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Las influencias de Tolkien y cómo aprender de ellas

¡Hola a todos! Bienvenidos de nuevo a esta mesa de la posada en el que vamos a seguir hablando (cómo no) de fantasía. ¡La próxima ronda corre de mi cuenta! ¿De qué vamos a hablar hoy? Pues hoy toca analizar algunas de las influencias de Tolkien, aquellas que cosas que le inspiraron para que veamos por nosotros mismos cómo podemos basarnos en historias o hechos que conocemos para, dándoles una vuelta de tuerca, crear ricos detalles para nuestras propias historias. Si lo hizo el maestro, ¿por qué no nosotros?

Esto ya me suena…

Si habéis estado siguiendo mis artículos sobre fantasía, monopolizados actualmente por la figura de Tolkien (prometo diversificar en el futuro), quizás estéis pensando: «Pero, amigacho, ya hemos hablado de algunas influencias de Tolkien en artículos anteriores».

No os falta razón.

Lo que ocurre es que, sin ir más lejos, en el articulo sobre el worldbuilding en la obra de Tolkien, sencillamente las sugerimos. Hoy vamos a ir un poco más allá y vamos a analizar algunos de estos conceptos y su adaptación a las historias que este genio escribió.

Y… ¿dónde está el origen de las influencias narrativas?

Como bien indica Javier Pellicer en este artículo (que os recomiendo mucho), en el que expone su visión acerca de cómo Tolkien sirve de influencia a escritores posteriores: «Tolkien no dejó nada al azar».

Las historias que construyó se forman a partir no sólo de su imaginación, sino de la propia interpretación que dio a aquellas historias (reales o imaginarias) que conocía de antemano; y es a éstas a las que llamamos “las influencias de Tolkien”.

Se puede deducir, así, que todo escritor ha sido influenciado por otros anteriores, y éstos, a su vez, por otros también… Y así hasta… ¿dónde?

¿Dónde se origina la narrativa como tal? ¿Cuál es la fuente primigenia?

Bien de forma oral o escrita, la narrativa ha estado presente en todas las culturas y épocas desde que el ser humano es humano. Podemos remontarnos a escritos del medievo, de la época clásica, o incluso anteriores, como el Poema de Gilgamesh. Y eso por no mencionar las historias orales que se contaban antes de crearse la escritura. ¡Imaginad lo amplio que puede ser nuestro baúl de referencias literarias! Esto Tolkien lo sabía muy bien, y supo usarlo en su favor para enriquecer sus escritos. 😉

Podríamos estar debatiendo sobre los orígenes de la narrativa hasta el día del Juicio Final, pero ¡dejemos de remolonear y métamonos ya en harina!

El nexo de Tolkien con la mitología y sus propias experiencias

Hay algo en El Señor de los Anillos que llega a la gente, y ese algo son sus conexiones con la mitología, compuesta por una serie de relatos llamados mitos, que forman parte de una cultura o religión determinada. Gran parte de estos mitos cuentan historias referentes al propio mundo.

Michael Drout, profesor de inglés del Wheaton College, expone en un documental llamado Los monstruos de la Tierra Media que «Tolkien, en una carta, decía que quería crear una mitología para su país. Intentaba crear una mitología netamente inglesa, basada en el norte y el oeste, y no en el mar mediterráneo, como habían hecho los autores griegos, primero, y romanos, más tarde». Puesto que esa mitología no existía, se basó en sus propias experiencias vitales, propias de la era moderna, y en sus relatos favoritos del mundo antiguo. Empleó, para ello, diversos mitos del mundo antiguo como Beowulf, la leyenda del Rey Arturo, o las Sagas Vikingas.

Las influencias de Tolkien respecto de su mundo

Tolkien, por influencia directa de su madre y del Tío Curro, fue una persona muy católica, y no pudo resistirse a dejar retazos de sus creencias en la propia creación de su mundo, tal y como vimos en el ya mencionado artículo sobre la demiurgia. Joer, ¡qué palabra tan molona!

Partiendo de la idea de un Dios único y omnipotente (Ilúvatar), estableció la creación de un conjunto de seres semidivinos (los ainur), de entre los cuales uno (Melkor, también llamado Morgoth) se reveló y tuvo que ser desterrado. Podemos ver aquí la relación directa entre la historia del destierro de Lucifer al rebelarse, tratar de corromper a los seres inferiores e intentar suplantar a Dios.

 

Pero no sólo de Catolicismo vivía este hombre: ante la enorme influencia que la mitología greco-romana y, sobre todo, la nórdica tuvieron en su vida, Tolkien sacó de ellas también la idea de que podía hacer descender al mundo a seres divinos (en este caso los ainur) para que se relacionasen con los mortales.

La mitología nórdica y la influencia de Tolkien

En la mitología nórdica, además, el mundo está formado por tres niveles: Asgard, el más alto y en el que moran los dioses; Hel, el inframundo en el que habitan los muertos; y, entre estos dos, Midgard, que significa “Tierra Media”: un mundo habitado por elfos, enanos y humanos. Parece que Tolkien no se calentó mucho la cabeza para establecer el nombre de la tierra que habitarían los seres mortales de su legendarium.

En el verso 512 de Beowulf se cita a las criaturas malvadas que descendieron de Caín tras matar a su hermano, Abel: los gigantes llamados jotuns; los elfos y los espíritus malignos (Dragons and Dragon Lore, Ernest Ingersoll, Dover Publications, Inc., 2005). Hay quien considera que, dentro de este grupo de espíritus malignos, se puede incluir a los orcos que Tolkien creó en sus historias por tener un origen también basado en la corrupción del espíritu.

Pero Tolkien no se ciñó únicamente a esto, puesto que creó en su propio mundo la profecía que anunciaba un momento en que el mundo sería destruido: la Dagor Dagorath, la batalla de las batallas. El concepto de esta batalla es similar al del Ragnarök de la mitología nórdica: las fuerzas que se oponen al Dios supremo y sus creaciones volverán para un enfrentamiento final que destruirá el sistema establecido, llevando al mundo al caos y a su final destrucción.

Resumiendo: tenemos la creación del mundo partiendo de una deidad similar a la del Catolicismo, un mundo configurado al estilo de la mitología nórdica, una relación entre seres mortales y divinos al estilo de las mitologías nórdica y greco-romana, la creación de algunas criaturas como se expone en una leyenda nórdica y una profecía sobre el fin del mundo basada también en la mitología nórdica.

Partiendo de esta base, nada nos impediría a nosotros definir nuestro propio mundo tomando un enfoque similar. Eso sí, conviene intentar huir de las ideas muy manidas para evitar caer en los tan desagradables clichés.

¡Seamos creativos!

Por ejemplo: podemos definir la creación del mundo, y no de la vida, basándonos en el concepto de la sopa primitiva, basar la estructura del mundo en los sefirot de la Cábala, definir las fuerzas que rigen el mundo de acuerdo a los Purusharthas del Hinduísmo y fijar el fin de nuestro mundo de acuerdo al pasaje de los Jinetes del Apocalípsis. El único límite, como vemos, está en la combinación de nuestra creatividad y el proceso de documentación que realicemos.

A todo esto, una profecía bien puesta puede animar mucho nuestras historias. Tened esto siempre en cuenta, pero sin abusar. 😉

Las influencias de Tolkien respecto de los conceptos expuestos en su obra

La obra de Tolkien es muy rica no sólo en lo que respecta a su cantidad de detalles, sino también en cuanto a los conceptos en los que se sustenta.

En palabras del Dr. Eduardo Segura, catedrático de la Universidad de Granada: «mientras que, en la doctrina cristiana, el pecado original es la rebeldía, representada en la historia de Adán y Eva, «Tolkien basa también su mundo en un pecado original: la codicia». Codicia por querer poseer la creación que, por su propia naturaleza, debe ser altruista

Y es esta codicia la que acaba por corromper a todos los seres que acaban representando, en un momento u otro el rol de antagonista: Melkor quería poseer el mundo, al igual que su súbdito, Sauron; Gollum, Boromir, Saruman y muchos otros codiciaban el poder que otorgaba el anillo único; Denethor no quería renunciar al mando de Gondor, etc.

En el caso concreto de Boromir podemos ver cómo una leve flaqueza en la fuerza de voluntad, aunque temporal, puede provocar serios problemas a cualquier personaje, por más voluntarioso que sea y aunque acabe por redimirse moralmente, como es el caso.

La naturaleza como influencia de Tolkien

Cambiando de tercio, Tolkien establece un concepto primordial para aproximarse a la armonía universal: amar a la naturaleza. Todo lo que atente contra este principio acabará causando algún tipo de mal. Esto queda representado en su mundo con la evolución de la tecnología, que es concebida como un atajo para dominar a la naturaleza. Pensemos en los mecanismos tecnológicos que usa Saruman en Isengard, que llevan al personaje de Bárbol a decir sobre el mago que «tiene mente de metal y ruedas».

Otra demostración sobre lo indómita que es la naturaleza para este escritor: cuando la compañía del anillo trata de cruzar las Montañas Nubladas y alcanzar el valle del Anduin, lo hace pasando por Caradhras. En el capítulo correspondiente, Tolkien acaba diciendo que «fueron derrotados por Caradhras»; olvidad, por favor, la escenita que aparece en la película, con Saruman diciendo cosas raras para invocar a su tía-abuela. Es la propia montaña, la naturaleza, quien no quiere que la compañía pase por allí, puesto que odia a todos los seres bípedos después de que los enanos estuviesen cavando en su interior durante muchísimos años. Este concepto es también muy importante en toda la obra de Tolkien: la naturaleza está viva.

Y esta importancia que da Tolkien a la naturaleza tiene su razón de ser: durante su adolescencia, pudo ver cómo la industria se abría paso por la zona rural en la que vivía. Horrorizado, contempló la destrucción de su amado paisaje debido a una industrialización desenfrenada y sin control. La revolución industrial había esclavizado a los niños en las fábricas, los campesinos fueron enviados a las minas de carbón para conseguir el combustible que necesitaban aquellos ingenios mecánicos diabólicos. Y, por si esto fuera poco, la propia evolución de la tecnología acabaría facilitando que una fuerza aún más destructiva cayese sobre su amada Inglaterra con todo su peso: la Primera Guerra Mundial.

Y el anillo único, en el universo de Tolkien, no es más que una representación de la unión de estos  conceptos “negativos”: la codicia, el ansia por atesorar bienes en contra de lo que debería ser la vida de los humanos, que deberían abrazar la sencillez y la naturaleza; y el atajo tecnológico “contranatura” para alcanzar esta codicia.

En palabras de Andoni Cossío, profesor del Departamento de Filología inglesa y alemana de la UPV/EU, el concepto de “recuperación”, que se entiende como la capacidad de la naturaleza de repoblar aquello que ha sido destruido, es esencial para entender la obra de Tolkien. Esto se puede ver, por ejemplo, en la ofensiva de los ents contra Isengard.

Las leyes divinas entre las influencias de Tolkien

Finalmente, otro concepto que vamos a exponer como fuente de recursos para el desarrollo de la obra de Tolkien es el del respeto a las leyes; en este caso a las leyes divinas.

¿Por qué Gollum es destruido junto con el anillo? Si la historia iba a acabar así, ¿por qué no permite Frodo que Sam lo mate? Si se considera el contexto ético, la respuesta es sencilla: No matarás. Éste es un mandato claro del Catolicismo, y Gollum refleja la triste imagen del pecador: era un hobbit llamado Sméagol, pero la codicia lo traicionó, llevándolo a matar a su primo Déagol para hacerse con el anillo. Desde la doctrina católica, Gollum debería ser castigado por Dios pero no por los hombres (tal y como ocurre con Caín). Si Gollum hubiese sobrevivido, en la historia se hubiera generado un conflicto con la moral cristiana: así que debía morir, pero no a manos de los mortales. Lo propio ocurre con Saruman, que es asesinado por Gríma, pero no por los hobbits ni los ents. Entra en juego aquí un concepto adicional en el que también se basa Tolkien y que actúa a modo de moraleja: el mal siempre se vuelve contra sí mismo. Esto también puede apreciarse en la traición de Ungoliant a Morgoth narrada en El Silmarillion.

En resumen: Tolkien parece basar su historia en diversos conceptos: la codicia como pecado original, el amor por la naturaleza como verdad a seguir, “la naturaleza está viva” como aviso a tener en cuenta y “no matarás” como principio de actuación para los seres rectos.

Hagamos un ejercicio similar y conjuguemos unos cuantos conceptos para dar vida a la historia que basaremos en el mundo que hemos creado antes.

Empleemos, por ejemplo: como pecado original, la ira; como verdad a seguir, el respeto al prójimo; como aviso a tener en cuenta, todo mal que me hagas a ti te lo harás; y como principio de actuación, la libertad de pensamiento. A partir de este momento, deberemos basar nuestra historia y las cosas que ocurran a nuestros personajes de acuerdo a cómo se relacionen con estos conceptos. No será fácil mantener en todo momento la historia fiel al plan trazado, pero debemos esforzarnos en hacerlo para que el mundo y los personajes que creemos sean coherentes: los protagonistas los respetarán; los antagonistas no.

Las influencias de Tolkien respecto de los hechos acaecidos en sus historias

Hay una serie de hechos o eventos concretos expuestos en las diversas historias de Tolkien que se corresponden de un modo un tanto “sospechoso” con hechos narrados en otros mitos y leyendas.

En relación a los hombres que pueblan la Tierra Media, llega un punto en la historia del mundo en que todos (los que quedan con vida) marchan a vivir a la isla de Númenor, que emerge de los mares. Los hombres que habitan este pequeño paraíso, van ganando poder y, por directa influencia de Sauron, acaban por rebelarse contra los valar. En castigo por esta acción, Ilúvatar decide hundir la isla, salvándose sólo los hombres que se mantuvieron firmes en su fe. Esto es prácticamente lo mismo que ocurre en el mito de la Atlántida: los atlantes ganan poder, se rebelan contra los dioses y éstos los castigan haciendo desaparecer su isla; y también puede relacionarse en cierto modo con el diluvio universal.

En El Hobbit, se pude apreciar que el encuentro de Bilbo con Smaug es muy similar al expuesto en la leyenda de Beowulf, que se enfrenta a un dragón, que escupe fuego y protege el tesoro de unos reyes antiguos. En ella, un esclavo descubre un pasadizo secreto hasta la guarida del dragón y, viendo a la bestia dormida, le roba una copa de oro. Tanto la historia de Beowulf como la de El Hobbit son sendas alegorías sobre el peligro que suponen la codicia y la avaricia, como ya hemos expuesto unos párrafos más arriba.

Siguiendo con Beowulf, podemos ver, en la llegada de Gandalf ante el Rey Théoden una representación de la llegada de Beowulf ante Hrodgar, el rey de los daneses. En ambos casos se puede apreciar la llegada de un héroe a la corte de un rey ya viejo e incapaz de defender a su pueblo de las amenazas que se ciernen sobre él.

Podemos entender también la recomposición de Narsil, la espada de Isildur, como una herramienta necesaria para poder reinar, que es exactamente lo mismo que ocurre al Rey Arturo con Excálibur.

¿Y qué hay del incidente de Gandalf con el Balrog en Moria? Este enfrentamiento concluye con la muerte del Balrog, pero también Gandalf perece. El sacrificio del mago, al haber destruido a esta entidad puramente negativa, funciona como una purga de la parte negativa de su propio ser, volviendo a la vida como Gandalf el blanco, que actuará como guía para el resto de los personajes. ¿Se os ocurre alguien que guía a los demás, se sacrifica por ellos, muere y resucita purgado de todo mal? ¿Sólo a mí me recuerda esto a Jesucristo? ¿Será todo una caprichosa casualidad? Siendo Tolkien quien escribió todo esto, sinceramente, no creo en las casualidades.

Condensando esta información tenemos que muchos hechos, concretos o generales, expuestos por Tolkien en su historia se basan en ideas que ya aparecen en diversas leyendas o textos religiosos.

Sigamos haciendo ejercicios de extrapolación y cojamos ideas de diversas religiones, mitos, leyendas o epopeyas en las que basar hechos que ocurran en nuestra historia. ¡Incluso hechos históricos (tal y como hace sin disimulo George R. R. Martin en Canción de Hielo y Fuego)!.

Cojamos, por ejemplo, la idea de Moisés separando el Mar Rojo, y hagamos que uno de nuestros personajes sea capaz de dividir o abrir un pasaje en una tormenta de arena; basémonos en la epopeya de Gilgamesh y hagamos que dos guerreros enemigos se alíen y partan a una misión, dejando desprotegida su tierra, que será presa de una bestia; partamos del ataque a Pearl Harbour en la Segunda Guerra Mundial y creemos un ataque aéreo sorpresa en el que se destruye gran parte de la flota enemiga, pero en el que cae prisionero uno de los atacantes; definamos un personaje con características atribuibles a Wolfgang Amadeus Mozart: pequeña estatura, pelo claro, tez picada y un gran talento para alguna labor artística; y creemos una ciudad con la estructura de canales circulares que, según Platón, tenía la capital de la Atlántida.

Como veis, podemos establecer mil y un elementos que definan a nuestros personajes y determinen hechos concretos que ocurran en nuestra historia. Sólo es cuestión de investigar y extrapolar.

 

Las influencias de Tolkien en la literatura

En la Biblia se define el Infierno como un lugar colmado de fuego, azufre y tormento eterno. Pensad ahora un momento en Mordor; ¿no os parece que pueda haber cierta correlación? Mordor es un páramo negro, con una descripción muy similar a la que expone Dante sobre él en la Divina comedia: una llanura ardiente; un desierto seco sobre el que caen copos de fuego desde el cielo.

También podemos ver cierto reflejo de la obra de William Shakespeare en El Señor de los Anillos. Tolkien consideraba que MacBeth tenía dos fallos argumentales de peso, y decidió resolverlos en su propia obra. El primero de ellos es que, en la obra de Shakespeare, las brujas profetizan al rey escocés que no será vencido hasta que el Gran Bosque de Birnam marche contra él:

Macbeth seguirá invicto y con ventura

si el gran bosque de Birnam no se mueve

y, subiendo, a luchar con él se atreve

en Dunsinane, allá en la misma altura.

Y esto ocurre cuando el ejército enemigo corta ramas de los árboles y las agita para simular la acción autónoma del bosque. Del mismo modo, también se profetiza que ningún hombre nacido de mujer podrá matarle, lo que se solución haciendo que Macduff naciera por cesárea tras la muerte de su madre. Sinceramente, me parecen recursos un poco… cutres.

Creo que Tolkien estuvo más acertado aquí que Shakespeare, con todos mis respetos: Tolkien hizo, literalmente, marchar al bosque contra Isengard en el ataque que realizaron los ents; y mató al Rey Brujo de Angmar, al que ningún hombre podía matar, con la espada de Éowyn, la Dama Blanca de Rohan, disfrazada de guerrero.

Realicemos nuevamente un ejercicio de extrapolación, en esta ocasión a partir de hechos narrados en historias que nos resulten interesantes. Por ejemplo: basémonos en El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, de Robert Louis Stevenson, y hagamos que uno de nuestros personajes tenga doble personalidad, siendo una de ellas muy agresiva; hagamos que uno de nuestros personajes intente engañar a toda su familia para que emprenda un viaje pero al final no se salga con la suya, a diferencia de lo que ocurre en Mientras agonizo, de William Faulkner; y hagamos uso de un personaje de la alta sociedad que, por la noche, comete actos violentos en pro de la justicia, tal y como hace Batman.

Por favor, evitad bodas rojas, lanzamiento de objetos mágicos varios a volcanes, magos con una marca en la frente y vampiros que brillan. Ya me entendéis.

Las influencias de Tolkien en la creación de nombres

Es importantísimo asignar unos nombres correctos a personajes, lugares y hechos en nuestras historias, ya que éstos son los que les representan. Y si alguien llevaba este concepto al extremo, ése era Tolkien.

Para Tolkien cada palabra contaba; cada palabra era importante y debía cuidarse al extremo; más aún los propios nombres.

Estudiemos, por ejemplo el caso de Aragorn y Gandalf: en sus aventuras, Aragorn sigue un camino del héroe muy parecido al del Rey Arturo, que va a compañado por el mago Merlín. Si quieres saber algo más sobre el viaje del héroe, te recomiendo el artículo que escribí hace unos meses sobre el viaje del héroe en El Hobbit, al que puedes acceder desde aquí. No sólo Aragorn y Arturo comienzan por “Ar”, sino que a Gandalf también se le conoce como Mithrandir, y a Merlín como Myrddin, por lo que el comienzo del nombre de ambos también es muy parecido.

Además, el nombre “Gandalf” proviene de un personaje de la Völuspá, uno de los poemas de la Edda Poética, de la mitología nórdica.  En este poema, además, aparecen los nombre de muchos de los enanos que protagonizan la historia de El Hobbit: Bavorr, Bivorr, Bomburr, Durinn, Dvalinn, Fili, Fundinn, Kili, Nali, Nori, Thorinn. Thrainn, Thror. Incluso aparece el nombre Eikinscialdi (Oakenshield, Escudo de Roble). Vemos aquí un claro germen de la historia de la primera novela de Tolkien.

El posible también que el término “hobbit” proceda de la palabra “habit” (hábito), que representa perfectamente el carácter de esta raza, compuesta por seres de hábitos que llevan una existencia anodina y tranquila.

El nombre “Frodo” es también interesante, puesto que significa “sabio” en anglosajón y también en nórdico antiguo.

Finalmente, el término “Mordor” suena muy parecido al anglosajón “morthor” y al nórdico antiguo “morth”, que significan “asesino” y “asesinato”, respectivamente. Algo muy revelador sobre el origen de las tierras a las que dan nombre.

Viendo todo esto, ya sabréis que es recomendable tomarse un tiempo para elegir los nombres correctos para los personajes, los lugares, los objetos y los conceptos que exponemos en nuestras obras. No llaméis a vuestro personaje volador Volarín Celeste; sed un poco más creativos y, por ejemplo, llamadlo Luft (“aire” en sueco) Celer (“veloz” en latín), evitad, por favor, la traducción de “veloz” al hawaiano. Y haced que viva en una ciudad llamada Tumma (“oscuro” en finés) ¡Luft Celer al rescate de Tumma! Sí, lo sé, no son los mejores nombres del mundo, pero al menos no dan grima…

Las influencias de Tolkien en su propia vida

La vida lenta y tranquila de los hobbits en La Comarca refleja la infancia de Tolkien en la zona rural del oeste de Inglaterra, llena de colinas verdes. Estos seres reflejan la versión infantil del autor, con su amor por el campo y las costumbres sencillas frente a la grandeza y las pretensiones de las gentes de las grandes ciudades.

La escena en la que Frodo y Sam cruzan la ciénaga de los muertos, sita en un lugar en el que mucho tiempo atrás hubo una gran batalla y donde los fantasmas de los muertos aún acechan bajo las aguas, recuerda al verano que Tolkien pasó en las trincheras de la la Batalla del Somme, durante la Primera Guerra Mundial. La moraleja que la ciénaga de los muertos expone es que, después de una batalla, no quedan vencedores o vencidos, lo único que queda es la devastación, la putrefacción y la muerte.

Gandalf es probablemente el personaje más importante de todos los creados por Tolkien, jugando un gran papel a lo largo de la historia de la Tierra Media. Por eso, es en la construcción de éste donde se reúnen más influencias diferentes. Su aspecto procede de una vieja postal titulada El espíritu de la montaña que Tolkien vio en un viaje a Suiza (que ya mostramos en el artículo sobre el viaje del héroe en El Hobbit), pero también cogió ciertos rasgos del mago Merlín, del dios nórdico Odín o del propio Tío Curro.

Basaos también en vuestras propias vivencias para enriquecer lo que ocurre en vuestras historias ya que, a diferencia de todo lo expuesto anteriormente, ¡vuestras vivencias y vuestro punto de vista son únicos!

Yo, como buen ilicitano, empezaría barriendo para casa: crearía una ciudad rodeada de palmeras y surcada por un río venido a menos. También haría que, en algún lugar, de forma eventual, repentinos remolinos de aire se llevasen volando las sombrillas, tal y como ocurre de vez en cuando en el campo de mis suegros.

Usad también otras cosas y lugares que, aunque no formen parte de vuestro día a día, también conozcáis del mundo en el que vivimos; por ejemplo: cread una ciudad subterránea, cavada en plena roca, tal y como ocurre con la ciudad turca de Derinkuyu; cread grandes cañones como el Gran Cañón del Colorado

¡Todo vale! ¡Sed originales y creativos!

Despedida

Y así acabamos con el artículo de esta semana. Espero que os haya gustado y que os ayude a abrir la mente a la hora de buscar influencias y referencias para vuestras historias.

Si queréis aportar algo, dar vuestra opinión, consultar alguna duda o simplemente saludar o increpar, ¡no os cortéis! Dejad vuestros comentarios aquí abajo.

¡Nos vemos pronto con más fantástica fantasía!

¡Besos y abrazos!

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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