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Se encontró Salomón con el Ángel de la muerte y le pidió que le hiciese saber cuándo le llegaría el momento de morir. Cuando lo supo se levantó, ciñó sus vestidos, tomó un bastón fabricado con un algarrobo, se apoyó en él y dijo: Dios mío, oculta a los genios mi muerte hasta que los hombres comprendan que ellos no deben conocer el futuro.
De esta manera narra Abdelmalik Ibn Habib la muerte del sabio Rey Salomón en su libro Mujtasar fi l-tibb (Compendio de medicina). Ibn Habib nació y vivió en la Córdoba del siglo VIII. Fue médico y alquimista en el momento en que las fronteras entre la magia y la ciencia se desdibujaban y entrelazaban. Mística y química, adivinación y matemática, mapas celestes y profecías. Pero, por encima de todo, la infinita necesidad de acumular conocimiento que llevó a los árabes a traducir todas las obras que llegaban a sus manos desde el mundo grecolatino, persa e hindú. Filosofía, astronomía, óptica, química, ingeniería… Cualquiera diría que la razón domina la cultura araboislámica medieval. Y así es, sin duda.
No obstante, una multitud de extraños e inquietantes seres se esconden en las sombras, acechan a los humanos, juegan con ellos, se burlan de sus miedos y de sus inquietudes, son protagonistas de cuentos y leyendas que ya forman parte de la literatura universal –¿quién no tiene en mente ahora mismo al genio de la lámpara de Aladino?- y son tan importantes en la cultura islámica que en el mismo Corán se habla de su creación, de su relación con los humanos, de cómo tratarlos, de cómo protegerse de ellos… Gracias a la traducción al español del arabista Juan Vernet podemos leer: Hemos creado al hombre de barro, de arcilla moldeable. Antes, del fuego ardiente habíamos creado a los genios (Corán 15:26-27)
La magia y la literatura árabe: el caso del rey Salomón
Los mismos genios que, según narra la historia, el Rey Salomón había conseguido dominar. Salomón es símbolo de sabiduría para judíos, musulmanes y cristianos. Constructor del Templo, escritor de bellos poemas, ecuánime y justo monarca bíblico, acaba adquiriendo un aire esotérico que le lleva a convertirse en exorcista, astrólogo y mago. En la sura 21 del Corán vemos a un Salomón que domina los vientos y somete a los animales, los demonios y los genios. Se le atribuye la redacción de un libro de conjuros conocido como Clavículas de Salomón muy popular en el occidente medieval como libro de demonología que fue evolucionando a lo largo de tiempo hasta el punto de ser adaptado por famosos ocultistas y espiritistas ingleses de principios del siglo XX. Actualmente se puede encontrar con cierta facilidad en librerías y sigue envuelto en el aura mística del libro que fue escrito por el rey Salomón. En un artículo como el que nos ocupa este mes, dedicado a la magia y la literatura árabe, poblado de traviesos genios del desierto, no seremos nosotros quienes contradigan esta creencia.
Como mago, Salomón posee dos objetos mágicos, la Mesa y el Sello. Se cuenta que la Mesa estaba en el Templo de Jerusalén, que los romanos la robaron durante el ataque del año 70 d.C. y que dio todas las vueltas necesarias para convertirse en una leyenda y acabar situándola en la Toledo visigoda, donde fue recuperada por los musulmanes que la devolvieron de nuevo a Damasco, a la corte de los Omeyas. La Mesa de Salomón era increíblemente mágica porque en ella se podía escribir el esquema de la creación del universo y, lo más importante, el verdadero nombre de Dios que no puede ser conocido por el ser humano, ya que de conocerlo se volvería tan sabio y poderoso como Él. El otro objeto, el famoso Sello de Salomón, era un talismán de hierro y bronce con una estrella de seis puntas, adornado con cuatro piedras preciosas que le habían regalado cuatro ángeles y con el cual podía dominar a los genios.
Los genios, la magia y la literatura árabe
Y si alguna cosa nos enseña la literatura árabe es que dominar a los genios es muy difícil y a menudo arriesgado.
Cuenta la tradición que Dios creo a los ángeles de luz, a los humanos de barro y a los djinns de fuego sin humo. En realidad, se parecen bastante a los seres de barro. Comen, beben, se casan (entre ellos o con humanos), procrean (cosa muy útil para justificar embarazos sorpresa), algunos se convierten al Islam y otros no. Y tienen poderes mágicos. Pueden convertirse en cualquier cosa, transportarse en cuestión de segundos a cualquier sitio, adivinar el futuro, pero también acechar a los humanos para convencerles de que hagan cosas que la moral religiosa no permite y conducirlos a la perdición eterna.
No es de extrañar que magos y alquimistas –recordemos que un alquimista no deja de ser un químico envuelto en mística- quisieran poseer a los djinns para utilizar sus poderes y así es como acaban, en el terreno literario, encerrados en botellas y lámparas maravillosas, prisioneros de sus propios juegos y ambiciones.
El picatrix como ejemplo de magia y literatura árabe
Decíamos al principio que la magia y la ciencia compartían fronteras en la Edad Media y muchos textos árabes de esta temática llegaron a la península gracias al contacto con la cultura andalusí y a la gran cantidad de traducciones que se realizaban bajo el mecenazgo de monasterios y cortes reales.
Es el caso de Alfonso X el Sabio, quien en 1256 mandó traducir el Picatrix, conocido en árabe como Gāyat al-ḥakīm. Se trata de una obra escrita en 1056 por el madrileño Abū Maslama, que fue uno de los intelectuales más importantes del Califato de Córdoba: astrónomo, matemático, astrólogo y alquimista. Tradujo obras tan importantes para la ciencia del momento como el Planisferio de Ptolomeo y fue el astrólogo de Almanzor, quien siempre le consultaba antes de comenzar sus campañas militares. Si buscáis información online sobre el Picatrix podréis leer que su autoría se discute y que algunos estudiosos la atribuyen a un aprendiz desconocido de una extraña escuela de magia de Oriente Medio. Lo cierto es que esta afirmación pretende otorgar al libro una categoría esotérica que no necesita porque ya la tiene sin necesidad de inventar anónimos aprendices orientales. La existencia del autor madrileño está bien documentada y así lo recoge el arabista Juan Vernet en el libro Lo que Europa debe al Islam de España, obra interesantísima, por otra parte, para entender la historia de la ciencia en el mundo árabe.
El Picatrix ya goza de la categoría de un libro de magia y conjuros. Recordemos de nuevo la íntima comunión medieval entra magia y ciencia.
El picatrix y sus conjuros
En él encontramos las instrucciones para que el ser humano pueda transformar mágicamente su propia naturaleza utilizando palabras, minerales y fórmulas numéricas que recuerdan al saber cabalístico judío. Así pues, existen tres tipos de saberes: el de los planetas, el de los talismanes y el de los conjuros (mediante palabras o números). Podemos leer en este libro oraciones destinadas a los planetas para pedirles favores, instrucciones para aumentar el poder sexual utilizando fórmulas numéricas o maneras de fabricar un talismán capaz de destruir una ciudad entera. Sus orígenes parecen claramente páganos, bastante alejados de la moral cristiana y musulmana, que no ve con buenos ojos las incursiones en el mundo de la magia y muchísimos menos de la brujería, pero que resulta muy apropiado para los miedos milenaristas y apocalípticos de la sociedad del momento.
Aquí podéis ver un fragmento de una copia del siglo XIV que estuvo guardado durante mucho tiempo en la biblioteca de la Escuela Pía de Podolínec, en el norte de Eslovaquia. Actualmente forma parte de la colección de la Biblioteca Nacional de Eslovaquia.
Entre el legendario Clavícula de Salomón y el Picatrix que tanto interés despertó en Alfonso X el Sabio se nos cuelan los djinns que pueblan la oscuridad del mundo de los humanos. Seres de fuego perseguidos por seres de barro ansiosos por entender sus poderes, por descifrar los códigos escritos en las estrellas, en los números, en piedras brillantes. Genios al servicio de reyes capaces de destruir ciudades y genios encerrados en lámparas maravillosas esperando un rescate que sin duda será el preludio de una nueva aventura.
Si tenéis interés en conocer más historias sobre los seres mágicos que pueblan los cuentos populares árabes no dudéis en dejar vuestros comentarios.