¿Sabías que existen diferentes inicios con los que puedes empezar a contar tu historia?
Aunque la escritura no sea un proceso que esté del todo predeterminado por estructuras preexistentes, a menudo y sin saberlo, al escribir nos ceñimos a lo que conocemos inconscientemente como lectores. Especialmente cuando desconocemos esta interesante parte teórica de la literatura.
Conocer lo que ya se ha escrito y cómo se ha escrito es extremadamente útil a la hora de encaminar nuestro estilo como escritores. Tenemos que ser conscientes de por qué escribimos, cómo lo hacemos y cuáles son las opciones y herramientas que tenemos a nuestra disposición para ello. Por esto, siempre digo que empezar un curso de escritura, como el método PEN, es una de las mejores maneras para darle orden a tus conocimientos, añadir experiencia a tu recorrido y construir un método todo tuyo que te permita llevar a cabo tu novela de manera única.
El inicio o planteamiento, junto con el desarrollo y el desenlace, es una de las partes fundamentales de la estructura de toda obra literaria y por ende es indispensable saber de qué maneras puedes empezar tu novela.
Tabla de contenidos
ToggleLa importancia de los inicios
Como sabrás muy bien, el instante en el que un lector abre un libro y empieza a leer es un momento crucial.
En este breve fragmento de tiempo, que suele durar solo pocos minutos, quien está leyendo decide si seguir o no con una obra, y de ello dependerá la mayoría de las veces si la persona estará interesada en comprar el libro o no.
El inicio de una novela ha de transportar súbitamente al lector a tu historia, despertando la curiosidad y sus ganas de seguir leyendo. Si no quieres que el lector abandone la lectura tienes que ser capaz de llamar su atención.
Pon en contexto a aquel que te lee, distribuye una cierta dosis de misterio, presenta una situación que intrigue y haz que sea creíble. Construye el inicio de tu obra como si fuera una invitación a la que no se le puede decir que no.
¿Cómo conseguirlo? Aprende qué tipos de inicios existen y reflexiona sobre cuál podría aplicarse mejor a tu historia y a tu forma de relatarla.
Tipos de inicios: el inicio ab ovo
Se trata de un comienzo que, como su misma locución latina sugiere, empieza “desde el origen” de las cosas. Una expresión del poeta Horacio en que se hace referencia al huevo de Leda del que nació Helena.
Daniel Defoe empieza a relatar la historia de Robinson Crusoe con este tipo de inicio:
“Nací en 1632, en la ciudad de York, de una buena familia, aunque no de la región, pues mi padre era un extranjero de Brema que, inicialmente, se asentó en Hull. Allí consiguió hacerse con una considerable fortuna como comerciante y, más tarde, abandonó sus negocios y se fue a vivir a York, donde se casó con mi madre, que pertenecía a la familia Robinson, una de las buenas familias del condado de la cual obtuve mi nombre, Robinson Kreutznaer. Mas, por la habitual alteración de las palabras que se hace en Inglaterra, ahora nos llaman y nosotros también nos llamamos y escribimos nuestro nombre Crusoe; y así me han llamado siempre mis compañeros.”
Cuando decidimos escribir nuestra obra con un inicio ab ovo tenemos que tener en cuenta que vamos a relatar nuestra historia desde el inicio cronológico de la misma, siguiendo un orden temporal que a través de resúmenes, eventos y descripciones nos permita contar la historia de nuestro personaje. De hecho, a menudo se emplea en aquellas novelas que tienen un corte de tipo biográfico.
Tipos de inicios: el inicio in media res
Como dice su mismo nombre, del latín “en medio de las cosas”, estos inicios se dan en la mitad de la historia.
En este caso no empezamos a escribir contando la historia desde su comienzo, sino desde el medio. Esto no quiere decir que no expondremos lo que ha pasado anteriormente, sino que para ello recurriremos a otras herramientas de narración que nos devuelvan al pasado. Es importante que se relaten lo antes posible todos aquellos eventos y conflictos relevantes que han llevado al personaje a la situación actual para poner en contexto al lector.
Es uno de los inicios más populares, ya que de este modo el lector se encontrará en medio de la acción de la historia, lo cual probablemente lo deje queriendo saber más sobre la situación que acaba de leer, enganchándolo.
Un ejemplo de inicio in media res lo encontramos en la novela de Los tres mosqueteros, el amado clásico escrito por Alexandre Dumas:
“El primer lunes de abril de 1625, llegaba al pueblo de Meung un joven gascón llamado D’Artagnan. Llevaba una espada muy larga colgada a un costado, pero se hacía notar especialmente por ir montado en un caballo de un estridente color amarillo. El caballo le había sido regalado por su padre, junto con quince escudos y una carta para el señor de Tréville, el capitán de los mosqueteros del rey, antes de que el joven partiera hacia París para hacer fortuna.”
Tipos de inicios: el inicio in extremis
Cuando empleamos este tercer tipo de inicios empezamos a contar nuestra historia desde “el último momento”.
El lector se enfrentará al final de la historia, o a un evento muy próximo al final, desde las primeras páginas de la obra. Por ello querrá seguir adelante para saber cómo el protagonista ha llegado a ese punto.
“Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona.”
Como estarás experimentando tu mismo, las palabras que dan el comienzo a la novela El Túnel de Ernesto Sábato nos invitan a seguir leyendo.
El inicio in extremis puede ser irresistible, ya que querremos conocer mejor a sus personajes y descubrir los acontecimientos del desarrollo. En este caso será muy importante que sepas dosificar la información de la forma adecuada para que todos los hilos de la historia terminen conectándose de forma lógica a su comienzo.
¿Qué inicio es mejor para tu obra?
Si no sabes cuál de estos inicios podría adaptarse mejor a tu novela mi consejo es que experimentes. No hay mejor manera de descubrir qué funciona mejor contigo que la práctica.
Prueba a darle diferentes inicios a tu historia, y cuando tengas un primer borrador léelos como si fueras tu lector ideal.
¿Te has enganchado desde las primeras palabras? Si es así lo estás haciendo bien. Si no, escríbelo nuevamente, no tengas miedo a aportar cambios a lo largo de tu camino, como he dicho muchas veces: ser escritor es una labor constante de pruebas y errores. Verás que si no sale a la primera, será a la segunda, o a la tercera, o a la cuarta… ¡No desistas y trabaja duro para darle a tu novela el mejor inicio de siempre!