Uno de los aspectos que más me fascina de la historia es su capacidad para crear tradiciones populares que se asientan en las distintas sociedades, en ocasiones sin siquiera tener una base demostrada. Muchas de ellas calan tan hondo que llegan a sobrevivir hasta nuestro presente. Hoy os voy a acercar una que se remonta hasta hace casi quinientos años y que es toda una institución en Irlanda. Os hablo de los irlandeses de piel y cabello oscuro: los black irish.
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ToggleLos black irish: Hijos de la Felicísima
La historia seguro que os suena mucho: corría el año 1588 y la Gran Armada Española (ya sabéis, la mal llamada Invencible) trataba de regresar a España con el rabo entre las piernas luego de sufrir una derrota sin paliativos en la batalla de Gravelinas que la puso en fuga. Al buen pero no muy avispado duque de Medina Sidonia (que sólo había visto el agua para bañarse) no se le ocurrió mejor idea que rodear las islas británicas, Irlanda incluida, para luego dirigirse a la península ibérica en dirección al sur.
Aquel plan fue una catástrofe, para variar. Pues en el Mar del Norte se desató una tormenta furibunda que vino a complicar las cosas más todavía, ya fuera por pura mala suerte o porque el de ahí arriba no estaba del lado español. Es inevitable que nos venga a la mente la famosísima frase de Felipe II, probablemente falsa: «Yo envié a mis naves a pelear contra los hombres, no contra los elementos». Su frustración resulta comprensible, ¿verdad?
La cuestión es que las condiciones de navegación se convirtieron en una pesadilla y causaron que muchos de los barcos de la flota española naufragaran en las costas del norte y oeste de Irlanda. De los 137 navíos que partieron de Lisboa, alrededor de sesenta fueron a estamparse contra los rocosos acantilados irlandeses, desde el Ulster hasta Kerry. Más de ocho mil personas se dejaron la vida en estos naufragios.
Náufragos en tierra hostil
Entre esos no estaban Baltasar de Zúñiga y Juan Lobo, por supuesto, como ya os conté en La boca del diablo. Ellos alcanzaron las costas de San Sebastián, pero muchos otros no fueron tan afortunados y tuvieron que vivir una odisea agónica en tierras gaélicas. Aquellos que lograron fondear sus naves antes de que la tormenta las destrozara, lejos de haber salvado la vida, se las vieron con otros problemas igual de acuciantes. Pues Irlanda, por aquel entonces, estaba sumida en un caos territorial enloquecedor.
Por una parte estaban los clanes locales gaélicos, tanto irlandeses de pura cepa como ciertas familias nobles llegadas de Escocia (como los MacDonnell). Según las crónicas personales (y bastante adulteradas) del más famoso de los supervivientes, el capitán Francisco de Cuéllar, algunos de los irlandeses no lo trataron demasiado bien, incluso llegaron a capturarlo para utilizarlo como esclavo. Sin embargo, la mayoría sí se mostraron generosos en cuanto a la ayuda brindada, ya que no olvidemos que aún por entonces la mayoría de irlandeses eran católicos.
Y no podían ni ver a los ingleses, que se habían hecho con el control parcial de su isla. Lo cual fue el auténtico problema al que se enfrentaron los náufragos. Desde Londres se había dado la orden de que todas las tropas acantonadas en Irlanda (que mantenían una paz con los irlandeses tensa, muy tensa) se pusieran a patrullar las costas para atrapar a cualquier superviviente español. Las órdenes eran llevarlos presos a Dublín, pero la realidad fue que la mayoría de capturados fueron asesinados sin contemplaciones. Sólo los oficiales de mayor rango salvaron la vida.
El germen de los black irish
La mayoría de los españoles que lograron sobrevivir a todo este cúmulo de penalidades lo hicieron gracias a la ayuda de algunos nobles irlandeses y del clero católico que, a escondidas, hacía su trabajo (no olvidemos que Isabel I había renegado de Roma). Estos benefactores gaélicos, que veían a los españoles como hermanos de armas en contra del invasor inglés, se encargaron de proporcionarles pasajes en sus barcos mercantes hasta Escocia, desde donde los españoles lograron alcanzar Flandes.
Pero no todos se marcharon de Irlanda. Y aquí es donde entramos en el mito popular. Dice la tradición oral irlandesa que algunos españoles, maravillados por la hermosura de Irlanda, decidieron quedarse en la Isla Esmeralda. Tenemos constancia histórica de algunos de ellos, como un superviviente del naufragio de La Juliana llamado Pedro Blanco, que luchó contra los ingleses al lado del mismísimo Hugh O’Neill, conde de Tyrone, líder de la resistencia irlandesa durante la Guerra de los Nueve Años.
He dicho por la hermosura de Irlanda, sí, pero también se quedaron por la belleza de las irlandesas, con quienes obviamente se casaron. Y de esas uniones surgieron niños de piel morena y cabellos oscuros, completamente distintos a los clásicos irlandeses de piel clara y cabellos pelirrojos. Esos rasgos typical spanish se transmitirían de padres a hijos hasta la actualidad, dando lugar a nuestros protagonistas. Los black irish.
El mito de los black irish, ¿es real?
Desde luego es una leyenda popular muy evocadora, romántica y acorde con la tradición irlandesa. Pero mucho me temo que, al igual que el mito de las patatas (del que quizás hablemos en otro post), el fundamento histórico de los black irish como resultado de los naufragios de la Armada es muy endeble. El número de españoles que rehicieron su vida en Irlanda fue ridículamente bajo, así que es imposible que tuvieran un impacto genético en la población local.
¿Significa eso que no existen los black irish? Bueno, quizás sí. Porque en realidad hay un parentesco entre irlandeses y españoles, sólo que este data de mucho antes, de miles de años antes. O esa al menos es una de las teorías, todavía muy discutida, expuesta tras un estudio del Trinity College que indica que los irlandeses actuales tienen ascendencia gallega. O más bien del norte de España.
Como veis, de nuevo la historia y los mitos se vuelven a dar la mano, haciendo que el estudio del pasado sea más asombroso si cabe.
Encuentro que tus comentarios y escritos son verdaderamente entretenidos e interesantes. Realmente me maravillo de leer todas esas historias que cuentas con n tus relatos.
Te doy las gracias por todas esas
recomendaciones y tips que entregas con tanta generosidad.
Hasta el momento he auto publicado tan sólo una novela, Leonora y el Postmodernismo, que
había ido elaborando poco a poco, sin contar aún con tu apoyo. Pero tu gran aporte me ayudo mucho para continuar plasmándola.
Con mi humilde resultado estoy contenta, porque les ha gustado a quienes la han adquirido y leído.
Me encantaría participar en tus cursos del método PEN. Sin embargo, no cuento con la asesoría técnica para seguirlos ni el dinero para lograrlo.
Creo que ahora tengo más experiencia para la próxima novela que tengo en mente escribir, pero estoy esperando contar con las herramientas necesarias para retomar la rutina del quehacer literario, ya que se me echó a perder el computador
Ánimo, Elena. Las cosas no siempre vienen fáciles, pero los sueños hay que perseguirlos. Un beso.
Interesante, no sabía de ese mito. Me encanta leerte.
Mil gracias por tu comentario. Un beso.
El 23 de septiembre de 1588, tres buques de la Gran Armada Española que intentó invadir Inglaterra naufragaron ante la playa de Streedagh, en el noroeste de Irlanda. Por ello, todos los años los irlandeses rinden homenaje a los valientes soldados españoles.
Muy interesante lo que relatas. Todos estos acontecimientos históricos de conquistas, esclavos sufrimiento humano son parte del pasado y desgraciadamente la violencia sigue siendo parte de lo cotidiano. A mí se me dificulta mucho leer y por ende escribir sobre estos temas pues soy alguien muy impresionable y llorona, me afecta mucho. Debo trabajar en eso. Por otra parte el Mito de los Black Irish no se me hace tan descabellado, los mitos no siempre lo son.
Muchas gracias no sabia esa parte de la historia.
Saludos desde Argentina !!