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El mito de Heracles

Hijo de Zeus y Alcmena, una mujer mortal, Heracles es el héroe más famoso de la mitología clásica. Dios romano por excelencia, dueño de una increíble fuerza, pareciera no existir enemigo ni contrincante al que no pueda derrotar.

Cuenta la leyenda que Zeus le había sido infiel a su esposa Hera y, con motivo de esto, la diosa descargó toda su ira contra el pequeño Heracles. Ella envió a dos serpientes para asesinarlo mientras él era un simple bebé. Sin embargo, y para sorpresa de todos, el pequeño las mató con sus propias manos.

En mi libro “Hijos de Heracles”, relato la historia de Anaxandridas, rey de Esparta, y cómo fue su camino al trono hasta convertirse en un verdadero soldado. Los espartanos creían que esa tierra había sido constituida por los descendientes de Heracles y que Zeus les había cedido el derecho a gobernarla.

Los descendientes de Heracles

Los espartanos estaban convencidos de que descendían de los mismísimos dioses. Es por ello que se atribuyeron la labor de entrenar y convertirse en los mejores soldados de la antigüedad. El sentimiento que corría por su sangre era que su fuerza y valentía podían equipararse con aquella que poseían los dioses.

De cierta forma, deben honrarlos, y aunque tuvieron que pasar por uno de los entrenamientos más duros que el mundo haya visto jamás, su orgullo, como soldados y ciudadanos espartanos, era su mayor satisfacción. El culto a Heracles y a otros dioses era, a la vez, un agradecimiento y una promesa: ellos no les fallarían. 

Todos los padres solían tratar a sus hijos varones con mucha dureza, al menos visto con los ojos de hoy. En mi novela, Teopompo le recuerda a uno de sus hijos:

Hijo, nuestro pueblo tiene un pasado glorioso, descendemos de los mismos dioses. El futuro debe ser igual de importante. Para que eso sea posible, vosotros, los hombres, debéis ser fuertes, mostrándonos valerosos. No podéis llorar, como los niños de los esclavos, sólo por tener hambre o sed”.

El pobre niño le cuestionaba a su madre por qué no podía llorar, pero la respuesta ya le había sido otorgada. El deber de cualquier hombre espartano era honrar a los dioses y seguir sus pasos, uno de los desafíos a los que eran expuestos los niños espartanos. Éstos se corresponden con los 12 trabajos de Heracles.

Los 12 trabajos de Heracles consistían en hazañas impresionantes que debía realizar para purgar su culpa. Algunas de ellas eran capturar a un jabalí, una cierva, y también recolectar manzanas del jardín de las Hespérides. Todas ellas están relacionadas con la caza y la capacidad de sobrevivir, proporcionándose su propio alimento. A los niños espartanos apenas se los alimentaba. Les daban escasa comida y nauseabunda para generar el instinto cazador en ellos y que, de noche, aprendieran a matar un animal para poder alimentarse con su misma carne.

Deber o exilio

Muchas de las prácticas, entonces, estaban inspiradas en las leyendas de Heracles y todas aquellas proezas de las que fue el protagonista. Tenía sentido que los soldados se hubieran inspirado en los mitos para crear el régimen de entrenamiento militar espartano. 

Otro de los retos que debe superar Anaxandridas, siendo muy jovencito, es enfrentar su miedo a la oscuridad. Para ello, su madre lo lleva al bosque de noche y le dice que tiene que pasar allí solo hasta la madrugada, cuando pasará a buscarlo. Como descendiente de Heracles, él debía ser valiente y aprender a controlar el miedo y sus emociones. Si no era capaz de esto, no podría cumplir con su deber de espartano; no tenía otra opción que ser fuerte, sino estaría deshonrando a su pueblo. 

Como sucesores de Heracles, debían hacer cualquier cosa por sobrevivir, como soportar dolores, calamidades, y sin hacer ni una mueca. Este era uno de los discursos que les decían a sus soldados. También tenían que sonreír cuando la nieve cubriera sus cuerpos, completamente desnudos, y gozar de las heridas obtenidas en lucha. 

Se decían a sí mismos que eran artesanos de la guerra y que no existía en la tierra un pueblo como el suyo, por eso debían ser fuertes y resistir todo. A los soldados se les otorgaban ropas finísimas que parecían hilos caídos, y no tenían sandalias en los pies para que estos se acostumbraran a la geografía montañosa de la región. Ni siquiera les daban una manta para cubrirse del frío en la noche. Estas crueles prácticas los convertirían en verdaderos guerreros. 

¿Superhumano, dios o semidios?

Algunas de las intrigas que no han quedado claras respecto a Heracles, también conocido como Hércules en la cultura griega, es si es realmente un dios o un semidios, o un humano con superpoderes. Al parecer, según el mito, ocurrió lo siguiente:

Al ser un bebé, y como todo recién nacido, Heracles necesitaba ser amamantado. Para poder protegerlo de la furia de Hera, Zeus escondió a su hijo para que esta no lo encontrara, pero no tenía forma de alimentar al pequeño. Fue así como pidió ayuda a su hija Atenea, y ella misma fue quien amamantó al bebé Heracles. Al tomar la leche de una diosa, esto lo convirtió en un ser inmortal. 

Otra cuestión que es importante aclarar es la manera en que ese territorio corresponde a los descendientes de este dios. Los hijos de Heracles se repartieron las tierras, y Lacedemonia, donde habitaban los espartanos, le correspondió a Proeles y Euristines. Ellos eran los gemelos de Aristodemo, y de él desciende el rey Teopompo. 

Los hijos de Heracles pudieron recuperar esas tierras conquistadas y así fue como recobraron el legado de su antecesor. Esta explicación sirve para hacer entender lo grandiosos que se sentían los espartanos y la enorme carga que tenían a sus espaldas. Eran descendientes no solo de Heracles, sino de muchísimos héroes, por ello creían que ese pueblo había sido elegido por el mismo Zeus, y su responsabilidad y obligación era intentar estar a la altura de sus antepasados. 

Esparta tenía sus razones

Los soldados espartanos tenían buenas razones para desear llegar a ser el ejército más poderoso del mundo. No eran nada más ni nada menos que los sucesores de increíbles héroes y dioses de la historia. Esta es una muy importantísima razón para ser capaz de entender su estricto régimen militar y la dura forma en que criaban a los niños varones. 

Sin embargo, no es la única, ya que, por más que sus antepasados hayan sido dioses, la razón principal de por qué entrenaban y luchaban de la manera en que lo hacían tiene una explicación más lógica y razonable. La época y el lugar donde se halla la región de Esparta estaba rodeada de pueblos enemigos, hambrientos por el poder y por el territorio. El hecho de tener sangre divina era tan solo la perfecta justificación para convertirse en los mejores soldados, aptos para ser comparados con la grandeza de un dios. 

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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