El acento ortográfico, todavía conocido como tilde Es curioso comprobar cómo muchas personas que critican y corrigen las faltas de ortografía de los demás hacen una excepción con las tildes cuando son ellos quienes escriben. Supongo que porque aprender las reglas de la acentuación gráfica requiere algún esfuerzo; y porque la ignorancia ajena suele molestar mucho más que la propia. Sin embargo, un uso correcto de las tildes facilita mucho la lectura e, incluso, puede cambiar por completo el sentido de una frase, como podemos ver en la imagen de la derecha. Así que vamos a dejar la pereza a un lado y veamos en nuestro curso de ortografía y gramática las normas generales para saber cómo se usa el acento diacrítico. Que no es tan difícil. ¿Qué es el acento diacrítico? Es este signo entre paréntesis: (´). Se utiliza para señalar la sílaba que lleva el acento de la palabra. A veces también tiene una función diacrítica, pues sirve para distinguir unas palabras de otras que se escriben igual pero que tienen distinto significado. Esto lo veremos en otro artículo. ¡Ah! Supongo que no hace falta decir que se coloca siempre encima de una vocal. Cómo usar la tilde: Reglas de acentuación generales Palabras monosílabas No llevan nunca acento gráfico salvo cuando tengamos que poner la tilde diacrítica. Así, palabras como sol, mar, ser o guion se escriben sin tilde. Palabras polisílabas Hay normas diferentes para las palabras agudas, las llanas y las esdrújulas o sobresdrújulas. Cuáles son las palabras agudas Son aquellas en las que el acento recae en la última sílaba. Llevan tilde en los siguientes casos: Cuando acaban en vocal (a, e, i, o, u): comí, bebé. Cuando acaban en n o s: corazón, autobús. Excepción. Si las consonantes n o s van precedidas de otra consonante, no se acentúan: mamuts, zigzags. Cuáles son las palabras llanas Son las que tienen el acento en la penúltima sílaba. La norma es al revés que en el caso de las agudas, pues llevan tilde las que acaban en consonante distinta a n o s: lápiz, difícil, móvil. En esta norma se incluyen las palabras terminadas en y (yóquey) o en dos consonantes, incluso si la última es n o s (wéstern, bíceps, crómlech). Cuáles son las palabras esdrújulas y sobreesdrújulas En las primeras el acento recae en la antepenúltima sílaba y en las segundas en la sílaba anterior a la antepenúltima. En este caso es fácil, pues siempre llevan tilde: plátano, ácido, murciélago, dígaselo. Cuándo se usa el acento diacrítico en algunos casos particulares La conjunción disyuntiva “o” Antes se le ponía tilde cuando se escribía entre dos cifras para evitar confundirla con un cero (Su hijo tiene 20 ó 21 años), pero desde el 2010 la conjunción o no se acentúa tampoco en estos casos (Su hijo tiene 20 o 21 años). Cuándo se usa la tilde con el adverbio aún o aun Aún. La forma que lleva el acento diacrítico equivale a “también”, incluso si va acompañada de adverbios como “más, menos, mejor, peor…” Ella aún (todavía) llora al recordarlo. El paisaje era aún (todavía) más espectacular de lo que nos habían contado. Aun. Se escribe sin tilde en los demás casos. A veces equivale a “hasta, incluso, también o siquiera (cuando está precedido por “ni”)” Aun ella sabía la verdad. Podría llegar a casa aun con los ojos cerrados. Ni aun viéndolo quiso creerlo. Otras veces equivale a “aunque“ o “a pesar de“. En estos casos suele estar seguido de otro adverbio, de un gerundio, un participio o un grupo preposicional. También tiene este significado la locución “aun cuando“. Se llevaban bien aun estando divorciados. Al quedarse a oscuras sintió miedo, aun cuando él la rodeó con sus brazos. Las reglas que indican cómo usar la tilde en las palabras compuestas El acento en ellas siempre recae en la última de las palabras que la forman. En cuanto a si tenemos que poner tilde o no, debemos acudir a las reglas generales que seguimos para las palabras simples. Vamos a aclararlo con unos ejemplos: Balón + mano = balonmano. La primera palabra pierde el acento. En la palabra compuesta no ponemos tilde por ser grave acabada en vocal. Balón + pie = balompié. En este caso, la palabra compuesta es aguda acabada en vocal, así que debemos poner el acento gráfico. Bueno, también veis que se sigue la regla de la “m” antes de la “p”, pero eso merecería otro artículo. Tío + vivo = tiovivo. Es una palabra llana terminada en vocal. Por tanto no usamos el acento diacrítico. Arco + iris = arcoíris. En este caso tenemos una palabra llana acabada en “s” y podríamos pensar que no lleva la tilde, pero se pone por haber un hiato. Cuándo se usa el acento diacrítico en las palabras unidas con guion Cada palabra conserva la acentuación gráfica que tiene cuando va sola. También si nos encontramos con una unión de una palabra y cualquier otro elemento: Física-química Madrid-Pequín Moscú-80 Las reglas de acentuación de los adverbios acabados en –mente Están formados por un adjetivo al que se le añade el sufijo “–mente”. Conservan la tilde del adjetivo, siempre que este la lleve. Hábil + mente – hábilmente Difícil + mente – difícilmente Usual + mente – usualmente El acento diacrítico en las palabras formadas por verbo + pronombres Si a un verbo le añadimos algún pronombre átono (me, te, se, lo/s, la/s, le/s, nos, os), formaremos una palabra que se acentuará según las normas generales, con independencia a cómo se acentúe el verbo sin los pronombres. Dé + me = deme. El verbo sin el pronombre se acentúa, pero unido al pronombre átono se transforma en una palabra llana acabada en vocal. Adiós tilde. Dé + me + lo = démelo. En este caso, al añadir otro pronombre más formamos una palabra esdrújula. Mantenemos la tilde. Cantando + le = cantándole. A una forma verbal sin tilde por ser llana y acabada en vocal le añadimos un pronombre y conseguimos una palabra esdrújula.
Palabras que se escriben juntas y separadas
Palabras que se escriben juntas y separadas En nuestro taller de escritura dedicado a la ortografía y la gramática vamos a ver en esta ocasión unas secuencias de palabras que se escriben juntas y separadas y que muchas veces no sabemos cómo escribir. A dónde / adónde y a donde / adonde A dónde / adónde En este caso tenemos la preposición a seguida del adverbio interrogativo o exclamativo dónde. Es decir, que se utiliza en frases interrogativas o exclamativas. Significa «a qué lugar» y se puede escribir indistintamente de cualquiera de las dos formas en todo caso: ¿A dónde / Adónde quieres ir? ¡A dónde / Adónde hubiera llegado ese chico en otras circunstancias! A donde / adonde En las variantes sin tilde vemos la preposición a seguida del adverbio de lugar donde. Se pueden utilizar también ambas formas, como guste el escritor. Eso sí, no en oraciones interrogativas ni exclamativas, que para eso están las del apartado anterior. Ese es el único sitio a donde / adonde iría de vacaciones este año. Múdate a donde / adonde quieras. Bueno, hasta ahora esto ha sido facilito, ¿verdad? Pues no os emocionéis demasiado, que la cosa se va a ir complicando un poco. Conque / con que / Con qué Conque Es una conjunción que se emplea para introducir la consecuencia de lo que acabamos de decir. La identificaremos sustituyéndola por así que, de modo que, por lo tanto o por consiguiente. Voy a freír las patatas, conque nada de entrar haciendo el tonto en la cocina. De niño odiaba este tipo de advertencias, pero me ha venido de perlas en este momento. También sirve para encabezar oraciones en las que se expresa sorpresa, ironía, escepticismo o reproche ante algo que acabamos de conocer. Conque fumando a escondidas, ¿eh? Julián lo acaba de confesar todo. ¡Conque fuiste tú el que me la jugó! Con que Hay dos casos en los que se escribe así: Cuando a la preposición con le sigue el pronombre relativo que. Para ver si estamos en este caso, solo tenemos que poner antes del que el artículo que corresponda (el, la, los, las) o bien sustituirlo por el cual, la cual… El traje con que (= con el que, con el cual) fui a la fiesta era prestado. Cuando a la preposición con le sigue la conjunción que. Nos encontramos con complementos encabezados por con seguida de una oración subordinada en vez de un sustantivo (estar de acuerdo con algo, conformarse con algo…). Podemos identificarla sustituyendo la subordinada por eso. Me vale con que se haya disculpado (Me vale con eso). No pide mucho. Se conforma con que vayas a visitarla de vez en cuando (Se conforma con eso). Con qué Aquí tenemos la preposición con seguida del pronombre interrogativo o exclamativo qué. ¿Con qué tipo de letra quieres que escriba esa carta? Por qué / porqué y por que / porque Por qué Aquí tenemos la preposición por seguida del pronombre interrogativo o exclamativo qué. Pero ¿por qué no vienes con nosotros? ¿Por qué camino tenemos que ir? ¡Por qué poco nos libramos del accidente! En los ejemplos anteriores os puse dos oraciones interrogativas directas. Pero también se utiliza en las interrogativas indirectas: Me preguntó por qué no vienes con nosotros. Hay un truquito un poco bestia que suelen explicar los profes para saber si hay que usar esta secuencia: poner un cojones después del qué (o un coño; o unas narices, si es que utilizar las expresiones anteriores os da cosita; incluso razón, si sois muy escrupulosos) Me pregunto por qué cojones (coño, narices, razón) no vienes con nosotros. Aunque esto no funciona más que cuando el por qué pregunta por la causa de algo. En interrogativas o exclamativas no causales no funciona: No sé por qué camino tenemos que ir. Porqué En este caso, nos encontramos con un sustantivo que significa «causa, razón o motivo», y para distinguirlo podemos sustituirlo por cualquiera de estas palabras. Siempre va precedido de un determinante y su plural es porqués. Solo quiero saber el porqué de tu actitud. Él se fía de ti, no necesita saber tus porqués. Porque Es una conjunción que introduce una oración subordinada que explica las causas de que suceda lo expresado en la oración principal. También se utiliza para responder las frase iniciadas con ¿por qué? La niña temblaba porque iba poco abrigada. No puedo entregar la tarea porque me la comió el perro. ¿Por qué no fui a la fiesta? Porque me encontraba mal. Por que Aquí podemos encontrarnos dos cositas: Que la preposición por anteceda a la conjunción que. En este caso, por introduce un complemento de un verbo, un sustantivo o un adjetivo que tiene como término una oración subordinada en vez de un sustantivo (alegrarse por algo, estar ansioso por algo, tener temor por algo…). Pero en este caso no hay explicación de ninguna causa; para eso está el porque. Apostaría por que lo que dice es cierto. Tengo preferencia por que los trabajadores tengan contrato indefinido. Si la subordinada tiene el verbo en subjuntivo e introduce una causa orientada hacia el futuro, también se admite la grafía porque. Ella no se enfadaba por que / porque él fuera a salir solo. Que la preposición por anteceda al relativo que. Suele ser más habitual para estos casos utilizar fórmulas como el que, la que, los que o las que después de la preposición: Hay que ver la naturaleza de los delitos por (los) que quieren encarcelarlo. Sino / Si no Sino También con esta palabra nos podemos encontrar con dos casos: Que sea un sustantivo que significa «fatalidad o destino». Tengo que aceptar las cosas como me vienen. Es mi sino. Que sea una conjunción adversativa. Puede servir para introducir un elemento que sustituye lo negado en la oración principal. A María no le preocupa lo que digan de ella, sino la reacción de su familia. Significa algo parecido a otra cosa que o más que cuando
¿Sabes cómo usar la H? Es la letra del demonio…
Cómo usar la H del demonio… Hace unos días recibí un regalo y una carta de un viejo amigo de la universidad del que hacía tiempo que no sabía nada. Os podéis imaginar lo que me contaba: que si le va bien en el trabajo, que si su mujer es estupenda, que si su hija es lo mejor que le ha pasado… Ya sabéis, todas esas cosas que los amigos te cuentan para que sientas que tu vida es una basura. El caso es que después de torturarme con sus historias, se despidió con un «te hecho de menos, tío» que me llegó al alma. Vamos, que no sabía cómo usar la H. Por supuesto, le respondí. No le comenté nada sobre mi vida, que tampoco quiero que se muera de la risa; me limité a explicarle que yo a él no lo puedo «hechar» de menos, que nadie puede «hechar» de menos a nadie, que ponerle algo así a alguien que escribe sobre ortografía y gramática es como regalarle jamón serrano envasado a un vegetariano (a ver, tío, ¿dices que eres mi amigo y todavía no sabes que no como carne?). En fin, que no hay mal que por bien no venga, porque así puedo aprovechar para hablar un poco de cómo usar la «h» correctamente en algunos casos conflictivos. Parece que hace falta, que este colega es licenciado… Así que veamos como usar la H. Que sí, que te «echo» de menos Antes de nada, esto tiene que quedar bien claro: Hecho. Es el participio del verbo hacer. El trabajo ya está hecho. Estoy hecho un chaval. Echo. Es la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo «echar». Primero echo esto en el contenedor y después me pongo a trabajar. Pues bien, la expresión que nos ocupa, «echar de menos», va sin «h» en todas sus formas. Así que ni yo «hecho», ni tú «hechas», ni él «hecha» de menos a nadie. «Echo», «echas» y «echa», ¿de acuerdo? Lo mismo vale para una expresión de significado parecido como «echar en falta», y también para otras como «echar a perder» o «echarse a dormir». ¿Que siempre dudas si «echar» lleva «h» o no? Pues imagínate que estás en tu casa, agarras una «h» y la «echas» por la ventana. Sí, es una chorrada, pero los trucos mnemotécnicos absurdos son los que mejor funcionan. Hacer de menos a alguien Esta expresión significa que no tienes en cuenta a alguien, que le restas importancia o minusvaloras. Pero no puede haber confusión con el caso anterior, porque no se dice «te hecho de menos» sino «te hago de menos». Si te hago de menos delante de todo el mundo es porque no te soporto. Lo más parecido sería al utilizar el pretérito perfecto, como en este ejemplo: Lo siento, te he hecho de menos durante todo este tiempo por envidia. Ese «he» nos ayudará a evitar confusiones. «A ver» o «haber» A ver. Esta expresión está formada por la preposición «a» y el verbo «ver». Se puede utilizar en diferentes situaciones. Para mostrar interés por algo: A ver cuándo quedamos. Si va seguida de la conjunción «si», puede expresar también un temor o inquietud: A ver si no llegáis tarde. O bien un deseo o una orden: A ver si estudias un poco más para el siguiente examen. Entre interrogaciones, para pedir que nos dejen ver alguna cosa: -Me han hecho un regalo. -¿A ver? Para llamar la atención de alguien antes de una pregunta, petición u orden: A ver, Manolito, ¿has hecho los deberes esta vez? A ver, dame lo que me debes. En vez de «claro» o «naturalmente»: -¿Pagaste la deuda? -¡A ver! O lo hacía o me rompían los dientes. En muchos de estos casos, el «a ver» se puede sustituir por «veamos». Veamos si no llegáis tarde. Haber. Puede ser verbo o sustantivo. Si es verbo: Puede funcionar como auxiliar seguido de participio. De haber estudiado un poquito más, ahora no tendrías que lamentarte. O puede servir para indicarnos que algo existe. Tiene que haber más vino en el almacén. Como sustantivo significa «Hacienda, caudal, conjunto de bienes y derechos pertenecientes a una persona natural o jurídica». Dicen que tiene muchos millones en su haber. «ha», «a» y «ah» Ha. Es la tercera persona del singular del verbo «haber» y sirve de auxiliar en el pretérito perfecto compuesto y en la perífrasis «haber de + infinitivo». Tu padre ha hecho una tarta de almendra riquísima. Dile a José que ha de ir al médico cuanto antes. Es una preposición y no se combina con participios, salvo si funcionan como sustantivos. También aparece junto a infinitivos, pero nunca seguida de la preposición «de». ¿Qué has estado cocinando? Apesta a frito. -¿A dónde fue Manolito? –A ver a su madre. Ah. Es una interjección que expresa «pena, admiración, sorpresa o sentimientos similares»: ¡Ah, vale! No te había entendido. «Ahí», «hay» o «ay» Es muy frecuente la confusión entre estas tres palabras. Ahí. Es un adverbio demostrativo que significa «en ese lugar». Ante la duda, podemos probar a sustituirlo por alguno de sus compañeros, «aquí» o «allí»: Ahí está Manolito. Hay. Es la tercera persona del singular del presente de indicativo del verbo haber. Muchas veces se puede sustituir por otras formas del verbo haber (había, habría, habrá…) o del tener: Hay más sopa, no os quedéis con hambre (Habrá / tenemos) Ay. Puede ser una interjección que suele expresar dolor o aflicción, o también un sustantivo que significa «suspiro o quejido» y cuyo plural es «ayes». ¡Ay! ¿Por qué me pegas? El chico está enamorado. Nos machaca los oídos con sus ayes. Bueno, hasta aquí hemos llegado con este tema sobre cómo usar la H. Creo que no es tan difícil, ¿verdad? Pues ahora a llevarlo a la práctica.
Cómo utilizar bien el gerundio: Sufriendo con el gerundio (II parte)
Cómo utilizar bien el gerundio II parte Si en el artículo anterior explicábamos las normas generales para una correcta utilización del gerundio, en esta ocasión continuaremos con nuestro curso de escritura dedicado a la ortografía y la gramática analizando varios casos concretos que la RAE en la Nueva gramática de la lengua española (NGLE) considera correctos a pesar de que algunos parecen contradecir esas normas. ¿Quieres saber cómo utilizar bien el gerundio? ¡Pues atento a esta nueva entrada de nuestro taller de escritura! El gerundio puede modificar el complemento directo El gerundio puede ir adjunto al complemento directo que acompañe verbos como los siguientes: De percepción sensible. Como contemplar, distinguir, escuchar, mirar, notar, observar, oír, sentir, ver. Ejemplos: Escuché al perro ladrando como un loco. Sentí sus dedos acariciando mi piel. En estos ejemplos, “el perro” y “sus dedos” son los complementos directos y los verbos en gerundio los modifican. De percepción mental o intelectiva. Como figurarse, imaginar, recordar. Recuerdo a la abuela cantando mientras planchaba. “La abuela” es el complemento directo y también quien canta. De representación. Describir, dibujar, filmar, fotografiar, grabar, mostrar, pintar, representar. El artista pintó a la niña deshojando una margarita. “La niña” es el complemento directo y la que destroza la pobre margarita. De hallazgo o descubrimiento. Por ejemplo, descubrir, encontrar, hallar o sorprender. Sorprendimos al ladrón forzando la cerradura. De existencia, presencia o manifestación. Haber, tener, dejar y llevar. Hay muchos jóvenes intentando encontrar trabajo. Además, de verdad. En todos los ejemplos anteriores vemos cómo usar bien el gerundio porque también cumplen con dos requisitos: 1º. Expresan una acción o actitud puntual, no un estado permanente o una transformación lenta y casi imperceptible. La frase Contemplamos la planta floreciendo no cumple esta condición y se considera incorrecta. 2º. No son ambiguas. ¿Recordáis el ejemplo del artículo anterior? Era Nos encontramos a María paseando con la vecina. En este caso hay un verbo de hallazgo y un complemento directo, pero decíamos que era incorrecta por ser ambigua, porque no sabíamos quién paseaba con la vecina, si María o nosotros. En ninguno de los ejemplos anteriores se da esta situación, salvo que penséis que el que ladraba no era el perro, sino el/la fulano/a que lo escuchaba, o que éramos nosotros los que forzábamos la cerradura cuando sorprendimos al ladrón. Pero eso ya son ganas de tocar las narices. El gerundio puede ir en construcciones sin verbo En aquellas encabezadas por las conjunciones con o sin La NGLE admite construcciones como las siguientes: Recibieron al presidente con una orquesta tocando el himno de su país. Sería más feliz sin esa pesada llamándome cada dos por tres. Sin embargo, hay autores que dicen que es incorrecto utilizar el gerundio si acompaña a un sustantivo que hace de complemento indirecto o circunstancial (como en estos ejemplos; la parte subrayada contesta a la pregunta «¿Cómo?»), y otros especifican todavía más y dicen que el gerundio no puede tener un sujeto precedido por una preposición salvo que esté adjunto a un complemento directo y siempre si se utilizan verbos como los del apartado anterior «El gerundio puede modificar el complemento directo». Ante este lío, quizás lo mejor sea intentar prescindir del gerundio en estos casos: Recibieron al presidente con una orquesta que tocaba el himno de su país. Sería más feliz sin esa pesada que me llama cada dos por tres. En el interior de un grupo nominal Un grupo nominal es un conjunto de palabras que tienen como núcleo un sustantivo. La RAE en la NGLE (apdo. 27.2.2b) dice que algunos de estos sustantivos pueden recibir un gerundio. Vamos a ver cuáles son: Nombres de representación. Como foto, cuadro, grabado, retrato o imagen. Eché una ojeada a su habitación: retratos mostrando la belleza de su hija… Nombres que expresan sonidos. Eco, ruido, rumor, sonido, voz, grito… Ese rumor creciendo a mis espaldas y yo sin saber nada. Nombres de percepciones olfativas. Olor, perfume, aroma. Un fuerte olor invadiendo la zona y una llamada de socorro me pusieron en alerta. Y aunque se consideran construcciones menos «elegantes» (apdo. 27.2.2c), también se admite en los siguientes casos: Nombres de información o comunicación. Cartas, comunicados, correo, decreto, nota, mensajes, telegramas… El telegrama pidiéndole dinero nunca llegó a sus manos. Nombres de surgimiento o presencia de algo. Aparición, irrupción, llegada, presencia. La llegada del payaso haciendo volteretas entusiasmó a los niños. Nombres que se refieren a un modo de actuar. Como actitud, actuación, comportamiento, conducta, reacción… El comportamiento del chico haciéndose el sordo indignó a su madre. Puede que estéis pensando que en algunos de estos ejemplos se contradice lo dicho en el artículo anterior sobre el gerundio con valor de adjetivo. Para juzgar si es correcto o no su empleo en estos casos, lo primero es ver si el sustantivo al que acompaña pertenece a alguna de estas categorías; de no ser así, lo mejor será evitarlo. Pero si todavía tenemos dudas, aun cuando el sustantivo pertenezca a una de esas categorías, siempre podremos sustituir el gerundio por la fórmula «que + verbo»: Retratos que mostraban la belleza de su hija. Un fuerte olor que invadía la zona. Aprovecho para recordar aquello de «ante la duda, abstenerse». Y más en esos casos poco «elegantes». En pies de fotos o gráficos y títulos Seguro que todos hemos visto pies de fotos como Hombres trabajando y conocemos títulos de películas, libros y similares como Bailando con lobos o Paseando a Miss Daisy. Aprovecho este apartado para atender peticiones (más bien quejas y amenazas) y pongo una imagen de un Pitufo pitufando que da gusto. Que no se diga. En estructuras bimembres Pueden ser de varios tipos: Interrogativas. ¿Ana moviéndose? Es un milagro. Exclamativas. ¡Ana trabajando! Desde luego, es un milagro. Imperativas. Ana, ahora quédate callada y escuchando. Descriptivas. Yo explicando la lección, Ana intentando no quedarse dormida. ¡Pobre Ana! Me recuerda a alguien… En algunas preguntas y respuestas Preguntas encabezadas por “de nuevo”, “otra vez” o “conque”. La NGLE dice que se suelen
Cómo utilizar el gerundio: Sufriendo con el gerundio (I Parte)
Cómo utilizar el gerundio: Sufriendo con el gerundio (Primera parte) De nada te servirá hacer un curso de escritura si no eres capaz de dominar la ortografía y la gramática. Por eso comenzamos esta serie de artículos en los que nos centraremos precisamente en esos dos aspectos cruciales si queremos escribir. Este será, pues, un curso de escritura centrado en aprender a utilizar las herramientas de nuestro lenguaje de forma correcta. Empecemos. Cuentan que en una de las sesiones en las que se debatía el proyecto de Constitución en el Senado, allá por 1977, el entonces senador y años más tarde premio nobel de literatura Camilo José Cela se dejó vencer por el sueño. El presidente de la Cámara, Antonio Fontán, consiguió llamar su atención y le reprochó que se hubiera quedado dormido. Cela protestó y aseguró que él no estaba dormido, sino durmiendo. Cuando Fontán le dijo que era lo mismo, el autor de La colmena respondió: «Pues no. Como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo». Todos sabemos cómo era el escritor gallego y que es muy posible que se hubiera inventado esta anécdota no recogida en los diarios de sesiones del Senado. Sin embargo, creo que sirve para enseñarnos un par de cosas sobre el tema que nos ocupa: la primera, que el gerundio implica acción; la segunda, lo importante que es saber cómo utilizar el gerundio. En caso contrario, estás jodido. Tonterías aparte, el gerundio es uno de los recursos lingüísticos que más quebraderos de cabeza nos produce a la hora de escribir; tanto que algunos autores recomiendan prescindir por completo de él. El abuso en su empleo, como decía María Moliner, «revela siempre pobreza de recursos y su uso en algunos casos es incorrecto». Sin embargo, bien utilizado nos puede sacar de más de un apuro y a veces resulta imprescindible. Por eso, lo más aconsejable es ignorar medidas drásticas y aprender las reglas básicas para ver cómo utilizar el gerundio, que tampoco es tan complicado. Vamos a verlo. Pero ¿qué es el gerundio? Es una de las formas no personales del verbo y se distingue por la desinencia -ndo unida a la raíz verbal a través de la vocal -a- en la primera conjugación (cantando) y el diptongo -ie- en la segunda y tercera (bebiendo, saliendo). Puede ser simple (amando) o compuesto (habiendo amado). Y como ya os dije, la palabra clave del gerundio es «acción». Así que dejémonos de rollos teóricos y veamos cómo utilizarlo. ¡Al grano! El gerundio y el sujeto Por lo general, el sujeto del gerundio suele coincidir con el del verbo principal, como en el siguiente ejemplo: El diputado defendió su punto de vista mostrando unos gráficos. En este caso, el diputado es el sujeto que realiza las dos acciones. Es lo que se llama «gerundio conjunto o concertado». Si aparece en posición inicial o intermedia en la oración, se separa con comas: Mostrando unos gráficos, el diputado defendió su punto de vista. El diputado, mostrando unos gráficos, defendió su punto de vista. Sin embargo, existe el «gerundio absoluto o no concertado», que tiene sujeto propio y se separa siempre del resto de la oración con comas, sea cual sea la posición que ocupe. En cualquier caso, introduce una aclaración: Aun estando yo a su lado, Ana estaba muerta de miedo. Ana, aun estando yo a su lado, estaba muerta de miedo. Ana estaba muerta de miedo, aun estando yo a su lado. Incorrecto. Hay que evitar los casos de ambigüedad. Aunque la incorrección en este caso es discutible, hay gramáticos y manuales de estilo que recomiendan prescindir del gerundio en frases como la siguiente: Nos encontramos a María paseando con la vecina. ¿Que dónde está la ambigüedad? ¿Quién paseaba con la vecina, María o nosotros? En este ejemplo no queda claro. Si era María, podríamos decir, por ejemplo, Nos encontramos a María, que paseaba con la vecina. Pero si éramos nosotros, mejor sería Nos encontramos a María cuando paseábamos con la vecina. O podemos cambiar el orden de la frase y decir Paseando con la vecina, nos encontramos a María. El gerundio y el tiempo La acción del gerundio debe ser anterior o simultánea a la del verbo principal. Ejemplos: Anterioridad Me atraganté riendo a carcajada limpia. En este caso, al sujeto primero le da la risa y después se atraganta. Simultaneidad Paco entró en la habitación saludando a todos los presentes. En esta oración, Paco realiza dos acciones a un mismo tiempo. Incorrecto. El llamado «gerundio de posterioridad», en el que la acción que indica es posterior a la del verbo principal. El chico pasó una temporada en Barcelona, viviendo después en Bilbao. Lo correcto sería: El chico pasó una temporada en Barcelona y vivió después en Bilbao. ¡Ojo! Respecto a esto hay que decir que en la Nueva gramática de la lengua española de la RAE (apdo. 27.3.1d) se admite este uso cuando la acción posterior es tan inmediata que casi se puede entender como simultánea a la principal (Tiró el vaso contra la pared, rompiéndolo en mil pedazos), así como cuando el gerundio expresa la consecuencia de esta (El fuego se propagó rápidamente, forzando a los habitantes a abandonar sus casas). Sin embargo, lo más aconsejable es prescindir del gerundio en estos casos para asegurarnos de no cometer errores. El gerundio y el modo Por lo general, el gerundio expresa la manera, el modo en el que realizamos la acción. Una forma muy sencilla de reconocerlo es preguntando «¿Cómo?» al verbo principal: Encontré las gafas rebuscando en todos los cajones. ¿Cómo encontré las gafas? Pues rebuscando en todos los cajones. Sencillo. Incorrecto. En los ejemplos anteriores hemos visto que el gerundio suele tener valor de adverbio. Se considera erróneo