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El worldbuilding en la obra de Tolkien

¡Hola de nuevo y bienvenidos de vuelta a este rinconcito de la posada en el que vamos a seguir hablando de fantasía! Hoy toca hablar del worldbuilding en la obra de Tolkien.

¿Guor…qué? ¿Qué demonios es eso?

El worldbuilding (en español solemos traducirlo como “creación de mundos”, aunque a mí me gusta especialmente un nombre que se viene usando cada vez con más asiduidad: “demiurgia”) es el proceso mediante el cual creamos un mundo ficticio por completo.

En cualquier obra literaria, independientemente del género que trate, hay que realizar un proceso de construcción de los escenarios en los que se va a desarrollar la historia; en unos casos será necesario poblar con más detalles este mundo y en otros casos no tanto; en unos casos habrá que construir únicamente una barriada y en otros casos una galaxia entera…

Eso sí: acabemos ya, de raíz, con el falso mito de que el worldbuilding sólo se debe realizar en obras de fantasía o ciencia-ficción. Es cierto que es dentro de estos dos géneros donde este proceso adquiere dimensiones titánicas, tal y como ocurre en el ámbito de la fantasía con el worldbuilding en la obra de Tolkien, pero eso no significa que en el resto de géneros no se tengan que trabajar estos escenarios y trasfondos.

El worldbuilding en la fantasía

Dentro del ámbito de la fantasía, un buen trabajo de worldbuilding resulta imprescindible, puesto que se aplican reglas no convencionales a las historias que se van a contar, y esas nuevas reglas requieren de un “nuevo tablero” para poder jugar.

Al inventar estas nuevas reglas, debemos crear un escenario en el que éstas encajen perfectamente o los lectores pensarán que les estamos tomando el pelo.

Autores como el mismo J.R.R. Tolkien, George R. R. Martin, C. S. Lewis o J. K. Rowling han encandilado a tantísimos millones de lectores precisamente por la complejidad y la coherencia que presentan sus mundos para con las historias que narran y los personajes que las viven.

El worldbuilding en la obra de Tolkien

Y, precisamente, uno de los pioneros en tomarse muy (pero que muy) en serio esto del worldbuilding fue Tolkien. En el momento en que uno lee un poco sobre este hombre, se da cuenta de que el worldbuilding en la obra de Tolkien es especial.

Tolkien no es como el resto de escritores de fantasía, que pueden gustar más o menos… y ya. No era simplemente un escritor, sino que era un filólogo de tomo y lomo, y generó todo su legendarium a partir de los idiomas que él mismo inventó. De la creación de estos idiomas nació la necesidad de crear a personajes que los hablaran y se relacionasen haciendo uso de ellos; por supuesto, habría entonces que dar unos hogares a estos seres. Fue así cómo nacieron las historias que acabarían formando El Silmarillion.

El Silmarillion no sólo expone la mayor parte del worldbuiding en la obra Tolkien, sino que es algo así como una antología de leyendas ocurridas en ese mundo que la prodigiosa mente de este británico concibió como la mitología propia de Inglaterra.

La creación del mundo

En su trabajo de worldbuilding, Tolkien partió de la idea de un Dios único y omnipotente llamado Ilúvatar, que decidió crear a un conjunto de seres semidivinos llamados ainur (que significa “sagrados” en quenya), entre los que había dos grupos: los valar, los más poderosos, y los maiar, de rango inferior a los valar. Dentro de este segundo grupo, por ejemplo, podemos encontrar a personajes muy conocidos, como pueden serlo Gandalf, Saruman (ambos formaban parte de un subgrupo de maiar llamado istari), los balrogs o el mismísimo Sauron.

Los ainur entonaron la música de los ainur y crearon el mundo, llamado Arda, al cual bajaron algunos de ellos con permiso de Ilúvatar para culminar y disfrutar de su obra.

Podemos apreciar aquí que Tolkien, como el gran creyente que era, se inspiró en la idea del Dios único del Cristianismo así como en mitologías como la nórdica o la grecoromana en la idea de que los seres divinos descencían al mundo físico e interactuaban con los seres que allí vivían.

Los seres que poblarían Arda

En la tercera canción cantada por los ainur, se crearon a los primeros seres inteligentes que poblarían Arda: los elfos. Estos hijos de Ilúvatar serían sus predilectos y los más parecidos a su propia esencia: inmortales, bondadosos y sabios. Para la definición de estos seres, Tolkien retorció la idea original de los elfos que se presenta en las mitologías nórdica y germana, pero tomando más referencias de la primera que de la segunda, que los planteaba como seres no tan sabios ni bondadosos.

Los segundos hijos de Ilúvatar serían los hombres, que llegarían al mundo mucho más tarde. De naturaleza mucho más imperfecta que los elfos, los hombres sí serían mortales y tendrían mucho menos poder.

Otras criaturas como los enanos o los orcos no serían creaciones directas de Ilúvatar, sino que serían creaciones de los valar Aulë, los unos, y Melkor (también llamado Morgoth), los otros, como una caricatura grotesca de la creación de los elfos por parte de Ilúvatar.

Precisamente, la figura de Melkor recuerda también al relato del ángel caído: un ser divino, creado directamente por Dios, que se rebela y planea suplantarlo corrompiendo y esclavizando a todos los seres vivos.

Como podéis apreciar, Tolkien inspiró su worldbuilding en historias y mitos que le eran familiares.

Otros autores, como George R. R. Martin, basan su worldbuilding más en hechos documentados y contrastados históricamente, pero ésta es otra historia que contaremos más adelante.

Las edades del mundo y el worldbuilding en la obra de Tolkien

El worldbuilding no consiste únicamente en crear un mundo y ponerlo a dar vueltas por el espacio. Va a ser que no.

Dentro del proceso de worldbuilding también se debe establecer una serie de hechos cronológicos que perfilan y definen el mundo, condicionando así a los seres que van a habitar en él, modificando su estructura o proporcionando una serie de conocimientos y costumbres culturales que serán cruciales en las relaciones de los personajes a los que hagamos la vida imposible en nuestras historias. Y esto Tolkien lo sabía muy bien.

La historia del mundo desarrollado por Tolkien se divide en tres grupos de edades: las edades de las lámparas, las edades de los árboles y las edades del sol.

Edades de las lámparas

Las edades de las lámparas comprenden el periodo desde la creación de Arda y dos lámparas de luz en los extremos norte y sur de la Tierra Media hasta la destrucción de éstas por parte de Melkor, que sería castigado por este crimen. En este periodo se crearon los olvar (las plantas) y los kelvar (los animales).

Edades de los árboles

Los valar que habitaban las Tierras Imperecederas de Arda fundaron el reino de Valinor y allí crearon dos árboles llamados Telperion y Laurelin para iluminarlo. Hay quien mantiene que la idea de la creación de estos dos árboles se basa en el mito del árbol de la vida y el árbol de la ciencia, mencionado tanto en la Biblia como en la epopeya de Gilgamesh.

Cuando finalizó la condena de Melkor, éste trató de poner de su lado a los elfos y sembró así el caos entre ellos. Finalmente, se alió con la araña Ungoliant, uno de los primeros maiar corrompidos por Melkor, para destruir los dos árboles, y eso fue lo que hicieron.

Con la última flor de Telperion y el último fruto de Laurelin, los valar crearon la luna y el sol.

Edades del sol

Éstas son las últimas edades creadas para el worldbuilding en la obra de Tolkien, quien dispuso cuatro edades del sol:

En la Primera Edad aparecieron los hombres en la zona este de la Tierra Media. Algunos de éstos migrarían hacia el oeste, la zona que todos conocemos, y también hacia el sur. Durante cuatrocientos años, los elfos sitiaron Angband, la fortaleza de Melkor, a los que se les unieron los hombres. En este periodo, los grandes reinos fueron destruidos por las huestes de Melkor. Esta edad finalizó con la más épica batalla en la historia de la Tierra Media: la Guerra de la Cólera, en la que Melkor fue derrotado y su espíritu inmortal fue arrojado al vacío intemporal.

En la Segunda Edad, Ilúvatar creó la isla de Númenor, a la que marcharon a vivir los hombres. Sin embargo, Sauron, el más fiel lacayo de Melkor, engañó a un grupo de elfos, a los que enseñó a forjar los anillos de poder mientras él forjaba en el reino de Mordor un anillo con su propia esencia para controlarlos a todos ellos. Empezó aquí la historia del anillo único. Sauron comenzó una guerra contra los elfos, pero se acabaría rindiendo ante las fuerzas de los númenoreanos, que acudieron en ayuda de los elfos. Sauron fue llevado como esclavo a Númenor, donde acabaría embaucando a los hombres para que atacaran Valinor. Entonces Ilúvatar acabó por destruir Númenor, permitiendo sólo sobrevivir a los númenoreanos que no se dejaron seducir por Sauron. Estos hombres serían los que fundarían los reinos de Arnor y Gondor. Humanos y elfos formaron entonces la Última Alianza, se enfrentaron a Sauron y lo derrotaron cuando Isildur le cortó el dedo en el que tenía puesto el anillo. ¿Soy yo, o también a vosotros os recuerda el hundimiento de Númenor al mito de la Atlántida?

La Tercera Edad es en la que ocurrieron los hechos más conocidos por el gran público; es en ella en la que transcurrieron las historias narradas en El hobbit y El señor de los anillos. En esta edad, Sauron, carente de forma corpórea pero aún vivo gracias a que su esencia sigue en el mundo por existir aún el anillo único, comenzó a reunir a sus huestes. Esta edad finalizó con la Guerra del Anillo, en la que Sauron fue destruido finalmente.

En la Cuarta Edad, conocida como la edad de los hombres, los elfos, muy menguados en número, marcharon a Valinor. Los reinos del oeste dieron caza a los orcos que escaparon tras la derrota de su señor y los hombres de Rhûn, un reino del este, declararon la guerra a Gondor, que les derrotó y amplió sus fronteras. Poco más se conoce tras estos hechos.

El fin del mundo

El worldbuilding en la obra de Tolkien incluye no sólo la creación del mundo, sino también su destrucción.

La Dagor Dagorath (“batalla de las batallas” en sindarin) fue profetizada por el valar Mandos, y se daría cuando Melkor regresase del vacío al que fue arrojado y, con sus huestes de orcos y demás criaturas corrompidas, atacara a los valar y a los pueblos de elfos, enanos y hombres. Sería Túrin Turambar quien acabase finalmente con Melkor. Tras la batalla, Arda sería destruida y una nueva música de los ainur, cantada junto a los hombres, finalizaría la historia de Arda. ¿No os suena esta profecía parecida a la del Ragnarök de la mitología nórdica?

La inspiración para el worldbuilding en la obra de Tolkien

Como ya hemos podido ver durante el desarrollo de este artículo, es probable que Tolkien basara gran parte de su worldbuilding en historias, mitos y leyendas que conocía. No obstante, él fue el creador de razas como los hobbits (conocidos también como medianos) o los orcos, que ya han calado dentro del imaginario general de lo que hoy día se entiende como fantasía épica, de la que podríamos decir que es el padre absoluto.

Críticas al worldbuilding de Tolkien

No todo son alabanzas para la labor de worldbuilding llevada a cabo por Tolkien.

Para empezar, tras escribir El señor de los anillos y no llegar a escribir más de nueve páginas de su continuación, llamada La nueva sombra, Tolkien dedicó el resto de su vida a revisar y reescribir las historias de su legendarium, que su hijo Christopher acabaría recopilando y editando como El Silmarillion. Tantas vueltas dio Tolkien a estas historias que acabó cometiendo algunas incongruencias como, por ejemplo, la inclusión (o no) de Elrond, el medio elfo, en el Concilio Blanco.

Otros autores que confiesan haberse sentido muy influenciados por Tolkien se muestran también muy críticos con él, como es el caso de George R. R. Martin, que afirma que las historias de Tolkien tienen esencia de cuento de hadas porque no hablan de los aspectos más pragmáticos del día a día del mundo: la forma de gobierno de los diversos reyes, sus sistemas económicos, los sistemas de clases sociales…

Sin ir más lejos, os dejo aquí un enlace a un vídeo (en inglés) en el que se trata la verosimilitud en referencia a las ciudades, fortalezas y castillos mostrados en la obra de Tolkien, eso sí, basándose en la imagen que se da a estos lugares en las películas.

¿Qué comía toda la gente de Minas Tirith si no tenían ni plantaciones ni granjas alrededor?

Es más… ¿Quién narices es en realidad Tom Bombadil y qué pinta en todo esto?

Despedida

Y vamos a quedarnos aquí.

Espero que hayáis disfrutado leyendo este artículo sobre el worldbuilding en la obra de Tolkien y, en especial, que entendáis los muchos esfuerzos que hay que hacer para que el mundo en el que vamos a desarrollar nuestras historias sea coherente y creíble.

Por favor, no dudéis en escribir en los comentarios de aquí abajo si hay algo con lo que no estéis de acuerdo o que no os termine de quedar claro en este ultra concentrado resumen que os he planteado sobre el worldbuilding en la obra de Tolkien.

Nos vemos próximamente con más fantástica fantasía.

¡Besos y abrazos!

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

  • Ed

    A mí también me sorprendió la ausencia de granjas fuera de La Comarca. Buena parte del paisaje era un páramo semi-árido, que me recordaba al lugar en el que se encuentran las ruinas de la ciudad de Hattusa, en Anatolia oriental. La ciudad hitita dependía de los suministros de grano que procedían del exterior. Podemos pensar que sucedería algo similar en el mundo de Tolkien. Los campesinos vivirían dispersos en aldeas y enviarían parte de la producción a la capital del reino.

    De hecho, yo me pregunto por qué un rey humano cedería a unos medianos las mejores tierras de su reino y quizás de toda la Tierra Media conocida, La Comarca, en lugar de asentar a sus súbditos en ellas. Parece que los hombres preferían los páramos.

    Los siervos de Sauron se pasaron 3,5 películas buscando un anillo y al final… NO LO ENCONTRARON. Seguían buscándolo cuando su señor fue derrotado.

    • Rober Rodríguez

      Hola, Ed:

      Gracias por tu comentario.

      En efecto, tal y como se plantean las principales ciudades humanas en la Tierra Media, debían de realizar algún tipo de comercio para poder obtener los bienes que no podían producir por sí mismas; sin embargo, si la memoria no me falla, no se habla de pequeños asentamientos, poblados o granjas cercanos a estas grandes ciudades en ninguna parte de la obra del maestro Tolkien; es más, acabo de dar un repaso rápido a las cartas de Tolkien y la mayoría de las referencias “alimenticias” que se pueden en contrar allí hacen referencia a la “carne” de Cristo. Nada se dice sobre la alimentación de los habitantes de la Tierra Media.

      En las cartas, no obstante, Tolkien se manifiesta en contra del “comercialismo” (cartas 45 y 243 a Michael Tolkien), así que también dudo que incluyese esto en su obra.

      Yo, personalmente, pienso que Tolkien no se planteó estas cuestiones mundanas, puesto que estaba más interesado en lo metafórico y en lo espiritual; en el mensaje en sí. Es lo mismo que ocurre en las series de televisión o las películas: no vemos a la gente ir al baño a no ser que dicha acción revista algún tipo de importancia para la trama, y eso es así porque es algo monótono, anodino, y a la gente, generalmente, no le interesa eso que todos hacemos a diario.

      Respecto de por qué un rey humano cedería a los hobbits las tierras más verdes de la Tierra Media, según indica la documentación existente, los hobbits solicitaron habitar esa zona, entonces despoblada, porque no querían vivir tan cerca de las Montañas Nubladas, ya que habitaban en el valle del Anduin, y el rey Argeleb II decidió dejarles habitar esa zona si cumplían una serie de condiciones. Debió ser una negociación sencilla, por lo que parece que Argeleb no debía tener ningún tipo de interés en esa zona; quizá centrase su pensamiento en cuestiones militares como la contención de los propios orcos que descendían de las Montañas Nubladas. Si los hobbits hubieran seguido habitando la zona del río largo, quizá hubieran sido un estorbo y, al no ser una raza beligerante, probablemente no le importase tenerlos a las espaldas de su frente contra los atacantes del este.

      Y, finalmente, sí: los siervos de Sauron no demostraron ser demasiado eficaces, pero gran parte de la ineficacia de sus huestes se debe a la actuación, directa o indirecta de Gandalf; no debemos olvidar eso tampoco. 🙂

      ¡Un abrazo!

      Rober

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