A partir de la caída del califato de Córdoba, a mediados del siglo XI, la región de Al-Andalus se desmembró en pequeños reinos que peleaban entre sí por el poder de la península ibérica. Las principales fuerzas rivales, los cristianos y los musulmanes, y la caída del califato, sin duda, representó una gran ventaja para los primeros. Los reinos cristianos de Europa se pusieron al frente de la batalla y aprovecharon la división de sus eternos enemigos, siendo los primeros en lanzar el ataque contra Al-Andalus.
Cuando todo parecía ir a flote para los cristianos, una tribu, proveniente del norte de África, había logrado unir a las demás tribus bajo una religión aún más estricta. Se trata de los bereberes, y ellos son los que triunfan sobre los cristianos. Se hacen con el poder de la península y gobiernan los reinos de taifas, tal y como aparecen en mi novela “La predicción del astrólogo“.
Al-Andalus y “La predicción del astrólogo”
Tras la fragmentación de Al-Andalus, a partir del declive del califato de Córdoba, se formaron pequeños reinos llamados taifas. Los más importantes fueron los reinos de Zaragoza, Badajoz, Toledo, Granada y Sevilla. Todas regiones que, de hecho, son los contextos y los ambientes en las que se desarrolla “La predicción del astrólogo”.
En mi novela, el astrólogo Hasan predice, ante el rey Al-Mutadid, la existencia de un pueblo que va a arrasar y hacerse con el poder: los bereberes. ¿Cómo se genera esta situación?
La fragmentación de Al-Andalus
Un factor muy importante a tener en cuenta es la debilidad de los reyes que gobernaron antes de la caída, ya que eran débiles en cuanto al poder político que ejercían. Esto se debe a que no gobernaban de forma autónoma y soberana, sino que dependían completamente de la voluntad de los reyes cristianos de Hispania. Lo que quiere decir es que debían pagar un tributo a los reyes para obtener de ellos protección militar en caso de un posible ataque.
Para poder hacer frente a esta situación y otorgar cada mes el tributo a los reyes cristianos, los gobernantes de las taifas no tuvieron más opción que aumentar los impuestos, para poder pagarles y mantener a las fuerzas militares. Como era de esperarse, esto generó un enorme disgusto entre la población y, poco a poco, fue provocando el resentimiento de los ciudadanos.
Este factor es muy importante a la hora de entender el porqué el pueblo dio el visto bueno a la conquista de las taifas por parte de los bereberes. Los reyes de las taifas carecían de legitimidad ante la población, quienes esperaban que, bajo el nuevo gobierno, tuvieran también un nuevo comienzo, más próspero.
Vale destacar el gran aporte cultural de los reinos taifas, caracterizado por artistas, escritores, poetas e, incluso, astrónomos, que significaron un legado fundamental, tanto para españoles cristianos como para musulmanes.
Arte hispano-musulmán
La tensión fronteriza, entre los reinos de taifas, no impidió la producción artística de los individuos. Un ejemplo de ello es el legado del palacio de la Aljafería, en Zaragoza, en cuyo interior se encuentra una de las piezas mejor conservadas del arte hispano-musulmán. Los “Restos mudéjares del palacio de la Aljafería” fueron declarados, en 1986, como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Los mudéjares hacen referencia al grupo de musulmanes que permaneció en la península ibérica, a pesar de la conquista española.
La construcción del palacio fue realizada entre los años 1065 y 1081, bajo la orden de Al-Muqtadir, y simbolizaba el poder que alcanzó en la Taifa de Zaragoza. El rey lo llamaba el “Palacio de la Alegría” y, en el Salón Dorado, recibía las visitas más importantes por parte de embajadores y otros políticos. Incluso escribió unos versos en honor a él:
“ ¡Oh Palacio de la Alegría!, ¡Oh Salón Dorado!
Gracias a vosotros llegué al colmo de mis deseos.
Y aunque mi reino no tuviera otra cosa
para mí sois todo lo que pudiera anhelar.”
En la parte exterior, se ve como un castillo con murallas, compuesto de dieciséis torres cilíndricas y una cuadrada. En el interior de las torres hay tres salones reales. Uno es la entrada al Oratorio; otro, es el salón de los Mármoles, y en el último, se ubica la chimenea. En el sur del palacio se encuentra el patio de planta rectangular.
El Oratorio se abre por medio de una puerta de herradura. Detrás de ella, se encuentra un recinto cuadrado donde está ubicado el mihrab. El mihrab es un sitio que se halla en todas las mezquitas, y es donde los creyentes oran. Señala hacia dónde hay que mirar según la tradición musulmana, que debe hacerse hacia la Mecca.
El cantar de mio Cid
El protagonista del poema “Cantar de mio Cid” fue un hombre llamado Rodrigo Díaz de Vivar. Su relación con las taifas se debe a que el periodo en el cual vivió coincide con el de los reinos, y, a su vez, habitó el territorio musulmán. Gran parte de su vida transcurre al tiempo que se daba la disgregación del Al-Andalus. Este proceso sucedió en el siglo XI, cuando los bereberes se instalaron en la península ibérica.
El caballero había interactuado con el Islam, y esto condicionó varios aspectos de su vida. Algunos autores lo catalogan como un personaje transfronterizo, un hombre que vivió en el medio de dos mundos muy distintos, pero que fueron mermando y dieron resultados magníficos en el terreno de las artes, la escritura, la arquitectura, entre otros. El paisaje donde transcurre su vida es un mosaico de cultura cristiana e islámica.
Rodrigo Díaz de Vivar tomó provecho de la situación de turbulencia por la cual estaba atravesando la península. Cualquier caballero se beneficiaría de esta etapa conflictiva, ya que todos estaban muy ocupados luchando por el poder: los antiguos líderes, que se negaban a abdicar, y los nuevos, hambrientos de poder, que se quedaban con el liderazgo, del modo que fuera. De esta forma, el Campeador podía pasar más desapercibido que si hubiera vivido en una situación de paz.
El Cid, entre muchas cosas, se dedicó a aprender sobre las costumbres musulmanas, sobre su organización, su economía, hasta su lengua, aunque de forma muy rudimentaria. Asimismo, aprendió sobre las tácticas y estrategias islámicas en el campo de batalla. La combinación entre el conocimiento cristiano y la tradición islámica aseguraron el éxito militar del caballero.
Un Al-Andalus multicultural
Se puede concluir en que el periodo en el cual se desarrollaron los reinos de taifas contribuyó a un gran aporte cultural, militar, y también político. Las taifas tenían una forma de organización política propia, y, sin duda, esta servirá como modelo a desarrollar y perfeccionar para los gobernantes venideros.
El entramado multicultural y la mezcla de religiones y tradiciones, a su vez, otorgaron riqueza en todos los niveles. Esta miscelánea de etnias y costumbres hicieron de las taifas, y de toda la península, uno de los lugares más interesantes, donde hubo un enorme crecimiento, tanto de cristianos como de musulmanes, e incluso existió una fusión entre los mismos.
Es importante observar a otros pueblos y tomar lo mejor de cada uno. Después de todo, las diferencias no deben ser motivo de separación, sino de aprendizaje y progreso. Como civilización, tenemos mejores resultados cuando seguimos este camino.
