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El presentismo en la novela histórica

Supongo que a estas alturas no hace falta decir que el género de la novela histórica es mi favorito como escritor. Prácticamente la totalidad de mi carrera se centra en devolver el pasado a la vida a través de la literatura. Y en este blog le hemos dedicado muchos artículos a la novela histórica. Desde sus características más básicas hasta la creación del escenario histórico, os he ofrecido mil y un matices sobre el género de la novela histórica. Pero hay algo de lo que apenas hemos hablado y que abordaremos hoy. Y os recomiendo que estéis muy atentos porque se trata de un aspecto importantísimo, hasta el punto de que puede destrozar por completo una obra y a su autor si se deja de lado. Me refiero al presentismo histórico.

Qué es el presentismo

 

La definición del presentismo es tan sencilla como complicado es escapar de su sombra. Se conoce como presentismo histórico al vicio de valorar una época pasada con nuestra mentalidad actual. Pongamos un ejemplo para entenderlo con facilidad: mi primera novela histórica, «Hijos de Heracles» narra cómo la sociedad espartana se convirtió en el pueblo de guerreros fieros que más tarde conoceríamos en cómics y películas como «300». Para ello, como ya os he contado tanto en mi novela como en algún artículo, instauró una práctica militar terriblemente exigente, la agogé. Se trata de un adiestramiento militar tan exigente que hoy en día lo consideraríamos una salvajada. Y tendríamos toda la razón del mundo… desde nuestro punto de vista actual.

Porque para los espartanos no era visto del mismo modo en absoluto. Su concepción de la agogé era el de una necesidad incuestionable para su supervivencia como pueblo. Incluso los niños acogían esta obligación con gusto cuando a los siete años empezaban a entrenar. Para ellos, ser formados como hoplitas eran el mayor de los honores.

Ahora imaginemos que yo, como autor, hubiera descrito la agogé como algo bárbaro, que es lo que en realidad pienso de dicha práctica. Que mis personajes se hubiesen cuestionado uno de los puntales fundamentales de su sociedad. Que lo criticaran y pensaran que era algo demasiado cruel. En ese caso habría caído en un anacronismo muy grave, pues habría transportado mi pensamiento actual a una época pasada. A eso se le llama presentismo.

qué es el presentismo

Los problemas del presentismo

 

El mayor problema que plantea el presentismo es muy obvio: tergiversa el contexto histórico. Nunca podemos tener una aproximación real a un momento del pasado si utilizamos una mentalidad avanzada a la época que tratamos, y por ende va a ser imposible que comprendamos de manera correcta dicha etapa o cultura.

Es evidente del mismo modo que cuanto más atrás en el tiempo nos movemos, más fácil es dejarse llevar por el presentismo. Y más grave. Si estamos escribiendo una novela histórica que transcurre en la Segunda Guerra Mundial, el presentismo puede ser tan leve que apenas tenga importancia. Al fin y al cabo, es una época muy cercana y casi idéntica en cuanto al comportamiento de la gente. Y aún así, seguro que alguna vez habéis alucinado con la mentalidad que tenían nuestros padres o abuelos. ¡Y hace sólo cuatro días de eso! Imaginad cuando narramos sobre civilizaciones antiguas, como la romana o la griega. Entonces, el peligro de caer en el presentismo es enorme. Las escalas de valores de nuestros antepasados son cada vez más diferentes conforme viajamos atrás en el tiempo, y su manera de actuar, por tanto, nos puede resultar incomprensible, desagradable, criticable o incluso defendible. Por ejemplo, hay novelas históricas que ensalzan a sociedades como los íberos o los visigodos como un ejemplo de patriotismo, cuando a poco que se conocen estas sociedades se descubre que fueron todo lo contrario.

problemas presentismo

¿Se puede y se debe huir del presentismo?

 

Y llegamos a las preguntas claves. La primera es si se puede huir del presentismo. Técnicamente, la respuesta sería sí, pero no es tan sencillo. Como individuo del mundo actual, para el autor es casi imposible evadirse por completo de su manera de pensar, así que es muy probable que en parte su enfoque refleje lo que piensa de la época que relata. La cuestión es no dejar que el presentismo se haga con el control absoluto de la obra, buscar un equilibrio y ser sutil. Si vamos a representar una batalla entre pueblos celtas, tenemos que dejar muy claro que para los combatientes morir en batalla era un orgullo. Pero también podemos mostrar el horror de la guerra y toda su crueldad.

Ahora bien, queda una última consideración muy atrevida, teniendo en cuenta que durante todo el artículo he estado señalando el presentismo como lo peor de lo peor: ¿se debe huir del presentismo? Hay que tener en cuenta una vez más que tanto autor como lector viven en el presente. No en la Hispania romana ni en el Siglo de Oro, sino en el siglo XXI, y por tanto para conectar con los personajes de una novela debemos sentirlos de algún modo cercanos. Volvamos a la agogé: aunque maltratar a los niños espartanos no se discutía como práctica en esa época, tampoco podemos pintarlo como algo maravilloso dentro de la narrativa de nuestra novela, pues corremos el riesgo de que el lector no logre empatizar con los personajes o incluso llegue a creer que el autor está defendiendo las salvajadas que relata.

huir del presentismo

Conclusiones

 

Como decía, en el equilibrio está la clave. El autor debe mantener intacta la idiosincrasia de la época y la sociedad sobre la que narra y no sustituir sus valores por los actuales, pero al mismo tiempo debe encontrar el modo de que el lector empatice con los personajes y el argumento. Para ello la mejor manera de lograrlo es buscar los puntos comunes que todos los seres humanos tenemos, no importa en qué momento de la historia hayamos vivido: las emociones básicas. No importa si eres uno de los trescientos espartanos, un soldado de los Tercios de Flandes o un currante del siglo XXI: todos tememos, amamos y odiamos. Sólo que cada uno lo hace por un motivo, en base a un contexto histórico y social, y eso es lo que debemos mantener para que el presentismo no estropee nuestra novela histórica.

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

  • Raquel Susana Hegi

    Gracias Teo por este artículo. Me encantó. Estoy escribiendo una novela que transcurre en el 1900 y tengo que tener en cuenta muchas costumbres que ya han caducado en el presente. Saludos desde Argentina.

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Escritor y creador del Método Pen

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