Aunque el principal cometido de la novela histórica no es enseñar (para eso están las obras divulgativas y académicas), todos estaremos de acuerdo en que es una manera excelente de que los lectores sientan interés por el pasado. Este género literario nos acerca épocas y personajes fascinantes, pero no podemos olvidar que siempre va a existir un componente de ficción. Si escribimos una novela sobre Julio César, no será el Julio César real, será nuestro Julio César, la versión que el autor haga. Entre otras cosas porque no existen crónicas lo bastante detalladas que nos cuenten qué hacía o decía en cada instante de su vida. Así que por fuerza tendremos que ficcionar en algún momento. Hoy inicio una serie dedicada a mostraros las versiones reales de algunos de los personajes de mis novelas. Y empezaremos con La predicción del astrólogo y uno de esos secundarios que se ganaron mi corazoncito: Álvar Fáñez, el gran amigo y compañero del Cid.
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ToggleÁlvar Fáñez, entre la historia y la leyenda
Álvar Fáñez es un buen ejemplo de lo que os comentaba: las lagunas en torno a su vida son abundantes, tanto o más que las del propio Rodrigo Díaz de Vivar. Es inevitable que la leyenda del Cid Campeador lo oculte, teniendo en cuenta la conexión que comparten. La culpa de todo esto la tiene el Cantar del mio Cid, por supuesto. En esta obra maestra de la literatura medieval se nos muestra un personaje que, al igual que ocurre con el propio Cid, excede la vida real para cobrar visos casi mitológicos. No olvidemos que estamos ante un texto de carácter dramático que busca ensalzar a una figura y establecer algo así como un mito que se eleve por encima de la realidad. En cuanto a la construcción de una leyenda, el Cid vendría a ser como nuestro rey Arturo particular, y Álvar Fáez un Lancelot a la española.
En el Cantar se menciona a Álvar Fáñez no menos de treinta veces, señalándolo como el compañero inseparable del Cid. Se refieren a él con diversas variaciones del nombre que hoy usamos, aludiendo al personaje además con un apodo, Minaya. No está muy claro lo que significa, aunque se suele decir que contiene elementos vascos y románicos, y que podría corresponder con «mi hermano». Se especula con que dicho apelativo lo recibió de la reina Urraca, que lo admiró profundamente.
Álvar Fáñez, el personaje histórico
Basarse pues en el Cantar del mio Cid es peligroso, porque no deja de ser, al fin y al cabo, lo mismo que una novela actual: una adaptación ficticia de la realidad. De hecho se contradice con ciertos documentos de la época al decir que Fáñez y el Cid eran primos hermanos (tal y como yo los plasmo en La predicción del astrólogo), pues según estos textos podría haber sido su sobrino. Como veis, su nacimiento y familia son bastante desconocidos (lo cual en realidad es genial para un novelista, porque nos ofrece más libertad para ficcionar). Los historiadores postulan que su padre pudo ser un tal Fan Fáñez que suscribió algunos documentos de Alfonso VI, lo cuál lo sitúa dentro de una familia de cierto abolengo. Algunos especialistas incluso se atreven a comentar que fue bisnieto del mismísimo rey Alfonso V de León.
El caso es que Álvar Fáñez acabó empuñando las armas, como no podía ser de otro modo. La primera vez que combatió junto al Cid se cree que fue en un enfrentamiento contra el rey García de Galicia. La primera de muchas, claro, porque luego repitió enfrentándose al rey Alfonso de León, en una primera batalla junto al río Esla. Tras este combate, Álvar se fortificó en un poblado cercano a León, y allí resistió lo bastante para impedir el paso del ejército rival por el puente de Villarente. Vamos, la versión «moderna» de Leónidas y sus 300, salvando las distancias. La diferencia más importante, por supuesto, fue que no murió. Es más, el rey Sancho le entregó aquellas tierras que había defendido, que pasaron a llamarse Villafañe.
Álvar Fáñez, el reconquistador
Pero el rey Sancho, que pareciera que iba a ser su principal valedor además del Cid, murió en el sitio de Zamora de 1072. Sin herederos naturales, su hermano Alfonso se hizo con Castilla. Justo a partir de entonces, la historia de Álvar Fáñez empieza a aclararse, tras quedar vinculado al rey leonés Alfonso VI. Se convirtió primero en su tenente, luego en capitán, uno de los más prominentes, tal y como lo muestro en mi novela. El auge de su figura fue tal que entre los almorávides y los taifas se ganó fama de combatiente temible.
Quizás si el Cid no hubiese existido, Álvar Fáñez habría tenido más relevancia. Quién sabe, es posible que acabase siendo el gran héroe legendario y protagonista de una obra fundamental de la literatura universal. Pero el Cid existió y se llevó todos los laureles. En cualquier caso, fueron compañeros casi inseparables, pues juntos realizaron infinidad de incursiones. Algunas no se sabe si son invenciones del Cantar, como la campaña del valle del Henares. Sería muy largo enumerar todos los conflictos en los que se vio involucrado, bien en solitario o bien junto al Cid. A modo de ejemplo, podríamos mencionar la reconquista de Medina del Campo, de la villa de Horche, de la mismísima Guadalajara amurallada. Aunque también sufrió algunas derrotas, como le ocurrió en Peñafiel o en la batalla de Zalaca.
Conclusiones
Para entonces, el destino compartido entre el Cid y Álvar Fáñez se había roto cuando el primero acabó enfrentado a Alfonso VI y fue desterrado (aunque luego se reconciliarían). Nuestro protagonista de hoy prefirió mantenerse fiel a la Corona, y bien que fue recompensado por ello. Además de la posesión de Villafañe, Álvar Fáñez fue señor de otros territorios, como Sotragero y Zorita de los Canes. Se casó con Mayor Pérez, la hija de Pedro Ansúrez (que también aparece en La predicción del astrólogo), quien era por entonces conde de Salaña y señor de Valladolid. El final de la historia para Fáñez llego en el 1114, cuando estalló una terrible rebelión en Segovia en contra de la reina Urraca I de León, propiciada por Alfonso de Aragón. Leal a sus señores, Fáñez defendió los intereses de la reina, lo que le valió la muerte a manos de la milicia de la ciudad.
Como veis, los personajes de nuestras novelas y sus contrapartidas históricas tienen notables diferencias. Lejos de ser un problema, yo lo considero una virtud, pues de este modo tenemos distintas versiones, a cada cual más interesante.
Gracias Teo,por no abandonarme aunque no pueda pagar el maravilloso método Pen, Todos tus escritos me organizan, y estoy segura que algún día terminaré una novela prolija e interesante, que de a conocer más a un gran caudillo, y las bondades del amor verdadero.
Siempre atenta y agradecida, que te siga yendo muy bien, felices pascuas