con más tiempo libre. Sin darme cuenta, hay cosas que ya se hacen solas, o casi. Y he visto cómo mi agenda ha pasado de necesitar horas a tener algunos huecos libres. Lo que ha ocurrido entonces es que, durante unas semanas, he estado un tanto perdido. Se ha juntado, es cierto, con la pérdida de Nora, que me había acompañado durante los últimos diez años y que se me fue una mañana, de repente, al no superar una operación que en principio era casi rutinaria.
He estado perdido, sí. He estado cansado también. De alma y de mente. Han pasado muchas cosas tristes en el último año y medio. Pero el tiempo libre, (rectifico: demasiado tiempo libre, especialmente en horarios laborales), no es un buen consejero. Veía huecos en la agenda en los que no tenía nada programado, y aunque tengo un millón de cosas que podía hacer, simplemente no hacía nada. Se me iban las horas entre los dedos.
La necesidad de volver al origen
Me he sentido mal durante estas semanas, estos últimos dos meses más o menos. Me he sentido vacío en parte. Necesitaba recuperar el equilibrio que había perdido tanto tiempo atrás. Esta declaración de intenciones sirve justamente para decir basta. Para volver a los orígenes. Para mirar atrás, ver todo lo que he logrado, suspirar satisfecho… y mirar adelante para lograr nuevas metas, nuevos proyectos que pasan, necesariamente, por potenciar mi figura como autor de novela histórica.
Ese es el proyecto. Esa es la idea. Hablaré, si no pasa nada raro, una vez por semana. De mis obras. De mis investigaciones. De mis artículos para revistas. De Historia. De mis lecturas. De mis ideas. He reorganizado mi agenda: no queda ni un solo hueco libre de lunes a viernes.
Ayer se lo comunicaba a mi editora, Penélope Acero, y a mi agente, Deborah Albardonedo. Ambas son personas en las que confío. Me han demostrado estar a mi lado en algunos de los momentos más difíciles de los últimos años. Sé que se han alegrado por esta decisión. Era algo que todos necesitábamos que hiciera.
Esta web que hoy empieza a caminar lleva aparejados otros cambios, especialmente en redes sociales. Para empezar, volveré a enfocar mi página de autor en Facebook en eso, en mi faceta como autor de novela histórica. Los temas relativos a mi proyección como profesor de narrativa los centraré en mi grupo de Facebook, Cómo escribir una novela, donde hablo, y hablaré, de técnicas de escritura y doy apoyo a todo autor, con más, menos o ninguna experiencia, que se anime a acompañar a los que ya estamos en él.
Aquí empieza, de nuevo, un humilde comienzo. Aunque no desde cero. Y ahora quiero hacerte una pregunta para que la contestes en los comentarios: ¿quieres acompañarme en este nuevo camino?