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La técnica del iceberg

En narrativa existen varias reglas de oro que todo autor debería tener muy en cuenta siempre. Una de las más importantes se puede resumir con un simple «menos es más». O dicho de otra manera, si puedes mostrarle al lector lo que pretendes utilizando seis palabras, no uses siete. Esta norma, que no paro de repetirle a mis alumnos en los cursos del método PEN, suele hacer referencia a la necesidad de ser concisos con el lenguaje que utilizamos, pero a nivel de creación y desarrollo argumental también tiene cabida. En contra de lo que la razón nos dice, no contarlo todo puede ser una herramienta muy poderosa para potenciar nuestra historia. Hoy vamos a verlo a través de una técnica narrativa muy concreta, cuyo nombre ya da a entender por dónde van los tiros: la técnica del iceberg.

El «inventor» de la técnica del iceberg


Cuando hablamos de técnicas narrativas rara vez se puede hablar de inventores. Al fin y al cabo, la escritura es un arte que ha ido evolucionando a través de los siglos. Los aportes y cambios son más bien graduales y se van heredando de una generación de autores a otra. Pero sí podemos decir que hubo un escritor que postuló por primera vez la técnica del iceberg (o teoría de la omisión, como también suele llamarse), aunque ya se hubiese usado antes, y la convirtió en santo y seña de sus obras. Su nombre os resultará muy conocido: Ernest Hemingway. Sí, el mismo que corría delante de los toros en los sanfermines.

Recordemos que Hemingway fue periodista antes que escritor de cuentos (algún día hablaremos de ello en uno de los artículos históricos, porque menuda vida tuvo). Por tanto, estaba acostumbrado a redactar noticias de manera superficial, sin profundizar de manera evidente en lo que hubiera detrás de su texto. Ya hablamos de esto en nuestro artículo sobre el periodismo literario. Esto hizo que, cuando empezó a escribir relatos, incorporara esa aparente superficialidad en sus obras. Sin embargo, tras esa capa externa sí residía un significado implícito que el lector debía descubrir por sí mismo. ¿Cómo consiguió este efecto? Utilizando la técnica del iceberg.

Hemingway

¿Qué es la técnica del iceberg?


En 1923, Hemingway escribió su cuento Out of Season (Fuera de temporada), que trata sobre un marido y una mujer estadounidenses expatriados que se van de pesca mientras están en Italia (el relato es mejor de lo que se desprende de este brevísimo resumen). El caso es que Hemingway contó un tiempo después, en su biografía, que en ese relato omitió nada más y nada menos que el final que había pensado durante el proceso de creación, en el cuál uno de los personajes se ahorcaba. ¿El motivo? Reforzar la narración a través de no contar algo, de dejar que el lector lo imagine por sí mismo, para así crear una conexión más fuerte con la obra.

No fue la única vez que lo hizo. De hecho, la teoría de la omisión se convirtió en marca de la casa de este autor. Él mismo creó el paralelismo con un iceberg por el que se conoce a esta técnica: «Si un escritor en prosa conoce lo suficientemente bien aquello sobre lo que escribe, puede silenciar cosas que conoce, y el lector, si el escritor escribe con suficiente verdad, tendrá de estas cosas una sensación tan fuerte como si el escritor las hubiera expresado. La dignidad de movimientos de un iceberg se debe a que solamente un octavo de su masa aparece sobre el agua».

técnica del iceberg

Cómo utilizar la técnica del iceberg

La técnica del iceberg es tan poderosa como complicada de utilizar. Desde luego no es apta para escritores que todavía están en los inicios de su aprendizaje, aunque yo siempre animo a mis alumnos a que experimenten con técnicas avanzadas. Al fin y al cabo, para eso están los relatos, para experimentar. Es más, aunque esta técnica se puede utilizar en formatos largos como la novela, es en los cuentos donde más brilla. Y esto es porque la brevedad de un relato ya nos obliga a ser directos y concisos, nos impide entretenernos desarrollando la información, por lo que mantenerla en un segundo plano para que la descubra el lector resulta ideal. ¿Y sabéis dónde se le saca todavía más jugo? En los microrrelatos. Os pongo un ejemplo:

—Hola, guapa. ¿Te apetece que nos vayamos a un reservado? Ya sabes…
—Claro.
Mientras lo seguía, se quitó el anillo y lo guardó en el bolsillo sin remordimiento alguno.

Fijaos bien: en apenas tres frases, muy cortas además, os he contado una historia sin entrar en detalles. Os he mostrado sólo la punta del iceberg, pero debajo hay una masa oculta que, aunque no se ve, se percibe con claridad y da significado completo al relato. En ningún momento he especificado los motivos por los que la protagonista decide caer en la infidelidad. Podría haberlo especificado añadiendo al final una frase: «Era la hora de buscar en otros lo que su marido le negaba». ¿Pero para qué? Si de esta manera he dicho lo mismo y a la vez he logrado convertir al lector en mi cómplice. Ahora él hará sus suposiciones, rellenará los huecos con su imaginación. En cualquier caso, la información está ahí, en segunda línea: la mujer está casada y aún así acepta ser infiel. Lo importante es que esa omisión aparente refuerza la historia.

técnicas narrativas

Conclusiones


Insisto: en literatura, menos es más. Como autores debemos darle al lector la información que necesita para entender y conectar con la historia. Pero no siempre tenemos que mostrársela de manera directa. Como habéis visto, a través de la omisión de datos propia de la técnica del iceberg también podemos decirle mucho a nuestros lectores. O mejor dicho: se lo sugerimos. Esto además nos ayudará con el eterno problema de querer contar demasiado, de meter largas explicaciones para mostrar el trasfondo. Parrafadas que en realidad no hacen más que lastrar el avance de la historia. La mayor parte de esto será paja, simple ruido. ¿Por qué creéis que los profesores de narrativa os decimos siempre cosas como «escribir es cortar»?

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

  • Guillermo Castillo

    Maestro muchas gracias por la lección que nos compartes. Saludos desde Colombia.

    • Marlene Flores G.

      De nuevo expreso mi agradecimiento por la valiosa información que constante y gratuitamente recibo de tu parte.

  • Trinidad Ibáñez Alvareez

    Estupendo, como todos los que escribes.

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Escritor y creador del Método Pen

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