Wallada fue uno de los personajes más carismáticos de la Península en el S. XI. Princesa por derecho propio, aunque colocada en una situación muy complicada a la muerte de su padre, el califa Muhammad III, que estuvo en el poder un año escaso debido a su pésima política, cruel y abusiva, cuando ya la Gran Fitna estaba en su momento álgido y habían comenzado a surgir los primeros reinos de Taifas. Wallada heredó a la muerte de su padre al no tener hermanos varones, vendió sus propiedades con el fin de alejarse de las numerosas intrigas palaciegas de la Córdoba de la época y formó lo que podríamos llamar una academia en la que se dedicó a enseñar poesía a las jóvenes. Tenía solo diecisiete años cuando hizo todo esto.
Fue una mujer avanzada a su tiempo, que vivió según sus propias reglas, admirada y amada por los cordobeses. Su vida estuvo entrelazada a la de Ibn Zaydun, uno de los personajes más importantes de la época: poeta y político importante. Durante un tiempo fueron famosos los poemas que ambos enamorados se dedicaban mutuamente. Sin embargo, Wallada descubrió a Ibn Zaydun siéndole infiel. Quizá para él no tuviera demasiada importancia, más aún teniendo en cuenta las costumbres e ideologías de sus congéneres, pero Wallada no se lo perdonó.
La princesa abandonó al visir, que durante el resto de su vida se arrepentiría de lo ocurrido. Wallada mantuvo desde entonces una relación amorosa con el principal rival de Ibn Zaydun en Córdoba, Ibn Abdus, que consigue encarcelar a Ibn Zaydun y desposeerlo de todos sus bienes. El poeta terminó sus días en Sevilla, al lado de los reyes Abaddíes de la ciudad, aconsejando en cuestiones políticas, y recordando a la mujer a la que siempre amó. Wallada vivió casi cien años. Los dedicó a viajar por los reinos de Taifas, siempre orgullosa y altanera, pero volvió una y otra vez a Córdoba, junto a Ibn Abdus, con quién terminó compartiendo su vida, aunque nunca se casó con él.
Su historia ha sobrepasado al tiempo y al olvido, e incluso hay grupos de Rock que les dedican canciones.
Ayer buscando alguna ayuda para sentarme y escribir por fin algo más largo que un relato de un par de páginas; encontré esta web y este blog. Conocía a Teo de “hijos de Heracles” y a Concepción de “La corte de los espejos” pero no sabía de este pedazo de blog. Hay mucho que leer, tomar notas e interiorizar; así que, de momento, me limito a bucear por aquí. Cuando he visto la entrada de Wallada, me he lanzado a leerla ya pensando en el comentario y el video que iba a enlazar para tratar de colaborar con la entrada; y al llegar al final, ¡Zas! ¡Toma video!
Saurom (que es el grupo de rock del que se habla en el post) es mi grupo favorito (rock, gaitas, flautas y sobre todo; que es lo que lo diferencia de otros injustamente más famosos con los mismos elementos musicales, mucha sensibilidad y sencillez. Muchas de sus canciones se basan en la fantasía y sus personajes, llegando incluso a tener un disco basado en ESDLA que cuenta con el apoyo de la sociedad Tolkien. Esta canción: “Wallada la Omeya”, pertenece a su disco “Once romances desde Al-Andalus; un disco conceptual (con una historia que va hilando cada una de las canciones) que musica o versiona con música poemas y leyendas de escritores Andaluces como “El monte de las ánimas” de Bécquer o “El romance de la luna, luna” de García Lorca.
No he podido contribuir a mejorar el post con el video (por que no se podía mejorar más, ya estaba hecho) pero, al menos, me he presentado y he presentado o acercado la literatura a la música o viceversa; siempre he pensado que están intimamente relacionadas, me encanta cuando alguien o algún grupo consigue fusionar mis dos grandes pasiones y eso es lo que hace Saurom con este disco. Recomendado 100%.
Un saludo y mil gracias por este blog,
Carlos.