Echo de menos la radio. Esto es una realidad. Me encanta la radio. No me refiero a ser entrevistado en la radio: eso es algo que va con la profesión de escritor y unas veces apetece más y otras menos. Unas veces disfrutas como un enano con la entrevista y otras es un desastre porque el periodista de turno no tiene interés alguno por ti ni por tu libro, y eso se nota. No, lo que yo echo de menos es mi programa de radio. Apalabrados fue una experiencia maravillosa en la que disfrutaba como un niño. Y desde que dejamos el programa siempre he tenido un pequeño vacío. Por eso, cuando me decidí a potenciar mi faceta como autor tuve claro que una de las cosas que iba a hacer era poner en marcha un podcast de Historia.
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ToggleLa máquina del tiempo, mi podcast de historia
Lo que pretendo en este podcast de Historia, cuyo primer episodio lo he grabado sin que tuviera título (que sí, que lo de echar de menos la radio no es una frase echa), es hablar de aspectos históricos que me parecen interesantes y sugerentes. O de personajes históricos que quedan inevitablemente relegados al olvido. O de momentos históricos que nadie recuerda.
Durante la documentación para mis novelas descubro muchos detalles, muchos aspectos históricos que al final no tienen cabida en la obra pero que me parecen interesantes, que merecen ser conocidos. Así que creo que un podcast de Historia puede cubrir ambas necesidades: por un lado, volver a ponerme frente a un micrófono, aunque sea en casa y con medios rudimentarios, y por el otro el de dar salida a toda esa información que se queda en el tintero.
Y aquí vengo con el primero de estos podcast de Historia para hablar de las rutas caravaneras del siglo XI
Las rutas caravaneras del siglo XI
Durante el siglo XI, y posteriores, en el norte de África se dio un fenómeno sorprendente: un auténtico río de oro, no tan figurado como pueda parecer, cruzaba de norte a sur el Gran Desierto, el Sahara. Desde Fez hasta Khumbi Saleh, la capital del antiguo imperio de Ghana, pasando por Sijilmasa, Farsía, y Awdagost, miles de camellos llevaban mercancías de un punto a otro, a través de un auténtico infierno en forma de desierto.
Durante unos años esa ruta estuvo controlada por el Califato cordobés, lo que permitió que se pusiera en marcha la ciudad palatina de Medina Azahara. Para ello, la ciudad de Fez era clave. Miles de cordobeses habían sido deportados años antes y se habían asentado en Fez, por lo que las dos ciudades, Córdoba y Fez, tenían un vínculo estrecho.
Pero si bien el centro neurálgico para las transacciones era Fez, el auténtico punto de partida era Sijilmasa, una ciudad sorprendente, hoy con solo algunas pocas ruinas en pie, que se alzaba al norte del desierto. De aquí partían las caravanas hacia el sur y en ella se realizaban algunas transacciones sorprendentes de las que te hablo en este primer podcast de historia.
Las primeras escalas: Farsía, Guelta Zemmur y Awlil
Desde Sijilmasa se viajaba durante seiscientos kilómetros, sin escala alguna en busca de agua, hasta el pozo de Farsía. Esta primera parte del viaje era una de las más duras y llevaba varias semanas. En este primer tramos e atravesaban las terribles y mortíferas hamadas del Draa y Tinduf.
Desde Farsía se viajaba hasta Guelta Zemmur, una población un poco más al sur, donde de nuevo se hacía acopio de agua. Para llegar hasta aquí había que atravesar una inmensa planicie, la del Tiris, en la que no hay referencias visuales y es fácil perderse.
Más tarde venían las dunas de Azeffal, y por fin, después de un mes de viaje, se llegaba a Awlil, siempre con el Siroco haciendo del camino un infierno de arena.
La llegada a Khumbi Saleh
En Awlil se cargaban enormes planchas de sal que valían una auténtica fortuna y se reiniciaba el viaje, en esta ocasión hacia el este.
Se cruzaba la llamada “montaña de los dátiles”, Adrar Tamar y el destino era Awdaghost.
Se trataba de una ciudad importante que impresionaba al visitante. Había sido construida cinco siglos antes y en ella se adecentaban las mercancías que pensaban venderse en la capital del reino, se reparaban desperfectos y se procuraba que todo estuviera en orden para conseguir el mayor precio posible en las subastas.
Desde Awdaghost se necesitaban aún quince días más de viaje para llegar a la capital. Pero cuando se hacía se descubría una ciudad imponente, dividida en dos distritos: El Ghaba, donde se encontraba el palacio real, un castillo fortificado rodeado de bosques sagrados, y el distrito comercial, con hasta doce mezquitas.
Las mercancías
De nada sirve una ruta comercial si no hay nada que vender y comprar. Y había mucho que cambiaba de manos en Khumbi Saleh.
Desde Córdoba llegaban artículos famosos en todo el Mediterráneo, como la increíble cerámica vidriada cordobesa y el estupendo aceite de oliva. Además de la sal, que era un bien de incalculable valor.
En Ghana se compraba todo ello a precios altísimos gracias a las minas de oro que se encontraban cerca y que convertían al emperador ghanés en uno de los hombres más ricos del mundo.
Pero no solo se compraba: también se vendía. Y la mayor mercancía que partía desde Ghana hacia el norte eran los esclavos.
De todo esto hablo en este primer podcast de historia. Te invito a que me acompañes a realizar un viaje de norte a sur del Gran Desierto… Y a todos los que vendrán después.