Según el método del eneagrama, una antigua técnica de autoconocimiento, que tiene sus raíces en los pueblos orientales y sufíes, existen nueve posibles personalidades en el espectro humano de la personalidad.
Si aún no lo has intuido y te estás preguntando qué pinta todo esto con la escritura, la respuesta está en tus personajes. Las herramientas psicológicas de autoconocimiento, como esta, nos ayudan a conocer a nuestros personajes a lo largo del proceso de creación de los mismos.
Comprender la naturaleza humana nos permite abarcar las motivaciones de nuestros personajes, sus formas de comportamiento, así como sus deseos y miedos más profundos. Solamente si tratamos a nuestros personajes como verdaderas personas, seremos capaces de generar protagonistas que encajen en un libro, pero también en el mundo real.
Por esta razón, hoy os voy a llevar conmigo en un breve viaje hacia las nueve personalidades que podrían formar el carácter de alguno de vuestros personajes.
Tabla de contenidos
ToggleLa moral antes de todo: el reformador
Los reformadores son personas que tienen grandes principios. De hecho, valoran la ética y la moral por encima de todo el resto.
Son un tipo de personalidad que siempre defenderá lo que considera ser justo, ya que tienen un gran sentido de lo que está bien y de lo que está mal. Justamente por esto, son idealistas y suelen tener un alto nivel de autoexigencia. Si no tienen cuidado, pueden volverse excesivamente críticos consigo mismos y/o terminar en la infinita búsqueda de la perfección en todo, reprimiendo sus emociones negativas.
Sus deseos más profundos son ser bondadosos y mantener su integridad. Sus mayores miedos son caer en la corrupción y transformarse en seres malévolos.
Algunos personajes literarios con este primer tipo de personalidad son Hermione Granger, en “Harry Potter”, y “Lizzy” Bennet, en “Orgullo y Prejuicio”.
Siempre quiere apoyar: el ayudante
Los ayudantes son personas con un alto nivel de empatía, a las que les encanta apoyar y cuidar de los demás. Quieren ser indispensables y actúan conforme a ello.
Sus mejores atributos hacen que sean desinteresados y altruistas, pero cuando pasan por malos momentos, pueden desarrollar un exceso de posesividad hacia sus seres queridos. Además, a veces tienden a poner al resto en frente de sus propias necesidades, por ello suelen volverse demasiado condescendientes.
Su deseo más profundo es sentirse amados. Su mayor temor es no ser dignos de amor.
Un típico ejemplo de esta personalidad es Hagrid, en “Harry Potter “, y Sam Gamgee, en “El Señor De Los Anillos”.
La apariencia es imprescindible: el triunfador
Los triunfadores aparentan ser seguros de sí mismos. Son personas pragmáticas en este aspecto y conscientes de la imagen que proyectan en el mundo. Están obsesionadas con el estatus y, por lo tanto, con qué piensan los demás de ellos.
Para llegar a su objetivo, llegan a tener un alto rendimiento en todo lo que hacen. Las personalidades sanas de esta tipología se aceptan tal y como son, mostrándose por sí mismas con autenticidad. Los que no pasaron por un desarrollo sano de sus cualidades, puede que se sientan inseguros y que lleguen a engañar al resto para mostrarse mejores de lo que realmente son.
Sus deseos más profundos son sentirse valiosos y dignos. Su mayor temor es no valer nada.
Un personaje como Draco Malfoy, en “Harry Potter”, personifica perfectamente a esta tipología.
Único y melancólico: el individualista
A los individualistas se les conoce también como los artistas melancólicos. Son personalidades sensibles y creativas. Siempre en contacto con sus propias emociones, no tienen miedo a conectar con sus partes más oscuras, melancólicas y dolorosas.
Son exploradores de los sentimientos y, por ello, suelen probar y hacer suyos algunos rasgos del resto de las personalidades, hasta dar con una mezcla única que sientan apropiada para ellos mismos. No obstante, suelen sentir que nunca encajan del todo, que les falta algo y es por esto que sufren. Aunque es gracias a sus peculiaridades por las que este tipo de personajes se sienten especiales. Cuando esta tipología de personalidad no está cómoda, puede tener un gran malhumor, transformarse en alguien acomplejado, pero cuando encuentra su luz, se metamorfosea en individuos realmente únicos.
Sus deseos más profundos son encontrarse a sí mismos, ser únicos y originales. Su mayor miedo es volverse mediocres.
Un ejemplo del tipo individualista es Frodo Baggins, en “El Señor De Los Anillos”, y Madame Bovary, de la homónima novela.
Saber es poder: el investigador
Los investigadores son tipos cerebrales, perspicaces y curiosos. Acumulan grandes cantidades de conocimientos porque quieren saberlo todo.
Por un lado, son individuos perceptivos, que comprenden hasta las ideas más complejas. A través del estudio de las situaciones, son capaces de encontrar elementos llenos de ingenio para dar con las soluciones correctas de cualquier problema. Aunque si pierden su punto intermedio, pueden alejarse excesivamente de la vida, terminando por aislarse del mundo, en su propia visión nihilista.
Su deseo más profundo es conocerlo todo. Sus mayores miedos son ser inútiles, impotentes o incapaces frente a una situación desconocida.
El famoso personaje de Conan Doyle, el conocido Sherlock Holmes, encaja en este tipo de personalidad.
El compromiso con el otro: el leal
Los leales son tipos fieles y comprometidos con los demás. Suelen ver el mundo como un lugar peligroso e impredecible y, por lo tanto, planifican sus pasos, siguiendo a menudo una figura de autoridad establecida.
En algunos casos, llegan a rebelarse en contra de la autoridad y se vuelven desafiantes y reactivos, pero debido a sus temores, es más común que sean cautelosos, no obstante su eterno estado de indecisión, sobre todo porque dudan por completo de sí mismos.
Su deseo más profundo es tener una guía. Su mayor miedo es no saber qué hacer.
Bilbo Baggins, en el “Señor de los Anillos”, es una personalidad leal.
La diversión primero: el entusiasta
Las personalidades de esta tipología son personas espontáneas, aventureras y optimistas. No hay nada que los estimule más que una nueva experiencia llena de emociones.
Les gusta disfrutar de la vida como si la misma fuera un juego. Por ello, son capaces realmente de fluir con cada situación y disfrutarla al máximo. En contra, tienen la tendencia a volverse dispersos e indisciplinados. Si están en equilibrio, suelen trabajar con entusiasmo para lograr su objetivo: pasarlo bien.
Su deseo más profundo es satisfacer sus propias necesidades. Su miedo es pasarlo mal.
El clásico estereotipo de esta personalidad se refleja en el personaje de Peter Pan.
Liderazgo y control: el desafiador
Los desafiadores son personas extremadamente decididas, seguras de sí mismas y que no tienen una pizca de miedo para enfrentarse a los demás. Se hacen cargo de las situaciones y personas, ya que son perfectos líderes.
Cuando se sienten en paz, son los defensores de los oprimidos, pero si no se encuentran bien, llegan a ser intimidantes y terminan empleando su poder sobre los demás, en lugar de utilizar su fuerza para el bien.
Su deseo más profundo es ser independientes, libres de guiar al resto. Su mayor miedo es ser controlados por otros, perdiendo ellos mismos el control.
El conocido personaje de Sallinger, Holden Caulfield, en “El guardián entre el centeno”, es un tipo desafiador.
Tranquilidad sin conflictos: el pacificador
Personajes con los que todo el mundo se lleva bien. Son tranquilos, buscan calma y armonía en sus relaciones. Por esto, personalidades de esta tipología están caracterizadas por un alto nivel de afabilidad. En su mundo ideal, querrían no tener conflictos ni tensiones con nadie.
De hecho, a veces pueden estar dispuestos a ceder su voluntad para mantener una situación de paz con los demás, aunque esto les cueste mantener ocultos sus verdaderos pensamientos y sentimientos.
Estoy seguro de que, en cuanto os he descrito este tipo de personalidad, probablemente a todos os ha venido a la cabeza un ejemplo, como puede ser el protagonista de la saga de J.K Rowling, Harry Potter.
Conoce y entiende a los personajes de tu libro
Para ser un buen escritor, es indispensable que llegues a conocer a tus personajes hasta lo más profundo, y esta es una herramienta genial que te va a ayudar a explorar su carácter.
Conocer y entender la personalidad o las personalidades que estás creando en tu novela te ayudará a elaborar una mejor narración. Solo de esta manera, tus lectores podrán empatizar y fundirse en la historia que estás contando, siempre y cuando los personajes que la protagonizan sean lo suficientemente creíbles.
Observa a cada uno de tus personajes y pregúntate a cuál de estas nueve personalidades corresponde mi personaje.