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El Editor (II)

Decíamos la semana pasada que el editor elegía los libros, apostaba por ellos y dirigía todo el proceso desde la recepción del manuscrito hasta la llegada del libro a las librerías. Lo que ocurre es que poco o nada conocemos de ese proceso. ¿A qué dedican su tiempo los editores? ¿Por qué los plazos en el mundo editorial suelen ser tan extensos?

Que el proceso editorial es complicado salta a la vista. Tanto es así, que los editores tienen ayudantes: otros editores. El primero es conocido como Editor Senior o “Publisher” porque es quien toma las decisiones, quien firma los contratos. Pero, ¿qué hace la otra figura, conocida como editor junior?

Nos ayuda entenderlo, en primer lugar, el modo en el que se suele llegar a convertirse en editor junior. Según Daniel Fernández, Director Editorial de Edhasa, el oficio de editor es artesanal. Por tanto, necesita un aprendiz. Sin embargo, no suele ponerse un anuncio en prensa, o en portales de trabajo en internet anunciando que se busca a alguien para cubrir el puesto. ¿De dónde sale entonces el editor junior?

Es habitual que esa figura se cubra tirando de personas que ya tienen una relación con la empresa, normalmente como lectores, es decir, aquellos que leen el original de un autor y presentan un informe al “Publisher”. Si el informe es positivo, el original tiene posibilidades de ser publicado. Es lógico entonces que el aprendiz de editor se busque en ese sector: si un lector tiene buen olfato a la hora de valorar originales… tal vez tenga madera para ser un buen editor. Es el caso de Anna Portabella, que compaginó durante un tiempo su trabajo como periodista con la realización de informes para Edhasa, hasta que al fin se convirtió en editora junior de dicho sello.

De cualquier modo, hay estudios que se pueden realizar para llegar a ocupar ese puesto. Por ejemplo, un master en edición. También es un medio de entrada tener una carrera de filología, ya sea hispánica o cualquier otra, y efectuar prácticas en la editorial.

¿Qué diferencia a un junior de un Publisher? Básicamente el hecho de que el Publisher sí toma decisiones y firma contratos y el junior no lo hace. Es decir, el Publisher tiene la última palabra. Para el resto de cuestiones, prácticamente hacen el mismo tipo de trabajo. ¿En qué consiste?

Ilse Font, de editorial Belacqva, indica cómo es un día cualquiera en su actividad. Cuando en el año 2007 le hicieron una entrevista, comentó lo siguiente: “En un día de trabajo cualquiera contestamos 300 mails y 600 llamadas”. Algo parecido indica Mar García Puig, de Seix Barral: “Hoy, por ejemplo, he tenido tres reuniones: una para ver cómo van los libros por los que estamos apostando ahora, otra con la gente de diseño y marketing para hablar de cómo vamos a montar el lanzamiento de una novedad importante que llega en otoño, y otra con la directora editorial”.

Trescientos e-mails, seiscientas llamadas y tres reuniones. Eso, día tras día, en una jornada de unas nueve horas más o menos. Pero su trabajo no se limita a eso, ni mucho menos. Anna Portabella indica que “podríamos estar trabajando las 24 horas del día y siempre tendrías algo que hacer”. De modo que es una práctica habitual que se lleven los originales a su casa para poder leerlos y valorarlos. Mar García explica que lo hacen “porque en la editorial pocas veces se puede leer. Los teléfonos no dejan de sonar y te reclaman por mil cosas. Si te pones a leer allí, no te enteras de nada. Así que normalmente tienes que leer en casa ».

Pero aún hay más. Es parte de su trabajo comprobar que el texto esté lo más limpio de erratas posibles, y según ellas mismas comentan, es una de las tareas que mayor tensión les crea. Dicen que no importa cuánto mires un texto, siempre tienen la impresión de que hay una errata en alguna parte.

Y aún más cosas… Ellos (ellas en este caso) son los encargados de preparar las liquidaciones de los autores. Para ello, es necesario que el autor presente lo que se llama “tax form” o certificado de retenciones. Si la editorial no lo tiene, al parecer, no puede realizarse la factura. Pues bien, podemos imaginarnos ahora la escena: llevas 150 mails contestados, están atendiendo la llamada nº 300 del día, y de pronto te llaman del departamento de facturación diciendo que tienes que hacer de inmediato la factura de tal o cual autor… Y es que, como dice Anna Portabella, “eres el contacto con el agente, para lo bueno y para lo malo”.

Por otro lado está el hecho de que deben asistir a las ferias del libro, ya sean nacionales o internacionales, como la de Frankfurt. Allí, según cuentan, apenas tienen tiempo ni para comer. Anna comenta que “la feria (de Frankfurt) en sí es algo divertídisimo pero muy agotador. Te pasas el día repitiendo el mismo rollo y casi sin comer… ¡no tienes tiempo ni de levantarte de la mesa! Si tienes que vender a un autor, estás allí sentada y van llegando los editores extranjeros y tú les vas hablando del libro, una y otra vez, hasta que ya no sabes ni lo que dices”.

Y todo ese trabajo día tras día, mes tras mes y, en el caso del Publisher, con la tensión añadida de tener que apostar por los títulos que van a publicar. Porque en definitiva, ese es su trabajo, el de apostar por un libro, cuidarlo, mimarlo, darle forma… y esperar que se convierta en un éxito. Y no nos equivoquemos, el éxito de un libro no es vender millones de ejemplares, ni siquiera varias decenas de miles. El éxito de un libro consiste en aportar beneficios. Que si son millonarios mejor, claro, pero que deje beneficios, que las devoluciones sean mínimas.

Semana tras semana hay que decidir portadas, seleccionar calidades de impresión, traducciones, efectuar propuestas para conseguir los derechos de autor de un original…

Un trabajo complejo y, en apariencia, estresante.

No es de extrañar, que con todo ese trabajo, los plazos editoriales sean tan sumamente largos. Sin duda, es necesario vislumbrar el mundo al que queremos acceder. Es el único modo de entender qué hay detrás de una espera, de una llamada. Aunque sea la llamada número 300 del día, para el editor es tan importante como la primera. Al fin y al cabo, nuestro original también es una apuesta… ¿y quién sabe si será el caballo ganador?

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

  • ¡Qué barbaridad, cuánto se aprende aquí!
    Excelente artículo, Teo. Eres una verdadera enciclopedia en el mundo de los libros.
    Gracias por compartir lo que sabes. Saludos.

  • Grandísimo artículo, Teo. Me imaginaba algo parecido. Leyendo tu artículo me he sentido dentro de la piel de Lou Grant, poco menos.

    Nada que ver con las historias que contaba Isaac Asimov sobre su relación con su editor John W. Campbell, que ya parecen (lo son) de otro siglo o de otra galaxia.

    Un saludo

  • Genial artículo… simplemente.
    Más aprendo aquí que lo que aprendo en la escuela…
    Vaya, al menos ahora gracias a ti tenemos algo que nos ayuda a ser mas pacientes y hasta comprensivos con las editoriales cuando esperamos respuesta sobre un manuscrito…
    Saludos, sigue así que ya tienes un lector seguro…

  • Qué bueno leer este blog. Supongo que sabes lo importante que son tus artículos para todos los que empezamos en este mundillo. Enhorabuena, Teo.
    Un saludo.

  • Lo has resumido a la perfección. Sólo dos incisos: la corrección no es sólo ortotipográfica (erratas, tildes, espacios, sangrados, faltas de ortografía…), también hay que contar con una corrección de estilo (mucho más complicada que la primera), a veces con la corrección de una traducción mal hecha o de un contenido erróneo (por ejemplo, datos concretos en una novela histórica). Pero también (este es el segundo inciso) hay que contar con que muchísimas veces, la mayoría de las veces, se trata de un trabajo vocacional: el editor ama los libros, y eso, trabajar en algo que amas, no todo el mundo tiene el placer de experimentarlo. Enhorabuena por tu magnífico blog.

  • Vaya… visto de ese modo uno parece que tiene más derecho a cabrearse ante la no respuesta de algunas editoriales y se ve obligado a alabar a aquellos otros que te escriben aun para negarte el manuscrito. Gracias por hacernos entender un poco más ese mundillo. Un fuerte abrazo.

  • Teo, no me imaginaba tanto trabajo detrás de una amable carta de una editorial. Ahora entiendo por qué las respuestas muchas veces parecen monosilábicas.
    Admiro a los editores, me gustaría trabajar en una editorial, es un mundo fascinante.

    Besos!

  • Yo quedé con un sentimiento fascinado: cuanto más enredado describías el mundo editorial, más ganas me entraban de trabajar en una. 🙂 Debe de ser muy satisfactorio para aquel que ama los libros poder encontrar un trabajo como éste, especialmente si no se va a inclinar por la escritura.
    ¡Saludos!

  • Eres sorprendente, Teo, en serio. ¿Cómo puedes conocer todo este complejo mundo con tanto detalle y explicarlo de manera tan sencilla? Si alguien duda aún de lo bien documentadas al tiempo que amenas que son tus novelas, le bastará con echar un vistazo al blog para salir de dudas…

  • Gran trabajo Teo. Tus entradas son muy interesantes tío.

    Para los que queráis saber más, os dejo el blog de Blanca Rosa Roca (editora de Roca Editorial), que yo sepa, de los pocos editores con blog. Ahí ves el día a día de una editora, las presentaciones, promociones e inquietudes de su trabajo, y te enteras de datos curiosos, como que usan lectores de e-book para leer los manuscritos.

    El enlace es:
    http://www.rocaeditorial.blogspot.com/

    C.

  • Hola Teo,
    como siempre, ilustrándonos con tu entrada.
    Muchas gracias por la magnífica información, en efecto por lo que cuentas tendremos que aprender a ser más pacientes.
    Un saludo.
    Jesús

  • ¡Uff!¡Que estrés!
    Estoy agotada solo de leer todo lo que hace un editor.
    Creo que prefiero ser escritora…

  • Bueno, los que siguen este blog desde hace tiempo, Nibu, te podrán decir que cuando comencé a escribir los artículos sobre los diferentes trabajos presentes en el sector editorial, ya decía que estarían basados en entrevistas ya existentes y publicadas.

    Nunca he pretendido engañar a nadie, ni ponerme medallas por el trabajo de otros. De hecho, el simple detalle de que los comentarios a los que hago referencia en esta entrada estén entrecomillados es una evidencia de que están sacados de algún lado, ¿no te parece?

    Además, es evidente para los que hayan leído el artículo del periódico y mi entrada, que en ésta última introduzco comentarios e ideas personales, es decir, que no me dedico símplemente a copiar y pegar, como dices, sino que intento profundizar, o al menos opinar sobre todo lo que tomo de otros lugares.

    Porque para aprender hay que leer. Y por tanto hay que buscar lo que otros ya han estudiado y escrito.

    Es fácil acusar a alguien de algo, por absurda y nimia que sea la acusación. Sin embargo, parece has cometido un pequeño error, nada importante, desde luego. Tal vez, si hubieras leído más del blog, especialmente esa entrada a la que te hago referencia al principio de mi comentario, habrías visto que ya aviso de que estas entradas estarán basadas en entrevistas ya publicadas. Por si te interesa comprobarlo, aquí tienes el enlace:
    http://fantasticaliteratura.blogspot.com/2009/04/por-que-un-agente-editorial.html

    Tengo la suficiente honradez como para no colgarme medallas ajenas.

    Aún así, gracias por tomarte la molestia de leer, y comentar, en este blog.

    Saludos.

  • Es más, ahora que releo el texto que criticas, veo que ya digo que está sacada de una entrevista. El 6º párrafo de ésta entrada comienza así: “Ilse Font, de editorial Belacqva, indica cómo es un día cualquiera en su actividad. Cuando en el año 2007 le hicieron una entrevista, comentó lo siguiente: “En un día de trabajo cualquiera contestamos 300 mails y 600 llamadas”.”

    Ahora sí he cortado y pegado…

    En fin, que creo que deberías leer y estudiar un poco más las cosas antes de decir según qué otras.

    Lo dicho, un saludo.

  • Nibu

    Sin duda mi tono no fue muy correcto, y por ello te pido disculpas, pero sigo pensando que en ningún momento de tu artículo queda claro que todo lo que dices está basado en un artículo publicado hace años en El Mundo, por mucha aclaración preliminar que realizaras en el principio de los tiempos. Y diría que a ninguno de los comentaristas no le ha quedado muy claro, ¿no te parece? O eso indican comentarios del tipo “hay que ver cuánto sabes del tema, Teo”… “cuánto nos enseñas”… Se diría que ninguno de nosotros es muy bueno con la lectura, puesto que ninguno hemos captado esas señales de meridiana claridad que lanzabas sobre las fuentes de tu artículo.

    Da la casualidad de que soy periodista y de que sé cómo se cita a una fuente. Da la casualidad de que conozco a la autora del artículo y a alguna de las personas que entrevistó para realizarlo. Y da la casualidad de que soy técnica de edición, o editora junior, o como lo quieras llamar. Precisamente por eso me molesta ver trabajos de recorta y pega sobre un asunto del que dudo que sepas tanto como quieres hacer creer.

    Y no sé si es peor hacer algo de cualquier manera o justificarse por hacerlo.

  • Es que, Nibu, no “todo lo que digo” está sacado de ese artículo. Hay multitud de comentarios y reflexiones personales y si lees mi texto con frialdad creo que podrás apreciarlo.

    Supongo que también comprenderás que no voy a comenzar todos las entradas de este blog diciendo “os recuerdo que éste es un artículo de la serie X y que por tanto está basado en artículos o entrevistas previas ya publicadas”. Para eso son útiles cosas como las etiquetas, por ejemplo.

    También creo que entiendes de modo diferente a como yo lo hago los comentarios. Por ejemplo, no he leído en ningún caso lo que tú dices: “hay que ver cuánto sabes del tema, Teo”. Sí he leído “¡Cuánto se aprende aquí!”. Tú lo entiendes como un piropo hacia mi persona, yo no. Lo entiendo como una apreciación al lugar en sí mismo, al intento (por mi parte, claro) de aglutinar en un lugar información dispersa en mil sitios y que el escritor novel a veces no encuentra, o no se pone a buscar.

    Mencionas que como periodista sabes cómo citar a otras personas. Y es muy posible que yo no lo esté haciendo de forma correcta. Sin embargo, tú has estudiado para ello, como bien reconoces. Sería bastante ilógico que tú lo hicieras mal y yo lo hiciera bien, que de periodismo entiendo más bien poco.

    Alguno de los comentarios está realizado por otros periodistas, y habla de “lo bien documentadas que están las entradas”. Otro comentario, en esta ocasión de una editora, dice que “lo he resumido a la perfección”. Yo creo que es evidente que al menos, algunos de los que SIGUEN el blog desde hace un tiempo sí tiene claras las intenciones y las formas de hacer las cosas. Tal vez lo que falla en tu caso es la falta de contexto, como ya dije hace unos días.

    Curiosamente, unas semanas después de publicar esta entrada, resultó que una de las entrevistadas se había convertido en mi editora… casualidades de la vida.

    Repito: no es ni ha sido en ningún momento mi intención atribuirme el mérito de realizar las entrevistas. Y reitero también que las fuentes están para ser utilizadas, estudiadas y analizadas. Y eso es lo que yo intento en estos artículos.

    Que lo consiga o no, ya es otra cosa… y si te ha dado la impresión de “apropiación indebida” pues te pido disculpas: a ti, al autor del artículo y a todo aquel que haya podido sentirse molesto por esas razones.

    Tal vez se hubiera evitado esa impresión de haber añadido el enlace al artículo. No lo consideré necesario por lo expresado con anterioridad, pero para evitar estas situaciones en el futuro procuraré hacerlo, tal y como lo he hecho en otras ocasiones citando los libros o discursos de los que extraía la información.

    De nuevo, gracias por pasar por aquí y por tu comentario. Cuánto menos, sirve para dejar claras mis intenciones.

  • Hola

    Vaya… Ahora estoy leyendo esta polémica. Bueno, bueno… No sé qué decir… Mi formación es científica. Dentro de nuestro campo, las citas son imprescindibles y obligatorias, pero eso no es así en otros ámbitos. Y el periodismo, precisamente, es un ámbito donde casi nunca se cita con exhaustividad. En el vínculo que tú has dado, sólo aparece el nombre de la autora y el periódico, pero… ¿dónde se ha informado de todo lo que cuenta? ¿En qué base de datos de editoriales ha buscado los datos de la editora júnior de Edhasa? ¿Dónde ha encontrado la terminología “editor senior” y “editor júnior”? ¿Se reunió con las personas entrevistadas o recogió notas en charlas públicas de estas personas? Una cita exhaustiva de las fuentes requiere esos detalles. Aún peor es el caso de las noticias de agencia, en que se cita a la agencia y al autor del texto… Pero, ¿de dónde ha sacado la agencia la información? ¿Quién la ha contrastado? En el ámbito científico, esto sería impensable… si tú usas un libro, por muy genérico que sea, como el “Handbook of Chemistry and Physics”, lo suyo es citarlo. Si tu experimento ha sido confirmado por otros laboratorios, lo tienes que decir. Jamás he visto nada parecido en la prensa escrita; no hay sección de referencias o bibliografía. En ningún lado se dice cómo y quien ha contrastado la información.

    Que Teo debió haber citado el artículo de El Mundo, quizá. Pero, releyendo ambos textos, no veo mucha diferencia en lo que hace Teo y en lo que se hace en los textos periodísticos. Teo no hace un mero “copiar y pegar”. No se le puede exigir una exhaustividad que la misma fuente no lleva a cabo por razones prácticas (un periódico que practicara la cita con la exhaustividad de los científicos debería ser el doble de extenso… te diré que un artículo científico de seis páginas puede llevar 30-40 citas). No se justifica, por eso, el tono de tu primer comentario.

    Un saludo.

    Juan.

  • Frida

    Acabo de quedarme sorprendida con los entresijos que nos cuentas. Este artículo ayuda a valorar el trabajo que los editores hacen, nos ponen en el lugar del otro y hacen comprender los silencios y estimar en su valía a aquellos editores que sacan un huequito de su apretado tiempo para decir amablemente no.

    Gracias por adentrarnos en el día a día del editor.

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Teo Palacios

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