Desde que en los años ochenta del pasado siglo nos sobreviniera lo que todavía es el thriller medieval por excelencia, y me estoy refiriendo a El nombre de la rosa, han sido muchos los autores que han apostado por nuevas formas de acercarse al acontecer histórico en lo que podemos llamar ficción criminal medieval, o incluso en cualquier otra época pasada. Características de la ficción criminal en la edad media Es cierto que en nuestro país no ha sido tan explotado como en otros, como el Reino Unido, donde autores como Paul Doherty o Ellis Peters son claros referentes, pero no faltan títulos que muestran que también en España sabemos hacer gala del atributo posmoderno por excelencia, el pastiche; la mezcla entre la novela histórica y la novela negra, incluso novela policíaca. Podemos poner ejemplos como El perfume de bergamota, de Gastón Morata, o también El manuscrito de piedra, de García Jambrina, entre otros, todos ellos con el mismo patrón narrativo que inició Umberto Eco, que en definitiva es el de narrar una ficción criminal con escenario medieval. ¿Es entonces una novela negra, o novela policíaca, con un escenario algo estrambótico, o una histórica con una carga extra de acción y aventura? ¿Se trata de una nueva forma de thriller? De alguna manera, la ficción híbrida que aparece de la mano de Umberto Eco debe poder explicarse siguiendo los patrones de la literatura posmoderna, que es quien ampara su nacimiento. Por lo tanto, comprobamos que sí, que hace gala de un lenguaje que, aunque novedoso y propio, tiene lo que tiene que tener para ser considerado criminal; solo que en lugar de grandes suburbios de ciudad, nos encontramos con monasterios, castillos, catedrales y mancebías; en lugar de interrogatorios en dependencias policiales tenemos crueles inquisidores y las Colt o las Veretta dan paso a la pócima y el bebedizo venenoso. Pero el asesinato es lo que es: una muerte provocada y violenta. La ficción criminal medieval es novela negro-policíaca De manera que sí, podemos decir que satisface los requisitos necesarios para ser considerada, si no novela policial, si novela negra. Sobre todo uno, del que aún no hemos hablado. Y es fundamental: Supone posicionar al individuo, desde su moral, frente a la sociedad, para cuestionarla. Pero como este híbrido es posmoderno, lo hace a su manera, trayendo el pasado pero no de la forma tradicional en que lo han hecho todas las novelas históricas, sino evocándolo para reescribirlo, para abrirlo y evitar que se transforme en un discurso conclusivo. De ese modo propone una historia alternativa, conformada por aquellos que en su momento fueron excluidos de ella; por eso sus protagonistas, detectives circunstanciales, forman parte del “hampa” medieval: judíos conversos, mujeres, musulmanes y gente de dudosa procedencia. Este carácter posmoderno de la novela negra-histórica (o novela histórica-criminal, como queramos llamarla), también se traduce en sus escenarios, que salen de los ambientes burgueses para situarse en aquellos espacios que, en origen, están destinados a la quietud y el orden, como las catedrales, las universidades o las salas palaciegas. Se trata de reformular, a través de un tiempo pasado, la historia, la sociedad, el Yo. Por qué la ficción criminal medieval resulta tan fascinante Quizá haya un par de cosas más que hagan de este híbrido algo tan fascinante. Por un lado, el hecho de que tanto la novela negra como la histórica crecen y se desarrollan en momentos de crisis, por su talante crítico en los que los valores tradicionales se cuestionan. La crisis social es el envoltorio con el que ambos géneros se nos regalan, su objetivo es cuestionar la realidad y crear, a través de la metaficción, un espacio alternativo. La Novela posmoderna, de esta manera, aparece como una manera de relatar eliminando al narrador omnisciente, como una manera de mezclar perspectivas, y como una forma de incorporar lo poético como otra función dentro del propio texto. Esto es lo que podríamos denominar como metaficción, textos sobre textos, declaraciones acerca de las reglas de escritura literaria, intertextualidad.La metaficción apareció en un momento de gran reflexión sobre la persona, y es por esto por lo que la novela posmodernista es tan rica en detalles, con amplias perspectivas y en tanta mezcla de géneros, esto es, nuestro pastiche, nuestra particular forma de mezclarlo todo para formar algo único, en el que el todo es mayor que la suma de las partes. Para rizar aún más el rizo y siguiendo la argumentación de Raquel Crespo (Estudios sobre novela y cine negro (2015), pp. 165-171: 2015. Andavira editora.), tenemos el uso de la escolástica como forma de argumentación, muy similar al proceso deductivo afín a lo primeros detectives clásicos, una vez eliminado el principio de autoridad y la subordinación a la fe -algo que era ineludible en la Edad Media- y quedándonos con lo mejor que tiene: la escolástica incentivó la especulación y el razonamiento, pues suponía someterse a un rígido armazón lógico y una estructura esquemática del discurso que debía exponerse a refutaciones y preparar defensas. “¿Qué mejor manera de subvertir el discurso histórico que desde un género ficciones tan subversivo, por su propia naturaleza, que la novela negra?” Raquel Crespo Hay que disfrutar de la ficción criminal medieval Se trata, en definitiva, de una fórmula que llegó para quedarse, de la que todos disfrutamos, que abandera el uso de la cultura sin distinciones de casta, dónde se disuelve la ficción con pretendidas intenciones didácticas (la novela histórica tradicional) y el mero divertimento para la plebe (la novela negra original), dónde ya no hay lecturas elevadas y otras de segunda clase. En la que se entremezcla la acción trepidante propia de un thriller con las disertaciones filosóficas que incluyen el factor tiempo modificándolo, haciendo más acorde con nuestra sensación de lejanía espacio-temporal. El tiempo que cambia constantemente desde la pura inmediatez a la pausa propia del pensamiento en este tipo de relato. ¿Eres lector de ficción criminal medieval? ¿Qué novelas recomendarías dentro de este género?
Al pan, pan; y al coño, coño. El sexo en la novela negra
Con esta frase, que tomamos prestada del poeta irreverente Carlos Salem, uno de los mayores exponentes actuales del genero negro en español, queremos plantear algo que es, cuando menos, sorprendente. ¿Por qué hay tan poco sexo en la novela negra? Al menos, en la española. Y el que hay, está lejos del goce, del deseo y sobre todo, de lo femenino. Esto último, no solo en la literatura negra de nuestro país, sino a nivel global. ¿Alguien se plantea por qué no hay sexo en la novela negra? Así que hoy queremos ocuparnos de este asunto en nuestro curso de novela negra. Pero por más que buscamos alguna respuesta, no parece haber ninguna. A Rosa Rivas, en una entrevista en Cadena Ser a propósito del V encuentro de novela negra “Las casas ahorcadas”, se le pregunta por la materia que ahora hemos retomado nosotros, y ella afirma que nunca se había planteado la cuestión en sí y que no tiene respuesta. Se han hecho hasta bromas acerca de esto. A modo de ejemplo, la que plantea que los autores de género negro no sacan la “pistola” por miedo al gatillazo. En fin, de nuevo la perspectiva masculina. En definitiva, debemos pensar en el por qué de la ausencia sensual —y más aún de la sensualidad femenina— en un escenario como el actual, sobre todo después de fenómenos eróticos como cincuenta sombras de Grey, que ha destapado la caja de los truenos; o cuando es evidente que el sexo vende y que los guionistas de cualquier género buscan introducir cada vez más escenas eróticas, y además, cada vez más explícitas. Iniciativas sobre sexo en la novela negra Lo cierto es que pensamos en el sexo continuamente. Practicamos sexo, hablamos de sexo y deseamos sexo. Vivimos vidas transidas de sexualidad, nada de lo erótico nos queda lejos. No es que no existan iniciativas interesantes, para muestra, Versex, una propuesta que aunque no es estrictamente género negro, está abanderada por un Fernando Marías, que sí lo es, y que busca precisamente eso, desnudar la palabra sin hacerla parecer soez, en un marco poético. Una búsqueda amable del sexo. Y otra más, la antología Obscena, liderada por Juan Ramón Biedma, como forma de acercar la pornografía al noir y que aglutina a lo mejorcito de nuestro espacio para contar historias que, en boca de su líder, son pornocriminales. La realidad es que lo que sí está pasando es que este asunto que nos ocupa está a la orden del día en muchos de los festivales sobre el género que se realizan en nuestro país. Cada vez hay más mesas redondas, debates y charlas en las que se aborda esto. El sexo en los genes de la novela negra Un género que ha nacido y crecido en el arrabal, el suburbio, la prostitución, la sangre y la muerte y todo tipo de pasiones desmedidas, debería tener al sexo como línea transversal. Es cierto que aparece, sobre todo el erotismo disfrazado de juego de poder, uno en el que las consecuencias son radicales, terminan con la muerte y pasan por la pornografía más sórdida. Pero si enfocamos el sexo de una manera más amplia, hablamos del deseo y del placer, no encontramos apenas ningún ejemplo. La sexualidad que aparece tradicionalmente en el noir tiene que ver con lo masculino, con la brutalidad, y tiene una víctima que es siempre femenina. Es normal, la novela negra ha estado protagonizada por autores masculinos hasta los años 90 y aún en el siglo XXI, el deseo se muestra solo como algo incipiente. Es más, el amor y el sexo placentero era algo denostado por los popes de la novela negra. Decía Chandler que el amor desestabiliza la trama (Cartas, 1970:75) y lo cierto es que si analizamos el prototipo general del detective tradicional, es alguien que nunca está casado ni se le conoce relación estable. Es a partir de los años cincuenta cuando el sexo surge con cierta importancia dentro de las tramas policiales. Como ejemplo, Spillane, aunque sigue siendo más de lo mismo; aborda el sexo como algo a medias entre lo casto y lo cruel. Pero siempre desde una óptica varonil y de absoluta exaltación del pene, que abusa del tópico manido de hombre arrebatador y mujer indefensa y débil, que ama y admira a su salvador a partes iguales y con un toque masoquista que parece ir irremediablemente ligado a lo femenino. Se avecina un cambio de tendencia Esta visión masculina, fálica, del deseo y la sexualidad dentro del género negro, es algo que, debido básicamente al incremento de mujeres que escriben novela negra y al auge comercial del erotismo femenino, está cambiando. Es de esperar que en no mucho tiempo encontremos páginas escritas desde la perspectiva del deseo femenino, al mismo nivel que el masculino. Esto pasa porque las autoras olviden la perspectiva masculina y se dejen llevar por lo que les es más propio; solo así enriqueceremos nuestra realidad y, lo que es mejor, satisfaremos lo más íntimo del género negro, que es sin duda la crítica social, la identificación de los deseos más profundos del alma humana, los más oscuros, los más encarnados. En palabras de Marina López Martínez, “la sexualidad femenina en la literatura de lo irreparable escrita por mujeres no adopta siempre posturas tan radicales en las que la pasión, dolor y muerte se funden y retuercen como serpientes heridas, sino que, al contrario, la sensualidad se alza como un canto a la vida y las tentaciones femeninas tienden a la normalización. Por ello, esta plataforma insumisa llamada novela negra favorece muy especialmente la lucha contra las tendencias a encasillar a los personajes en unos roles predeterminados y permite derribar pensamientos y frases lapidarias machistas”. Ahora bien, para ello debe modificarse la doble moral que aún nos aqueja. Se debe dejar de esconder las escenas explícitas debajo de la alfombra, dejar de envolver la literatura erótica para que nadie nos señale con el dedo. Sacar el sexo del armario y
Historia de la novela negra: Razones para matar
Historia de la novela negra: razones para matar en la literatura “Es posible que algún día un anticuario literario, de tipo más bien especial, considere que vale la pena revisar los archivos de las revistas de detective baratas que florecieron a finales de la década del veinte y comienzos de la del treinta, para determinar cómo, cuándo y por qué medios el relato de misterio popular se despojó de sus refinados buenos modales y adquirió reciedumbre.” Chandler, El simple acto de matar, 1950 Aunque ya hemos hecho alusiones al tema en entradas anteriores, creo que es necesario plantearnos por qué surge un género centrado en la criminalidad, en los submundos urbanos y en un cierto aire decadente a nivel social. Si vamos a desmenuzar el género, es necesario conocer la historia de la novela negra. Y las respuestas que necesitamos para ello están en la historia, en la sociedad de la época. Echemos un vistazo. Subamos a la máquina del tiempo. Historia de la novela negra: el siglo XIX Así, debemos caminar hacia atrás hasta alcanzar el siglo XIX, puesto que entendemos, y ya lo hemos dejado dicho en alguna que otra entrada anterior, que consideramos la primera aportación al género la obra de Poe que lleva por título “Los crímenes de la calle Morgue. ¿Qué ocurre en aquel tiempo? Sobre todo, el cambio de paradigma global con el desarrollo industrial. A raíz de la revolución industrial, iniciada a mitad del siglo XVII en Gran Bretaña y extendida hasta mediados del siglo XIX en EEUU, un nuevo modelo económico, tecnológico y desde luego social comienza a desarrollarse; el éxodo masivo de personas a las ciudades buscando una forma mejor de vivir, las más de las veces transformando sueños en pesadillas en las que jóvenes pueblerinos acaban hacinadas en los barrios bajos de grandes, cada vez más grandes, ciudades. Esa aglomeración de muchedumbre, de hambre y de pobreza, junto al desengaño y la sensación de fracaso, genera el caldo de cultivo para un aumento de la delincuencia, lo que provoca que aumenten las “razones para matar”. La aparición de la policía Por eso destaca el surgimiento de la policía como institución social en respuesta al aumento de criminalidad. La policía se considera un invento francés, aunque se hubo tres modelos básicos de institución policial que surgieron en la época moderna; son el modelo francés, el inglés y el alemán (aquí puede consultarse más sobre la aparición de la policía y la novela negra). Pero cualquiera de ellos lleva aparejado la introducción de lo judicial, el surgimiento de un código civil y la separación del rey respecto a decisiones propiamente judiciales. En la Inglaterra de la época de Poe aparece la Policía Metropolitana de Scotland Yard en 1829, no mucho tiempo después. Y es de todos sabido la relación entre el detective Sherlock Holmes y Scotland Yard, que representa una crítica a los métodos de investigación policiales. Holmes inicia su investigación de forma paralela a la institucional, pero siempre acaba siendo el resolutor del enigma, llevando una clara ventaja a una policía que le busca para pedirle ayuda. De esta manera, la novela negra inicia su camino como instrumento de crítica de cara al poder judicial. La abolición de la tortura como método de confesión, que recorre casi todo el escenario europeo durante el siglo XIX, hace necesario el desarrollo de nuevas técnicas para alcanzar la verdad; la deducción como método y la aplicación del método científico cobran fuerza y eso aparece reflejado en los relatos de la época. Tal como cita el magnífico artículo de la ITAM sobre la historia de la novela negra, el propio Sherlock Holmes describe así el método que utiliza: “aquellas facultades de deducción y de síntesis lógica que han hecho mi provincia especial”. Las nuevas clases sociales Y, por último, pero también muy importante, la aparición de nuevas clases sociales, sobre todo de la burguesía, que cuenta con capacidad económica, instaura el fenómeno del ocio (no olvidemos que el cine nace por estas fechas). Hasta este momento, casi toda la narrativa era didáctica. Pero con la necesidad de encontrar elementos que llenen el tiempo de ocio, aparece una literatura de entretenimiento, dedicada a un público que ya no es selecto. Surgen en esta época los periódicos y, con ellos, o mejor dicho, dentro de ellos, con forma de pequeñas entregas, los relatos destinados al público de masas. Historia de la novela negra: el siglo XX Así queda establecido el origen del relato negro, tanto en su escuela inglesa como en la francesa, porque ambas siguen el patrón iniciado por Poe en EEUU y después por Conan Doyle en Inglaterra, con detectives de clase alta, superhéroes de la deducción y de casi todo. Pero la historia continua y no es demasiado colorida, sobre todo en EEUU, dónde se origina realmente lo que conocemos como novela negra pura y dura. A principios del siglo XX americano se suceden una serie de acontecimientos que se revelaran también en la narrativa de género tras una época de esplendor, los “felices años 20”, época en la que bajo la burbuja de felicidad, prosperidad y desenfreno, se está gestando el desastre. La imagen del investigador impoluto se disuelve en el magma de la Primera Guerra Mundial, de la crisis de 1929, con el gran crack de la bolsa de New York, y el relato enigma pasa a convertirse en relato duro en los años 20 y 30. Pero es quizá la Ley Seca lo que más influyó en el desarrollo del relato negro. Porque supone la aparición del crimen organizado, de la mafia, del fenómeno gansgter. La crítica social ahora se centra en la corrupción dentro del propio cuerpo de la policía. A nivel social, continua el éxodo rural hacia la ciudad, lo que multiplica la población. La clase obrera sigue creciendo y demanda su porción de ocio, de entretenimiento, de lectura adecuada a su forma de entender la vida. La aparición del pulp y la historia de la novela negra
El detective como personaje narrativo: Su evolución
[et_pb_section fb_built=”1″ admin_label=”section” _builder_version=”3.22″ global_colors_info=”{}”][et_pb_row admin_label=”row” _builder_version=”3.25″ background_size=”initial” background_position=”top_left” background_repeat=”repeat” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”3.25″ custom_padding=”|||” global_colors_info=”{}” custom_padding__hover=”|||”][et_pb_text admin_label=”Text” _builder_version=”4.10.7″ background_size=”initial” background_position=”top_left” background_repeat=”repeat” hover_enabled=”0″ global_colors_info=”{}” sticky_enabled=”0″] ¿Por qué un detective como personaje narrativo? Hace ya algunos post que hablamos de la base de la novela negra: la ruptura social. Hoy hablaremos del encargado de arreglar esa ruptura: el detective como personaje. Un crimen, sobre todo si es un asesinato, que es el crimen por excelencia, supone una fractura social, una herida que debe ser curada. Teniendo esto siempre en mente, veremos que el curandero que se ocupará de desentrañar al culpable, de informarnos de por qué lo hizo y, en definitiva, devolver la paz social perdida, es el detective. La salsa de este guiso. Su objetivo seré siempre devolver el orden a través de una herramienta muy poderosa: la verdad. Es evidente que tanto la víctima como el criminal son personajes relevantes, pero es la figura del detective la que debe generar en el lector la sensación de normalidad, la fe en el orden establecido. Esto es, el mundo como relato. Con sus hampas, con sus ironías, dando como producto a personajes que habitan las situaciones límite como quien come el pan de cada día. Produciendo normalidad. Aunque este término sea confuso. Además, cuando hablamos de detective como personaje, no estamos necesariamente hablando de un policía. Este puede ser un detective privado, un periodista o, incluso, una adorable anciana. Pero todos ellos tendrán unas características comunes que le configuran y le dan solidez dentro del genero y que evolucionará con él. Veamos cuales son. [/et_pb_text][et_pb_image src=”https://teopalacios.com/wp-content/uploads/2020/05/1.png” alt=”Descarga eBook aquí” title_text=”Descarga eBook aquí” url=”@ET-DC@eyJkeW5hbWljIjp0cnVlLCJjb250ZW50IjoicG9zdF9saW5rX3VybF9wYWdlIiwic2V0dGluZ3MiOnsicG9zdF9pZCI6IjIzMDYzIn19@” url_new_window=”on” align=”center” _builder_version=”4.4.8″ _dynamic_attributes=”url” global_colors_info=”{}”][/et_pb_image][et_pb_text _builder_version=”4.10.7″ global_colors_info=”{}”] ¿Quién es el detective? Características Lo primero que hay que decir del detective como personaje es que es un representante social. Es el elegido, por su peculiar forma de ser, para desentrañar la verdad y devolver la paz social arrebatada. Ya con esto nos damos cuenta de que debe tener algo especial. Aunque no cumpla el estereotipo de héroe al uso, es más, aunque sea todo un antihéroe, se trata de un tipo excepcional. Con todo, y ya lo analizaremos un poco más tarde, no ha sido siempre el mismo, ha evolucionado de una forma muy contundente. Los primeros detectives cumplían una serie de características, que pasamos a detallar siguiendo el análisis de Iván Martín Cerezo: Generalmente era una persona con formación y proveniente de una familia de alto status socioeconómico. Valga el ejemplo por excelencia, el de Sherlock Holmes, aunque nos valdría también Dupin, Vance o Wimsey. Esto cambiará con el tiempo para pasar a ser un hombre pobre, todo hay que decirlo. Generalmente no pertenecen a organismos funcionariales, es decir, no suelen estar dentro de las fuerzas del orden. Sobre todo en el origen del género como tal suelen ir por libre, aunque esto no siempre se cumple y tenemos claros ejemplos de policías ocupando la plaza de detective, como Maigret, Bevilacqua, Plinio, Wallander, etc. Estos, probablemente, son fruto de la evolución misma de las fuerzas del orden como institución. De nuevo, se producen cambios en esto también. Se diferencia del común de los mortales por su excentricidad. Gustos raros, distinguidos, propios de una élite social a la que casi siempre pertenecen. Esto no ha sufrido grandes variaciones. Algunos son personas atormentadas, otros desapasionados, pero siempre con una chispa de excentricidad. Una falta importante de inteligencia emocional. Sensiblerías varias, sin gracejo en sus movimientos, con pobre psicomotricidad. Algunos, ni siquiera se levantan del sillón para cumplir su cometido. Algunos, son ciegos. Solitarios y, a veces, algo grotescos. Suele ser un hombre. Es fruto de su tiempo. La primera mujer que aparece como protagonista en una novela negra es Violet Strange, en la obra de Anna Catherine Green que lleva por título The Golden Slippers y fue publicada en 1915. Ni que decir tiene que también hay que contar con Mrs. Marple. Hay otras, pero el genero masculino es, con mucho, más frecuente. Casi siempre es de raza blanca. Lo mismo que sucede con el genero, los personajes no son algo ajeno a lo social, y hay que decir que con el paso del tiempo y la evolución del ámbito social, actualmente hay mucha más plasticidad en estas características. La religiosidad no es un factor importante, salvo el caso del padre Brown, del autor inglés Chesterton. Son prácticamente superdotados a nivel intelectual. Esto, además, es algo que no se cansan de recordar al lector y todo el elenco de personajes. Esto forma parte de su imagen de persona independiente y solvente, a la que hemos aludido en el punto número dos. No hay que olvidar que, sobre todo en origen, la narrativa negra era “casi” un problema matemático. Es la aplicación de un método científico (recordemos que nace el genero al mismo tiempo que un positivismo feroz), al que acompaña las reglas de la lógica. El detective como personaje narrativo Toda la narración noir se desliza sobre la figura del detective, avanza con él y es a través de él que el lector también avanza o se confunde. Como personaje protagonista que es, abandera la investigación, que ya hemos dicho que es el alma de la novela negra. Tiene algo de melancólico, puesto que el propio personaje nos da muestras de una sociedad que, aunque en orden, no es justa. Su propia forma de ser dará buena cuenta de ello, en un in crescendo hasta nuestros detectives más jóvenes. Citando a Chandler: El autor realista de novelas policiacas habla de un mundo en el que los gángsteres pueden dirigir países: un mundo en el que un juez que tiene una bodega clandestina llena de alcohol puede enviar a la cárcel a un hombre apresado con una botella de whisky encima. Es un mundo que no huele bien, pero es el mundo en el que usted vive. No es extraño que un hombre sea asesinado pero es extraño que su muerte sea la marca de lo que llamamos
Características principales de la novela negra
[et_pb_section fb_built=”1″ admin_label=”section” _builder_version=”3.22″ global_colors_info=”{}”][et_pb_row admin_label=”row” _builder_version=”3.25″ background_size=”initial” background_position=”top_left” background_repeat=”repeat” global_colors_info=”{}”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”3.25″ custom_padding=”|||” global_colors_info=”{}” custom_padding__hover=”|||”][et_pb_text admin_label=”Text” _builder_version=”4.10.7″ background_size=”initial” background_position=”top_left” background_repeat=”repeat” hover_enabled=”0″ global_colors_info=”{}” sticky_enabled=”0″] Características principales de la novela negra Ya vimos en nuestra entrega anterior de este curso de escritura qué era eso que llamábamos novela negra. Descubrimos que es muy complejo y que no tiene una definición tan clara, así que no nos va a resultar tarea sencilla analizar sus características más importantes. No obstante, haremos el esfuerzo; nos detendremos a pensar en aquellos aspectos que tienen en común este tipo de relatos y los estudiaremos para definir las características principales de la novela negra. En eso centraremos esta segunda entrega de nuestro curso de escritura dedicado a la novela negra. Para no volvernos locos con eso de los subgéneros, o de si hablamos de relato policial, enigma o negro, etc, vamos a asumir, aunque nos lluevan algunas críticas por parte de los puristas del género, que todos se parecen y, por si acaso queda demasiado amplio el abanico de posibilidades, nos delimitaremos a aquello que tienen en común las novelas que encajan en la literatura posterior a la segunda guerra mundial en Estados Unidos y del tipo que fue publicado en Francia como “Serie noir”. Posiblemente no todo esté ahí y nos dejemos cosas, pero nos servirá para una primera aproximación. Ya sabemos que no es fácil. Más adelante hablaremos del contexto geográfico de la novela negra y veremos que también es un tema muy interesante. El lenguaje utilizado Pero vayamos a lo nuestro. Para empezar esta parte del curso de escritura de novela negra, nos centraremos en el lenguaje. Como ya anotábamos en nuestro artículo anterior, la novela negra pretende ser realista. Esto se traduce de forma inmediata en una de las características principales de la novela negra: un estilo de lenguaje propio, una nueva forma de hablar: popular, dura, de la calle. No es sólo que los personajes de las novelas de género tengan nociones de las armas que utilizan o de las técnicas forenses que practican y con las que, cada vez más, resuelven sus casos; se trata de una jerga particular. ¿Qué quiere decir esto? Pues que el tipo de lenguaje es concreto, con verbos de movimiento, frases breves y diálogos ágiles, que muestran a los personajes. Esto hace que las novelas de este tipo suelan ser muy gráficas. O quizá esto sea su centro, tal como dice Marcel Duhamel, que lo que constituye la característica más importante de la novela negra es justo la temática: violencia, crimen, ambientes amorales y sordidez; todo esto, descrito con mucha rudeza, en crudo. [/et_pb_text][et_pb_image src=”https://teopalacios.com/wp-content/uploads/2020/05/1.png” alt=”Descarga eBook aquí” title_text=”Descarga eBook aquí” url=”@ET-DC@eyJkeW5hbWljIjp0cnVlLCJjb250ZW50IjoicG9zdF9saW5rX3VybF9wYWdlIiwic2V0dGluZ3MiOnsicG9zdF9pZCI6IjIzMDYzIn19@” url_new_window=”on” align=”center” _builder_version=”4.4.8″ _dynamic_attributes=”url” global_colors_info=”{}”][/et_pb_image][et_pb_text _builder_version=”4.4.8″ global_colors_info=”{}”] Los personajes en la novela negra Un aspecto crucial en cualquier taller de escritura son los personajes. Hablando de ellos, veremos que es muy habitual que se muestren siempre por pares, es decir, que aparecen personajes opuestos. El héroe (el policía) frente al villano (el criminal), el uno rompiendo un orden que el otro deberá restaurar; esto conforma la esencia del género. No son buenos puros o grandes malos, sino que la dicotomía entre el bien y el mal se mostrará las más de las veces confusa, con matices en gris que utilizarán los autores para dar fe de una realidad convulsa y ambivalente. Precisamente por esto, nuestro personaje principal, que será un detective, ya no será como antaño un hombre de salón, sino uno con moral laxa, decadente, de dudosa reputación y que se gana la vida a duras penas resolviendo crímenes. Y aquí veremos un toque romántico, posiblemente heredado de la novela gótica, y es el enorme interés que el protagonista pondrá en el caso, que le llevará a extremos que van mucho más lejos de lo estrictamente profesional, todo regado de una psicología solitaria o excéntrica, que no duda en hacer uso de drogas para huir de un universo personal alienante. Pero lo que es aún más importante: es un personaje que siempre busca la verdad. Un aspecto inquietante es el hecho de que es un personaje que se expone, que a veces resulta herido y arriesga su vida, que es evidentemente vulnerable (como pasa claramente en las novelas de Hammett y de Chandler, sin ir más lejos). El narrador, trama, tiempo y espacio Otra de las características principales de la novela negra que no podemos pasar por alto en nuestro curso de escritura es que, menudo, aunque no siempre, el texto se escribe con un narrador en primera persona (o una tercera persona que es muy cercana al protagonista) que probablemente sea el policía/detective protagonista, lo que contribuye a darle un realismo aún mayor. Aunque la trama de la novela consista en la resolución de un misterio, un crimen que será generalmente un asesinato –porque es el acto criminal por excelencia–, veremos que se mueve algo más importante, que subyace siempre a la trama principal. Esto es, el motivo por el que el mal hace su intrusión en el mundo. Hablamos de buscar los por qué. Podemos también poner en la palestra algún detalle más que aparece como propio dentro del género, como es el tiempo y el espacio. El relato negro suele ser lineal y suele mostrar hechos pasados, con detalles del delito que llegan al lector con cuentagotas, normalmente al mismo tiempo que son conocidos por el detective/policía, para lograr una mayor identificación con el personaje. Y respecto al espacio, suele ser siempre un paisaje urbano. Esto no significa que no haya un noir rural (quizá dediquemos tiempo a hablar del noir que se desarrolla en entornos no urbanos), pero si tenemos en cuenta el momento histórico en el que surge y que las ciudades son más proclives a tener bajos fondos, barrios marginales y problemas sociales más acentuados que en el entorno rural, entenderemos que sea la ciudad el paisaje más utilizado. No debemos olvidar que el género que nos atañe pretende hacer siempre una crítica social. Las ocho normas de Van Dine
Ese cajón de sastre que llamamos novela negra
Ese cajón de sastre que llamamos novela negra Cuando me planteé iniciar una serie de artículos enfocados a la novela negra me vinieron un montón de nombres, de títulos, de imágenes, pero todo acabó en un frenazo muy brusco. Lo cierto es que estos artículos nos servirán de varias formas. Por un lado, para tener un curso de escritura sobre la novela negra, y por otro lado para conocer mejor al género. Y por tanto, lo suyo es comenzar por el principio, que no es otra cosa que la definición. Ah, y eso sí que me resultó complicado. ¿Qué es eso que llamamos novela negra? ¿Es lo mismo decir negro que policial? ¿Es la novela negra el paso previo al thriller como lo conocemos hoy? Es desalentador constatar que algo que a primera vista parece trivial sea algo a la vez tan complicado. No todo lo que tiene sangre y muerte entre sus letras es novela negra, ni todo lo contrario. Para avanzar sin prisa pero sin pausa, en este primer abordaje de esta especie de curso de escritura sobre novela negra no vamos a entrar en detallar las diferencias entre los numerosos subgéneros que podemos encontrar (ficción policial, novela enigma, novela policial, etc), ni tampoco en si son lo mismo o no, y vamos a centrar nuestro interés definitorio en algo más amplio: el género negro como tal. Tendremos tiempo de ir avanzando. Black Mask o el inicio dela novela negra Hagamos un primer disparo. Si nos centramos en lo puramente etimológico, podemos concluir que se trata de género, esto es, ficción que se categoriza en base a una naturaleza narrativa común y a la que además teñimos de un color, el negro. El aspecto cromático, aparentemente una cuestión sin trascendencia, pronto va a empezar a darnos quebraderos de cabeza. Porque si buscamos por ahí la razón de su tonalidad, encontraremos más de una opción posible; una de ellas hace alusión al título de la revista en la que se imprimieron las primeras historietas de policías y asesinatos, que era Black Mask, una revista ligera, de género pulp, que fue fundada allá por los años 20 del pasado siglo y que se considera la publicación más relevante de género negro. Lo que tiene de importante es el radical cambio que supuso frente a la narrativa previa, que tenía mucho de jarrón veneciano y de salón de té. Hablaremos de eso unas líneas más abajo. Con Black Mask, la muerte pasa a ser cotidiana, la corrupción es algo que se sucede con el paso de los días, junto a nosotros. No puede sorprendernos que la narrativa de esta época, que es la novela negra norteamericana de los años 20-30, se lance a las calles y se convierta en subversiva, teniendo en cuenta el trasfondo social que habita, un caldo de cultivo en el que flotan un terrible crack económico, mafias pululando por doquier y desigualdad social. Esto obliga al detective sesudo, romántico y muy inglés de los años previos, gran entusiasta de su profesión, a saltarse la lógica de encerado para salir a las calles y ser uno más, ni muy bueno ni muy malo, sin saber si con las palabras que el escritor pone en sus labios denuncia el orden social o lo justifica. Esta es una pregunta que no sabemos responder. Pero lo que nos interesa ahora es saber que será en este punto en el que quedará fijado el canon de la novela negra clásica. El color negro dela novela negra Hay otra vertiente del término que alude a su oscuridad, a su querencia por la muerte, por lo trágico, por lo que el género humano tiene de tenebroso en su conducta. ¿Hay algo más oscuro que el color negro? No podemos olvidar que la ficción negra nace muy influenciada por la novela gótica que pulula por Europa en la segunda mitad del siglo XVIII. Las reminiscencias góticas pueden verse en el perfil de los primeros detectives, románticos empedernidos. Son seres siempre en conflicto, habituales de entornos extraños y muchas veces psicodélicos (no olvidemos la afición de Holmes a la morfina), con tendencias a la conducta autodestructiva y con aires de moralidad que soplan según les conviene. Por volver a centrar nuestro tema para no empezar perdiéndonos en este curso de escritura de novela negra, afirmaremos, siguiendo la tesis de Oscar Urra un poco a nuestra manera, que la novela negra es muchas cosas y ninguna. Una especie de cajón de sastre en el que cada vez caben más cosas, lo cual, desde mi modesto punto de vista, es un valor muy positivo, sobre todo si tenemos en cuenta las palabras de Jorge Luis Borges que dicen que todo género muy legislado tiende a desaparecer, lo que comparto plenamente. Es cierto que si nos dejamos llevar por la visión simplista del término podríamos decir que es un tipo de historia escrita que tiene como base la resolución de un misterio, generalmente de tipo criminal. Pero no sólo es eso. Se trata de un relato realista, aunque a priori no lo parezca. De hecho, decía Raymond Chandler en su pequeño abstract “El simple arte de matar”, que el relato policial es todo menos realista, porque de serlo, nos convertiría en psicópatas de pro, salvo que lo produjéramos o leyéramos con cierto desapego. Pero si seguimos leyendo y entendemos por realismo la presunción de que el núcleo mismo del noir es el orden natural de las cosas, todo cambia. El crimen y la novela negra Me explico: Un crimen supone el desbaratamiento más claro de la realidad. La muerte violenta, como culmen de fractura social, se convierte en objeto por excelencia de la literatura de género y la resolución del misterio en la vuelta a esa normalidad, a ese orden roto por el criminal. Como hemos anotado antes, la novela negra tiene mucho de canción protesta, de critica social e incluso moral desde el los años 20 con la novela norteamericana y no dejará de tener esta misión hasta hoy; por poner un ejemplo actual,