El Gran Incendio de Roma en julio de 64 d.C. fue uno de esos acontecimientos que marcaron la historia de la ciudad. En este artículo, haremos un recorrido por este suceso que devastó enormes partes de Roma. Trataremos de entender qué lo causó, cómo afectó a la ciudad y por qué sigue siendo un tema de debate.
Es importante saber que este incendio no fue extraño. Lo alarmante fue su magnitud, pero los incendios eran habituales en esta época. De hecho, ya tenían un cuerpo de bomberos especializado y contaban incluso con maquinaria para sofocar las llamas. Había quien usaba los incendios para enriquecerse y con fines políticos. A tal punto, que los incendios en época romana con este tipo de cuestiones como telón de fondo son la base de mi novela, Muerte y Cenizas, que por supuesto te invito a leer.

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ToggleIncendio de Roma en julio del 64 d.C.: el desastre
El incendio, cuya causa exacta aún genera debate, se desencadenó en la noche del 18 al 19 de julio en un distrito cercano al Circo Máximo, al sur del monte Palatino. Lo que comenzó como un pequeño fuego se convirtió en una vorágine infernal que se extendió rápidamente por toda la ciudad.
Las estrechas calles y las edificaciones densamente pobladas fueron un terreno sembrado para el incendio. En cuestión de minutos, las llamas saltaron de un edificio a otro. Devoraron tejados de madera, cortinas de lona y cualquier material inflamable. Hay que tener en cuenta que, como me preocupo de mostrar en la novela, los edificios eran altos, de varias plantas. Muchos de ellos construidos de madera o con mucha madera en su interior. Se cocinaba con fogones, se iluminaban con lámparas de aceite… Era un cóctel explosivo.
A medida que el fuego corría, la ciudad se sumió en el caos. Los ciudadanos, desesperados, luchaban en vano contra las llamas. Sin embargo, la velocidad y la ferocidad del incendio eran implacables; fue imposible contenerlo.
El incendio se expandió hacia el norte y el oeste. Engulló distrito tras distrito, barrio tras barrio. Templos, mercados bulliciosos y elegantes residencias fueron tragados por las llamas. Reducidos a cenizas en cuestión de horas.
Para cuando el amanecer tiñó el cielo de tonos rojizos, gran parte de Roma yacía en ruinas. Miles de personas quedaron sin hogar, sin pertenencias. Y eso por no hablar de los muertos. El desastre había dejado una marca indeleble en la ciudad.

Incendio de Roma en julio del 64 d.C.: conspiraciones y acusaciones
Las teorías conspirativas que señalaban a Nerón como responsable del incendio de Roma surgieron prácticamente al mismo tiempo que las llamas asolaban la ciudad. Se creía que Nerón había ordenado deliberadamente el inicio del fuego. Estaba obsesionado con la idea de dejar su huella en la historia a través de monumentos grandiosos. Sus enemigos aseguraron que incendió la ciudad para despejar grandes áreas y poder llevar a cabo sus proyectos.
Algunos relatos señalan que Nerón estaba en Antium, a pocas millas de Roma, en el momento en que comenzó el incendio. Sin embargo, según estas mismas fuentes, al enterarse del desastre regresó rápidamente. Se dice que coordinó los esfuerzos de rescate e intentó ayudar a los afectados. A pesar de sus intenciones, las sospechas sobre su implicación se extendieron rápidamente entre la población.
Aunque no existen evidencias que respalden la teoría de que Nerón ordenó iniciar el incendio, el hecho de que surgieran estas acusaciones nos muestra el clima político y social que se vivía en Roma en ese momento. Nerón era ya impopular entre algunos sectores. Tras aquello se convirtió en el blanco de la ira y la desconfianza, lo que aumentó su aislamiento político y su precaria posición como líder del imperio.

La controversia en torno a la posible implicación de Nerón en el incendio de Roma ha perdurado a lo largo de los siglos, y sigue siendo objeto de debate entre historiadores y expertos en la actualidad.
Incendio de Roma en julio del 64 d.C.: respuesta de Nerón y persecución de los cristianos
La reacción de Nerón frente al caos desatado por el incendio de Roma fue ambigua y controvertida. Por un lado, se le atribuye haber liderado los esfuerzos de socorro y haber organizado la reconstrucción de la ciudad, mostrando una faceta de líder preocupado por el bienestar de sus súbditos y la restauración de la grandeza de Roma.
Sin embargo, la situación tomó un giro oscuro cuando Nerón comenzó a buscar chivos expiatorios para culpar del desastre. El emperador apuntó hacia una comunidad minoritaria y vulnerable: los cristianos. Aunque las evidencias históricas sobre este punto son fragmentarias y muy discutidas, se sostiene que Nerón inició una brutal persecución contra los cristianos, acusándolos de ser los responsables del incendio.
Esta persecución, que se extendió durante varios años, se caracterizó por la detención, tortura y ejecución de numerosos cristianos. Las crónicas de la época relatan cómo algunos fueron utilizados como antorchas humanas en los jardines de Nerón, mientras que otros fueron arrojados a los leones en los circos de Roma como espectáculo público.
La persecución de los cristianos bajo el reinado de Nerón marcó un período de temor y represión para esta, por entonces nueva, comunidad religiosa.
Controversia sobre la persecución a los cristianos
La acusación contra los cristianos como responsables del incendio de Roma bajo el reinado de Nerón se basa principalmente en fuentes históricas de la época, siendo una de las más destacadas las obras del historiador romano Tácito y del historiador judío-romano Flavio Josefo.
Tácito, en su obra Anales, escrita alrededor del año 116 d.C., menciona que Nerón acusó a los cristianos de ser los culpables del incendio de Roma. Sin embargo, no proporciona detalles sobre cómo se originó esta acusación ni ofrece evidencia concreta para respaldarla. Además, Tácito era conocido por su hostilidad hacia los cristianos, por lo que algunos especialistas cuestionan la objetividad de su relato y sugieren que pudo haber exagerado o tergiversado los hechos.
En la historiografía contemporánea, hay diversidad de opiniones respecto a la cuestión de si Nerón realmente acusó a los cristianos del incendio de Roma. Estas son las principales corrientes:
La hipótesis de la culpabilidad de Nerón
Algunos historiadores sostienen que Nerón fue el responsable directo de iniciar el incendio de Roma o que, al menos, se benefició de él para llevar a cabo sus proyectos urbanísticos. En este sentido, se considera que la acusación a los cristianos pudo haber sido una estrategia de Nerón para desviar la atención de sus propias responsabilidades y justificar la represión contra un grupo social minoritario y vulnerable.
La interpretación escéptica
Otros historiadores adoptan una postura más escéptica respecto a la veracidad de las acusaciones contra los cristianos. Consideran que las fuentes históricas disponibles, principalmente Tácito y Suetonio, podrían haber sido influenciadas por prejuicios o agendas políticas y que no proporcionan suficiente evidencia para confirmar la culpabilidad de los cristianos en el incendio. Así, se sugiere que la idea de que Nerón culpó a los cristianos puede haber sido exagerada o tergiversada por razones ideológicas.
La perspectiva neutral

Algunos historiadores adoptan una postura más neutral y reconocen que, debido a la falta de evidencia, es difícil determinar con certeza si Nerón acusó realmente a los cristianos del incendio de Roma. Consideran importante analizar un contexto histórico más amplio, incluyendo las tensiones políticas y sociales en Roma en ese momento, así como la actitud de Nerón hacia los cristianos y otras minorías religiosas, para comprender mejor las circunstancias que rodearon al incendio y las acusaciones posteriores.
Consecuencias del incendio de Roma del 64 d.C.
El Gran Incendio de Roma representó un momento crucial en el reinado de Nerón, y dejó un impacto profundo en su reputación y en la percepción que tenía la población romana sobre él. Aunque ya había sido objeto de críticas por su extravagancia y su autoritarismo, el incendio y sus consecuencias intensificaron la desconfianza y la hostilidad hacia emperador.
Las acusaciones de que había provocado deliberadamente el incendio para poder reconstruir Roma a su gusto y llevar a cabo sus ambiciosos proyectos urbanísticos contribuyeron significativamente a su caída en desgracia ante la opinión pública. Aunque carecían de pruebas sólidas, la idea de que el emperador había incendiado la ciudad para su propio beneficio caló entre la población.
Además, la brutal persecución de los cristianos que siguió al incendio dejó una marca indeleble en el legado de Nerón. Aunque no está claro si realmente culpó a los cristianos del incendio, la represión desencadenada contra ellos aumentó aún más su imagen como un gobernante despiadado y cruel. La persecución de los cristianos, que incluyó arrestos, torturas y ejecuciones, generó un clima de miedo e incertidumbre entre la comunidad cristiana de Roma y contribuyó a la percepción de Nerón como un tirano implacable.
Conclusión
El Gran Incendio de Roma de 64 d.C., con su devastadora furia que consumió gran parte de la ciudad, no solo dejó un rastro de destrucción, sino que también tuvo profundas repercusiones políticas y sociales.
La tragedia del Gran Incendio puso al descubierto la fragilidad de la ciudad de Roma y del propio imperio. Reveló las deficiencias en la planificación urbana y en las medidas de prevención contra incendios, así como la falta de capacidad de respuesta ante emergencias de semejante tamaño. Influyó incluso en nuevas leyes sobre los incendios.
El incendio también tuvo un impacto significativo en la población romana, con miles de personas desplazadas y privadas de sus hogares.
El Gran Incendio de Roma es, sin duda, un recordatorio sombrío de los peligros del poder descontrolado y las responsabilidades de la persona que ostenta el poder. Además de la devastación física, este evento histórico dejó una huella muy marcada en la conciencia colectiva, sirviendo como una llamada de atención acerca de la importancia de la planificación, la responsabilidad y la empatía en el ejercicio del liderazgo.
Son muchas las conjeturas que existen sobre este hecho. No es desdeñable que el poder de Nerón trabajó en la sombra para sus intereses.
Los cristianos fueron los que pagaron brotalmente las atrocidadres del Emperador.
Es evidente la vulnerabilidad de las construcciones en una tragedia de estas dimensiones.