Antes de empezar este artículo quiero que te deshagas del mito de la rutina del escritor. No existe una rutina general perfecta que debes perseguir para transformarte en un escritor. Lo que sí puedes hacer es buscar inspiración en todas aquellas pautas que han desarrollado grandes y pequeños escritores a lo largo del tiempo y empezar a construir una rutina a tu medida. Además, a menudo se le da a la palabra “rutina” una acepción negativa. Pero las rutinas son algo verdaderamente importante no solo en la vida de un escritor, ya que en general son indispensables para perseguir cualquier objetivo. Tener rutinas no tiene por qué estar relacionado con la idea de una vida aburrida o monótona; es erróneo verlo de esta forma. De hecho, se puede tener una vida muy emocionante y llena de aventuras aún aplicando una rutina. El rol de la rutina es la de atribuir equilibrio, constancia y tranquilidad en la vida de las personas sin que estas se sientan restringidas o atrapadas en una repetición cotidiana. Como una vez el mismo Mario Benedetti dijo: Hoy fue un día feliz. Solo rutina. Ha llegado el momento de descubrir los elementos que pueden formar tu rutina del escritor, esto te permitirá ser mucho más constante, una de las claves para conseguir tus sueños y, más específicamente, uno de los elementos indispensables para lograr ser escritor. Voy a definir para ti unos consejos y elementos principales que en mi opinión componen la mayoría de las rutinas. Te contaré las rutinas de otros autores, así como mi propia rutina, para que puedas buscar un poco de inspiración. Quién sabe, a lo mejor te verás reflejado y puede que alguna encuentre un espacio en tu vida cotidiana. Marca los horarios de tu reloj biológico La hora a la que te despiertas y a la que vas a dormir no solo tienen un rol indispensable en tu funcionamiento biológico, sino que marcan el tiempo que tienes a disposición para cada actividad cotidiana. Además, las horas que duermes se relacionan con la calidad del sueño y consecuentemente con la energía que el día siguiente tendrás a disposición. Por estas razones, darle una rutina a tus horarios, si aún no la tienes, no es mala idea. Yo personalmente no amanezco ni duermo tan pronto, pero sí es cierto que mi día tiene unos horarios bien estructurados. Aunque los cursos de escritura ocupen gran parte de mi tiempo, procuro tener las mañanas de los jueves y los viernes dedicadas a escribir. Normalmente me despierto y a las ocho ya estoy trabajando. Hago un descanso a las diez para desayunar y sacar a Lolo y Bilbo, mis queridas mascotas. A las once vuelvo a escribir hasta las dos y media. Como muchos autores, prefiero la mañana para escribir: la mente suele estar más limpia y la concentración se adquiere con mayor facilidad gracias al reposo de la noche anterior. Pero he de decir que me gusta tener un momento para dedicarle a mi trabajo de escritor también por las noches, que suele estar dedicado sobre todo a la lectura de documentación. Digamos que un día de trabajo suele durar aproximadamente unas seis horas. Definir un número de página diario Hay algunos autores que prefieren definir un número diario de páginas y otros, como Gabriel García Márquez, que se dejan llevar por momentos de locura y en vez de establecer una rutina trabajan día y noche sin parar, así fue como el mismo autor dio a la luz Cien años de soledad en solo cinco meses. Yo personalmente no soy de los que se marcan un mínimo diario de páginas. Mi día de trabajo está compuesto por seis horas aproximadamente, y la verdad es que hay veces que en esas seis horas escribo solo una página y otros días en los que escribo una decena, que luego hay que revisar, por supuesto. La cantidad de páginas para mí es subjetiva y depende del día. Quizás marcarte una pauta de páginas diarias puedes serte útil por un lado mientras que por otro puede resultar frustrante. Inténtalo y decide qué es mejor para ti. La comida es parte de tu rutina del escritor La comida es otro elemento indispensable para tu bienestar, por eso, aunque no soy un sibarita, sí me gusta prestar un poco de atención a los ingredientes con los que cocino. Elige no solo sobre la base de la salud de los ingredientes, sino también unas comidas que te gusten y que puedas disfrutar durante tu día a día, porque disfrutar de las cosas es otra clave indispensable en tu bienestar. Yo, por ejemplo, mientras escribo no suelo comer, pero sí me permito un pequeño pecado de gula y me gusta tomarme una Coca-Cola de vez en cuando. Aunque sé que no debería, la verdad es que me procura bienestar más allá de si es saludable o no. Además, me encantan algunas comidas manchegas como las migas y las gachas de almortas, u otras recetas clásicas como el arroz con pollo, el cocido y la clásica tortilla de patatas. Ponle cariño a tu comida y disfrútala, este es un consejo del corazón para que puedas armar mejor tu rutina. Haz algún deporte o actividad física Esto vale no solo para los escritores, sino para todos, ya que es una costumbre saludable que nos hace siempre sentir mejor. Pero he de admitir que para un escritor se trata de un elemento aún más importante. Al pasar la mayoría del tiempo sentado, es indispensable construir un hábito deportivo. Personalmente, considero que este es uno de los puntos claves junto con el horario. Haruki Murakami es un buen ejemplo, ya que no solo es muy conocido por sus novelas sino por sus rutinas. Sus libros tienen a menudo notas autobiográficas, y él mismo ha escrito libros sobre rutinas que se convirtieron en pasiones como correr, de hecho corre 10 kilómetros cada día. Como cuenta en su libro De qué hablo cuando hablo de correr, en el
Aprendimos a amar la lectura con los cuentos
Para algunos niños, el proceso que los lleva a amar la lectura es algo que acontece espontáneamente, cómo lo fue para mí también. Mientras que para otros es una proceso de descubrimiento que requiere tiempo y llega solo en una etapa sucesiva de sus vidas. En ambos casos la mayoría suele tener el primer contacto con la lectura a través del mundo de los cuentos, ¡y es justamente por ello que los cuentos tienen un rol tan importante en nuestra relación con la lectura! De hecho, todos seguramente recordemos aquellos momentos en los que, llegada la hora de ir a la cama, nuestros papás o abuelos se sentaban a nuestro lado para contarnos una historia. En aquel escenario los adultos empezaban a leernos un relato mítico o algún cuento que nos llenaba la mente de imágenes fantásticas hasta que nos sumergíamos en el mundo de los sueños. Se trata de una costumbre que en muchas familias sigue transmitiéndose de generación en generación, a veces incluso manteniendo la misma historia. Y he de decir que es una suerte que siga siendo así, porque los cuentos son una parte ineludible en el crecimiento infantil. Aunque está claro que la lectura individual también es importante. Cabe destacar que es otro proceso y una cosa no excluye la otra. De hecho, los cuentos proporcionan muchos aspectos positivos en la infancia. Cuando la voz del narrador es la de un adulto, la magia del cuento se cumple en toda su plenitud y permite un acceso al universo de las palabras antes de empezar a aprender a leer por uno mismo. Así, los cuentos proporcionan al niño una respuesta saludable a sus necesidades de estimulación, relación e intercambio; por lo tanto, es un ingrediente esencial para su crecimiento y para su desarrollo cognitivo, social y emocional. La función que tienen los cuentos Contar historias siempre ha sido una forma de terapia para el ser humano, aunque el concepto de cuento terapia es algo bastante reciente. No obstante, como hemos visto, los cuentos siempre han tenido una influencia increíble sobre nosotros. Los cuentos no solo presentan para los niños una primera forma de acercamiento a la literatura, que los acompañará en el proceso que les hará comenzar a amar la lectura, sino que este tipo de narración activa por parte de los mayores tiene muchísimos beneficios que se han descubierto en diversos estudios pedagógicos y psicológicos. La lectura de los cuentos desencadena unos procesos importantes en la mente y la psicología de los niños, y a veces incluso en la de los adultos también. A menudo nos sentimos identificados con los personajes y nos dejamos transportar hacia los mundos que creamos en nuestra imaginación, y es así que se activan la identificación y la transportación, dos procesos que ayudan a los niños a descubrir su mundo interior y emocional, utilizando una forma lúdica para ayudarles a entender los sentimientos, incluso los más complejos. Por esta razón, el papel que desempeñan los cuentos va mucho más allá del simple entretenimiento; de hecho, son una herramienta educativa muy eficaz. El efecto positivo de los cuentos en los niños Los niños tienden a reconocerse con los protagonistas de las historias y gracias a ello son capaces de entrar en contacto con las diferentes emociones que experimentan esos personajes, así aprenden a reconocerlas también en sí mismos, les dan un nombre y sucesivamente son capaces de expresarlas. Además, gracias a esto, a través de los cuentos también es posible enseñar y aprender nuevas pautas de comportamiento más eficaces para responder a la gran multitud de situaciones nuevas con las que los niños se relacionan en su día a día, ya que el cuento le habla al niño utilizando un lenguaje que le es muy familiar: el pensamiento mágico que es típico de su organización mental y le permite tener un mejor intercambio con la realidad que lo rodea. Cada niño, por lo tanto, puede aprender una lección apropiada a la situación de crecimiento en la que se encuentra y conocer una nueva forma para responder adecuadamente a los cambios que experimenta y a la que se enfrenta en cada fase específica. Así mismo, puede llegar a conclusiones propias construyendo una enseñanza moral y personal que le será útil tanto en el presente como en el futuro para resolver problemas o enfrentar conflictos internos típicos de su edad. El origen de la cuento terapia Precisamente promovida por estos descubrimientos, hace unos años surgió una nueva técnica psicológica que nos permite conocernos mejor a nosotros mismos y nos enseña a amar a través de la lectura ya desde muy pequeños: la cuento terapia. El término fue utilizado por primera vez en el habla castellana a inicios del siglo XXI por Antonio Lorenzo Hernández Pallarés, el fundador de la cuento terapia, un psicólogo que ha enfocado sus estudios en las características sanadoras de los cuentos tradicionales. Desde ese momento en adelante han nacido varias escuelas en las que es posible conocer la técnica con detenimiento. A lo largo de los cursos se aprende a reconocer la relación entre los distintos tipos de cuentos y las emociones. Pero no se trata solo de eso; hay todo un lenguaje simbólico que juega con nuestro inconsciente que hay que ser capaces de identificar para utilizar este tipo de terapia de la mejor manera y con la máxima eficacia. Descubrir los mapas psicológicos que viven en cada cuento es realmente útil. No solo para saber cómo esa lectura influye en los niños, sino también cómo lo hizo o lo sigue haciendo en nosotros. Está claro que la narración y los cuentos han tenido, y siguen teniendo, un rol central en el desarrollo de nuestra psicología y en la evolución de los hombres a lo largo de la historia, ya que, como hemos visto, el simple hecho de contar historias permitía ya en épocas lejanas, así como hoy en día, mantener la memoria del pasado, imaginar el futuro y expresar el presente. Por ello es una experiencia indispensable
¿Qué necesitas saber antes de escribir una novela?
Existen muchas técnicas, formas y métodos para escribir una novela. A través de internet, los libros y las redes sociales puedes encontrar una infinidad de recursos. Y es justamente por esta gran variedad que a veces resulta complicado entender qué puede funcionar para nosotros y qué no. Ten en cuenta que la única manera que tienes para elegir la modalidad que mejor se ajusta a tu forma de ser es probándolas todas hasta dar con la correcta. Aunque lo más importante que necesitas para escribir una novela es algo que únicamente tú puedes darte, como dijo Albert Einstein: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica juntas: la voluntad.” Sabemos que suena simplista, pero es cierto, si no sostienes tu carácter sobre unos pilares firmes cualquier cosa que aprendas puede que no sea suficiente para lograr tu objetivo, ya que faltará el aspecto más importante. Si tus fundamentos no son estables es probable que aquello que construyas se derribe fácilmente, así que no descuides este punto. Tu fuerza de voluntad, tu determinación, tu paciencia y tu constancia son los elementos que necesitas por encima de cualquier otra cosa. Solo así podrás empezar a escribir una novela. ¿Tienes estas características o las estás construyendo? Si tu respuesta es afirmativa, el paso siguiente es empezar tu formación como escritor. Aquí van unos puntos importantes en los que es bueno que te enfoques antes de empezar a escribir tu novela. Conoce tus malos hábitos Casi todos tenemos malos hábitos al escribir. Puede tratarse de faltas de ortografía que hemos automatizado a lo largo del tiempo e imprecisiones gramaticales, ya por ser bilingües o por simple confusión. Pero si quieres ser escritor necesitas liberarte de ellos. La solución es simple. Puedes mejorar tu gramática y tu ortografía estudiando y practicando sobre tus errores. Para ello puedes seguir cursos en modalidad presencial u online. Existe una gran cantidad de recursos de pago y otros completamente gratuitos a los que puedes acceder. Si es algo que sientes que tienes que trabajar, deja de posponerlo. No más excusas, empieza ahora mismo y libérate de tus malos hábitos lingüísticos. Escribe, escribe, escribe Sabemos que puede parecer la más obvia de las afirmaciones, pero para escribir un buen libro necesitas ante todo saber escribir bien. Y ahora vienen las dudas: ¿cómo sé si escribo bien? ¿cómo mejoro mi escritura? También en este caso existen una multitud de posibilidades que puedes emplear para evaluar tu capacidad como escritor. Puedes empezar por lo más sencillo. Pídele a un amigo o a alguien en quien confíes que lea lo que escribes. Aunque no se trate de un experto del sector será muy útil saber su opinión. Si lo que intentas comunicar llega de forma correcta e incluso genera alguna emoción o forma de empatía, algo debes estar haciendo bien. Descubre de qué se trata para conocer tus puntos fuertes, de lo contrario descubre en qué estás fallando. Ten en cuenta que a estas personas puede cegarles un poco su cariño por ti, así que coloca sus comentarios en cuarentena antes de emocionarte demasiado. Además, si no son lectores habituales sus opiniones no tendrán un valor muy alto, así que quizá te convendría explorar en otros lugares: grupos de lectores, etc. Por otro lado, lee a otros autores puedes aprender de ellos qué es lo que te gusta y ver qué te gustaría tener en tu estilo de escritura. No tienes que copiarlos, pero simplemente dejarte inspirar y aprender de los mejores. Empezarás a entenderte a ti mismo y a tu forma de escribir. Una vez que hayas comparado y editado varias veces tus textos habrás desarrollado la capacidad de ser autocrítico y de aplicar un análisis individual. Aun así puedes pedir la ayuda de expertos, seguir cursos especializados o estudiar un buen manual sobre el tipo de escritura que más te interesa para aprender la teoría. Por último, lo más importante para mejorar en tu escritura es escribir, escribir y escribir. Solo haciéndolo podrás mejorar sin parar hasta el día en el que estés satisfecho de ti mismo y te sientas seguro para empezar tu novela. Desata toda tu creatividad Ser creativos es claramente uno de los requisitos indispensables para escribir historias que intriguen e interesen. Aunque como veremos en otros artículos, no es suficiente la creatividad para escribir novelas. Una vez que hayas despertado tu parte creativa, conjuntamente, tendrás que aprender la técnica con la que comunicar esa misma creatividad. Pero no te obligues, ya que la creatividad tiene una característica curiosa: si se la fuerza se empieza a bloquear, deja de fluir y nos abandona. Si no te sientes creativo busca algo que llame tu atención o que despierte tu curiosidad. Verás que las ideas no tardarán en llegar. Una buena idea es anotar todo lo que te venga a la mente, incluso sin seguir un orden. Podrás darle una forma más estructurada más adelante, pero por el momento no te preocupes; disfruta de tu ser creativo. Recuerda, el Universo tiende a la entropía, al desorden y eso mismo es el acto de crear que rige la creatividad. Lee todo lo que puedas Leer es una de las costumbres más importantes para un escritor. Probablemente no es algo que te resulte difícil hacer, ya que si te gusta escribir eso quiere decir que te encantan los libros. Pero es bueno recordar que una técnica útil para mejorar tu escritura y tu capacidad de interpretación es salir de tu área de confort. Disfruta autores que no sueles leer, cambia géneros y explora las bibliotecas de tus amigos. Leer libros diversos es una manera para estimular tu mente. Y quien sabe, quizás a través de este ejercicio terminarás incluso descubriendo algo nuevo sobre ti mismo. No olvides que la labor del escritor requiere coraje y es un recorrido a través del cual podrás reencontrarte y conocer mejor lo que te rodea. Tu experiencia personal como lector influirá sobre tu escritura, por eso es importante
El placer de leer, el placer de escribir
Escribir y leer son dos actividades que se complementan la una con la otra, el escritor no existe sin el lector y viceversa. Se trata de una relación anacrónica que queda impresa en la celulosa, pero que se da solo en el momento en el que alguien decide abrir un libro entre sus manos y empezar a leer. Antes de adentrarme en este tópico tan interesante os voy a contar mi relación con la escritura y la lectura, ya que estas dos actividades ocupan la mayoría del tiempo de la vida de un autor que son leer y escribir. De hecho una novela tiene dos fases, la lectura que antecede a la segunda fase de la escritura: leer escribir, leer escribir, leer escribir… Leer es como viajar Las páginas de los libros que leemos marcan nuestras vidas. A través de la lectura podemos experimentar lo que estamos leyendo casi como si lo estuviéramos viviendo en primera persona. Gracias a la capacidad que tienen los libros de trasportarnos hacia otros mundos. Así mismo, cada vez que nos dejamos llevar por las palabras de una novela estamos explorando una nueva realidad compartida por el escritor, los personajes y el lector: una experiencia única que activa nuestra imaginación. Deteneros por un momento y leed el siguiente fragmento: “La novela comienza en una estación de ferrocarril, resopla una locomotora, un vaivén de pistones cubre la apertura del capítulo, una nube de humo esconde parte del primer párrafo. Entre el olor a estación pasa una ráfaga de olor a cantina de la estación. Hay alguien que está mirando a través de los vidrios empañados, abre la puerta encristalada del bar, todo es neblinoso, incluso dentro, como visto por ojos de miope, o bien por ojos irritados por granitos de carbón. Son las páginas del libro las que están empañadas como los cristales de un viejo tren, sobre las frases se posa la nube de humo. Es una noche lluviosa; el hombre entra en el bar; se desabrocha la gabardina húmeda; una nube de vapor lo envuelve; un silbido parte a lo largo de los rieles brillantes de lluvia hasta perderse de vista.” Leyendo el párrafo de la famosa novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero, todos hemos creado en nuestra mente un escenario repleto de detalles. Incluso nos habremos situado dentro de la misma escena sin darnos cuenta. Pero seguramente cada uno de nosotros lo ha imaginado de forma completamente diferente, aplicando un criterio individual y subjetivo. La experiencia subjetiva de la lectura Leer es un acto muy singular que nos permite activar una especie de piloto automático. Las palabras del escritor son las que nos guían. Podemos imaginar escenarios, entretanto las descripciones, los personajes y el autor nos acompañan. Durante la lectura estamos a solas sin estarlo. Aunque hay quienes comparten este momento leyendo en compañía. Para muchos se trata de una actividad que aporta placer, un momento de ocio, un nuevo estímulo, un espacio en el que se mezcla lo ficticio con lo real. Pero como hemos visto cada persona vive la lectura a su manera, y esto no se limita solo en cómo representamos lo que estamos leyendo sino también en la manera en que la misma lectura influye sobre nosotros. Para mí leer es todo esto. Pero, sobre todo, es una actividad que me aporta paz. Me relaja, me conecta conmigo mismo. Afinidades de género literario Es importante también recordar que existen una infinidad de géneros que producen una reacción diferente en cada persona. De esta manera terminamos construyendo nuestros gustos y a veces incluso descubrimos una mayor afinidad con un género con respecto a otro. Yo como sabéis leo mucha novela histórica. Pero me gusta también la novela de aventura, con Clive Cussler a la cabeza, y tengo momentos en los que me enfoco en otros géneros. Por ejemplo, hubo una época, hace ya bastantes años, que leía todo lo que caía en mis manos de Robin Cook, que escribe thriller médico. La búsqueda de un género favorito es algo que surge de manera espontánea… leyendo os daréis cuenta de cuál es el vuestro. Escribir es como pintar En el acto de escribir el escritor crea el destino al que sus lectores podrán viajar. Pinta con sus palabras el mundo de los personajes, los elementos que quiere mostrar y los que prefiere esconder para que el lector mismo los descubra. Escribir es un lugar sin lugar, es un profundo intercambio, es una forma de comunicación que no tiene tiempo. Autores que ya no nos acompañan y escritores contemporáneos se dejan conocer por el lector. Yo diría que la escritura es un refugio, un espacio que es solo mío, en el que me evado de otras cosas y me convierto en Dios para crear otros universos, otras personas, y manejar sus vidas. Es un espacio de disfrute, de vivir otras vidas. ¡Todo el mundo debería probarlo! La experiencia de escribir La mayoría en algún momento de nuestras vidas hemos aprendido a escribir. Esto se da en la etapa evolutiva de la niñez y aprender a escribir viene después de aprender a leer, así que se empieza con el viaje para un día poder pintar un destino. Mi primera imagen de mí escribiendo que recuerdo fue hacia mis 9 o 10 años… recuerdo que tenía un lápiz en la mano en el suelo en casa de mis padres y escribía historias de piratas porque justo había descubierto El corsario negro. Leo desde siempre. Escribo desde casi siempre. Mi primera experiencia como escritor Yo he sido afortunado, un auténtico privilegiado, en ese sentido: la primera novela que escribí, aunque no se publicara, me abrió las puertas de una agencia muy importante. No me sentí fracasado, porque era evidente que la novela tenía cierta calidad, de lo contrario no habría firmado con la agencia. Pero algo fallaba, algo no tenía bien trabajado. Descubrirlo no fue un proceso rápido ni simple. Me tocó investigar mucho, estudiar mucha teoría narrativa para
Libérate de estos mitos si quieres ser escritor
Con mucha probabilidad has llegado hasta aquí porque quieres ser escritor. Puede que aún no hayas empezado a redactar tu primera novela y que lleves años con esa historia dentro de tu cabeza, ahí se ha quedado y no sabes como dejarla salir. O a lo mejor ya la has escrito e incluso has buscado una editorial para publicarla. En ambos casos puede ser que tus expectativas no hayan terminado cumpliéndose del todo, sigues con dudas y preguntas que comienzan con algún cómo y muchos porqués. Si te ves reflejado, no te preocupes, querido autor novel: el oficio del escritor requiere tiempo, es trabajo y es arte, pero sobre todo es aprender, planificar y darle vida a tu escritura. Recuerda lo que dijo Stephen King en su autobiografía Mientras Escribo: “Las palabras crean frases, las frases párrafos, y a veces los párrafos se aceleran y cobran respiración propia.” En este artículo voy a darte unos recursos para que puedas empezar a desarrollar tu carrera como escritor, pero antes necesito que te liberes de estos 5 mitos que todo autor novel, antes o después, ha terminado creyéndose. Primer mito: No tengo suficiente talento Este es un clásico que echa para atrás a un gran número de aspirantes a nuevos escritores que a menudo terminan dejando de lado su sueño por esta razón. Si tú también te lo has creído tengo una buena noticia para ti: la mayoría de las personas no nace con una capacidad innata, o lo que se le llama un talento. Lo que sí es cierto es que todos los que quieren escribir tienen una pasión en común, la escritura, y eso hace que pasen gran parte de su tiempo escribiendo y mejorándose hasta dar con el punto. De esto se trata. Saber escribir no es un don; como todas las cosas, se aprende a través de la práctica, probando una y otra vez, analizando los errores y corrigiendo la técnica narrativa. La constancia es la clave que necesitas tener y cultivar. Recuerda, nadie nace sabiendo. Segundo mito: Necesito estudiar una carrera en la universidad La decisión de estudiar en la universidad reside en diferentes razones, como aprender algo nuevo, favorecer capacidades que sentimos tener dentro de nosotros o el deseo de adquirir un conocimiento más profundo sobre un tema específico, aunque para muchos la causa principal suele ser conseguir un título oficial que les dé acceso a un nicho laboral y les permita ejercer una profesión en concreto. Sin embargo, es importante recordar que no todos los trabajos se aprenden en la universidad. Es común pensar que para escribir una buena novela es necesario estudiar una carrera como Comunicaciones, Literatura, Lenguas, Letras… y que sin ello sería imposible, o muy difícil, ser un escritor. Bien, ¡no es así! Para ser escritores y escribir novelas la universidad no es un requisito indispensable, porque ninguna carrera enseña a ser escritor. Si te interesa enriquecer tu cultura y quieres tenerla como guía, adelante; es muy buena idea. Pero si tu objetivo es ser escritor necesitas “tan solo” enfocarte en aprender y aplicar los conceptos de una asignatura en concreto: la narrativa. Para ello, fórmate a través de cursos de escritura que te ayuden a trazar tu camino. Si aún estás pensando que a lo mejor te vendría bien la universidad para ser escritor, piensa en las historias de grandes escritores que demuestran lo contrario, como Michael Crichton o Sir Arthur Conan Doyle. Ninguno de los dos estudió en la universidad para ser escritor, sino para ser médicos; sin embargo, ¡escribieron novelas reconocidas mundialmente! Tercer mito: Ya nadie lee Puede que sea cierto que hoy en día se lee mucho menos con respecto al pasado, pero también es cierto que el número de personas alfabetizadas que tienen acceso a la cultura es mucho mayor. En cada una de ellas hay un potencial lector al que puedes llegar. No se trata de que lo que escribes le guste a todo el mundo, sino de que haya gente a la que le guste lo que escribes. Las personas leen cuando se siente inspiradas por un libro que se cruzan en el escaparate de una librería, cuando un amigo les cuenta la historia de una novela que lo ha cautivado. O incluso navegando por internet al dar con los comentarios de un blog que terminan convenciéndolo. Hay infinitas maneras en las que los lectores pueden encontrar tu novela, pero si nunca la escribes ese encuentro jamás se dará. Citando al poeta Pier Paolo Pasolini, recuerda que el rol del escritor es extremamente relevante para la sociedad. Aportar creatividad e inspiración con lo que se escribe es algo indispensable, que trae nueva vida y estimula el ambiente en el que vivimos de maneras directas e indirectas. Por esto la profesión del escritor nunca va a morir, y por las mismas razones siempre habrá voraces lectores en la espera de novedades. Necesitamos cultura, necesitamos escritores, necesitamos libros para leerlos. Cuarto mito: Las editoriales no publican nuevos autores Este probablemente sea el punto más difícil de aceptar para un autor novel y es un tema muy importante que hemos tratado con más detalle en este artículo. Es verdad que muchos aspirantes a escritores envían sus novelas a las editoriales y reciben un “no” como respuesta. Precisamente alrededor de esta experiencia compartida por la multitud se ha creado esta falacia que enreda a un gran número de escritores noveles. Pero entonces, si esto pasa realmente ¿por qué lo llamamos un mito? La razón que hace que la mayoría de las novelas de los autores noveles sean rechazadas no reside en el hecho de que las editoriales no quieran publicar a un nuevo autor emergente, sino en la escasa calidad de ese trabajo. Cuando las novelas son de calidad y tienen potencial de venta las editoriales no dudan ni por un momento y las publican, ya que para ellas se trata de un negocio. Tienes que buscar el verdadero origen del rechazo de tu trabajo. Sé que
Cómo crear personajes realistas usando el eneagrama
Este mes profundizaremos más en la interesante y necesaria labor de construir buenos personajes para nuestra novela. Pero antes de iniciarnos en cómo crear personajes realistas usando el eneagrama debemos responder a la primera pregunta que acude a nuestra mente: ¿qué es el eneagrama? Su nombre proviene del griego y significa “nueve líneas”, precisamente porque explica que la humanidad puede clasificarse nada más y nada menos que en nueve tipos distintos de personalidad, cada uno con su propio modelo mental definido. En cuanto a su autoría no está nada clara, pues hay pruebas de que ya se utilizaba en el medio oriente hace 2.500 años. No obstante, en el siglo XIX, George Ivanovich Gurdjieff lo rescató acercándolo a Europa, donde posteriormente multitud de psicólogos occidentales lo tomarían como objeto de estudio en sus investigaciones. En la actualidad, el eneagrama está cada vez más en auge, usado principalmente como herramienta de autoconocimiento y descubrimiento personal, e incluso existen cursos y escuelas de guionistas muy prestigiosas que lo enseñan en sus asignaturas de creación de personajes, así como en cada vez más empresas y universidades. Dejando a un lado la monserga histórica y el rollo psicológico, que pueden interesarnos más o menos, poseer esta herramienta tan práctica y sencilla de aplicar puede abrirnos un mundo de posibilidades como escritores a la hora de crear personajes realistas. Y es que cuando estudias a fondo el eneagrama y sus nueve tipos de personalidad te das cuenta de que la psique humana, aunque compleja y única, está formada por una serie de creencias y comportamientos comunes que podemos replicar para que los personajes de nuestra novela sean lo más humanos y redondos posibles, sobre todo a la hora de enfrentarse a sus propios conflictos internos y a la interacción con aquello y aquellos que les rodean. Y aunque es un tema fascinante del que podríamos hablar en un blog dedicado exclusivamente a ello, prometo sintetizarlo de una forma práctica y sencilla para que podamos empezar a crear personajes realistas usando el eneagrama sin necesidad de estudiar un master para ello. Ahora bien, si alguno está interesado en conocer de una forma mucho más amplia todo esto, no puedo sino recomendaros el libro “Encantado de conocerme”, de Borja Vilaseca, así como invitaros a que os paséis por su canal de youtube, ya que es uno de los mayores expertos y conferenciantes actuales de España y Latino América. CREAR PERSONAJES REALISTAS: LADO OSCURO Y LADO LUMINOSO DEL ENEAGRAMA Ser de un eneatipo de personalidad u otro no es, en sí mismo, malo ni bueno. Pero sí es cierto que nuestra personalidad, y por tanto la de nuestros personajes, pueden estar en un punto más oscuro cuando están sometidas por el ego, es decir, por esa máscara que vamos desarrollando cuando crecemos para relacionarnos con las personas que nos rodean con el objetivo de intentar evitar que nos hieran, o encontrar erróneamente la felicidad buscando fuera el amor, la atención, la valoración, el respeto o la seguridad que nos falta dentro, por ejemplo. Por otro lado, decimos que un eneatipo está en su lado luminoso cuando está más conectado con su ser, cuando se ha liberado del ego, de estar sometido al qué dirán de aquellos quienes les rodean, y viven su vida en armonía consigo mismos sin necesidad de mendigar fuera lo que les falta dentro. En este punto diría que, como escritores, a nosotros nos interesará más el lado oscuro de los eneatipos, ya que si nuestro objetivo es crear personajes realistas y redondos usando el eneagrama, y que reflejen con verosimilitud la condición humana, la realidad es que desgraciadamente en su inmensa mayoría vivimos más sometidos al ego y en conflicto constante con nosotros mismos y las personas que nos rodean que en un auténtico estado zen de paz y amor absoluto. Por lo que personalmente me tomaré la licencia de traeros los nueve eneatipos en su versión más oscura y descentrada, aquellos dominados por el ego, cada uno de su propia y particular forma. Vamos a ver sus particularidades y cómo crear personajes realistas basándonos en ellas. CREAR PERSONAJES REAISTAS: LAS TRES TRÍADAS: EMOCIONAL, PENSAMIENTO Y VISCERAL Como podéis ver en la imagen, los nueve eneatipos pueden clasificarse a su vez en tres grandes grupos o tríadas, siendo 8, 9 y 1 los pertenecientes a la tríada visceral; 2, 3 y 4 a la emocional y 5, 6 y 7 a la tríada de pensamiento. ATENCIÓN: Esto no quiere decir que la personalidad de un eneatipo 2, 3 o 4 sea más “amorosa” o “sentimental” que los demás, o que la de un eneatipo 5, 6 o 7 sea más “intelectual” que el resto. Más bien, la clasificación de las tres tríadas se basa en la herida de nacimiento, en donde reside el conflicto vital, la carencia esencial de cada una de ellas, como veremos a continuación. LA TRÍADA VISCERAL: Si estás buscando crear un personaje realista cuyo conflicto interno dominante resida en la ira y en los problemas con el poder, la autoridad y la dominación/sumisión probablemente te servirá alguno de los tres modelos o arquetipos que componen la tríada visceral. Eneatipo 1: El perfeccionista. El reformador. Su trauma esencial es que se siente imperfecto, y para llenar ese vacío crea una visión del mundo autoritaria y dual, donde todo es o blanco o negro. Son exigentes, críticos, hiper morales, rígidos. El deber está antes que el placer. Para un 1, si quieres un trabajo bien hecho, hazlo tú mismo. Suelen pensar que ellos tienen la razón absoluta en todo, y siempre están discutiendo o aleccionando a los demás para que entiendan su punto de vista y lo compartan. Están casi siempre de mal humor, entre otras cosas porque al tener una visión tan extrema de cómo debería ser el mundo los hace vivir en una frustración eterna, ya que el mundo no es como ellos quisieran. Además poseen un importante exceso de ira. Un buen ejemplo de personaje basado en el
Cómo usar el miedo al crear un personaje literario.
Mi querido compañero Rober Rodríguez me lanzó una propuesta en uno de sus interesantes artículos, en el cual mencionaba el miedo a los payasos. Y a mí, que no hay nada que me mueva más que un reto, me ha faltado tiempo para ponerme a ello. Sin embargo, voy a ir a algo más básico que el miedo a los payasos, y es al miedo mismo. ¿Por qué? Porque el miedo es una emoción básica y universal. Todas las personas hemos sentido miedo y todas las personas tenemos miedos todavía. Nadie escapa a esta realidad emocional. ¿Por qué, entonces, se deberían escapar de ella nuestros personajes? A continuación explicaré cómo usar el miedo al crear un personaje literario. Para usar el miedo debemos conocer el miedo El miedo, según la Real Academia Española, tiene dos acepciones que varían en la intensidad de dicha emoción. Por un lado, el miedo es la angustia que experimenta la persona por un riesgo o daño real o imaginario; y, por otro lado, el miedo es el recelo o aprensión de que suceda algo contrario a lo que se desea. Por ejemplo, se puede sentir miedo ante la idea de salir a hablar a un escenario, durante un examen académico, en una entrevista de trabajo, ante la posible pérdida de algo o alguien querido… A menudo, sin embargo, las personas utilizan otras palabras para referirse a esta emoción, tales como ansiedad, fobia, angustia, pánico… llegando a considerarlas sinónimos. El miedo es una emoción funcional, adaptativa y necesaria para la supervivencia. Nos alerta, activa y moviliza psicológicamente y fisiológicamente ante un peligro que amenace nuestra integridad física o moral. El miedo, por tanto, es una emoción normativa que forma parte integral del desarrollo humano. De la misma forma, nuestros personajes deben tener miedos y reaccionar a ellos de forma coherente para que quien lea la novela pueda empatizar con ellos. Es el primer paso para saber cómo usar el miedo al crear un personaje literario. Cómo usar el miedo al crear un personaje literario: de la emoción a la acción El siguiente paso en esto de aprender cómo usar el miedo al crear un personaje literario es comprender la conducta asociada a dicha emoción. Y es que, como toda emoción, el miedo va ligado a una reacción. En este caso, la conducta asociada es de huida, que puede verse desde la perspectiva del escape o de la evitación. La evitación consistiría en eliminar el estímulo antes de que aparezca, en prevenir el contacto en encuentro con él, y el escape se produciría después de la exposición del estímulo que produce la aversión. Para entendernos, imaginemos a un personaje que tiene miedo a las palomas: su conducta de evitación sería no cruzar el parque donde sabe que se reúnen. Si otro personaje tiene miedo, por ejemplo, al fracaso, la evitación podría llevarle a no empezar un proyecto. ¿Y qué hay de la conducta de escape? Pues, en el primer caso, el personaje saldría corriendo tras ver a las palomas y, en el segundo, el personaje se vendría abajo tras el fracaso, huiría mediante el aislamiento, la agresividad o cualquier otra forma desadaptativa de gestionar el miedo. Y es que sí, el miedo puede manejarse adecuadamente… o no. El miedo se convierte en un problema cuando la actitud y las competencias emocionales que poseemos no tienen la suficiente fuerza para dominar dicha emoción. Cuando el miedo toma el control, el personaje reaccionaría de forma desadaptativa a situaciones cotidianas, llegando a tener otro tipo de alteraciones fisiológicas que podrían derivar en un trastorno de ansiedad generalizada. Cómo usar el miedo al crear un personaje literario: del miedo a la ansiedad Si se quiere saber cómo usar el miedo al crear un personaje literario, es imprescindible conocer la ansiedad, ya que son conceptos íntimamente relacionados pero no iguales. El miedo, como he explicado, es una emoción básica, universal y necesaria, que podemos manejar más o menos adecuadamente, y que va ligada a dos tipos de reacciones de huida. El trastorno de ansiedad generalizada consiste, según el DSM V, en una preocupación excesiva durante, al menos, seis meses, relacionada con diversos ámbitos, como el laboral y familiar. Quien sufre un trastorno de ansiedad es incapaz de controlar la preocupación y de llevar una vida funcional, por lo que la persona siente un malestar clínicamente significativo que le afecta en el ámbito social, laboral y otras áreas importantes del funcionamiento. De esta forma, si nuestro personaje siente miedo de manera estable e intensa, no puede no afectarle en todo lo demás. Todo esto, al margen de que menudo las personas llaman ansiedad a lo que, sencillamente, es miedo, y viven como una patología una emoción natural que no han aprendido a manejar todavía. Esto también puede usarse en una novela, ya que asumir que se tiene ansiedad cuando solo se siente miedo, puede menguar nuestra capacidad competencial para afrontar las amenazas reales o imaginarias, y puede hacernos errar en el afrontamiento del problema, lo cual también le puede ocurrir a nuestros personajes. La interpretación del personaje Este fenómeno estímulo-emoción-acción que he explicado se produce en un contexto específico. Los contextos son considerados estímulos ambientales y pueden producir respuestas emocionales también, dependiendo del significado que la persona le otorgue a los elementos de dicho contexto. Un hospital, por ejemplo, puede generar emociones distintas en personas diferentes. En algunas, miedo, en otras, tristeza… Y la conducta asociada, por tanto, será también diversa. Esta diversidad de respuestas fisiológicas y conductuales se debe a la mediación cognitiva, es decir, al proceso mediante el cual interpretamos los estímulos que nos rodean. Esta interpretación no es, necesariamente, consciente ni racional, de ahí que las respuestas puedan ser adaptativas o desadaptativas. Por ejemplo, si una niña está jugando en una habitación, sola, y de repente se va la luz, la reacción refleja emocional será de miedo y se manifestará de distintas formas (llanto, grito…), como una llamada de socorro. Con el tiempo, esta reacción va cambiando, y los mismos
Cómo manejar el enfado de un personaje en nuestra novela
Escribir una novela es querer emocionar al lector a través de nuestra historia, de nuestro mundo y nuestros personajes. Para conseguirlo, es necesario conocer, reconocer y comprender las emociones, dado que, de lo contrario, no podremos expresarlas y transmitirlas como realmente queremos. En concreto, en esta ocasión, os voy a explicar cómo manejar el enfado de un personaje, porque, oye, todos nos enfadamos, de una manera u otra, y nuestro personaje no puede ser una excepción, a menos que esté realmente justificado. En otra ocasión os hablé de la tristeza, de las distintas formas que tenemos de afrontarla. También os he contado las estrategias básicas que utilizamos para hacer frente a un problema y a qué historia de vida general suele estar asociada. El mundo emocional de las personas es importante, ya que influye en las decisiones y relaciones que tenemos. De la misma manera, los personajes que creemos deben estar influidos por su forma de experimentar esas emociones. Si no, no sería realista, y si un lector no es capaz de creerse nuestra historia, dejará la novela a un lado. ¡Y no queremos eso! Cómo manejar el enfado de un personaje: la duración Antes de meternos en líos, tenemos que saber de qué estamos hablando. La ira, o el enfado, es una emoción funcional. Esto quiere decir que surge ante una amenaza o un problema y nos sirve para motivar la defensa o afrontar la situación que sea. Todas las personas nos hemos sentido enfadadas en algún momento, o muchas veces, y sabemos que no es una emoción placentera. La ira surge como respuesta a dos tipos de situaciones distintas: cuando alguien nos perjudica de algún modo y cuando una persona importante para nosotras sufre. Es importante tener esto en cuenta para entender, a continuación, cómo manejar el enfado de un personaje. Bien, como he comentado, se podría decir que hay dos tipos de situaciones distintas que pueden generar enfado en nosotros y, por ende, en nuestros personajes. La ira como respuesta al perjuicio propio se denomina ira personal, y es en la que vamos a centrarnos hoy. Dependiendo de la intensidad con la que el personaje experimente las emociones, lo pasará peor o mejor cuando algo le enfade, será más o menos impulsivo en su respuesta, pero ese sentimiento durará, más o menos, una media hora. Y tras esa media hora pueden pasar dos cosas: que el personaje gestione adecuadamente su ira y, en consecuencia, afronte de forma asertiva y resolutiva la situación que le generó dicho sentimiento; o bien, que reaccione agresivamente, ya sea para defenderse o para castigar al personaje culpable de su enfado. Conocer los tiempos emocionales son importantes, dado que no tenerlos en cuenta puede hacer que quien nos lee se salga de nuestra historia o no llegue a conectar con la situación que vive nuestro personaje. Como decía, es importante saber cómo manejar el enfado de un personaje, y eso incluye, indudablemente, los tiempos. La rumia y el enfado del personaje Hace un momento os he hablado de la duración de la emoción del enfado en personas que gestionan adecuadamente sus pensamientos y emociones. Sin embargo, sabemos que no siempre manejamos bien lo que sentimos. Seguro que alguna vez, o muchas veces, os ha pasado algo que os ha enfadado y no habéis podido parar de darle vueltas. El proceso, en realidad, empieza por recordar y revivir el episodio que nos provocó la ira, sigue por alimentar pensamientos que incrementan dicha emoción y termina por ensayos mentales de posibles respuestas o actos de venganza. A ese proceso o fenómeno se le llama rumia de la ira. Los efectos de rumiar la ira incluyen un aumento de los sentimientos de enfado, tendencia a pensamientos relacionados con la amenaza y agresividad, respuestas cardiovasculares como la presión arterial y comportamientos agresivos. Y es que, efectivamente, la rumia de la ira se relaciona con las conductas agresivas físicas, verbales y hostiles. Como ya sabréis, las agresiones físicas engloban todo acto físico intimidatorio que puede generar un daño a la otra persona, como empujones, golpes, agarrar con fuerza o zarandear a alguien; y las verbales hacen referencia a gritos, insultos y conductas similares. La hostilidad, que es un concepto menos popular, se define como la desconfianza, cinismo, creencias y atribuciones negativas sobre las demás personas o sus intenciones. En otras palabras, es la tendencia a sentirnos atacados/as y ponernos a la defensiva, habitualmente contra personas que ni siquiera tienen relación con la situación inicial que nos produjo la ira. Cómo manejar el enfado de un personaje: la conducta Ya habréis visto, con lo que os estoy explicando, que las emociones son la base de la mayoría de nuestras reacciones y conductas, por eso es tan importante conocerlas, ¡especialmente si lo que queremos es emocionar a quien nos lee! Muy ligado al enfado, estaría el autocontrol. El autocontrol es la capacidad de alterar, modificar o gestionar adecuadamente los pensamientos, emociones y comportamientos, con el fin de seguir las normas sociales, valores morales, estándares personales y apoyar la búsqueda de objetivos a largo plazo. Se sabe que las personas que tienen un mayor nivel de autocontrol tienen niveles más bajos de conductas agresivas. En realidad, es algo que tiene bastante sentido y que probablemente ya supierais. Sin embargo, uno de los factores que median entre el autocontrol y la agresividad es, precisamente, la rumia de la ira, y eso ya no es tan conocido, ¿verdad? En un artículo anterior hablé sobre lo importante que es conocer los tipos generales de personalidad para que el lector pudiera conectar con nuestro personaje. Pues ahora os digo que nada de eso sirve si no sabemos cómo manejar el enfado de un personaje, los tiempos, las reacciones y esa rumia o autocontrol sobre sus pensamientos. Las personas somos complejas y los personajes, al menos los principales, no pueden serlo menos. La realidad hace más realista lo que queremos plasmar y, sobre todo, transmitir. No se puede emocionar sin tener en cuenta, con respeto
Cómo afecta la tristeza a tu personaje. ¿Lo estás plasmando bien?
En el artículo anterior, comenzaba afirmando que la tristeza es una emoción que nos acompaña desde el inicio de nuestro nacimiento . Podemos experimentarla en un amplio abanico de situaciones. Por ejemplo, cuando recorremos la ciudad deseando tomar nuestro helado favorito y no lo encontramos, o cuando vivimos una situación verdaderamente trágica que cambia por completo nuestra vida. En esta publicación voy a abordar el segundo caso: cómo afecta la tristeza al personaje y qué estrategias de afrontamiento existen para gestionar lo ocurrido. Las estrategias de afrontamiento son las conductas que llevamos a cabo para gestionar una situación determinada: ruptura amorosa, accidente, enfermedad, maltrato… O a un pasado herido emocionalmente. Os planteo un par de preguntas: ¿Cuántas veces hemos leído o escrito una historia en la que hablemos de cómo afecta la tristeza a tu persona, un personaje marcado por estas experiencias? ¿Y cuántas veces has tenido en cuenta los efectos que ello produce en las actitudes y creencias de los personajes, a corto y largo plazo, con coherencia? Un ejemplo de cómo afecta la tristeza a tu personaje: la infancia difícil Una infancia difícil, en el entorno científico, se denomina adversidad infantil. Siguiendo la definición de los investigadores Thomson y Jaque , es un término que incorpora múltiples formas de abuso, negligencia y desafíos familiares, lo que puede llevarnos a tratar el tema de cómo afecta la tristeza a tu personaje. Pero ¿a qué nos referimos con abuso, negligencia y desafíos familiares? El abuso es toda acción intencionada que conlleva un daño físico, emocional o sexual en la persona, normalmente un menor de edad. La negligencia, por otra parte, es todo daño no intencionado, causado más bien por desconocimiento, que tiene como consecuencia el abandono físico o emocional del bebé o niño que han de cuidar. Finalmente, encontramos los desafíos familiares, que incluyen situaciones tan diversas como la pobreza, un divorcio complicado, una separación problemática, una enfermedad mental familiar, la drogodependencia, la violencia intrafamiliar de cualquier tipo, tener un familiar encarcelado… Todas estas situaciones reflejan una infancia difícil que, en ocasiones, tiene su eco en la edad adulta. Con frecuencia, coexisten múltiples formas de adversidad, por ejemplo, una situación de pobreza puede sumarse a una enfermedad mental, o viceversa, e incluso a un abuso de sustancias o drogas. Dependiendo del tipo y número de adversidades, la persona se verá más o menos afectada a largo plazo. No es necesario que la persona sufra en sus carnes, como se suele decir, la adversidad en cuestión. Ser testigo de estas situaciones también puede dañar el desarrollo a nivel neurológico, físico, emocional y psicológico . Por tanto, si queremos crear una historia de vida para nuestro personaje marcada por una infancia difícil, se han de conocer la inmensidad de adversidades que pueden afectarnos a nosotros, las personas, y por tanto a quienes leerán nuestras historias. Recuerda que el vínculo entre personaje y lector es importante. Cómo afrontamos esa infancia difícil Además del popularizado término de resiliencia, que probablemente conozcas, existen las llamadas estrategias de afrontamiento. Esto es: cómo las personas aprendemos a enfrentarnos a la adversidad, cómo aprendemos a hacerlo y, por tanto, cómo lo haremos en adelante. Las estrategias de afrontamiento están estrechamente asociadas con los rasgos y disposiciones de la personalidad, por lo que deben ser coherentes con los rasgos de personalidad que mencionábamos hace unos meses . Fundamentalmente, los individuos respondemos a un evento estresante en el momento en el que nos acercamos (pelear) o nos retiramos (huir). Dependiendo del contexto, cualquiera de las tácticas es adaptable y asegura la supervivencia. No obstante, los avances de la investigación en este campo han arrojado información interesante y útil como, por ejemplo, que se han identificado tres estrategias de afrontamiento principales: orientadas a la tarea, orientadas a la emoción, orientadas a la evasión. Siguiendo las explicaciones de Thomson y Jaque, las estrategias orientadas a tareas incluyen la identificación de problemas, la búsqueda de soluciones para resolver el problema y la movilización de esfuerzos para lograr una resolución. Esta forma de afrontamiento también se considera solución de problemas u orientada a la acción, y se considera la estrategia más eficaz y adaptable para manejar eventos estresantes. Todas las personas que han afrontado las adversidades, grandes o pequeñas, en la infancia con esta estrategia y han resuelto el problema con éxito, aprenden que esta actitud es la que funciona para afrontar las dificultades o el estrés. Sin embargo, en la mayor parte de las ocasiones, el desequilibrio de poder (entorno-niño, adulto-niño) imposibilita que dependa del menor de edad resolver la situación y, por tanto, suele fracasar en su intento. Cómo afecta la tristeza a tu personaje: cuando la respuesta es la emoción A diferencia de la estrategia orientada a la tarea, una estrategia orientada a la emoción se identifica como una táctica poco eficiente de afrontamiento. Por lo general, implica estados emocionales negativos abrumadores como el miedo, la vergüenza, la culpa, ansiedad, enojo o desesperación que interfieren con la reducción del estrés. Las personas que asumen una estrategia orientada a la emoción se preocupan por los estados de sentimientos negativos y no pueden explorar activamente soluciones orientadas a la tarea para satisfacer las demandas del factor estresante. La participación en esta forma de afrontamiento eventualmente compromete el bienestar mental y físico y a menudo se asocia con psicopatología. Una persona con depresión, distimia, trastorno por estrés postraumático o cualquier otra afección relacionada con un pasado adverso, asume unas actitudes de afrontamiento que han de ser coherentes entre sí y con su propio sistema de valores y creencias. Si queremos dar realismo a nuestro personaje, el cual se encuentra en esta situación, debemos consultar con expertos que puedan orientarnos al respecto. Cuando pienso en esto me gusta poner el ejemplo de las novelas históricas. En ellas, el autor debe documentarse para que la historia tenga robustez, sea creíble y coherente. Del mismo modo, debemos ser rigurosos a la hora de afrontar el ámbito social y emocional de nuestros personajes (ciencias sociales) o posibles
La tristeza en la literatura: elemento clave de la novela
La tristeza es una emoción que nos acompaña desde el inicio de nuestro nacimiento. Se expresa a través del llanto cuando nos caemos, de las palabras cuando escribimos una carta a quien echamos de menos, de la ropa cuando vestimos de luto porque no nos apetece ponernos prendas más vivas, más alegres. Nadie es ajeno al sentimiento de tristeza. Estoy segura de que tú también te has sentido triste o, quizá, incluso te sientes triste ahora. Si le presentamos a un grupo de estudiantes un chico que está triste porque su familia no le deja asistir a una oportunidad única en la vida, es posible que consigamos el afecto de dicho grupo. Pero, ¿y si añadimos que ese chico está, además, enfermo? ¿Y si esa oportunidad es realmente única en su vida? Muchas personas sentirán simpatía por el personaje, querrán saber si consigue o no ese sueño que anhela, desearán conocer mejor la historia e incluso un tipo de final, que puede coincidir o no con el que le demos nosotros. La tristeza es importante para el ser humano y, en consecuencia, la tristeza en la literatura es un elemento clave para tu novela. De eso trata este artículo. Existe consuelo en la propia tristeza La importancia de la tristeza en nuestro día a día se basa en que es el principal motivo de la búsqueda de la felicidad. Cuando nos sentimos tristes solemos leer historias trágicas, escuchar música triste, ver películas que nos hagan llorar… pero lo que no sabemos es que gracias a estos recursos nuestro estado de ánimo mejora. Cuando leemos alguna historia triste nos sentimos consolados y comprendidos: el ser humano busca el desahogo a través de la comprensión. Cuando no tenemos la oportunidad de desahogarnos con alguna amistad, encontramos el apoyo en un libro, una película o en la música, llegando incluso a establecer una conexión similar a la que establecemos con nuestros semejantes. La tristeza es un recurso artístico muy utilizado, tanto por quienes crean como por quienes consumen. Por un lado, es habitual que necesitemos expresar nuestra tristeza de alguna forma, buscar consuelo en alguien o en algo, como he explicado antes. Por otro lado, nos identificaremos mejor y sentiremos más simpatía hacia aquellas creaciones capaces de plasmar algo íntimo que somos capaces de experimentar. ¿No es acaso, la tristeza, una de las emociones más íntimas que tenemos? Está relacionada, a fin de cuentas, con nuestra vulnerabilidad. Si la tristeza es algo tan íntimo y representa una vulnerabilidad, ¿por qué nos gusta leer relatos tristes? ¿Por qué quien lee se engancha más fácilmente cuando hay elementos de tristeza? El alivio del final feliz y la tristeza en la literatura Antes he propuesto, a modo de ejemplo, un personaje adolescente enfermo cuya familia le ha prohibido asistir a una oportunidad única en su vida. He mencionado, asimismo, que eso genera simpatía de quien lee hacia el personaje, así como un deseo por saber el final o, incluso, la expectativa concreta de un final feliz (recuerda cuando hablábamos de la relación entre personaje y lector). Este cambio de una emoción triste a una más agradable puede explicarse, entre otras, por la llamada teoría de la transferencia de excitación. Esta teoría se basa, justamente, en el cambio de emoción a través de la exposición de una historia triste con final feliz. A lo largo de toda la historia el receptor de la narración se siente triste debido a la conexión establecida con el personaje; sin embargo, en el final suele sentir un alivio si ha empatizado con al menos uno de los personajes. Un ejemplo de ello sería, como me ha sugerido una buena amiga, la película En busca de la felicidad, dirigida por Gabriele Muccino, en la que aparece un padre y un hijo superando todas las adversidades a las que se enfrentan diariamente como la pobreza o la búsqueda de empleo. Otro ejemplo pero más literario podría ser Sentido y sensibilidad de Jane Auste, donde uno de los personajes femeninos más bondadosos piensa que no es correspondido y muchas lectoras deseamos que sí lo sea finalmente. La tristeza en la literatura y los personajes como consuelo social La importancia de la tristeza también se fundamenta en el consuelo social. Cuando nos sentimos tristes elegimos historias que traten sobre los problemas a los que nos estamos enfrentando en la actualidad o que, de algún modo, puedan representar metafóricamente nuestra experiencia de tristeza. De esta forma nos vemos reflejados en los personajes y sentimos que no somos los únicos con problemas, y como dice el refrán “Mal de muchos, consuelo de tontos”, pero consuelo, a fin de cuentas. Otra explicación teórica sobre este asunto sugiere que a algunas personas les gustan las historias tristes para comprobar que su vida es satisfactoria, por lo que de esta forma las personas valoran su vida al comprobar que hay personas que lo están pasando peor que ellas. Sería algo así como un consuelo social por comparación, que permite relativizar los problemas propios. Un ejemplo literario sobre este uso de la tristeza lo tenemos en el libro La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida” de Elvira Sastre, en el cual la autora plasma en poesía la desilusión por no ser correspondida en el amor y a su vez el orgullo por haber dejado atrás una relación en la que no era correspondida. Tristeza y vulnerabilidad En última instancia, cabe mencionar que existen personas que se interesan por las historias tristes porque quieren comprobar su vulnerabilidad ante situaciones amenazantes. También de esta forma comprueban su fortaleza en posibles vivencias en las que la vida les expondrá en algún momento como la muerte de un familiar o el desarrollo de una enfermedad. Las personas mayores son los que más utilizan este recurso, simpatizando con los personajes e imaginando cómo lo afrontarían ellas mismas. Un ejemplo de ello sería el libro “Un monstruo viene a verme” de Patrick Ness, en el cual un niño tiene que vivir y soportar la enfermedad