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Los guerreros de terracota

¿Os acordáis del artículo de hace unas semanas sobre el pecio de Uluburun? En él os contaba la historia tras el yacimiento submarino del primer naufragio de la historia del que se tiene noticia, fechado en la Edad del Bronce. Entre otras cosas os comentaba que su descubrimiento fue fortuito. Os sorprendería saber cuántas veces una pieza clave de nuestro pasado ha sido hallada por mera casualidad: el pecio de Uluburun, nuestra Dama de Elche, o las pinturas rupestres de la cueva de Altamira. Hoy veremos otro ejemplo que, además, nos servirá para viajar a una tierra y una cultura histórica fascinante como muy pocas. Descubramos a los famosos guerreros de terracota de la Dinastía Qin.

El descubrimiento de los guerreros de terracota


Si conocéis cómo fue descubierta la Dama de Elche, esta historia os sonará muchísimo, aunque sea más reciente y tenga lugar en la otra punta del mundo: corría el año 1974, en la región china de Xi’an, y un agricultor estaba haciendo sus quehaceres diarios. En concreto, buscaba un pozo de agua para sus cultivos. Mientras excavaba, se encontró una gran fosa. Él todavía no lo sabía, pero acababa de encontrar el acceso a un complejo funerario que se extendía a lo largo de casi cien kilómetros cuadrados, conectado con el túmulo de un personaje del que hablaremos después: Qin Shi Huang, el primer emperador de China. Es por eso que el yacimiento se conoce como el Mausoleo de Qin Shi Huang.

Como es lógico, el pobre agricultor no profundizó demasiado en su hallazgo, pero éste llegó a oídos de Zaho Kangmin, un arqueólogo que dio comienzo a una excavación en toda regla. Imaginad lo que debió sentir cuando, al acceder a la primera fosa (de las tres que forman el yacimiento), se encontró con un ejército de soldados enterrados. Más de seis mil guerreros en formación, que debían parecer leales guardias esperando que su emperador les diera una orden. Todos habéis visto las imágenes infinidad de veces (con las que además ilustro este artículo), así que seguro que entendéis el sobrecogimiento que debió sentir el arqueólogo.

fosa guerreros terracota

El señor de los guerreros de terracota: Qin Shi Huang


¿Pero quién fue el amo de estos guerreros de terracota? Qin Shi Huang (cuyo nombre original era Ying Zheng) está considerado como el caudillo que unificó China bajo un gobierno imperial, convirtiéndose por tanto en el primer emperador del nuevo país. Esto puede sonar muy bucólico, pero la realidad es que para conseguirlo tuvo que llevar a cabo una despiadada campaña en la que derrotó a los seis estados feudales que formaban la China del 260 a. C. Antes de consumar dicha unificación, Qin Shi Huang necesitó ascender al trono de su región, el Estado Qin, algo que no le llevó muchos años: a unos meses de cumplir los trece se convirtió en rey, aunque bajo la tutela de un regente. A los veintiún años dio un golpe para hacerse con todo el poder del estado.

Pero no era suficiente. Qin tenía un objetivo en su mente: acabar con los estados feudales y unirlos a todos en un imperio, obviamente gobernado por su casa, la Dinastía Qin. Algo que logró tras innumerables batallas, allá por el 221 a.C. No fue un camino fácil, pues para cuando logró concluir su sueño, Qin tenía ya 38 años. Sólo entonces pudo proclamarse como el primer emperador de un Imperio chino en el que se abolió el feudalismo, pero donde se crearon treinta y seis provincias, se reunificó la escritura china, y se desarrolló una red de carreteras tan ambiciosa como necesaria para conectar un territorio tan vasto. Ah, lo olvidaba: Qin Shi Huang fue también el constructor de la Gran Muralla China. Bueno, más bien la ordenó, porque los que doblaron la espalda fueron los miles de lugareños forzados. Digamos que no fue un emperador muy querido.

oficiales guerreros terracota

Los guerreros de terracota: soldados del más allá

Sin embargo, nada es eterno. Qin Shi Huang murió en el 210 a.C. de una manera que podría dar para novela: fue envenenado involuntariamente por sus alquimistas, a los que había exigido que encontraran una pócima que le diera la inmortalidad. El brebaje, una mezcla de mercurio y jade, le causó la muerte como era de esperar. Lo bueno: que pudo estrenar el fastuoso Mausoleo de Qin Shi Huang, que había comenzado a construir al poco de subir al trono. Del mismo modo que la Gran Muralla, «reclutó» a 700.000 obreros que, entre el 246 y el 209 a.C., construyeron el complejo fúnebre. Incluso llegaron a usar mercurio para simular ríos y océanos, entre muchos otros lujos.

Pero nada impacta más que los guerreros de terracota. Más de ocho mil soldados representados en piedra (algunos aún por desenterrar), dispuestos en formación de batalla para acompañar a su señor en su vida más allá del mundo terrenal. Las tres primeras líneas representan a los arqueros y ballesteros, y tras ellos otras treinta columnas de a cuatro. Es la infantería, entre la que también encontramos carros tirados por caballos. También quedaron inmortalizados los propios oficiales del ejército, así como personajes no militares, como bailarines, músicos o esculturas de aves diversas.

Las figuras ya podéis verlas, son fabulosas (después de una buena restauración, por supuesto): cada uno de los guerreros de terracota mide en torno a 1,80 metros de altura, y el detallismo es extremo. Se aprecian los elementos característicos de las armaduras, las diferencias de rango de los uniformes, e incluso los rostros tienen rasgos únicos. Se cree que fueron construidos mediante moldes, aunque cada cabeza se pulió por separado para diferenciarlas. No sé a vosotros, pero a mí me parece un trabajo… de chinos.

caballos carros guerreros terracota

Conclusiones


Los guerreros de terracota son un ejemplo perfecto de las maravillas que permanecen enterradas bajo nuestros pies sin que lo sepamos. Sería maravilloso que todas fueran descubiertas, pues nos ayudarían a comprender mejor un pasado del que podemos aprender mucho todavía. Por no hablar de las oportunidades de negocio que pueden reportar. ¡Pues anda que no se habrán vendido reproducciones de los guerreros de terracota!

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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