A lo largo de todo este año hemos hablado de elementos muy importantes para la construcción, en este caso deconstrucción, de Harry Potter: Historia y argumento, personajes, estructura, objetivos, obstáculos y atmósfera.
Si no me falla la memoria, nos queda visitar el manejo del tiempo y de los recursos literarios. Empezaremos por estos últimos, los recursos, y dejaremos el tiempo para el último artículo dedicado a La Piedra Filosofal. Pero no os preocupéis, que después vendrá La cámara secreta.
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ToggleChejov, Foreshadowing y Red Herring
No, no son nombres de hechizos, pero podrían serlo. Sobre todo para aquellos que no estén familiarizados con el lingo literario. De hecho, si lo piensas un poco, en realidad sí pueden considerarse pequeños encantamientos que el autor usa con el lector para manipular su percepción de la novela. Veamos en qué consisten y cómo los aplica Rowling en este primer libro de Harry Potter
Pistola de Chejov
Es el principio literario según el cual nada que no vaya a ser utilizado debe aparecer en una narración. La cita es algo así:
“Elimina todo lo que no tenga relevancia en la historia. Si dijiste en el primer capítulo que había un rifle colgado en la pared, en el segundo o tercero este debe ser descolgado inevitablemente. Si no va a ser disparado, no debería haber sido puesto ahí.”
Anton Chejov
Aunque con el pasar de los volúmenes a la autora se le va olvidando cuidar este tipo de coherencia argumental, lo cierto es que Harry Potter contiene una de las armas colgadas en la pared más bonitas, evidentes y ocultas a plena vista de la literatura contemporánea:
Página 70: Harry desenvolvió su rana de chocolate y sacó el cromo. En él estaba impreso el rostro de un hombre. Llevaba gafas de media luna, tenía una nariz larga y encorvada, cabello plateado suelto, barba y bigotes. Debajo de la foto estaba el nombre: Albus Dumbledore.
—¡Así que éste es Dumbledore! —dijo Harry.
—¡No me digas que nunca has oído hablar de Dumbledore! —dijo Ron—. ¿Puedo servirme una rana? Podría encontrar a Agripa… Gracias…
Harry dio la vuelta a la tarjeta y leyó:
“Albus Dumbledore, actualmente director de Hogwarts. Considerado por casi todo el mundo como el más grande mago del tiempo presente, Dumbledore es particularmente famoso por derrotar al mago tenebroso Grindelwald en 1945, por el descubrimiento de las doce aplicaciones de la sangre de dragón, y por su trabajo en alquimia con su compañero Nicolás Flamel. El profesor Dumbledore es aficionado a la música de cámara y a los bolos”.
Ahí está el famoso mago Nicolas Flamel, protagonista de los desesperos del Harry, Hermione y Ron, que lo buscan y lo vuelven a buscar después de un pequeño desliz de Hagrid casi 70 páginas después. En concreto en la 133:
Ahora, escuchadme los tres, os estáis metiendo en cosas que no os conciernen y eso es peligroso. Olvidaos de ese perro y olvidad lo que está vigilando. En eso sólo tienen un papel el profesor Dumbledore y Nicolás Flamel…
—¡Ah! —dijo Harry—. Entonces hay alguien llamado Nicolás Flamel que está involucrado en esto, ¿no?
Y por fin, en la página 152, se revela el misterio: Flamel es el descubridor de la Piedra Filosofal. La Pistola de Chejov es en este caso un cromo encontrado en una chocolatina. Un cromo de poco valor porque representa a Dumbledore y es frecuente que aparezca. Sin embargo, en ese cromo insignificante está la clave para descubrir el misterio que tiene tan intrigados a los protagonistas como al lector.
Foreshadowing o Presagio
El foreshadowing es esa pista que insinúa que algo pasará a lo largo de la narración. Uno de los más evidentes de la literatura fantástica es esta conversación de Frodo y Sam en El Señor de Los Anillos:
—Frodo: ¡Qué lástima que Bilbo no apuñaló a esa vil criatura [Gollum] cuando tuvo la oportunidad!
—Gandalf: ¿Lástima? Fue la lástima la que detuvo su mano. […] Muchos de los que viven merecen la muerte. Y algunos que mueren merecen la vida. ¿Puedes dárselas? Entonces no estés demasiado ansioso de entregar juicio de muerte. Porque aun los más sabios no pueden ver todos los finales. […] Mi corazón me dice que aún tiene un papel que desempeñar, para bien o para mal, antes del final; y cuando este venga, la compasión de Bilbo podría gobernar el destino de muchos, en especial el tuyo.
La verdad es que el libro uno contiene pistas que se revelan importantes mucho más adelante en la saga. Quizá la más reveladora sea la lección de varitas que recibe Harry en Olivander’s, cuando el viejo mago le explica al joven que la varita escoge al mago y que la suya es gemela de “otra”. Libros después sabremos que esa otra es la de Voldemort.
Pero dentro de la propia novela hay al menos dos casos de presagio bonitos que suelen pasarse por alto, al menos la primera vez que se lee el libro.
El primero de ellos sucede en El Bosque Prohibido. Allí, cuando Harry se encuentra con los centauros, ellos repiten con cierta insistencia que “Marte brilla”. Una manera encubierta de decir que se acerca la guerra. Una guerra que, de hecho, comienza al final del libro.
Aunque mi presagio favorito se da cuando Hagrid les cuenta a los tres protagonistas quiénes son los profesores que han colaborado para proteger la Piedra Filosofal. Entre ellos está Quirrell, por supuesto. Pues bien, cuando los chicos entran en la trampa que ha puesto este profesor, se encuentran con un troll inconsciente, lo que debería haberles hecho suponer que él había sido el causante del episodio del troll que se cuela en las mazmorras y por tanto él era el que buscaba la piedra y no Snape.
Red Herrings o pistas falsas
Hablando de Snape…
Sí, Snape es la pista falsa estrella de Harry Potter y la Piedra Filosofal. Es el tipo del que todos piensan que es malvado desde el principio. Por su aspecto, por su actitud y porque Harry relaciona con él un dolor repentino que siente en la cicatriz. Además, el episodio del partido de Quidditch es lo bastante convincente para que, como lectores ávidos de un villano digno de tal nombre, creamos que Snape es la encarnación del mal. Luego lo presentan con una herida en la pierna y, finalmente, está la discusión con Quirrell, ambigua donde las haya.
En definitiva, Rowling se sirve de un personaje presentado como villano para ocultar al verdadero antagonista hasta el final.
¿Habéis visto Coco, la película de Pixar? Coco contiene un personaje tan pista falsa como Snape y se podría escribir un larguísimo artículo al respecto.
En cualquier caso, lo que conviene saber es que este recurso se usa para mantener la atención del lector fuera del foco real de la acción. Así, mientras Rowling te da un montón de buenas pistas, que tienden a pasar desapercibidas, también te da pistas falsas que hace muy evidentes.
Un correcto equilibrio y una correcta distribución de ambas es lo que consigue que se sostenga el suspense en una novela. Si tenemos en cuenta que la Piedra Filosofal es una novela de misterio para público infantil, yo diría que la prueba está más que conseguida.
Y con esto nos despedimos hasta dentro de unas pocas semanas. Momento en que hablaremos del tiempo… o no.