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Los signos de interrogación

¡La de veces que hablamos de ortografía en este blog! ¿Verdad? Pero ya sabéis que también tengo predilección por conocer la historia de las cosas. ¿Qué os parece si mezclamos ambos elementos? Quizás aspectos como la gramática o la ortografía os parezcan muy pesados y densos. Es más, os entiendo a la perfección. La teoría literaria puede resultar asfixiante incluso en boca de un profesor de narrativa como yo, pero podemos hacerla más divertida buceando un poco en facetas que de manera habitual no tratamos: el origen histórico de algunos de estos elementos de nuestro idioma. Y empezaremos, si os parece bien, por los signos de interrogación.


El uso de los signos de interrogación

Los usamos a todas horas y ni siquiera nos planteamos cómo aparecieron: los signos de interrogación. Bueno, a decir verdad, hoy en día los usamos cada vez menos. Con el crecimiento de las redes sociales y los servicios de mensajería telefónicos, como WhatsApp o Telegram, ya es más habitual ver frases con un sólo signo de interrogación, el de cierre, que con dos. Ya sabéis que yo no soy un extremista en ese sentido: considero que en ámbitos informales no hay problema alguno si también somos informales en nuestra manera de escribir. Siempre y cuando, por supuesto, nos comuniquemos de manera comprensible. Pero recordad que lo correcto es uno para abrir la frase interrogativa y otro para cerrarla, sobre todo en textos formales, ya sea una novela o un formulario oficial.

Supongo que no hará falta definir los signos de interrogación, pero aún así vamos a hacerlo: son esos símbolos que utilizamos para representar en un texto la entonación de un enunciado interrogativo. O sea, una pregunta. La mayoría de preguntas que formulamos tienen ese tonillo característico (salvo las indirectas, como «no sé qué voy a hacer para salvarlo»), que en español representamos con los signos de interrogación de apertura y de cierre: uno con el punto hacia arriba y el otro hacia abajo, respectivamente. Eso es algo que todos sabemos. ¿Pero y si te dijera que el español es el único idioma que usa las aperturas para los signos de interrogación?

signo interrogación


Por qué usamos los signos de interrogación de apertura

Así es. No vas a encontrar ningún otro idioma en el mundo que tenga signos de interrogación de apertura. Esto es debido a la manera de construir nuestras oraciones, que no permite advertir desde el principio de la oración si estamos haciendo una pregunta. Algo que no ocurre por ejemplo en inglés, donde se trastoca el orden de los elementos de la frase para advertirle al lector que estamos formulando una pregunta. Veámoslo con unos ejemplos muy simples:

«You are stupid.»

«Are you stupid?»

Se ve a la perfección, ¿verdad? En la pregunta hemos invertido el orden de los elementos, lo cuál nos indica que estamos demandando una respuesta a una pregunta. Por no hablar de que en inglés tienen varias palabras que por sí mismas ya indican interrogación, las WH-questions (what, why, who, where, etcétera). Pero en español tenemos la suerte de poder mantener la estructura y marcar la intención interrogativa con un par de sencillas marcas. Eso sí, necesitamos el signo de apertura para que el lector advierta desde el primer instante que estamos preguntando, ya que en la escritura no se puede adivinar el tono como en el lenguaje hablado. A priori es mucho más sencillo que en inglés, dónde vamos a parar. Pero es en lo único que ganamos, porque en el resto el español es un idioma mucho más complejo.

signo interrogación inglés


Un poco de historia

Los primeros signos de interrogación que conocemos datan de manuscritos del siglo V. Concretamente se utilizaron en una versión de la Biblia escrita en idioma siríaco, derivado del arameo. Lengua que fue la dominante en el Medio Oriente en la época en cuanto a textos de carácter literario se refiere. Es ahí donde encontramos el primer signo de interrogación, cuyo aspecto en cualquier caso no tenía nada que ver con el que conocemos en la actualidad. Era algo así como un apóstrofe pero con dos puntos verticales (݃), y tenía un nombre un tanto difícil de pronunciar para nosotros: zawgā ‘elāyā. En cualquier caso, sólo se utilizaba para marcar las oraciones interrogativas cuya respuesta era sí o no, y así evitar confusiones por ambigüedad. Era un signo de apertura, porque se colocaba sobre la última letra de la primera palabra de la pregunta.

Luego llegaron los griegos, que por supuesto no podían faltar. A partir del siglo VIII, los cronistas helenos empezaron a usar un signo de interrogación en sus escritos, que tenía la apariencia de un punto y coma. Pero en lo que a nosotros respecta, los hablantes en español, el asunto comienza a ponerse interesante con el afianzamiento del latín, lengua en la que encontramos al primer ancestro real de nuestros queridos signos de interrogación. Se trata del punctus interrogativus, visto por primera vez en un manuscrito del siglo XI, durante el período carolingio, y que todavía funcionaba sólo como signo de cierre. Como es imposible representarlo a través de los procesadores de texto actuales, podéis encontrarlo en la imagen que os pongo a continuación: justo en el centro de la imagen; es esa especie de «d»  en la tercera línea, elevada sobre el punto y medio inclinada.

primer signo de interrogación


La evolución de los signos de interrogación

El uso del punctus interrogativus se propagó más rápido que el reggaeton. En poco tiempo se popularizó hasta el punto de que se utilizaba en todos los manuscritos litúrgicos. Al fin y al cabo, este símbolo era de una enorme ayuda porque indicaba la entonación de la pregunta, algo muy útil cuando el texto debía recitarse o cantarse en una ceremonia religiosa. Tanto fue así que empezaron a añadirse otros signos, como el punctus elevatus, que daría lugar a nuestros dos puntos. La forma del punctus interrogativus fue derivando hasta convertirse en el que hoy conocemos.

En cuanto a nuestra costumbre de utilizar un signo de interrogación de apertura, los expertos creen que comenzó durante la segunda mitad del siglo XVIII, fomentada sobre todo desde el gremio de la imprenta para darle al lector una manera de interpretar la entonación interrogativa de una frase desde la primera palabra. La medida fue bien acogida por la Real Academia Española, quien en su segunda edición de 1754 propuso utilizar el mismo signo interrogativa de cierre, pero colocado al revés.

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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