Hace unos años, creo que fue más o menos cuando se celebraron los JJOO de Barcelona ´92, en Cataluña se creó un slogan cuya traducción sería: “El trabajo mal hecho no tiene futuro. El trabajo bien hecho no tiene fronteras”. Ese slogan fue las plasmación de una filosofía, y apegada a él, la economía catalana no sufrió demasiado durante aquella otra crisis que se vivió en este santo país en la década de los noventa.
Hace unos días hablábamos sobre lo complicado que está el mundo editorial, las dificultades que hay que vencer para ir metiendo poco a poco la cabeza. Ayer leía en 20minutos la historia de un escritor novel que, cansado de que las editoriales rechacen su obra, la ha auto-editado y la regala, sí, regala, por las calles de Madrid.
¿Es que acaso ese slogan no es válido para el mundo editorial? Pues yo creo que sí, mira por dónde, y quiero ilustrarlo con algunos ejemplos.
Hace justo un año que pude pasar unas horas con Lola Marine, fue en Barcelona, en el marco de una noche estupenda en la que pude darle por fin un abrazo a mi quería Montse de Paz. La mayoría de los que pasáis por aquí ya las conocéis a ambas…
Lola va a ver publicada su primera novela dentro de unos días. No la he leído, pero me consta que en la agencia que la representa están más que encantados con la novela. Al parecer, la editorial también ha apostado bien por ella. Pero claro… Lola tiene enchufe: su primo es el amigo del cuñado del portero del edificio en el que vive la suegra del novio de la hermana de una prima lejana del dueño de la editorial. Pues no, nada más lejos. Lola ha trabajado, ha sudado, ha vivido y llorado lágrimas de sangre para sacar adelante su trabajo como escritora. Ha realizado un buen trabajo, ha luchado por él, y ha obtenido su recompensa.
Montse de Paz vivió hace ahora dos años la alegría de ver su primera novela publicada. Hace unas semanas nos explicaba que la misma editorial, Espasa, había adquirido los derechos de una nueva novela. En esta ocasión la cosa parece que irá muy en serio… pero no daré más datos, será ella quien lo cuente si lo cree oportuno. Por supuesto, Montse tiene contactos en las altas esferas catalanas. Vive en una zona que sólo se encuentra a unos treinta kilómetros del centro de la ciudad, donde se encuentran las editoriales. Vive, come, y alterna con los grandes popes del mundo editorial día tras día. Pero no… tampoco es eso. Yo he visto cómo Montse, en sus inicios y todavía a estas alturas, pide a gritos que la gente analice sus textos, busque los errores, comente cualquier fallo real o imaginario; y todo con un único fin: mejorar como escritora, cosa, a estas alturas, ya francamente difícil por la calidad que atesora.
Hace unos días, Blas Malo sorprendía a más de uno con la estupenda portada que adornará su novela. Tuve la oportunidad de leerla hace unos meses, sin que ni él mismo lo supiera, y puedo decir que es una estupenda novela histórica, bien trenzada, con personajes interesantes y diversas tramas que mantendrán el interés de cualquier lector. Lo que ocurre es que Blas, debido a su trabajo, pues ha diseñado y supervisado las obras de las carreteras que llevan hasta las casas de diversos personajes muy bien situados en el mundo editorial, y claro, estos le han echado un cable. Sólo que no es así. Lo que ocurre es que su novela tiene tal calidad, que me consta, porque puedo dar fe de ello por motivos que no vienen al caso, que al menos dos editoriales se disputaron la compra de los derechos de la novela.
Nadie regala nada, es cierto. Lo que se consigue hay que conseguirlo con esfuerzo, con dolor, con grandes dosis de sacrificio. A estas alturas, algunos amigos míos se asombran cuando les digo que no salgo o no los veo o no los acompaño a tal o cual actividad porque me voy a poner a escribir.
Pero es que, para llegar, y más aún, para mantenerse, el trabajo tiene que estar bien hecho. Es el único modo de que no tenga fronteras.