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Mitos y leyendas. Los primeros narradores de la Historia

¿Qué tiene de especial narrar cuentos? ¿Qué es lo que nos impulsa a los humanos para transmitir a los demás? ¿Cuándo surgió el arte de contar historias? ¿Quiénes fueron los primeros narradores? Son preguntas que me rondan desde hace tiempo y me gustaría reflexionar sobre ellas en este artículo. ¿Me acompañáis en un viaje en el tiempo para conocer a los primeros narradores de la prehistoria? ¿Cómo surgieron los primeros mitos y leyendas?

Confieso que me considero una contadora de historias, de eso esto ya os he hablado en mis artículos anteriores. Mi herramienta para ello es la escritura, me encuentro más segura entre las letras. Va más con mi personalidad. Yo necesito calma para encorsetar los sentimientos y las sensaciones entre léxico y gramática. Es decir, necesito el orden de la escritura para gestionar mi desorden interno. Me encantaría ser una narradora oral, pero no sirvo para ello. En otro artículo os contaré mi aventura como cuentacuentos. Sin embargo, es un tema que me fascina y esta fascinación no es solo mía. Narradores de todo el mundo se reunieron en Atapuerca para hacer lo que más les gusta.

Regresemos a nuestros orígenes, pues.

Los primeros narradores de la prehistoria

Centrémonos en ese periodo de la historia que abarca desde el inicio de la evolución humana hasta la aparición de la escritura. Los primeros humanos eran narradores orales desde el mismo momento en el que pudieron comunicarse de esta forma, es decir, desde la adquisición del lenguaje.

Imaginemos que somos estos primeros humanos y que estamos intentando sobrevivir a un medio hostil. Nuestras capacidades intelectuales están centradas en encontrar comida, en refugiarnos de forma segura de los depredadores, en protegernos de las inclemencias del tiempo. ¿Qué sentido tiene entonces gastar energía en el arte de contar historias? ¿Qué papel tenían los primeros narradores en la prehistoria?

La transmisión de información cobra vital importancia precisamente en este periodo. Había zonas de caza que memorizar, estaciones que calcular, fuentes de agua que reencontrar, alimentos que no se podían comer, rutas a evitar… La raíz de la que surgió todo es la necesidad de que esta información no se perdiera. Esa información vital se convirtió en cuento, los datos se transformaron en algo mucho más atractivo: en los primeros mitos y leyendas.

La voz en los primeros mitos y leyendas

Las primeras interacciones humanas fueron a través de los gestos y los sonidos guturales, pero después apareció la palabra, hace unos 10000 años, y todo cambió. La conversación hacía mucho más fácil la colaboración, y la inmediatez de la comprensión y la respuesta marcaron la supervivencia. Sin embargo, la utilización de la palabra tiene sus límites. Su talón de Aquiles es la perdurabilidad. Seguro que todos habéis escuchado aquello de: “Las palabras se las lleva el viento”. Por este motivo se ha perdido gran parte de la historia, de los ritos y de las costumbres de muchas tribus y civilizaciones prealfatizadas y solo podemos suponer cómo vivieron. Algunos de sus primeros mitos y leyendas sobrevivieron al tiempo y se transmitieron a otras civilizaciones, pero cada generación hizo cambios en pos de sus propias necesidades, así que no son fuentes fiables. Es como el juego del teléfono estropeado.

Mitos y leyendas: cuestión de memoria

Regresemos durante un instante a nuestro tiempo. Supongamos que necesitamos memorizar algo. ¿No utilizamos reglas mnemotécnicas para ellos? ¿No enseñamos a los niños los colores mediante canciones y rimas? ¿No buscamos historias para aleccionarles sobre algo? Ya hablaremos en otra ocasión sobre los cuentos infantiles.

No distamos demasiado de aquellos primeros humanos que no disponían de la escritura para almacenar la información importante. Así surgieron los primeros narradores de la prehistoria.

Es mucho más sencillo recordar y transmitir de una generación a la siguiente a través de algo que se grabe por la emoción, la sorpresa o la diversión. Es lo que ahora llamamos educar a través de la neurociencia.

Estos primeros narradores de la prehistoria fueron los que crearon los primeros mitos y leyendas como vehículos para transmitir las fases lunares o los cambios de estación, las distintas mareas o dónde encontrar los bancos de peces, los territorios de caza y la migración de los animales. Información clave para la supervivencia. Y es curioso cómo ciertos cuentos son comunes en las diferentes culturas antiguas. ¿Necesidades similares o cuentos viajeros?

Es fácil imaginar a los miembros de la tribu reunidos junto al fuego (¿no sigue siendo el lugar ideal para contar historias?), atentos a los gestos, a los silencios y las palabras del narrador, del depositario del saber acumulado por otros y de los conocimientos nuevos que iban adquiriendo. Pero la memoria es frágil, cualquier ayuda visual nos sirve como guía y además refuerza lo que contamos.

Elementos que ayudaban en la narración de los mitos y leyendas

Pinturas y petroglifos

Todo maestrillo tiene su librillo. No voy a decir que los primeros narradores de la prehistoria inventaran el PowerPoint, pero casi. Hemos dicho que transformaron el almacenamiento de información y la necesidad de transmitirla en el arte de contar historias. Así surgieron los primeros mitos y leyendas. Pero hemos dicho que la memoria el frágil. Todo aquello que sirviera para no perder el hilo era bienvenido: sonidos de tambores, como algunas tribus africanas, figuras abstractas en las paredes de la cueva… El arte rupestre nace en el Paleolítico superior, hace unos 40.000 años A.C. Igual no es peregrino pensar que ciertas pinturas fueron usadas para contar historias. ¿No es el hecho de plasmar una idea abstracta mediante un dibujo uno de los precursores de la escritura? Los grabados en la superficie de roca tardaron en aparecer unos 20.000 años más, durante el periodo neolítico, y también pudieron utilizarse para este fin.

Quipus y otros

Me he quedado completamente fascinada con el quipu, utilizado por los incas y sus ancestros como método para memorizar información y almacenarla de alguna manera. Se trata de un sistema de cuerdas y nudos fabricados en algodón o lana. Los diferentes colores en las cuerdas y los distintos nudos son representaciones de un valor (tanto numérico, como de sección). Me recuerda vagamente al rosario cristiano por el hecho de seguir las cuentas para no olvidarse de ninguno de los misterios y rezos asociados, cuyo uso es muy posterior, ¿no creéis?, pero el quipu es mucho más complejo.

Similar es el wampum, cinturones trenzados y sartas de cuentas, utilizados en América por las tribus indias para el comercio, la firma de alianzas o para convocar a la guerra. Es decir, como medio de comunicación perdurable.

No es difícil imaginar que los tatuajes y decoraciones corporales podían realizar también esta función: representaciones y apoyos para contar historias, para dejar constancia de hechos y experiencias.

El sol como dador de vida, los misterios de la naturaleza, héroes, la muerte… Todos estos temas aparecen en los primeros mitos y leyendas. ¿Cómo se transformaron las pequeñas historias que trasmitían conocimientos vitales en algo más? ¿Cuándo se fraguó el arte de contar historias y para qué?

Espero que me sigáis acompañando en los siguientes artículos para averiguarlo.

¡Hasta el próximo mes!

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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