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ToggleEl por qué del éxito de Harry Potter y la piedra filosofal
Tal como anunciábamos en el artículo que daba paso a esta serie y con el que empezábamos este taller literario dedicado a estudiar el motivo del éxito de Harry Potter a fin de absorber lo que podemos aprender de ello, aquí estamos otra vez, un poco antes de lo esperado (el artículo iba a salir, como siempre, el lunes pero lo hemos adelantado), para hablar del maravilloso niño de las gafas de Lennon y la cicatriz en la frente que tenía los ojos de su madre y empezar a analizar el motivo del éxito de Harry Potter. Sí, hoy nos entretendremos con él, pero no antes de empezar por donde se debe empezar; a saber, por el principio. Si se trata de deconstruir el producto para averiguar cuáles son las claves del éxito de Harry Potter habrá que ver cuál es ese producto. Ya nos meteremos después con los ingredientes. Vamos a continuar pues con nuestro taller de escritura para aprender lo que hizo bien J.K. Rowling.
La piedra filosofal: Resumen de la Trama
La introducción
A modo de prólogo, el primer capítulo presenta a Harry de bebé en el momento en que dos magos lo dejan al cuidado de su única familia viva: los Dursley. Diez años después, pocos días antes del cumpleaños del protagonista, extraños acontecimientos suceden en ese hogar: una serpiente queda misteriosamente libre en el zoo y Harry es capaz de hablar con ella.
Poco después empiezan a llegar cartas a nombre de Harry, cartas de un lugar llamado Hogwarts, un colegio de magia y hechicería donde saben que los Dursley mantienen a su sobrino en condiciones muy precarias. De hecho, el chico no tiene cuarto propio sino que vive en el armario bajo la escalera. Los tíos de Harry se niegan a hacer caso de las cartas, las rompen, las queman, impiden al pequeño mago en ciernes el acceso a ellas solo para descubrir que el remitente es muy testarudo y ciertamente peculiar: centenares de sobres lacrados se cuelan por todas las rendijas de la casa y la calle se llena de lechuzas.
Los bandos y el conflicto
Determinado a evitar el ingreso de Harry en la escuela de magia, su tío huye con toda la familia, pero es finalmente atrapado por el guardabosques de Hogwarts: Hagrid. En la que posiblemente sea la escena más importante del libro, se establecen dos bandos y sabemos ya que Hagrid, Harry y el director del colegio van con los buenos. No conocemos todavía a los malos. Interrumpo el orden previsto de los acontecimientos para señalar que la Rowling se muestra aquí muy astuta: habla de un villano terrible, pero no llegaremos a conocerle más que de oídas. En cambio nos hace trampas con varios personajes secundarios para mantenernos en vilo. Y vaya si lo consigue.
Hagrid será el encargado de preparar a Harry para su entrada en el mundo mágico: mientras le ayuda a comprar todo lo necesario para su vida de estudiante le pone en antecedentes acerca de su propia historia y, de paso, le lleva al lugar donde comienza la trama de misterio a través de la que JK nos presenta su mundo mágico: el banco de los goblins, donde habrá un intento de robo en el que nada será sustraído. Tachán. Y eso.
La llegada a Hogwarts
Como buena admiradora del viaje del héroe, la autora hace que Harry cruce un par de puertas para llegar al mundo mágico: la más importante es la que le lleva al andén nueve y tres cuartos. Encuentra para lograrlo la ayuda del que será su mejor amigo desde ese momento. Ron Weasley. Juntos hacen el viaje en tren hasta el colegio. Durante el trayecto conocen a la tercera componente del trio mágico: la sabihonda Hermione Granger (mi personaje favorito, os va a tocar soportar mucho team Hermione, aunque quizá no tanto como team Dobby o team Snape. Es lo que tiene el fandom).
Una vez en Hogwarts, los dos bandos se definen con mayor precisión: el colegio se divide en cuatro casas. Los malos, por simplificar, terminan en Slitherin, la casa de las serpientes cuyos colores son el verde y el gris. Muy propio, todo. Los buenos van a Griffindor, de rojo y amarillo y los personajes secundarios con cierto peso a Ravenclaw. Los otros, que son majos y tal, terminan en Hafflepuff para cumplir funciones más bien marginales. Pero es que una autora sola no puede estar en todo. Se siente. Por supuesto, Hermione, Ron y Harry serán seleccionados para Griffindor y los villanos domésticos (para distinguirles del Gran Villano, Lord Voldemort), son seleccionados para Slitherin.
El meollo
A partir de ahí, extraños acontecimientos (de nuevo, sí. En la saga, los extraños acontecimientos se convierten en una cosa diaria) se suceden en la, por otro lado, común escuela de magia: el director de la casa verde y gris parece tenerle una tirria especial a Harry, para satisfacción de un niño mimado de nombre Draco Malfoy, el contrapunto desagradable del protagonista en cuanto a carácter y características. Por otra parte, se descubre que la escuela guarda un secreto y que alguien está tratando de robarlo.
Se juega a un deporte, el Quiddich, una mezcla entre rugby, fútbol y balón prisionero que sirve para dar unidad a siete libros, siete, que de otra manera se volverían muy, muy intensos. Por otra parte, los chicos, de una manera un tanto aleatoria, se ven envueltos en una aventura peligrosa, mortal de hecho, en la que pasan pruebas diseñadas para detener a magos de renombre y alta cualificación.
Un error garrafal, pero a pesar de todo…
Un momento, que esto hay que decirlo ahora: ¡Venga ya, JK Rowlin! Que tienes a tres alumnos de primero desfaciendo los sortilegios de sus profesores. Vamos, hombre, que no hay quien se lo trague.
Y aun así yo releo el libro de vez en cuando. ¿Veis por qué esta serie de artículos es necesaria?
Al final del libro se descubren un par de misterios y queda listo para sentencia.
Personajes
Comenzaré advirtiendo de que sí son todos los que están, pero no están todos los que son. Esto es un blog, no la potterpedia.
1.- Harry Potter
Harry Potter es el protagonista de la serie, el héroe de la historia, ese personaje principal con el que la autora debe conseguir que los lectores se identifiquen para que quieran seguir leyendo. Personalmente no conozco a ningún fan de Harry, aunque debe de haberlos, claro. Veréis, la cuestión es que a la Rowling se le fue un poco la mano en el reparto del patetismo.
Si os gusta escribir y sois personas responsables, habréis leído varios artículos que hablan de cómo construir buenos personajes (y si no lo habéis hecho estad atentos a este blog, que pronto habrá una serie dedicada a la creación de personajes), de cómo hacer que el lector se enganche a ellos. Las reglas son pocas, muy concretas, y JK las conoce y las aplica.
Harry, el héroe maltratado
En primer lugar, crea un héroe marginado, maltratado. En este caso es un chico huérfano que entronca con la tradición británica comenzada por Dickens. Si hubiera que escoger tres huérfanos de la literatura anglosajona, si de ello dependiera que ganásemos 50 millones de Euros, ¿cuáles se os pasarían por la cabeza? En efecto: Oliver Twist, David Copperfield y Harry Potter. Unos pobres niños solitarios dejados de la mano de Dios, hambrientos, extraños y, desde luego, fuera de lugar. A Harry le falta la gorra de pana, pero a cambio tiene una cicatriz en forma de relámpago que cruza su frente, la cicatriz que puso allí el malvado Lord Voldemort el día que mató a sus padres. Una marca que simboliza la lucha entre el bien el mal, entre el odio y el amor. Una marca que dice que el amor vence, sí, pero no a cualquier precio.
Hasta aquí vamos bien: Harry, que vive bajo la escalera, que es torturado por su primo el egoísta y por sus tíos, cuya vida real le ha sido ocultada, que estuvo a punto de morir a manos del mago más malvado que ha dado la faz de la tierra, debe salir de su mundo ordinario y conocer el mundo mágico, al que en realidad pertenece.
Harry el perfecto
Aquí ya la Rowling patina. Y es que Harry, que no ha tenido más ejemplo a seguir que el de su familia, resulta ser un tipo humilde, generoso, de gran corazón, mente inusualmente abierta, inteligente, con gran capacidad de deducción y además talentoso. Vale, al principio se muestra un poco tímido; pero en líneas generales es una mosquita muerta de gran calibre. De todas formas, como lectores, vamos cayendo en la trampa. Al fin y al cabo, no sabe nada del mundo nuevo en el que se adentra, ni es tan listo como su amiga Hermione, ni tiene una familia amorosa como la de Ron, ni parece que todo le vaya a sonreír; de eso se encargan los serpientes verdrigrises con Malfoy y Snape a la cabeza.
El terrible error en la construcción de Harry Potter
Harry es, el pobre, un caso claro de Mary Sue: esos trasuntos de autor en los que los escritores vuelcan todas las virtudes que quisieran tener y ninguno de los defectos que podrían hacerlos humanos. Diréis que Harry sí tiene debilidades: todas las derivadas de su deseo por pertenecer a una familia estructurada, por ejemplo. Además, se siente inseguro, la fama le hace sentir incómodo… Pero no es verdad, no son debilidades. Si os fijáis bien, lo malo en Harry Potter es lo que le sucede mientras que lo bueno es lo que es: huérfano pero buena persona; novato en el quiddich pero con talento innato.
No, querida JK Rowling, Harry sufre de un serio desequilibrio de diseño. Hablaremos más adelante de los motores de la historia a nivel de ideología, principios, etc. Pero cabe adelantar ahora que cuando Harry rompe las normas, todo se confabula para que esa rutura del código juegue a su favor, al menos en lo que respecta a la moral. Ocurre lo mismo cuando incumple órdenes directas (vamos, que le regalan una escoba en lugar de castigarle y eso se debe a su talento innato como jugador). El mundo de Hogwarts se pliega alrededor de Harry, y esto, para los lectores de más de once años, resulta un poco empalagoso…
Esto es todo por ahora en nuestro taller literario dedicado a analizar Harry Potter. En unas semanas hablaremos de Hermione, Ron y otros chicos del montón 😉
Aquí una guía para identificar a Mary Sue
https://www.youtube.com/watch?v=zK8ypFjy-nU