Pero ha sido especialmente fructífera en cuanto a la novela que escribo. La cosa empezó bien el fin de semana pasado. Por primera vez en mes y medio, pude disfrutar de un fin de semana relajado, de no tener que pasar mucho tiempo fuera. De modo que lo dediqué a escribir. Durante la semana, pese a ir tan agotado como últimamente, también he encontrado dos o tres huecos, el mejor de ellos ayer por la tarde-noche, cuando escribí ocho páginas. En total, he avanzado casi treinta páginas esta semana.
Esto significa que ya estoy en la recta final del libro. No sé si recordaréis que os conté que la historia estaba estructurada de modo que se desarrolle a lo largo de cinco días. Bien, pues ya estoy en el quinto, el último día en el que se desarrolla la historia.
En principio no quedan más de tres capítulos. Digo en principio porque aunque esa es la idea principal, ya sabéis que cuando empiezas a escribir a veces las tramas se alargan o se acortan de modo misterioso. En páginas, vendrán a ser unas treinta o cuarenta, aproximadamente.
Así que ya estoy en la cuenta final. A partir de ahora quedan tres capítulos, dos capítulos, un capítulo… más un pequeño epílogo.
Además, sé exactamente cómo va a terminar la historia. Será con una canción. Ya os dije hace unas semanas que la música iba a tener una especial importancia a lo largo de la novela. Bien, pues os voy a dejar la canción que pone punto y final a la historia. Por una vez, y sin que sirva de precedente, no pasará nada porque leáis (es un decir) el final antes del resto de la novela.
Estoy seguro de que alguno disfrutará por partida triple: De la canción. Del intérprete. De las imagenes que acompañan… de una de la mejores películas de os últimos años.