Este mes profundizaremos más en la interesante y necesaria labor de construir buenos personajes para nuestra novela. Pero antes de iniciarnos en cómo crear personajes realistas usando el eneagrama debemos responder a la primera pregunta que acude a nuestra mente: ¿qué es el eneagrama? Su nombre proviene del griego y significa “nueve líneas”, precisamente porque explica que la humanidad puede clasificarse nada más y nada menos que en nueve tipos distintos de personalidad, cada uno con su propio modelo mental definido. En cuanto a su autoría no está nada clara, pues hay pruebas de que ya se utilizaba en el medio oriente hace 2.500 años. No obstante, en el siglo XIX, George Ivanovich Gurdjieff lo rescató acercándolo a Europa, donde posteriormente multitud de psicólogos occidentales lo tomarían como objeto de estudio en sus investigaciones. En la actualidad, el eneagrama está cada vez más en auge, usado principalmente como herramienta de autoconocimiento y descubrimiento personal, e incluso existen cursos y escuelas de guionistas muy prestigiosas que lo enseñan en sus asignaturas de creación de personajes, así como en cada vez más empresas y universidades. Dejando a un lado la monserga histórica y el rollo psicológico, que pueden interesarnos más o menos, poseer esta herramienta tan práctica y sencilla de aplicar puede abrirnos un mundo de posibilidades como escritores a la hora de crear personajes realistas. Y es que cuando estudias a fondo el eneagrama y sus nueve tipos de personalidad te das cuenta de que la psique humana, aunque compleja y única, está formada por una serie de creencias y comportamientos comunes que podemos replicar para que los personajes de nuestra novela sean lo más humanos y redondos posibles, sobre todo a la hora de enfrentarse a sus propios conflictos internos y a la interacción con aquello y aquellos que les rodean. Y aunque es un tema fascinante del que podríamos hablar en un blog dedicado exclusivamente a ello, prometo sintetizarlo de una forma práctica y sencilla para que podamos empezar a crear personajes realistas usando el eneagrama sin necesidad de estudiar un master para ello. Ahora bien, si alguno está interesado en conocer de una forma mucho más amplia todo esto, no puedo sino recomendaros el libro “Encantado de conocerme”, de Borja Vilaseca, así como invitaros a que os paséis por su canal de youtube, ya que es uno de los mayores expertos y conferenciantes actuales de España y Latino América. CREAR PERSONAJES REALISTAS: LADO OSCURO Y LADO LUMINOSO DEL ENEAGRAMA Ser de un eneatipo de personalidad u otro no es, en sí mismo, malo ni bueno. Pero sí es cierto que nuestra personalidad, y por tanto la de nuestros personajes, pueden estar en un punto más oscuro cuando están sometidas por el ego, es decir, por esa máscara que vamos desarrollando cuando crecemos para relacionarnos con las personas que nos rodean con el objetivo de intentar evitar que nos hieran, o encontrar erróneamente la felicidad buscando fuera el amor, la atención, la valoración, el respeto o la seguridad que nos falta dentro, por ejemplo. Por otro lado, decimos que un eneatipo está en su lado luminoso cuando está más conectado con su ser, cuando se ha liberado del ego, de estar sometido al qué dirán de aquellos quienes les rodean, y viven su vida en armonía consigo mismos sin necesidad de mendigar fuera lo que les falta dentro. En este punto diría que, como escritores, a nosotros nos interesará más el lado oscuro de los eneatipos, ya que si nuestro objetivo es crear personajes realistas y redondos usando el eneagrama, y que reflejen con verosimilitud la condición humana, la realidad es que desgraciadamente en su inmensa mayoría vivimos más sometidos al ego y en conflicto constante con nosotros mismos y las personas que nos rodean que en un auténtico estado zen de paz y amor absoluto. Por lo que personalmente me tomaré la licencia de traeros los nueve eneatipos en su versión más oscura y descentrada, aquellos dominados por el ego, cada uno de su propia y particular forma. Vamos a ver sus particularidades y cómo crear personajes realistas basándonos en ellas. CREAR PERSONAJES REAISTAS: LAS TRES TRÍADAS: EMOCIONAL, PENSAMIENTO Y VISCERAL Como podéis ver en la imagen, los nueve eneatipos pueden clasificarse a su vez en tres grandes grupos o tríadas, siendo 8, 9 y 1 los pertenecientes a la tríada visceral; 2, 3 y 4 a la emocional y 5, 6 y 7 a la tríada de pensamiento. ATENCIÓN: Esto no quiere decir que la personalidad de un eneatipo 2, 3 o 4 sea más “amorosa” o “sentimental” que los demás, o que la de un eneatipo 5, 6 o 7 sea más “intelectual” que el resto. Más bien, la clasificación de las tres tríadas se basa en la herida de nacimiento, en donde reside el conflicto vital, la carencia esencial de cada una de ellas, como veremos a continuación. LA TRÍADA VISCERAL: Si estás buscando crear un personaje realista cuyo conflicto interno dominante resida en la ira y en los problemas con el poder, la autoridad y la dominación/sumisión probablemente te servirá alguno de los tres modelos o arquetipos que componen la tríada visceral. Eneatipo 1: El perfeccionista. El reformador. Su trauma esencial es que se siente imperfecto, y para llenar ese vacío crea una visión del mundo autoritaria y dual, donde todo es o blanco o negro. Son exigentes, críticos, hiper morales, rígidos. El deber está antes que el placer. Para un 1, si quieres un trabajo bien hecho, hazlo tú mismo. Suelen pensar que ellos tienen la razón absoluta en todo, y siempre están discutiendo o aleccionando a los demás para que entiendan su punto de vista y lo compartan. Están casi siempre de mal humor, entre otras cosas porque al tener una visión tan extrema de cómo debería ser el mundo los hace vivir en una frustración eterna, ya que el mundo no es como ellos quisieran. Además poseen un importante exceso de ira. Un buen ejemplo de personaje basado en el
Mary Sue y Gary Stu: Cómo no crear personajes ridículamente perfectos
Hola de nuevo, compañeros de teclas. Ya entramos en Diciembre, un mes cargado de excesos para la mayoría a causa de las compras, fiestas y comidas que están por venir. Un mes de prohibiciones para los realfooders que luchan por conservar su tipín. Así que nosotros, esta vez, en vez de hablar de lo que debemos hacer para crear personajes estupendos como en la película Joker, hablaremos también de prohibiciones en nuestro recorrido como escritores, e intentaremos evitar crear personajes ridículamente perfectos, estereotipados, sin una profundidad, ni una evolución, o debilidades claras… Hoy os presentaré a Mary Sue y Gary Stu, su contraparte masculina, dos tipos extraordinarios de los que debemos huir si queremos construir personajes interesantes que enganchen al lector. ¿Quiénes son Mary Sue y Gary Stu? El término “Mary sue” nace de un personaje creado por Paula Smith en 1973 para su historia satírica “A Trekkie’s Tale”. El personaje en cuestión era Mary Sue, la teniente más joven de la flota, con solo quince años y medio. Este personaje era claramente el alter-ego de la escritora, su yo soñado en la ficción, perfecto y cargado de virtudes y habilidades extraordinarias. Mary Sue y Gary Stu son un avatar, normalmente el protagonista o la protagonista de la historia, con una serie de talentos innatos y múltiples habilidades regaladas o auto aprendidas, habitualmente predestinado a hacer grandes cosas, sin defectos notables, ni fallos aparentes, alguien que acapara toda la atención de la historia, y todos los personajes secundarios que aparecen en ella no hacen más que hablar de él, despertando la envidia o la admiración de estos, y, desde luego, no dejando indiferente a nadie… Suena guay, ¿eh? Lo cierto es que no. Al final, un personaje así es lo peor que le podemos hacer a nuestra novela, y también a nuestros lectores. Dotar a nuestro protagonista de un sinfín de talentos y virtudes sin parangón hace que no haya espacio para la humanidad, la personalidad y el realismo, convirtiéndolo en un mero vehículo plano, aburrido y completamente previsible que no interesará a nadie, eso sí, súper guay, poderoso y rechulón. ¿Por qué nace una Mary Sue o un Gary Stu? En mi opinión existen tres grandes motivos. Primer motivo El más común y extendido tiene mucho que ver con el ego del escritor. Sin entrar mucho en detalle (no he venido a daros la chapa en psicología) diré que hay personas que escriben porque les apasiona contar historias, y personas que necesitan demostrarse a sí mismas y a los demás que pueden ser mega interesantes, los amos del mundo, porque en el fondo no están satisfechas consigo mismas por una serie de carencias e inseguridades, como todos tenemos. Y, claro, para qué vamos a lidiar con eso y aceptarnos tal y como somos si es más fácil escribir una historia donde nuestro protagonista eres tú mismo, pero idealizado: veinte centímetros más alto, con los ojos verdes, una buena tableta de chocolate y una serie de habilidades especiales que harán que todos a tu alrededor se derritan por tus huesos… uy, quiero decir, por SUS huesos. Queridos escritores, no lo hagáis. Hay alternativas. Haced como la mayoría de personas con problemas de ego y compraos un cochazo, cuanto más grande y… No, en serio. Aprendamos a convivir con nosotros mismos, con nuestras virtudes y defectos. La perfección no existe ni debería existir. Cuanto más conectados estemos con nosotros mismos, más coherentes, humanos e interesantes haremos a nuestros personajes. Segundo motivo El segundo motivo es tan sencillo como la falta de creatividad. Cuando uno está bloqueado, es complicado construir personajes complejos, valga la redundancia, con una psique totalmente humana y realista, emociones, un background (antecedentes) coherentes y bien hilados, que evolucione a lo largo de la novela… Es más fácil tirar de un personaje plano, pero heroico, sin apenas profundidad, pero con un estilazo y una serie de habilidades sublimes con las que podrá superar cada obstáculo como si de un videojuego de plataforma se tratase… Error. Hay muchas formas de potenciar la creatividad. Todos tenemos días en los que estamos más inspirados que otros. Pero nunca, bajo ningún concepto, tiremos por el camino fácil, y menos en cuanto a la creación de personajes se refiere. Ya sabéis lo importante que es. Tercer motivo El tercer y último motivo por los que aparecen los Mary Sue/Gary Stu tiene que ver con lo político, y lo vemos mucho más en el cine que en los libros (que también). Y es que hoy en día parece que tenemos que demostrar al mundo lo feministas, tolerantes, antirracistas y LGTBI friendly que somos. Y eso está muy bien, pero no cuando lo usamos para hacer a un personaje extremadamente perfecto y poderoso solo por ser mujer, negro, homosexual o de cualquiera de las otras llamadas minorías. Por supuesto, la literatura y el cine han de servir como vehículos conductores para cambiar lo establecido, para dar voz y cabida a todo el mundo y desterrar al clásico y extendido protagonista varón blanco heterosexual. Pero no lo forcemos. Creemos personajes femeninos, gays, o étnicos con las claves que hemos ido contando en anteriores entradas del blog, ya que convertir esos personajes en Mary Sue/Gary Stu irá precisamente en contra de lo que queremos conseguir. Las características de Mary Sue y Gary Stu Existen una serie de características comunes que nos pueden servir para alertarnos de que nuestro personaje está teniendo todas las papeletas de ser una Mary Sue/Gary Stu. A veces, en muchas novelas, películas o cómics podemos encontrar la totalidad de ellas, o solo unas cuantas. A saber: -Su nombre suele significar una cualidad: Belleza, fuerza, poder, magia… y desde luego, no es un nombre al uso. -Pasado trágico que, sin embargo, solo lo ha hecho ser una excelentísima persona. Con una moralidad intachable y las ideas claras en la vida. -Guapos, singulares, atractivos… pero no lo saben. Tienen uno o varios rasgos físicos que los hacen únicos… Pero son tan inocentes, modestos y humildes
Deconstruyendo al Joker. Ejemplo de cómo construir buenos personajes
¡Hola, compañeros de teclas! Hoy continuamos la serie de creación de personajes con el análisis y la deconstrucción del Joker, y no de cualquiera de ellos, sino de aquel al que ha dado vida recientemente el magnífico actor Joaquin Phoenix en el film titulado The Joker, de Todd Phillips. Y es que, a mi parecer, este personaje es el perfecto ejemplo de cómo aplicar los cuatro puntos elementales para la creación de personajes interesantes que vimos en la entrada anterior. De manera que en este artículo vamos a estar deconstruyendo al Joker. Todos conocemos en mayor o medida al príncipe payaso del crimen de Gotham, el archienemigo por excelencia de Batman. Y, si bien ya ha cobrado vida en la gran pantalla con actores de la talla de Jack Nicholson o Heath Ledger, la reinvención del personaje para este nuevo largometraje no deja de ser sino brillante, y aquí vamos a analizar por qué, desde un punto de vista literario. Deconstruyendo al Joker: la importancia del Character Building y el Worldbuilding Hasta la fecha, el auténtico origen del payaso de Gotham había sido algo incierto, y lo que se nos mostraba habitualmente era a un lunático criminal con la cara pintada cuyo único propósito era disfrutar viendo al mundo arder entre el caos y la locura. Sin embargo, en este film vemos que este misterioso personaje fue una vez un hombre corriente, Arthur Fleck, que padecía un trastorno psicológico real llamado incontinencia afectiva, que le provoca ataques descontrolados e inoportunos de risa en cualquier situación, impidiéndole llevar una vida normal. Además, se nos muestra huérfano de padre y al cuidado de una madre anciana y medio senil sin apenas medios económicos con los que subsistir en una ciudad cada vez más desmoralizada, cruda y peligrosa. Él es una persona originalmente buena, amable, que sueña con ganarse la vida como un gran cómico y ser aceptado por la sociedad… Pero esta no deja de acosarle, de burlarse de él, de darle la espalda por ser “un bicho raro”. Además, más tarde, descubriremos que Arthur fue abusado violentamente en multitud de ocasiones por un novio de juventud de su madre cuando él era solo un niño… ¿Y qué es todo esto? Pues es dotar a nuestro personaje de una psique determinada, de luces y sombras, de virtudes y defectos, de un trasfondo… un contexto biográfico, familiar, social e incluso político muy concreto que explica por qué Arthur Fleck es como es, y no de otra manera, cubriéndolo de un realismo y una humanidad aplastante. La importancia de los antecedentes Pensemos: ¿Sería así este personaje si no hubiese pasado por los horrores que pasó en su niñez? ¿Si hubiera crecido en un ambiente familiar sano y sin tantas carencias? Si en lugar de haber crecido en Gotham; una ciudad decadente, agresiva, oscura y peligrosa que da la espalda a la gente con problemas como su trastorno; hubiese nacido en otra ciudad muy distinta: una próspera, abierta, con medios y disposición para cuidar de todos sus ciudadanos con una sociedad más amable, empática y humanitaria… ¿Arthur Fleck habría acabado convirtiéndose en el Joker que todos conocemos? Probablemente no. Y es que, como ya decíamos en la anterior entrada, debemos procurar crear personajes realistas, coherentes y humanos. Evitemos hacer que nuestro héroe sea bueno porque sí y nuestro villano un malvado porque sí. Todo tiene un por qué. Los motivos son importantes. Y, para ello, nosotros, como escritores, deberíamos tener muy clara esa biografía extensa y completa de nuestros personajes: sus rasgos físicos y psicológicos, sus deseos y miedos, sus experiencias claves desde su niñez, sus virtudes y defectos, su familia, su trabajo, sus relaciones amorosas y de amistad… el lugar donde creció. Así estaremos hilando fino, construyendo un personaje complejo y único y, sobre todo, coherente con quién es y qué hace en el presente de nuestra novela, y en quién puede llegar a convertirse. Deconstruyendo al Joker: el poder magnético de las emociones ¿Pero qué nos hace verdaderamente empatizar con este personaje? ¿Qué nos hace avanzar más allá de la lástima o compasión inicial que nos pueda generar tras conocer su triste pasado o su precaria actual forma de vida? Si tu respuesta es “las emociones”, enhorabuena, eso es que has hecho los deberes. Se cree que los psicópatas nacen genéticamente con una predisposición a la falta de empatía y emociones hacia los demás, y que esto puede acentuarse, o no, según las experiencias vividas a lo largo de los años. Ya hemos hablado de que la vida de Arthur Fleck está plagada de abusos, desprecio y violencia ya desde su más temprana edad. Pero en esta historia de descenso a los infiernos vemos a un personaje que siente y padece, que se resiste inicialmente a caer, a pesar de que la vida le termina por ganar el pulso. Antes de verse convertido en el psicópata definitivo al que nos tienen acostumbrados, nos encontramos con un personaje que posee inicialmente la inocencia y credulidad de un niño, que sueña con agradar y hacer reír a los demás, que cuida y quiere a su complicada madre, que busca desesperadamente la aprobación y el orgullo de una figura paterna ausente, que se enamora, que quiere ser comprendido y escuchado… Todo un abanico de emociones reales y humanas por las que todos podemos haber pasado y que hace que empaticemos con él, a pesar de que no aprobemos los actos delictivos que acaba cometiendo al ver frustrados todos y cada uno de sus deseos… Lo que, por cierto, nos lleva al siguiente punto. Deconstruyendo al Joker: anhelos y deseos del personaje Otro de los pilares fundamentales para la construcción de un buen personaje, y que podemos observar con claridad deconstruyendo al Joker, es la de dotarles de anhelos y deseos, de uno o varios propósitos lo suficientemente importantes para que el lector quiera ver si lo consigue, o no, al final. En el caso de Arthur Fleck, alias el Joker, encontramos varios deseos muy bien
Cómo crear personajes interesantes. Guía básica para conseguirlo.
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Hoy inauguramos esta sección hablando de varios aspectos fundamentales a la hora de crear personajes interesantes para vuestra novela, aspectos que iremos desarrollando en profundidad a lo largo de las próximas entregas. ¿Cuántas buenas historias han pasado por nuestras manos sin pena ni gloria pese a estar muy bien escritas, hablar de temas interesantes, con una buena estructura y puntos de giro, etc. pero cuyos personajes no resultaban lo más mínimamente atractivos? ¿Cuántas novelas de dudosa calidad se han salvado, sin embargo, e incluso han sido éxito de ventas, por tener unos personajes interesantes y atractivos para el lector? Una buena creación de personajes es fundamental a la hora de planificar tu novela. Es un punto tan importante que puede marcar la diferencia, por eso debemos dedicarle buena parte de nuestro trabajo y tiempo. Pero ¿de qué hablamos exactamente al decir “crear personajes interesantes y atractivos? ¿Un multimillonario guaperas adicto al sexo hardcore? ¿Un héroe épico cargado de virtudes y dones? ¿Nuestro “yo” soñado sobre el papel? No, a menos que quieras aburrir al lector con un Gary Stu o una Mary Sue, a los que dedicaremos un post independiente con el fin de aprender a identificarlos y huir de ellos. Un personaje interesante y atractivo para el lector es aquel que posee realismo y credibilidad, emociones con las que pueda identificarse, un fuerte deseo de conseguir su objetivo y capacidad de transformación. Crear personajes interesantes: realismo y credibilidad Hace mucho que los personajes (sobre todo los principales) arquetípicos y planos ya no se llevan: el bueno, noble y valiente, el amigo leal, la dama en apuros, o el malo malísimo son algunos ejemplos de aquello a lo que no deberíamos aspirar. Alejémonos de los personajes blancos y negros, y exploremos la inmensa escala de grises que define al ser humano. Porque la idea es esa, que los lectores, como seres humanos que son, sean capaces de identificarse con nuestros personajes, encontrar similitudes y rasgos comunes en su psique, su personalidad o su forma de resolver las cosas. Y es que nosotros, los humanos, tenemos una mente compleja llena de luces y sombras, de virtudes y defectos, de sueños y miedos… No somos perfectos, no somos una raza divina superior e incorruptible que pasa por encima de los problemas sin inmutarse, con una ética y moralidad impecable… Así que ya sabéis: haced que vuestros personajes sean lo más humanos y realistas posibles, cargadlos de virtudes y también de defectos, de miedos e inseguridades, que no sean absolutamente bondadosos ni completamente malvados, que acierten y se equivoquen. Un claro ejemplo de esto lo encontramos en los personajes de Canción de hielo y fuego, de George R.R. Martin, donde en cada capítulo nos metemos en la cabeza de cada uno de los personajes que nos presenta el autor. Y en esta saga los que podrían parecen buenos llegan a cometer actos terribles según las circunstancias, y los que parecen unos malvados llegan a mostrar amor o piedad, siempre de manera justificada y coherente con su arco de personaje. Conoce bien a tu personaje Una buena herramienta para conseguir construir personajes sólidos y complejos es la de elaborar una lista de preguntas a contestar por ellos. Preguntémosles acerca de su físico, sí, pero también sobre su pasado, su familia, sus hábitos, sus pensamientos internos, sus sueños, sus miedos, su opinión sobre las cosas del mundo que les rodea, lo que estarían dispuestos a hacer si… Cuanto más extensa sea esa lista y más concretas las respuestas, más personal y compleja será la psique de nuestros personajes. Y solo cuando los conozcas tanto como a ti mismo, podremos afirmar que hemos creado unos personajes lo suficientemente realistas y complejos como para que resulten interesantes y creíbles. [/et_pb_text][et_pb_image src=”https://teopalacios.com/wp-content/uploads/2020/05/1.png” alt=”Descarga eBook aquí” title_text=”Descarga eBook aquí” url=”@ET-DC@eyJkeW5hbWljIjp0cnVlLCJjb250ZW50IjoicG9zdF9saW5rX3VybF9wYWdlIiwic2V0dGluZ3MiOnsicG9zdF9pZCI6IjIzMDYzIn19@” url_new_window=”on” align=”center” _builder_version=”4.4.8″ _dynamic_attributes=”url” global_colors_info=”{}”][/et_pb_image][et_pb_text _builder_version=”4.4.8″ global_colors_info=”{}”] Crear personajes interesantes: las emociones ¿Pero qué es lo que hace conectar realmente al lector con los personajes de nuestra novela? ¿No nos vale ya con haberlos construido con una personalidad compleja y realista? Nada de personajes planos, blancos o negros, sin un ápice de profundidad. ¿Eso es todo? La respuesta es no. Lo que nos hace conectar con ellos, lo que les hace tener “alma” propia, son las emociones. Todos tenemos emociones, todos hemos sentido alguna vez alegría, tristeza, ira, miedo, rabia, frustración, vergüenza, envidia, amor… por poner algunos de los muchos ejemplos. Sabemos lo que se siente, cómo se siente. Por lo tanto, si el personaje que creamos pasa por distintas emociones a lo largo de la historia, nuestros lectores podrán conectar perfectamente con él, empatizar. Y empatizar es algo maravilloso, porque hará que el lector se identifique con el personaje, que sienta como él, que se ponga en sus zapatos. Y aunque puede que este nunca se haya visto en la situación de un monarca preocupado por el destino de su pueblo ante una inminente guerra, seguro que ha sentido preocupación por el bienestar de algún ser querido. Y tal vez nunca se haya enamorado de la hija de un vampiro del clan rival, pero quizá haya experimentado lo que es sentir un amor prohibido. Las emociones unen a las personas, y por tanto, también a los lectores con nuestros personajes. Da igual bajo qué marco de circunstancias se produzcan: cualquiera de nosotros, excepto si eres un psicópata o un robot enviado del futuro, claro, es capaz de empatizar y comprender cómo se siente el personaje si tenemos la maestría necesaria para expresarlo de manera realista y coherente. Tres aspectos cruciales para crear personajes interesantes ¿Qué quiere? Otra característica indispensable para crear personajes interesantes, que conmuevan al lector, es conocer su motivación. ¿Qué es lo que quiere? No es lo mismo que escribamos sobre algo tan anodino y poco interesante como el deseo de comerse una hamburguesa en su restaurante favorito (Esperad