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La crítica social, un elemento básico de la ciencia ficción

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La primera obra de ciencia ficción y la crítica social

El inicio de las historias de ciencia ficción, tal y como la entendemos hoy en día, se suele establecer con la publicación de Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley en 1818. En base a esa clasificación podemos asumir que Mary Shelley fue la pionera de la ciencia-ficción. Es sabido, que no todos están de acuerdo con ello, puesto que ya con anterioridad se escribieron relatos de viajes a la luna y similares, pero siempre era por medio de sueños u otros medios no-científicos. Motivo por el cual, a esos relatos se les suele designar como proto-ciencia-ficción. Como muestra tenemos la obra El Sueño o Astronomía de la Luna de Johannes Kepler, escrita en latín en 1608. Hay que matizar que tanto Isaac Asimov como Carl Sagan, consideran que esta fue realmente la primera obra de ciencia-ficción de la historia, una apreciación que muchos estudiosos no comparten puesto que el protagonista recurre a la magia para viajar a la luna. Pero desde el principio tuvo un elemento claro: la crítica social.

 

Enrique Gaspar y Rimbau y el Anacronópete

Hace unos días descubrí que entre las filas de autores españoles hubo un escritor que, a pesar de ser pionero de la ciencia-ficción española, su nombre a permanecido olvidado e ignorado. Y es triste que no se le haya dado el reconocimiento que merece a alguien que se adelantó al mismísimo H. G. Wells.

Enrique Gaspar y Rimbau fue el primero en publicar una historia en la que se usaba una máquina del tiempo. La novela El Anacronópete fue publicada en el año 1887, más de siete años antes de que H.G. Wells publicara su famosa La máquina del tiempo. En la historia, el protagonista estudia el tiempo y descubre cómo manipularlo, crea una máquina que le permite viajar por las corrientes temporales visitando diferentes épocas y lugares del pasado. Por tanto, nos encontramos ante la primera obra de ciencia-ficción publicada en España y una de las primeras en todo el mundo, precedida por las iniciales novelas de Julio Verne.

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La ciencia ficción como crítica social

Si leemos la novela de Enrique Gaspar y Rimbau nos damos cuenta de que la máquina del tiempo es un medio para la crítica social y la reflexión irónica sobre la época en que se escribió. Ese quizás es el recurso más usado en las obras de ciencia-ficción. Y al que hay que dedicarle unos minutos, en los que detenernos a pensar, si nuestro deseo es adentrarnos en este género creando nuestro propio material, que no debemos descartar ese punto de crítica social tan típico de la ciencia-ficción.

Es más, precisamente la ciencia-ficción nos permite llevar al extremo situaciones que hoy en día hemos asimilado como cotidianas.

En el caso del Anacronópete, entre los viajeros en el tiempo se halla un grupo de mujeres francesas de “vida alegre” y es el propio gobierno francés él que las embarca en la máquina con la idea de que, si se ven rejuvenecidas, decidirán aprovechar esta segunda oportunidad y decantarse por una vida más “recta”, por poner un ejemplo. Los personajes en sus andanzas temporales, desde la batalla de Tetuán en 1860, la Granada de 1492, o el siglo XXX a. C., se enfrentan a infinidad de situaciones que muestran esa visión mordaz del autor acerca de la sociedad en la que vive.

Otro caso en el que quizás no todo el mundo ha reflexionado desde su vertiente como crítica social, es el de La máquina del tiempo de H.G. Wells. Y es que la sociedad futurista de los Eloi y los Morlocks es una visión extrema de la clase obrera y la alta sociedad elitista, una excusa perfecta para criticar ese aspecto de nuestra sociedad.

¿Cómo podemos usar la crítica social para construir un entorno en el que mover nuestra historia?

Podemos basarnos en cualquier aspecto actual o pasado: nuestra dependencia a los móviles, el uso de aplicaciones o páginas web para encontrar pareja, la burocracia (un buen ejemplo lo podemos ver en la película Brazil de Terry Gilliam), etc.

En la novela El cuento de la criada, se toma la injusticia social en el que se ven abocadas las mujeres en nuestra sociedad y lo lleva al extremo para denunciar esa realidad de nuestra sociedad. Una realidad que tenemos casi asimilada y aceptada, puesto que el fundamento de nuestra civilización es básicamente patriarcal. Ese es el eje en el que gira toda la historia en la que se ve envuelta la protagonista.

Tomemos por el ejemplo el gesto habitual de leer el horóscopo en el periódico, podríamos usarlo llevado al extremo: podríamos poner una sociedad en la que lo primero que hacen las personas al despertarse es consultar el horóscopo y ajustar su vida a la predicción leída. Si les ha salido que romperán su relación con su pareja están obligados a cumplirlo.

Y a partir de ahí ya tenemos un elemento de crítica social, el dejar el destino de uno mismo en manos de otros, y con el que podemos desarrollar una historia con situaciones hilarantes y absurdas.

Otro modo de hacerlo es tomar algo que nos parezca injusto y elevarlo al extremo, y usarlo como eje de las tribulaciones del protagonista esa situación o hecho injusto que queremos destacar.

Imaginemos una sociedad en la que existan dos clases sociales, los que tienen empleo y los que no lo tienen. Y para conseguir un empleo, los desempleados deben superar una serie de duras pruebas como cruzar un laberinto, pruebas de supervivencia en entornos hostiles, etc. Y cuando alguno lo consigue obtiene un puesto de trabajo que consiste en estampar un sello de tinta en interminables montañas de informes, para que después estos informes sean destruidos en una gigantesca incineradora.

Podríamos usar el hecho de tener que llevar un documento de identificación como punto de partida diciendo que en la sociedad de nuestra historia es obligatorio tatuarse el nombre en la frente, o tatuarse unos símbolos tipo código de barras en el rostro que nos identifiquen como persona y cual es nuestro status social.

Cualquier detalle de nuestro entorno, por insignificante que nos parezca, nos puede servir como base. El truco está en tomar un hecho, algo muy concreto, retorcerlo y usarlo como semilla con la que podemos germinar una historia.

Enlaces a las películas y libros referidos en el artículo

El Anacronópete de Enrique Gaspar y Rimbau edición de 2017

La Máquina del tiempo de H.G. Wells

Brazil de Terry Gilliam de 1985

El Cuento de la Criada de Margaret Atwood

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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