Dos años y siete meses. Ese es el tiempo que ha pasado desde que publiqué Hijos de Heracles con Edhasa. Parecía que lo mío iba a ir sobre ruedas, que publicar con una editorial tan seria e importante haría que todo lo demás viniera cuesta abajo, en especial cuando a los dos meses hubo que imprimir una segunda edición de la novela. Pero dos años y siete meses después, sigo sin sacar nada nuevo.
No es porque haya estado parado. En este tiempo he escrito dos obras nuevas. Y ya tenía antes de eso otras dos escritas. ¿Entonces? Pues ha pasado que las cosas son muy difíciles y que el mercado está muy, muy complicado.
Pecado Capital, obra sobre la que ya he hablado aquí en varias ocasiones, fue analizada por Edhasa. Me reuní con ellos hace ahora justo un año. Me comentaron que les gustaba la historia que contaba, los personajes, la época, el argumento… Pero que no les gustaba la FORMA. Y es que Pecado Capital no es una novela, sino más bien una crónica novelada. Hace unos meses empecé a trabajar en su rescritura, pero tuve que dejarla por otros proyectos más urgentes.
Uno de ellos es El Collar Maya, un Thriller que tiene como telón de fondo el fin del mundo maya. La escribí en 2009 y se la pasé a la que por entonces era mi agente. El problema fue que se encontró con la rampa de salida de Hijos de Heracles. Mi agente, entiendo que con buen criterio, quiso esperar para ver cómo funcionaba la novela publicada antes de mover esta. Pero cuando empezó a trabajar con ella, resultó que la mayoría de las editoriales ya habían comprado sus títulos sobre ese tema con el fin de publicarlos este año y no estaban interesados en otra novela sobre eso, a pesar de que es una obra que no va sobre el fin del mundo, ni mucho menos, pero sí es uno de los pilares en los que se asienta. La novela llegó así a una editorial importante, con muchos años de recorrido y gran prestigio. Las cosas estaban avanzadas, pero entonces hubo restructuración en la editorial, el editor que estaba llevando el tema dejó su puesto, y la novela quedó perdida en el limbo. Todo esto pasó hacia octubre del año pasado. Era imposible enviarla a una editorial tradicional, que se valorara, aprobaran su publicación y encontrara hueco dentro de la programación de este año. Y fuera de este año la novela pierde parte de su interés por motivos obvios. Además, para entonces ya no tenía agente, con lo que el proceso sería indudablemente más lento.
La tercera novela que tengo parada es, en realidad, la primera. La primera que escribí cuando me tomé en serio todo esto de intentar hacer de la escritura un oficio. Se trata de una novela de fantasía épica clásica. Ya sabéis: mundo nuevo, con personajes heroicos, misiones casi imposibles de realizar, etc. Tiene una serie de características que se salen del molde típico, pero vamos, os podéis hacer una idea. Fue la novela con la que conseguí firmar contrato con la agencia que me representó. Sin embargo, no llegó a tener salida. En la agencia me decían que no era problema de la novela, que era buena y estaba bien escrita. ¿Qué problema tenía? Pues, sinceramente, nunca me lo explicaron. La cuestión es que nadie la quiso. Ni siquiera sé si se llegó a presentar a editoriales, a cuáles se presentó. Digo esto porque tan pronto como firme con la agencia se pusieron a trabajar con Hijos de Heracles, que se vendió con mucha rapidez, y me imagino que ésta quedó relegada a la sombra de la histórica y a esperas de ver cómo funcionaba.
Los dos últimos años, contados hasta noviembre del año pasado, los he pasado trabajando en el que hasta ahora ha sido el proyecto más largo y complejo que he acometido. Se trata de una novela histórica ambientada en el S. XI, plena época de Reinos de Taifas, un periodo muy convulso de la historia de la Península pero a la vez apasionante, con una riqueza cultural que los estudiosos dicen que hasta el Renacimiento no se vivió un momento histórico de un nivel tan brillante en aspectos como la literatura, la astronomía, botánica, etc. Justo cuando la terminé, resolvimos el contrato de representación con mi agencia, así que tenía que moverla por mi cuenta.
Me encontré con 4 novelas terminadas y sin agente. Pero, ¿quién dijo miedo? Me puse a trabajar en un tema que hasta entonces no había tenido que hacer: vender mi trabajo a una editorial. Empecé por lo seguro: la novela que acababa de terminar sobre el S. XI. La envié a varias editoriales y muy pronto hubo algunas que mostraron su interés. Si todo va bien, muy pronto podré dar noticias al respecto.
La siguiente que empecé a mover fue El Collar Maya, por motivos obvios: o sale antes de que termine el año, o pierde gran parte de su interés. Hubo varios amigos que me comentaron la posibilidad de subirla en formato digital a Amazon. Respeto profundamente al autor que toma ese camino, me parece muy valiente. Yo, quizá porque trabajo como corrector editorial, no termino de atreverme, así que me puse en contacto con una editorial para publicarla en formato digital. La editorial se puso a estudiarle y le gustó, aunque me comentó, con buen criterio, la posibilidad de hacer algunos cambios. En ellos he estado trabajando durante un par de meses. Ahora la cosa vuelve a estar muy avanzada, así que, una vez más, espero poder dar buenas noticias dentro de poco tiempo.
Mientras esta editorial estudiaba la publicación de la novela, me puse a trabajar en la de fantasía. Una persona de la que respeto profundamente su criterio en cuanto a novela de fantasía se refiere, me había indicado algunos aspectos que se podían mejorar. Así que aproveché el impass y añadí un par de capítulos, retocando algunos aspectos de los personajes. La terminé hace un par de días y he quedado muy satisfecho del resultado.
En todo esto he estado trabajando durante estos dos años y siete meses. Hubo momentos muy duros, tengo que reconocerlo. Pero se ve la luz al final del túnel. Es solo cuestión de trabajo.
Y de perspectiva. De no pensar que tu trabajo no se puede mejorar. En la mayoría de los casos, es falso.