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No todo el mundo vale

 

Esta semana he visto en los muros de Facebook dos comentarios que me han hecho pensar.
1)      Muro de Ediciones aContracorriente, Martes día 12: “Estoy yo aquí desayunando y planteándome que hay demasiado que leer. Es decir hay novedades y novedades, presentaciones y presentaciones. Lo mismo es por las ferias del libro y eso pero creo que estamos cayendo en la “lectura rápida” ¿Está pasando lo mismo con la escritura? ¿Cantidad antes que calidad?”.
2)      El mismo día, en el muro de Nicasia Recorretúneles: “Cada vez hay más gente que olvida lo importante que son la paciencia y la constancia para un escritor. Quieren publicar YA, como sea y cuando sea. Le hacen un flaco favor a su trabajo con tanta prisa”.
Pues les doy la razón a ambas.
Sí, creo que hoy hay mucha, muchísima más cantidad que calidad. Y esto es responsabilidad directa del autor. Muchos escriben un texto y, emocionados por el logro, se lanzan a su publicación. Muchas veces falta la humildad, o la capacidad de autocrítica, suficiente. No todas las historias que se nos ocurres son suficientemente buenas. Yo recuerdo con terror algunas de las ideas que se me han ocurrido y no me atrevo ni a mencionarlas en voz alta. Pero algunos se lanzan y las escriben. Y no solo eso, sino que también intentan publicarlas. Como es lógico, lo habitual es que se rechace el texto, porque a escribir hay que aprender. Son muy pocos los que logran publicar su primera obra, y ya no digamos “triunfar” con ella. No todo lo que uno escribe tiene la calidad suficiente como para ser publicado.
Y es entonces cuando suele venir el desastre.
Puede ocurrir por muchos motivos, aunque hay dos aspectos que en mi opinión son fundamentales.
El primero es por falta de autocrítica. Muchos no se hacen una pregunta clave: ¿Por qué? ¿Por qué se ha rechazado mi obra? Puede ser porque necesite una corrección ortotipográfica, de estilo, y hasta de estructura, tan profunda que el coste no compense los beneficios para una editorial. Puede que el argumento sea flojo. Puede que no se creara un conflicto interesante, o que los personajes no estén bien trabajados, no se refleje bien la época… Pueden ser tantas cosas… Y todas ellas son responsabilidad del autor. El problema es que, mucho más a menudo de lo que es aconsejable se cargan las tintas contra la editorial: La editorial está ciega. La editorial busca textos de baja calidad aunque sea comerciales. La editorial publica novelas peores que la mía. Si no tienes padrino o no conoces a nadie o no tienes agente o no has ganado un premio, la editorial no se fija en ti.
Falso.
Hace casi 3 años escribí una novela. En su momento estaba más que satisfecho con el resultado. Hoy soy consciente de que no tenía la calidad suficiente y me toca rescribirla.
La editorial es un negocio. Si le llega un texto que crea que puede darle beneficios, lo publicará. Y algunas veces se equivocan. Por supuesto. Pero eso no quiere decir que se equivoquen siempre, ni que se hayan equivocado con nuestro texto. Repito: la autocrítica es fundamental.
Y llego con eso a un punto triste, pero que uno debe que plantearse, porque se trata de una verdad demoledora: no todo el mundo vale para escribir.
A mi no se me ocurriría grabar un disco e ir a una discográfica para intentar ser cantante. Todos nos hemos reído, a veces hasta las lágrimas, de esas audiciones televisivas en las que algunos, con toda su ilusión y sus ganas, se presentan a un concurso con el fin de convertirse en una estrella de la música. Bien, pues de esos también hay en el mundo de las letras. Y no se trata de que haya que reírse de ellos, ni mucho menos. Pero sí de ser consciente de que  no todo el mundo vale para esto.
Tampoco se me ocurriría estudiar ingeniería o medicina. Hay que saber aceptar para qué cosas vale uno y para qué otras no vale. Siempre me ha llamado la atención poder ir al espacio, ser astronauta. Pero, si cuando me subo en una simple noria me pongo verde por el mareo, tengo que ser capaz de aceptar que eso no es para mí. Y no pasa nada. Seguro que tengo otros mil aspectos que puedo desarrollar.
El otro motivo por el que estas cosas suelen terminar en desastre es la falta de paciencia, pero de eso hablaré otro día.

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

  • Estoy completamente de acuerdo contigo, Teo, hace falta mucha humildad y autocrítica. Como lectora me gustaría que se publicara mucho menos, que se cuidara más la calidad.

  • Cada autor ha de encontrar su forma de trabajar y su estilo, que luego serán los lectores los que al final tienen la decisión de leer uno u otro libro.

    Creo que, con años, todos los que escribimos pensamos: “si ahora tuviera que escribir este libro, lo haría de otra forma”. Eso se llama madurar, creo.

    Un abrazo, Teo

  • Buenos días

    Encantado de ver que has retomado la bitácora. Artículo interesantísimo.

    Hay una cuestión también muy importante, y es que los autores deben saber a quién le están enviando sus escritos. Mucha gente no lo tiene en cuenta, pero si has escrito una novela negra, no te empeñes en mandársela a una editorial que sólo publica novela romántica. Hay muchos que cometen ese fallo.

    Un saludo.

    Juan

  • Hola, Juan. Precisamente de eso estoy teniendo ahora mismo una discusión en Facebook. Hablaré de ese tema en otra entrada.

  • Teo,

    Suscribo una a una las palabras de Blas. Hasta la obra publicada, con editorial o sin ella, puede ser motivo de vergüenza en el futuro. Muchos escritores reconocidos cargan hoy con esa piedra.

    Pero eso ocurre porque maduramos, porque crecemos, y lo que antes nos parecía bueno (tanto propio como de otros autores) hoy quizá resulte de calidad insuficiente.

    Igual todo es aprendizaje. Nada nos hundirá demasiado, ni nos salvará para siempre.

    Un abrazo.

  • Así es, Teo, el principal problema de la gran mayoría de escritores, especialmente noveles, es la falta, la ausencia total de autocrítica. Y por ende, la falta de humildad para reconocer que escriben de manera mediocre. Llevo pocos años escribiendo en comparación con la gran mayoría de escritores que publican, y veo que me falta mucho por aprender.
    La facilidad de autopublicar hoy en día absolutamente gratis, está incrementando el número de libros, pero también el de los publicados por editoriales. Es la verdad. Demasiada oferta y poca calidad.

  • Claro que sí, Teo, hay demasiado para leer y no todo es bueno. Supongo que siempre fue así, solo que ahora hay más. Las tecnologías digitales nos dieron algo maravilloso: la posibilidad de emplear la lengua escrita para comunicarnos en todo momento y con cualquier persona en cualquier lugar, de forma sencilla y rápida. La cuestión es entender que esa maravillosa posibilidad no nos convierte, automáticamente, en escritores. Que la literatura (como la ingeniería, la medicina, la música o el canto, tomando tus ejemplos)requiere de esfuerzo, estudio, trabajo duro y años, años, años. El talento quizás no se requiera tanto (salvo para distinguir a los verdaderamente grandes escritores, pero esos son una excepción en cualquier época), pero sí el esfuerzo, estudio, trabajo duro… y por años y años.

    Un abrazo,
    Esther

  • Completamente de acuerdo; pero también hay que reconocer que entristece enormemente ver publicadas novelas que a uno (desde su punto de vista, cierto, todo lo subjetivo que queráis) le parecen mucho peor que la suya.
    Espero ávidamente la próxima entrada sobre la paciencia.

  • Pues me gustó mucho tu entrada y la aproveché para hablar en mi blog un poquito sobre la paciencia yo también y del por qué es una virtud. También he comentado en reiteradas ocasiones sobre la necesidad de la autocrítica y de saber enfrentar la crítica ajena, y esos temas, que siempre levantan controversia entre muchos, y no solo los noveles.=)
    ¡Saludos!

  • Lo que dices es cieto, lo suscribo punto por punto.

    Dejanto a parte que de cada 1000 escritores aficionados sólo uno podrá ser profesional y de los demás, casi ninguno tendrá la humidad e inteligencia para darse cuenta de que no llega, no es menos cierto que, aún teniendo talento, aún presentando una obra de mucha calidad, es improbable que la editorial se fije en ella ¿por qué? Porque: ¿quién dedica decenas de horas a leer un manuscrito? ¿cuánto interés previo hay que suscitar? ¿tiene buen criterio el lector en cuestión?

    Contemplar un cuadro, escuchar dos minutos de una sintonía es fácil y, aún así, muchos esos artistas tiene muchos impedimentos para que se fijen en ellos pero ¿Cuántos más no tendrá un escritor de talento que se fijen en él?

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Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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