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Grandes Maestros: Gustavo Adolfo Béquer

Este mes volvemos al romanticismo, más concretamente al romanticismo tardío o post romanticismo, que es donde los estudiosos encuadran a nuestro autor, un autor al que la verdadera fama le llegó tras su muerte: Gustavo Adolfo Bécquer.

Gustavo Adolfo Bécquer, sus primeros años

En realidad, el verdadero nombre de nuestro autor de este mes es Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, más conocido por Gustavo Adolfo Bécquer. ¿De dónde sale Bécquer? No es un pseudónimo como se podría pensar, sino el apellido de sus antepasados paternos de origen flamenco que se establecieron en Sevilla allá por el siglo XVI, ciudad en la que nace también Bécquer en febrero de 1836, en el seno de una familia de artistas, concretamente de pintores.

Tanto él como su hermano fueron orientados hacia la pintura, pero tan solo Valeriano terminó dedicándose a este arte. Bécquer, cuándo fallece su padre, pierde el interés y el apoyo moral para dedicarse a ello. Seis años después, con tan sólo diez, ingresa en el Real Colegio de Humanidades de San Telmo de Sevilla quedando huérfano de madre un año después. Su tía materna termina haciéndose cargo de todos ellos, aunque fue al marchar con su madrina Manuela Monnehy, de origen francés, acomodada económicamente y con una fuerte sensibilidad literaria, cuando Gustavo Adolfo Bécquer entra en contacto con la literatura, empapándose de los autores más famosos del siglo XVIII y del Romanticismo europeo. Con dieciocho años marcha a Madrid a buscarse la vida en el mundo literario y sobrevive escribiendo comedias y zarzuelas.

Gustavo Adolfo Bécquer: tuberculosis y amores

Bécquer muere joven a causa de la tuberculosis. Dicen que hacia 1857 aparecen los primeros síntomas de la enfermedad que trece años después acabaría con él y que no le impide en absoluto llevar una vida amorosa intensa. En 1858, tras salir de la crisis económica en la que se encontraba inmerso desde que llegó a Madrid, conoce a su primer amor, Josefina Espín, a la que corteja hasta que conoce a la que sería la verdadera musa de sus primeros versos, Julia Espín, hermana de Josefina con  la que coincide en las tertulias a las que asistía en la casa de ambas organizada por el padre de ellas. Bécquer empieza a componer sus primeras Rimas con la inspiración que le provoca, pero esto dura poco, ya que Julia tiene miras más altas y nuestro autor por esas fechas todavía vivía de la bohemia.

El disgusto le dura poco y vuelve a enamorarse locamente de Elisa Guillén, dama de Valladolid que según los estudiosos no existe como tal, abandonándolo en 1860 y sumiéndolo en una profunda crisis existencial.

Debido a una enfermedad venérea que contrae, conoce en casa del médico que le trata a la que sería su mujer, Casta Navarro, con la que contrae matrimonio en mayo de 1861, siendo padre de tres hijos, aunque dicen que el tercero no es de él sino del amante de ella, ya que parece que Casta le era infiel allá por 1868.

Como ya he mencionado, dos años después y como consecuencia de un posible enfriamiento invernal, muere en diciembre de 1870 por el agravamiento que este le produce en la tuberculosis que periódicamente le viene afectando.

Para los amantes de los vídeos, en este os resumirán su vida.

 

Gustavo Adolfo Bécquer: su obra

Aunque lo primero que nos viene a la cabeza cuando hablamos de Bécquer es el Romanticismo, lo cierto es que los estudiosos lo encuadran más bien en el movimiento que resurgió en la segunda mitad del siglo XIX, el Posromanticismo,  con  Rosalía de Castro  y nuestro autor a la cabeza del mismo, al aportar ambos un tono más intimista y depurado a la prosa y poesía que se realiza a partir de 1850, dejando de lado los excesos del Romanticismo que les precede y sentando las bases de las tendencias poéticas modernas, llenando sus composiciones de musicalidad y ritmo.

Lo cierto es que Bécquer no sólo escribe poesía, sino que práctica el artículo periodístico, la prosa y el teatro e incluso llegó a realizar algunas ilustraciones para la que quizá sea su obra más conocida: “Rimas y leyendas”.

Su andadura literaria la comienza  publicando algunos artículos en la revista “El trono y la nobleza” de Madrid así como en las sevillanas “La Aurora” y “El Porvenir”, donde publica algunos poemas de tono clásico. Después marcha a probar suerte a la capital en 1854 sin el permiso de su tía, cargado con un baúl lleno de poemas e ilusiones que se perderán, pues en una época llena de incertidumbres políticas la cultura no vale nada, y donde para sobrevivir escribe zarzuela y comedia bajo el seudónimo “Gustavo García” destacando La venta encantada, basada en El Quijote de Cervantes.

En 1857 sale la primera entrega de su Historia de los templos con el beneplácito de la reina Isabel II, entregas que se verán interrumpidas por la quiebra de la editorial.

Su amor por Julia Espín provoca que sus primeras Rimas sean escritas en 1858, ejerciendo como crítico literario en el diario “Época” y publicando sus Cartas literarias a una mujer en 1860. Es después de su intervención en este diario cuando Bécquer comienza a tener presencia en el mundo literario de la época.

Más tarde, con la recaída de su enfermedad, se ve obligado a marchar junto a su hermano a las faldas del Moncayo para recuperarse de la tuberculosis que le acompañará ya toda su vida y donde escribe una serie de cartas que serán agrupadas años después en Desde mi celda, nombre que hace referencia a su estancia en el Monasterio de Veruela.

No fue más de un año lo que estuvo junto  a su hermano en el mismo, pero esta etapa marcaría de forma muy importante al resto de su obra. Por cierto, en nuestra amada serie El Ministerio del Tiempo hace acto de presencia Bécquer en este paraje. Aquí lo tenéis.

La muerte de Gustavo Adolfo Bequer

Ejerce como censor de novelas hasta 1868, y aunque es nombrado director de “La Ilustración” de Madrid no llega a ejercer como tal, pues tras la muerte de su amado hermano Valeriano cae en una profunda tristeza que le acompañará hasta su muerte unos meses después, falleciendo en diciembre de 1870.

Fue precisamente en su lecho de muerte donde le pide a su amigo, el poeta Augusto Ferrán, director del periódico “El diario de Alcoy”, que publique su obra pues presiente que será más famoso en muerte que en vida. Y así fue como tras una colecta entre los asistentes a su funeral se decidió la publicación de su obra, que lo fue en 1871 bajo el título “Rimas”, compuesto por poemas breves, de tono popular y con una exquisita musicalidad que se dividen cuatro bloques haciéndonos viajar a través de lo complicado que a veces resulta para el poeta expresar lo que siente; el amor visto de una forma esperanzada y alegre; el desamor y el desengaño y por último la soledad, el dolor y la desesperanza. En posteriores recopilaciones se terminan agrupando y ampliando todos sus escritos hasta conformar todo lo que podemos encontrar a fecha de hoy como “Rimas y Leyendas”, su obra cumbre.

Hay  que destacar que entre sus “Leyendas” se encuentran magníficos relatos que bien pueden encuadrarse dentro del género gótico y de terror que tanto gustaba en la época, aunque todo el mérito recaiga en su prosa lírica y en la poesía.

Y hasta aquí estas líneas donde espero haberos despertado la curiosidad por este autor que estuvo en contacto durante toda su vida con  de las bellas artes en su gama más amplia para manifestarlo a través de un único sentimiento: sus letras.

 

Sed buenos y leed mucho.

 

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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