La semana ha vuelto a ser fructífera. He avanzado unas 30 páginas en la novela, ya estoy casi en la página 180 y he superado el ecuador de la misma. Ahora mismo me encuentro en pleno nudo argumental, y sin embargo, todavía han de aparecer algunos personajes nuevos. Un modo más de mantener el interés del lector. Tengo que hacer algún cambio, ligeras modificaciones, pero eso lo dejaré para cuando termine de escribir y comience el repaso general. La verdad es que la cosa ya empezó bien el fin de semana pasado, en la Feria del Libro de Sevilla, en la que pude pasar un día estupendo con los buenos amigos Javier Márquez, MisterX, R2D2, Sempiterna, Capitán Nadie y más… No nos vemos cada semana, a veces, ni siquiera cada mes, pero pasar un rato juntos siempre es estupendo: reímos, hablamos, nos contamos proyectos, nos preguntamos sobre proyectos, intercambiamos ideas y nos ponemos al día. ¡Y siempre sabe a poco! A última hora del sábado algunos incluso fuimos a ver Ángeles y Demonios, la película basada en la obra de Mr.Brown. Por cierto, el doblaje es pésimo y tiene algún fallo de guión, pero resulta entretenida y ayuda a pasar el rato. El mismo sábado compré un par de libros. Es curioso, pero desde que empecé a escribir cada vez compro menos narrativa y más ensayo. En esta ocasión son dos libros que me servirán para documentarme para mi próximo proyecto. Porque ya tengo próximo proyecto, -es la primera vez que m pasa, hasta ahora era incapaz de pensar en otra novela mientras estaba escribiendo- un motivo más por el cual la semana está siendo productiva. Se tratará de una novela histórica, con mucha aventura, algo de intriga y un par de cucharadas de romanticismo trágico. Estará ambientada en la época de la conquista española de Sudamérica. Hasta aquí puedo leer. Además, ayer envié por fin Pecado Capital, la crónica novelada sobre la vida del Duque de Lerma, a la agencia. Ahora toca esperar a que la lean (son 480 folios nada menos) y me remitan su informe, para lo que pasará algún tiempo. Por último, un buen amigo me dio una alegría esta semana. El sábado por la noche le dejé el borrador de Hijos de Heracles y el martes me llamó por teléfono. Se había leído la novela en sólo dos días, y eso que según cuenta no es muy dado a la novela histórica. Su crítica era muy positiva y al parecer disfrutó de su lectura. Hasta ahora, el 100% de los que la han leído coinciden en su valoración positiva, lo que es una fuente de alegría. Ojalá todo aquel que la adquiera cuando se publique tenga la misma opinión. No hay ido mal la semana, ¿verdad?
Profetizando
Cuatro líneas. He estado detenido en una de las partes más importantes de la novela porque tenía que escribir cuatro líneas. Suele pasarme cuando llego a los nudos argumentales de las novelas. Suele ser lo que más trabajo me cuesta desarrollar. Y tiene su lógica, porque no es lo mismo saber que tiene que pasar determinado asunto, a desarrollarlo. Esas cuatro líneas me han detenido durante una semana. En la novela en la que trabajo, el elemento místico y profético está bastante presente, digamos que forma parte del núcleo central de la historia. Pero claro, una cosa es saber que tal personaje de la novela está marcado por una profecía, y otra muy distinta es crear una predicción que señale, con miles de años de antelación, a una persona concreta de entre una población de más de 6000 millones de personas. Eso no es nada fácil… porque, pese al elemento fantástico que supone una profecía, debe resultar creíble, y más que eso, contrastable, veraz e históricamente factible. De modo que escribir esas cuatro líneas me ha tenido parado durante varios días, como digo. El resultado, es decir, la profecía en sí misma y su explicación, me ha dejado más que satisfecho, y quien ha leído esa porción coincide en que no sólo resulta creíble, sino que además es un nuevo motivo para quedarte enganchado a la trama de la novela. Por otro lado, esta semana he dispuesto de poco tiempo para escribir. A cambio, algunas de las causas que me producían stress y nerviosismo se van colocando en su lugar. No en cuanto a los temas relacionados con mi carrera literaria, que esos siguen su curso, lento y sinuoso, aunque hace unos días recibía un comunicado de parte de la editorial en el que me explicaban los poderosos motivos por los que el tema está avanzando con lentitud en las últimas semanas. Pero sí se van aclarando las cosas en otros aspectos. De modo que espero retomar el ritmo de escritura con tranquilidad en los próximos días. Ayer, además, me dieron una alegría. Desconocía este proyecto, pero resulta que la mayoría de los archivos de distintas instituciones están disponibles digitalizados y gratuitamente para los ciudadanos, sean o no investigadores. Es el registro PARES. Y creo que va a ser una magnífica fuente de información para mis proyectos futuros, para los que ya tengo un par o tres de ideas… Para terminar, esta semana he comenzado a realizar la primera entrevista que llevo a cabo para el blog. Es una conversación virtual que mantengo con una autora asidua a este sitio. La verdad es que el experimento me está gustando y creo que el resultado se está pareciendo bastante a una entrevista tradicional, donde las dos personas se encuentran frente a frente. Sin embargo, es por escrito y a distancia, lo que hace que la cosa vaya lenta. Pero creo que el resultado está siendo de lo más interesante. Pronto podréis leerla por aquí…
De los nervios
Caramelos, pipas y avellanas. Cigarrillos sueltos, chocolatina y garrapiñada, ¡lo voy pregonando toda la semana!, con mi canasta de mimbre… Así cantaban Los Del Río hace como treinta años, mucho antes de que saltara a la fama con su Macarena. Para quien no lo sepa, los dos son de aquí, de Dos Hermanas, y es que en estas calles hay mucho “arte”… Bueno, pues eso llevo yo cantando toda la semana, aunque con un ligero cambio en la letra: orfidales, tila y valeriana, lorazepanes sueltos myolastan y metaxalona, ¡me lo voy tomando toda la semana!… Pues sí, soy una persona nerviosilla, aunque suelo disimularlo bastante bien. Pero esta semana estoy de los nervios, muy, muy nervioso. ¿Por qué? Pues la verdad no lo sé muy bien, seguramente confluyen varios factores. Uno de ellos es el literario, claro. Llevo fatal las esperas sin saber algo concreto sobre las cosas. Si me dijeran, por ejemplo, tu libro saldrá el 16 de diciembre de 2016, pues lo llevaría mejor, pero como en este mundo nada se mueve en base a plazos y tiempos definidos, pues eso… al que es novel, como yo, todo le pilla de nuevo y lo descoloca. Y lo desespera. Y no hay remedio. Es decir, no se puede hacer nada. Excepto amoldarse, respirar hondo e intentar acoplar tus ritmos a los ritmos del mundo literario. Aunque nadie sepa muy bien cuáles son esos ritmos. Esta semana he escrito poco, un par de ratos, simplemente. En parte ha influido el tema de los nervios, que me han impedido centrarme en las escenas y los personajes. Por otro lado, también ha estado la feria claro… No soy yo muy feriante, sinceramente. Pero hay que reconocer que la Feria de Sevilla es un evento como pocos. Un lugar de relaciones sociales en un marco incomparable de colorido, de alegría, de bullicio. Ayer estuve un rato con Javier Márquez. Como siempre que nos vemos nos ponemos al día de nuestros proyectos y nuestros trabajos. Ayer estaba además con nosotros un buen amigo de ambos, MisterX. Lo de este chico es de traca. No conozco a nadie que demuestre más interés por los asuntos de los demás que él. Cada vez que estamos juntos, no para de hacer preguntas, la mayoría muy interesantes, sobre cómo funciona el mundo de la literatura, cómo trabajamos, cómo planeamos nuestros proyectos, etc… Total, que esta semana he avanzado poco en la novela por todos estos temas. Sí he tenido noticias con respecto al tema de la Feria de Londres: no habrá traducciones, al menos por ahora. La vedad es que no me ha sorprendido nada. Así que la semana que viene, intentaré dormir mejor –últimamente duermo fatal—, respirar con más sosiego y centrarme en escribir, que al fin y al cabo, es lo importante. Pero mientras, aún quedan un par de días de Feria…
2012: cinco días
Este es el título provisional de la novela en la que trabajo. Sigo avanzando a un ritmo bastante bueno, y en los últimos cuatro días he escrito casi 30 páginas dedicándole un par o tres de horas cada día. No me puedo quejar, desde luego. Es muy curioso cómo surgen las ideas y luego evolucionan. Hace tiempo que tengo ganas de escribir una novela juvenil, al estilo Crónicas de Spiderwick más o menos. 2012: cinco días iba a ser esa novela. El argumento era más o menos sencillo, una pareja de hermanos queda huérfana y tienen que marchar a vivir con un familiar excéntrico en cuyo sótano tiene una serie de extraños objetos que les harían vivir alguna que otra aventurilla. Nada nuevo, desde luego, en cuanto a argumento. Tal vez sí en cuanto a la aventura en sí misma. Porque la idea era que estuviera basada en un hecho histórico real, un objeto real y un peligro real, o al menos, que pudiera parecerlo. La idea, como digo, llevaba tiempo rondándome y a decir verdad tuve que refrenarme para empezar a escribirla, porque después de dos años y tres novelas, en las que dos de ellas eran históricas y habían supuesto un enorme reto de documentación, necesitaba un respiro. Pero una noche la cabeza ya no se detuvo y comenzó a darle forma a la trama. En primer lugar, con el dios mexica Tezcatlipoca como argumento terrorífico y toda la parafernalia que lo rodeaba, el llamado cráneo de Tezcatlipoca, el espejo humeante, etc… Empecé a buscar información, y una cosa llevó a otra: uno de los protagonistas creció, otro menguó hasta convertirse en una niña de 4 años. Apareció la policía, con todo lo que eso conlleva. Como telón de fondo de todo esto, las profecías mayas con respecto al año 2012. Problemas familiares, enamoramientos imposibles y algún que otro personaje que aporta una pizca de ironía y sentido del humor, y que, creo, hará las delicias de al menos uno de los habituales de este blog. Finalmente un desarrollo tipo thriller que se separó definitivamente de la idea original. En eso se convirtió lo que iba a ser una novela juvenil. Lo que son las cosas… Ahora ando ya por la página 130, y la cosa sigue creciendo. Calculo que al final terminaré sobre los 300 folios, siempre a doble espacio y con Time New Romans 12. Porque, si he de mandarlo en ese formato, ¿para qué escribirlo en uno diferente? Así me ahorro trabajo y sé exactamente por dónde me muevo. Eso quiere decir que en más o menos un mes, la novela estaría terminada, lo que la convertiría en la que menos tiempo me ha llevado en su desarrollo. La música sigue estando presente en buena parte de las escenas. Hay un poco de todo, y posiblemente en el futuro sigan apareciendo nuevas piezas. Hoy os dejo con una de las piezas musicales que aparece en la obra, el Tango Fugata, deAstor Piazzola, y con Una Furtiva Lágrima, interpretada por Pavarotti. Sólo hay que ver la reacción del público para entender que estamos ante una actuación estelar. Os iba a dejar la escena en la que aparecen las dos piezas, y de hecho ya las tenía pegadas, pero lo he pensado mejor… Igual otro día…
Felices excusas, y momentos mágicos
Sí, menos mal que teníais excusas para no venir, porque lo de ayer fue, sin duda, la experiencia más surrealista que he vivido desde que estoy metido en el embrollo este de escribir. Como sabéis, durante la tarde de ayer estaba previsto que participara junto a Javier Márquez en una mesa redonda en la que trataríamos el tema de cómo publicar una obra literaria. Pero la cosa no salió bien. La verdad es que la organización fue bastante caótica. Para que os hagáis una idea, la charla estaba prevista para las 7 de la tarde, pero a esa hora estaban empezando a montar la carpa donde se llevaría a cabo. Además, la cosa se organizó en el espacio en el que se estaban desarrollando diversos torneos de juegos de Rol, y se pretendía que la charla se escuchara por megafonía, lo que sin duda iba a molestar a toda aquella gente que estaba a lo suyo: jugar a Rol, y a la que, todo hay que decirlo, parecía que muy poco, por no decir nada, le interesaba el tema de cómo publicar una obra literaria. 50 minutos después de la hora prevista para que diera comienzo la conferencia, la cosa seguía sin tener buena pinta, y por parte de la organización se continuaba retrasando el inicio de la mesa redonda, aunque la carpa llevaba ya un buen rato en pie. De modo que finalmente les dijimos que por nuestra parte, y en vista del escaso interés por parte de todos, era mejor anular la conferencia. Y entonces vino la guinda del asunto, cuando los organizadores nos dijeron, literalmente: “ah, vale. Ya estaremos en contacto”. Vamos, ningún interés por el tema, que digo yo, que para qué se organizó entonces… Por otro lado, esta semana he vuelto a trabajar en la novela, que había abandonado desde el accidente del tren. Ha sido un ratito solo, menos de una hora, pero salieron casi 4 páginas. La cosa tiene buena pinta en cuanto a producción. Como os iba a contar la semana del accidente, ese día había estado en la Catedral de Sevilla, lugar clave en la novela (aunque no voy a contar su construcción, jejeje). El tema central de la novela es la búsqueda de un objeto que se encuentra perdido desde 1537 y los protagonistas investigan en la Catedral en busca de ese objeto. Estuve sacando fotos de los lugares de la Catedral que aparecerán en la novela de manera que pueda luego describirlos con detalle. Además, necesitaba conocer en qué lugar se encontraba cada cosa e incluso hasta qué punto puede uno encontrar información in-situ, e incluso tocar determinados elementos (imposible esto último, claro…) Aparte de eso, estuve también buscando información sobre las capillas en cuestión, y fue entonces cuando me encontré en uno de esos momentos que yo llamo mágicos durante el proceso de creación de una novela. Había decidido que una capilla concreta —tenía que ser esa y no otra—, sería el lugar más importante de toda la novela, la clave de todo. Sin embargo, el motivo por el que había decidido que fuera así era bastante vago e impreciso… se podría decir que cogido por los pelos. Pero durante la investigación, me encontré con una sorpresa tremenda en el retablo de esa capilla. Como decía, todo en la novela gira en torno a un objeto perdido en 1537, un objeto maya, para ser más exactos. Pues bien, en el retablo de ESA capilla que yo había elegido, se pueden contemplar unas pinturas dedicadas a 4 santos católicos: San Pedro, como sabéis el guardián de las llaves del cielo, San Bartolomé, que según la tradición expulsó a un demonio, Santiago el Menor, a quien Jesús encargó la custodia de la iglesia de Jerusalén tras su muerte, y Santo Tomás. Éste fue quien me dio la mayor sorpresa de todos, pues según algunos, llegó a predicar en el actual México y su recuerdo sería el que dio paso a la figura del dios Quetzalcoatl. Y todas, pero todos esas figuras representadas, pueden ser usadas en el argumento de la novela como parte importante de la capilla en cuestión. Sé que estoy siendo bastante impreciso, pero es que os estoy hablando justamente del “meollo” de la novela, el argumento central de ella, y por tanto no puedo dar más detalle. Pero creedme, fue un descubrimiento importantísimo para la consistencia del argumento, una inmensa alegría, un momento mágico (y ya llevo un buen montón en mi corta carrera literaria). Así que esta semana espero poder concentrarme ya en escribir en firme, porque, a falta de unos pocos flecos, el argumento de la novela está totalmente armado. Puedo decir además que está quedando una historia muy ágil, con un ritmo bastante alto. Tiene además bastante diálogo, lo que para aquellos que huyen de las descripciones será de agradecer. Total, que una vez más, estoy haciendo algo totalmente diferente de lo que había hecho antes, y la verdad es que no me lo propongo… Y como resultado, estoy entusiasmado con el tema. ¿Lógico, no?
El día que salvamos la vida
Esta semana tenía varias cosillas que contar respecto al adelanto que he hecho en la creación de la trama de la novela en la que trabajo. Han surgido cosas realmente interesantes. Pero, por una vez, y sin que sirva de precedente, no voy a hablar de nada relacionado con la literatura. Y es que ayer sufrimos un accidente en un tren que nos llevaba de Sevilla a Dos Hermanas. Y digo “nos” porque también por primera vez voy a hablar de Mari, mi pareja, la que despertó en mí el viejo sueño dormido de escribir. Todo fue una concatenación de acontecimientos: ella impartía clases mientras que yo visitaba la Catedral de Sevilla como parte del proceso de documentación para mi novela, y habíamos quedado para tomar juntos, por primera vez en 4 años, un tren que nos trajera a Dos Hermanas. Sin embargo, puesto que ella estaba comentando con su alumna un hecho del que nos habíamos enterado la noche anterior, llegó tarde y perdimos el tren de las 14.20. De modo que decidimos tomarnos una tapa mientras esperábamos al siguiente. Pero, ya puestos, dijimos: “pues mira, ya con la hora que es, mejor comemos”. Y así lo hicimos, de manera que dejamos pasar también el siguiente tren, y el siguiente. Y fuimos a tomar el tren maldito de las 15.50. Durante el trayecto todo iba bien. De hecho, nos estábamos riendo a carcajada limpia, con lágrimas incluidas, mientras recordábamos algunas anécdotas. Y entonces, hacia las 16.00, escuchamos la primera explosión. Fue un ruido extraño, algo parecido a un golpe muy fuerte. En el tren nadie se asustó demasiado, aunque las conversaciones se redujeron drásticamente. Tan sólo 3 o 4 segundos después llegó la segunda explosión, y se repetirían durante alrededor de 1 minuto quizá de manera continuada, cada 4 o 5 segundos. Comenzaron a llover los cristales por el vagón, la gente a arrojarse al suelo. Gritos y carreras. Algunos conatos de llanto. Todo ello ahogado por las explosiones que parecían aumentar de volumen a la vez que crecían los gritos en el interior. Nosotros no nos arrojamos al suelo. Mari se agachó sobre su asiento, cubriéndose la cabeza con los brazos, y yo me volqué sobre ella, intentando protegerla de lo que quisiera que estuviera pasando. Entonces, vi un impacto enorme en el cristal que teníamos justo a nuestra espalda. Como el impacto de una piedra arrojada con una fuerza descomunal. De hecho, pensé “¿pero quién demonios está tirando piedras contra el tren? ¿Está loco o qué?” Mientras tanto, seguía el tremendo sonido de las explosiones. Era un sonido que soy incapaz de describir. Sólo puedo decir que parecía justamente eso: una piedra monumental golpeando contra el vidrio de las ventanas, que resistían como podían. Hasta que dejaron de resistir. Porque, en un momento concreto, el cristal de la ventanilla que se encontraba a unos 20 centímetros a nuestra derecha, cedió a los impactos y explotó en un millón de cristales diminutos. Algunos cayeron sobre nosotros, otros arañaron el rostro de una chica que se agazapaba justo frente a la ventanilla. Fue entonces cuando pude observar lo que estaba sucediendo realmente. Porque lo que golpeaba las ventanillas era uno de los cables de alta tensión que suministran la corriente eléctrica al tren. Y pude ver lo que sucedía, porque el cable en cuestión entró durante un segundo interminable en el vagón a través de la ventanilla rota. El convoy fue perdiendo velocidad de manera gradual, muy lentamente. Con una lentitud exasperante, una vez que comprendí lo que estaba ocurriendo, pues, cada vez que sobrepasábamos uno de los postes que da sustento a los cables, estos golpeaban con una violencia terrible contra nuestra ventanilla, justo la nuestra, cuyo cristal ya estaba completamente cuarteado. Justo cuando pensaba que no resistiría mucho más antes de desmoronarse y dejar pasar al monstruo que nos atacaba, el tren se detuvo por completo. Sucedieron entonces unos segundos de enorme silencio, en el que los gritos se acallaron al tiempo que nos deteníamos. Pero fue sólo un espejismo, pues no tardaron ni 10 segundos en volver a estallar, con renovados bríos, los llantos y los ruegos. No os podéis imaginar lo que sucedió a continuación… varias personas sufrieron ataques de pánico. Una de ellas, creo que con algún tipo de deficiencia, tenía la cara completamente desencajada y sufría pequeñas convulsiones. No creo que olvide su rostro en la vida. Otra, una chica joven, lloraba desesperada justo enfrente. En la mente de muchos, incluida la mía, sobrevoló el terrible recuerdo del 11M. Nosotros nos incorporamos sin aparente daño. De inmediato nos aseguramos de que tanto uno como otro nos encontrábamos bien y no teníamos heridas, aunque Mari tenía el pelo completamente cubierto de cristales. La dejé bien y tranquila, sentada en el mismo lugar que habíamos ocupado al entrar en el tren, y fui a ver si podía ayudar en algo a aquellos que pudieran estar heridos. Afortunadamente había en el vagón una enfermera y nadie había resultado herido de gravedad, así que volví junto a Mari. Y fue para llevarme una sorpresa desagradable. De repente, no se podía mover. Intenté tranquilizarla. No recuerdo muy bien qué le dije, supongo que algo como “tranquila, es por los nervios. Igual te has hecho un poco de daño en el cuello, pero no tienes ninguna herida, así que no pasa nada”. Pero claro, sí que pasaba. Transcurrieron un par de minutos hasta que apareció el revisor del tren. El hombre estaba claramente superado por la situación. En los vagones anteriores no había ocurrido nada. Todo había sucedido en el vagón de cola. Esperamos unos minutos prudenciales, aproximadamente 5 o 10, esperando acontecimientos. Pero dado que el hombre no llamaba a los servicios de urgencia y que la rigidez e inmovilidad de Mari iba en aumento, le dije que iba a llamar al 112. Eran exactamente las 16.12. Y aunque parezca mentira, hasta las 17.20, aproximadamente, no pudieron acceder al convoy los servicios de urgencia del 061. Más
Recomposición
Esta semana me la he tomado de cierto relax literario. La semana anterior os comentaba que me estaba costando concentrarme y avanzar en la creación de la novela en la que estoy trabajando. Algunos me comentabais que no forzara la máquina, que me tomara un respiro, etc… Yo soy de los que piensan que el escritor tiene que escribir a diario, aunque sea una sola frase, una sola palabra. O en su defecto, trabajar en algún proyecto. Claro, a veces hay que descansar. A mi me pasó cuando concluí PECADO CAPITAL, de lo que ya he hablado aquí en aquella entrada en la que explicaba que me había quedado vacío. La cuestión es que andaba descentrado, como contaba. Así que me he dedicado a poner en su lugar algunas cuestiones personales y comenzar a mover algunos asuntos que tenía pendientes. He podido alejarme sin problemas de la novela, o mejor dicho, del proceso de escribir esta novela, sin remordimientos de conciencia. Supongo que habrá ayudado el hecho de que el sábado pasado, tan pronto como dejé en el blog la entrada, me puse ante la pantalla y en tres horas escribí casi catorce folios. Es decir, que en tres horas del sábado había escrito el doble que en toda la semana anterior. Y eso tranquiliza. Eso ayuda a ver que no estás sufriendo un bloqueo creativo, sino que la cosa va algo más lenta de lo que tenía pensado. Medité en por qué podía pasarme eso y descubrí que me faltaba información. Me explico: necesitaba que alguien me ofreciera ayuda para desarrollar una de las tramas de la novela. Yo tenía esbozado el argumento de esa trama, pero sabía que estaba cogido por los pelos. La ayuda me vino de forma inesperada. Tengo unos amigos cuyo primo es nada menos que criminólogo. La trama en cuestión es precisamente una investigación policial. Todos tenemos alguna idea de cómo funciona… pero esa idea, os lo digo ya, es errónea en un 90% de cuestiones. Demasiado cine de Hollywood… En fin, que el miércoles nos reunimos en torno a una taza de café, le expliqué las dificultades que me estaba encontrando, y, de manera completamente amable y una facilidad pasmosa, comenzamos a comentar cómo funciona una investigación policial. Por supuesto, no me ha ofrecido detalles demasiado concretos, entre otras cosas porque no va a divulgar los métodos de trabajo de la policía. Pero sí me ha dado indicaciones, me ha abierto los ojos en cuanto a métodos que la policía jamás usaría, encaminándome hacia la metodología de trabajo adecuada. El resultado ha sido que he reescrito por completo la trama policial de la novela, han surgido varias situaciones y escenas que aumentarán la tensión de la novela varios grados, personajes que acaban de nacer… Y claro, algunas escenas anteriores que hay que reescribir, porque están en franco desacuerdo con el nuevo prisma. La semana que viene volveremos a vernos para hablar de todo ese trabajo nuevo, comprobar que no hay errores, comentar posibilidades de desarrollo de las escenas… Y en eso he estado trabajando esta semana. Así que en los últimos días también he escrito poco, sólo trece páginas. Sin embargo, he avanzado enormemente en la creación de la historia, he despejado dudas y, lo más importante de todo, he sentado las bases para poder continuar a buen ritmo. Y es que a veces hay que replegar velas, mirar atrás y recomponer el trabajo para poder seguir avanzando.
Disperso
Definitivamente, durante las últimas semanas estoy disperso. No descanso bien, no me concentro como en mí es habitual, me siento agobiado por mil cosas cuando en realidad no hay tanto pendiente. La cuestión es que estoy en una época convulsa, inestable incluso. Y claro, eso está afectando a todos los aspectos de mi vida, incluida la producción literaria. Total, que avanzo menos de lo que debería y estoy seguro que puedo avanzar en condiciones normales con esta novela. También es verdad que en los últimos 2 años he escrito un total de unas 1100 páginas repartidas en 3 novelas, de las cuales 2 eran históricas. Y eso tiene que saturar un poco, supongo… Total, que la producción de esta semana ha sido de sólo 7 páginas, terriblemente pequeña. Claro, Saramago dice que él escribe una página diaria, supongo que por eso él tiene un Nobel y yo no. Yo estoy acostumbrado a una producción mucho mayor, entre 3 y 4 páginas al día. Debería tener la novela mucho más avanzada. Lo más curioso es que cuando consigo centrarme, avanzo a una velocidad de vértigo. Hace un par de días, por ejemplo, en poco más de una hora salieron más de 4 páginas. El problema es conseguir esa concentración. En eso voy a intentar trabajar durante esta semana: para empezar, una tila, en lugar de una coca-cola, junto al teclado. Y a partir de ahí… se aceptan sugerencias.
Rescue Me!
Curiosamente, hasta hace dos días la entrada de este blog que más visitas provocó fue la que dejaba una muestra de una de mis novelas. Eso demuestra, o al menos eso parece, que la gente está interesada en seguir mi trabajo de forma más cercana. Por otro lado, algunos de los que suelen aparecer por aquí me dicen por activa y por pasiva que les gustaría que hiciera más de una entrada semanal. El problema en ese sentido es que me lleva cierto tiempo preparar cada una de esas entradas semanales y si aumentara a dos o más dichas entradas, o bien se resentirían para mal en cuanto a la calidad e interés que puedan tener, y por otro lado me robarían bastante tiempo. Pero sigue estando ahí el hecho de que alguna gente quiere, o eso parece, repito, conocer más sobre mi obra, y que algunos quieren que haga más entradas semanales. Y ahí estaba, en esa tesitura, cuando mi buen amigo Javier Márquez, a quien los asiduos de por aquí ya conocéis, y del que ya anuncio que tardaré poco en hablar largo y tendido, me comentó que había empezado a escribir una especie de diario escribiendo en él aquello que le va sucediendo conforme avanza en la creación de la novela en la que trabaja. He de decir que yo no me veo capaz de escribir un diario como tal, nunca me ha gustado el tema… pero creo que sí podría hablar brevemente y cada semana de mi trabajo. Bien de la novela que estoy escribiendo ahora, bien de algunos aspectos que me interesan o de cómo planteo tal o cual personaje, los problemas que me encuentro, o cualquier otra cosa. Y he pensado que esas entradas las colocaré a lo largo del fin de semana, normalmente el viernes, o esa es mi intención, aunque no con la rigurosidad más o menos firme de las entradas de los martes. Bueno, pues hoy empiezo con estas entradas. Y la primera va a ser un video musical. Se trata de una canción que me gusta bastante, pero que además, tiene una importancia más que considerable en la novela que estoy empezando a escribir. Creo que es una buena forma de empezar, porque esta semana he estado bastante difuso y no he podido avanzar tanto como me hubiera gustado en la creación de la novela. La canción en cuestión es Rescue Me! En la novela aparece la versión de Diana Ross & The Supremes, pero, increíblemente, no he encontrado ningún video en youtube con una actuación en la que interpretaran esta canción, así que os traigo uno de la canción original, que pertenece a Fontella Bass, una cantante de soul nacida en St. Louis. Este fue su mayor éxito, que se ha versionado mil veces. Os dejo la letra original. Rescue me And take me in your arms Rescue me I want your tender charm ‘Cause I’m lonely And I’m blue I need you And your love too Come on and rescue me Come on, baby, and rescue me Come on, baby, and rescue me ‘Cause I need you by my side Can’t you see that I’m lonely Rescue me Come on and take my heart Take your love and conquer every part ‘Cause I’m lonely And I’m blue I need you And your love too Come on and rescue me Come on, baby, and rescue me Come on, baby, and rescue me ‘Cause I need you by my side Can’t you see that I’m lonely Rescue me And take me in your arms Rescue me I want your tender charm ‘Cause I’m lonely And I’m blue I need you And your love too Come on and rescue me (Come on baby) Take me baby (take me baby) Hold me baby (hold me baby) Love me baby (love me baby) Can’t you see I need you baby Can’t you see that I’m lonely Rescue me Come on and take my hand C’mon, baby and be my man ‘Cause I love you ‘Cause I want you Can’t you see that I’m lonely Mmm-hmm (mmm-hmm) Mmm-hmm (mmm-hmm) Take me baby (take me baby) Love me baby (love me baby) Need me baby (need me baby) Mmm-hmm (mmm-hmm) Can’t you see that I’m lonely
Un par de detalles
Estas dos últimas semanas están siendo un tanto extrañas en el blog, y me refiero a extrañas porque me estoy saltando un poco (bastante) el protocolo establecido de escribir las entradas los martes. La verdad es que no ha sido del todo sin intención… quería comprobar algunas cosillas con las estadísticas y mis ideas se han confirmado totalmente. De hecho, el nivel de visitas ha subido un tercio durante las dos últimas semanas. ¿Habrá sido por las entradas, que han resultado más interesantes? ¿Sería porque los asiduos entrabais más para ver qué día terminaba colocando lo que fuera a decir? Pues no lo sé, pero sí sé que las visitas se han disparado. Curiosamente, el día que más visitas he tenido, ha sido un día en el que no he hablado de nada, sino que me limité a subir el prólogo de HIJOS DE HERACLES. Ese día hubo casi 70 visitas. Increible… Bueno, pues hoy estoy de nuevo fuera de mi “horario” habitual, pero me parecía demasiado tiempo estar 10 días sin decir nada, de modo que hoy vengo a decir dos cositas, sin demasiada importancia ninguna de las dos. La primera tiene que ver con los premios que se entregan a los blogs, pues creo que debo aclarar mi posición al respecto, en especial en las últimas semanas. Así que aprovecho el mensaje de Letraweb para explicarme un poco. Ya sois varios los que me habéis entregado algún premio, y sinceramente, siempre que recibo uno creo que es un honor. Ese reconocimiento, que sé que es verdadero, a lo que vengo escribiendo desde hace unos meses, me anima sin duda a intentar mantener el tono de las entradas, observando el panorama literario para plantear determinados asuntos que creo son interesantes. Pero no aparece ningún premio en el blog, y tampoco los he entregado a nadie. ¿Significa eso que no los aprecio, que no los valoro, que “paso” de los premios y de vuestra intención al otorgármelos? Ni mucho menos. Como digo, es un honor que valoréis tan bien aquello que comento en este lugar de encuentro que entre todos hemos construido. Y precisamente ese es uno de los aspectos por los que no cuelgo esos premios en el blog; considero que en realidad no es un premio para mí, que sería pretencioso por mi parte colgarlo en “mi” blog. Porque este blog no es mío, tal y como ya he dicho otras veces, sino de todos aquellos que pasan por aquí y lo mantienen vivo con sus comentarios y sus intervenciones, de las que todos aprendemos. En todo caso, yo soy una especie de moderador virtual que plantea un tema para que entre todos lo tratemos. Y en ese sentido me siento afortunado por contar con gente tan entregada, y algunos de los que pasan por aquí lo sabe bien, pues lo repito una y otra vez siempre que tengo la ocasión. Otro aspecto por el que no cuelgo los premios en el blog es por una simple cuestión de diseño. Este blog pretende ser funcional, tanto como sea posible. Si os fijáis, no puede ser más minimalista… Hay quien incluso me dice: “mira que tu blog es feo… vamos, que si no fuera porque lo que dices tiene interés, no entraba nadie.” Y es verdad. Es feo. No dice absolutamente nada en sentido visual. Y es así porque quiero que sea así, porque lo importante en este blog no es cómo se lee, sino lo que se lee. Hay herramientas interesantes que podría poner en el blog, como el listado de blogs recién actualizados y ese tipo de cosas que son útiles. Pero no quiero que el lateral del blog termine convertido en una vitrina donde exponer todos aquellos premios que se van concediendo al blog (y fijaos que siempre digo al blog, y no a mí) porque eso tendría dos efectos: el primero, el de “pervertir” el diseño minimalista y orientado al texto que mantiene el blog. Y el segundo, que inevitablemente tendría que dejar constancia del premio al recibirlo y entregarlo a otros tantos compañeros blogueros como indique el premio en cuestión. Y esto último es lo que más dentera me da del tema premios. El motivo es simple: este blog está creado para hablar de literatura y del mundo literario, ya sea de mí literatura, de la de otros, o de cómo presentar una carta a una editorial. Y como podéis ver, todo eso no tiene nada que ver con el tema de los premios para blogs. Por eso, repito, me hace una ilusión enorme que este blog sea premiado, y lo agradezco de corazón. Pero entended que no coloque los premios ni los reparta a mi vez. El otro tema que quería contaros hoy es el siguiente: hace tiempo que sigo una página web de lo más interesante en la que cuelgan videos de unos 5 minutos de entrevistas a personajes del mundo literario. La página en cuestión es Literalia T.V. Hay varias secciones, pero mi favorita es ANAQUELES OCULTOS. En ella se ha entrevistado ya a agentes literarios, editores, directores de revistas literarias, etc… La última entrevista ha sido a Luís Domínguez, director de Marcial Pons. Marcial Pons es una librería, pero también es una editorial, especializada sobre todo en divulgación, con colecciones de historia, derecho, economía… Los asiduos al blog, sabéis que hace un par de meses terminé de escribir mi tercera novela, PECADO CAPITAL, en la que narro los acontecimientos durante el reinado de Felipe III, y en especial los que tienen que ver con Francisco de Sandoval, I Duque de Lerma. Uno de los 48 títulos que utilicé para escribir esta historia, en realidad el que guió toda la novela, está publicado por Marcial Pons y fue escrito por Antonio Feros, un profesor que actualmente imparte clases en la universidad de Pennsylvania y con el que me puse en contacto para que me aclarara un pequeño detalle de fechas que no me cuadraban. Por supuesto, me atendió con una