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Efectivamente, Teo, es una charla interesante y amena. Rescato algunos elementos que me gustaron mucho. Quemarse las pestañas estudiando para saber mucho sobre el tema… Y luego “olvidarse” de buena parte de ese conocimiento a la hora de escribir, porque se trata de una novela y no de un tratado de Historia. Un “olvido” que surge de decisiones conscientes acerca de cuáles de esos conocimientos se justifican en el contexto de una novela y de cuáles no. Acuerdo enfáticamente: si deseo aprender historia, leo un libro o artículos escritos por un historiador. Pero en la literatura, como bien decía Borges, se lee por placer.
También me agradó mucho tus reflexiones acerca de la necesidad de encontrar mecanismos para que el lector no se vea abrumado o confundido con una avalancha de nombres de personajes.
Estos dos elementos, la profusión de datos históricos y la mezcolanza de nombres, suelen ser los dos elementos que más me apartan, como lectora, del género de la novela histórica.
Y, por cierto, el que la locutora confiese haberse sentido confusa, durante la lectura, sobre qué es historia y qué es ficción es un gran incentivo para leer La predicción del Astrólogo: si lo verídico (o por lo menos verídico según los historiadores) y la ficción se entrelazan hasta el punto de no poder diferenciarlos, entonces la obra realmente funciona como obra literaria.
Confieso que quedé asombrada por lo que contás acerca de la existencia de “nodos geográficos” en los que la historia árabe es poco conocida o no está valorizada como debería estarlo. Es cierto que, como decís, la historia la escriben los vencedores, y en este caso, los vencedores fueron los cristianos.
Tuve una formación escolar en historia muy enciclopédica; aprendí todas las dinastías del antiguo Egipto, todas las obras del siglo de Pericles, y así sucesivamente, jaja. Llegado el momento, aprendí sobre los reinos cristianos en España, los árabes, y etc., nombres, batallas, hitos culturales, reyes… Sin embargo, muchos años después, hablando con un historiador (en realidad sobre temas relacionados con historia de la ciencia), este me lanzó una pregunta que me dejó estupefacta: «¿Existía España antes de la llegada de los árabes?». De pronto todos mis conocimientos previos se derrumbaron y tuve que rearmar, con los bloquecitos, una nueva perspectiva histórica, porque me dí cuenta de que antes de la llegada de los árabes existían reinos… Pero no un país llamado España, tal cual lo entiendo en el presente. Como en las raíces de mis pagos está España, no fue, para mí, una reflexión menor o de poca importancia; fue revalorizar esas raíces desde otro enfoque.
Así que, y aunque viva del otro lado del océano, creo que puedo atisbar cuán apasionante ha sido para vos escribir esta novela. Apasionante más allá de la literatura en sí misma.
Ah, dos años para escribir una novela… Bueno, a mí me parece de lo más razonable. El solo hecho de empaparse del período histórico lleva mucho tiempo. Empaparse, que no es lo mismo que adquirir una sumatoria de datos; esto último se hace rápido, pero llegar a palpar, oler y oir a los personajes y su época… Eso, eso es harina de otro costal.
Un abrazo,
Esther
¡Excelente!
Regreso con un comentario un poquito más detallado.
Un abrazo,
Esther