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¿Quieres crear un antihéroe? Sigue el ejemplo de Aladino.

Si recordáis el último artículo, me había quedado hablando de Aladino y su maravillosa lámpara. Y Aladino es un caradura difícil de identificar con el héroe clásico. De hecho, si hay algo que destaca de este personaje es la evidencia de encontrarnos cara a cara con un auténtico antihéroe. Así que hablaremos, usando su ejemplo, sobre cómo crear un antihéroe.

Es muy posible que si os interesa todo lo que tiene que ver con el proceso de escritura y con las estrategias necesarias para construir una historia que enganche estéis familiarizados con algunos de los recursos más habituales para la creación de personajes. Si es así, os sonará el famoso camino del héroe cuyas etapas desarrolló en los años 50 el antropólogo Joseph Campbell en su obra El héroe de las mil caras. Si os interesa el tema os recomiendo que recuperéis un par de artículos de este blog. Rober Rodríguez nos habla aquí de la aplicación del camino del héroe en El Hobbit y Alicia Pérez Gil lo hace con Harry Potter.

Aladino, y cómo crear un antihéroe

¿Por qué crear un  antihéroe? El antihéroe está de moda

Si quieres saber cómo crear un antihéroe, antes has de comprender en qué consiste. Esta figura se define por oposición al héroe y los análisis tradicionales sugieren que provoca el rechazo del público, que encarna valores negativos, que se parece más al villano de la historia que al protagonista perfecto. Entonces, ¿qué pasa si nuestro personaje no es perfecto? ¿Es adecuado un héroe tradicional dentro del sistema de valores de la sociedad y de la literatura actuales? ¿Es lo mismo ser un antihéroe que un villano?

Seguro que os vienen a la mente bastantes ejemplos de libros o películas con protagonistas que no son exactamente el prototipo de héroe. El antihéroe está de moda. Quizás porque sea más fácil identificarnos con un personaje lleno de miedos, inseguridades y claroscuros.

Para crear un antihéroe debes pensar en un personaje que se acerque a nuestra realidad, a nuestras contradicciones y deseos, incluso aunque tenga superpoderes. La invulnerabilidad ya no se lleva, amigos. Pero, ¿qué hacemos con Aladino entonces? A pesar -y nunca mejor dicho lo de a pesar- de los remakes cinematográficos sigue siendo una historia antigua, de los tiempos en los que triunfaban los héroes clásicos.

Los cuentacuentos del desierto ya se veían venir que en el siglo XXI nos iban a gustar más los personajes cargados de defectos que los que nunca dudan y nunca tienen miedo. Y nos soltaron a Aladino, el niño al que no querríamos tener cerca si tenemos un problema de verdad.

Un consejo os voy a dar en este momento: Nunca le deis una lámpara maravillosa al protagonista de vuestra historia.

¿Tu personaje es un Aladino o un viejo brujo?

Desde el principio se nos explica que Aladino es un adolescente guapetón y travieso. No diré rebelde porque en realidad no vemos en él ningún espíritu de revuelta contra la autoridad paterna o ciudadana. Simplemente le apetece más vagar por las calles jugueteando e ideando travesuras que seguir con el negocio familiar o labrarse un futuro.

Aladino se deja llevar, primero por sus amigos de correrías y luego por un falso tío que le pone una tienda y le lleva a pasear por los suburbios. Es cobarde hasta decir basta. Se asusta (alguno de nosotros podría decir que con toda la razón del mundo) ante las artes mágicas de su tío, corre en círculos, grita, tropieza, llora, no sabe cómo reaccionar cuando es abofeteado, espera la muerte pasivamente en el jardín subterráneo hasta que consigue salir gracias a la casualidad y la magia, corre de vuelta a casa de su madre con los mocos colgando, muerto de miedo y llorando como un niño pequeño.

En realidad, podríamos entender a Aladino y sus debilidades. Todo lo que le ha sucedido hasta entonces nos haría correr en círculos a la mayoría de nosotros. Aladino es profundamente humano en sus miedos e inseguridades. ¿Es esto lo que define al antihéroe?

El viejo brujo

Pensad por un momento en el malvado brujo. Es más, pensad en el adjetivo que le he puesto delante y que todos habéis asumido como normal, aceptable y coherente. El brujo es malvado y por eso lo identificamos con la fuente de los problemas de Aladino, con el villano clásico que hará todo lo posible para acabar con el héroe. O con el antihéroe en este caso.

Y esta es una de las diferencias que deberíais tener en cuenta a la hora de desarrollar los personajes de vuestras historias. ¿Qué adjetivo le podéis poner delante? ¿Estáis creando un Aladino o un viejo brujo? ¿Tenéis delante un antihéroe, un personaje profundamente humano e imperfecto, cargado de miedos e inseguridades? ¿Se trata, por el contrario, de un bellaco sin justificación ninguna más que la pura maldad corriendo por sus venas de brujo?

Llegados a este punto dejadme que os recuerde que incluso en el caso de que os apetezca explicar la historia de un malvado puro y duro es necesario que existan motivos coherentes para su maldad. Hasta el diablo fue un ángel algún día.

Quitadle a Aladino la lámpara, por favor.

Pon en dificultades a tu antihéroe

Si quieres crear un antihéroe tal vez te apetezca profundizar en el proceso de creación del personaje para poder decidir si queréis explicar la historia de Aladino o del mago malvado, os recomiendo que le echéis un vistazo a este artículo donde Teo Palacios habla de la manera en qué se enfrentan los personajes al conflicto narrativo.

En definitiva se trata de eso, de cómo nos enfrentamos a las vicisitudes de la vida y de cómo empatizamos con los protagonistas de las historias que leemos. Y así nos vemos de repente pensando que nosotros hubiéramos tomado otro camino, enfadados porque no aceptamos el sino de nuestro héroe-antihéroe, perplejos porque no entendemos la reacción del personaje…

La manera de enfrentarse con el conflicto define la condición de héroe, antihéroe o villano. Seguramente un antihéroe no se define por oposición al héroe. Es el propio héroe que ha descubierto que incluso él tiene una piedra en el zapato de vez en cuando.

Pero yo os había pedido hace un rato que nunca le dierais una lámpara maravillosa a vuestro protagonista. En el caso del cuento de Las mil y una noches es aceptable precisamente por la convención de la cuentística tradicional oral y anónima. Aceptamos ciertas premisas que forman parte de los cuentos y que tienen que ver con la creación de personajes arquetípicos, sin profundidad. Pero si queréis que vuestro personaje sea de carne y hueso no le deis un objeto mágico que concede deseos ilimitados porque entonces no va a tener que mover un dedo para resolver sus problemas.

La importancia de los detalles para entender los motivos

Cuando hablo de un objeto mágico como la lámpara donde vive el genio me refiero a cualquier cosa que aparezca de repente en escena y que resuelva el conflicto en un abrir y cerrar de ojos sin más justificación que “lo hizo un mago” o “todo fue un sueño”.

Evitemos el Deus ex Machina, el elemento externo a la historia que rompe la lógica interna del discurso y nos deja mirando al infinito con cara de profunda decepción. Es cierto que en el caso de la lámpara maravillosa podríamos argumentar que no es un elemento externo sino parte importante del cuento. Imprescindible, vaya. E insistimos en el hecho de que se trata de una convención de tradición oral.

No se trata de criticar el hecho de que Aladino resuelva absolutamente todos sus problemas sin mover más dedo que el que utiliza para frotar la lámpara y sin despeinarse, sino que si queremos crear una historia coherente y emocionante no se lo podemos poner tan fácil a nuestro protagonista. Para crear un antihéroe debes comprender sus motivaciones.

¿Quieres crear un antihéroe? Pónselo difícil.

Cómo crear un antihéroe

Para crear un antihérore tienes que ponerle las cosas difíciles. Aladino vive varios momentos tensos, de aquellos de esperar la muerte segura, pero siempre se salva por casualidad o porque tiene la lámpara maravillosa cerca. A veces incluso por una extraña combinación de ambos factores.

Retrocedamos un poco al momento en que definíamos a Aladino como un gran y egoísta caradura; sin maldad, pero caradura. Cuando consigue casarse con la princesa resulta que se nos explica que ha cambiado. De repente tiene mucho dinero y poder y eso hace que se vuelva generoso y prudente.

A priori no podemos evitar torcer el gesto ante esta extraña evolución. Se remarca mucho que se vuelve generoso y prudente y que por eso la gente del pueblo le quiere mucho.

Lo cierto es que nada de lo que hace Aladino parece coherente con esta descripción, pero entendemos que es necesaria porque unos cuantos capítulos después la vida de Aladino está en peligro. El sultán le quiere cortar el cuello y será la presión del pueblo la que evitará que el muchacho muera. Es la primera vez que Aladino resuelve su problema sin recurrir a la magia. El detalle de insistir en el cariño de sus vecinos parecía intrascendente e incluso ilógico hasta que el autor lo utiliza para salvarle la vida al protagonista.

¿Y si le damos la vuelta a la historia?

Vale la pena ponerle las cosas un poco difíciles a nuestro héroe-antihéroe. Héroe porque no es fácil mirarse al espejo narrativo y reconocer debilidades, miedos, dudas… Antihéroe porque nadie espera de ti que salves el mundo, pero aun así lo haces.

A veces la frontera que separa el antihéroe del villano es sutil y poco clara. Incluso se puede jugar a intercambiar papeles. ¿Y si en realidad el auténtico protagonista de la historia fuera el malvado brujo? ¿Y si pudiéramos conocer los auténticos motivos que le han llevado a comportarse de esa manera y tuviera toda la razón del mundo para odiar a Aladino? ¿Y si se mereciera la lámpara maravillosa?

Si os apetece jugar al “Y si…” y darle la vuelta a la historia, recordad que los motivos son importantes, que todo puede ser más interesante si el genio de la lámpara decide empezar a cuestionarse a quién le debe fidelidad y a quién no, que los giros de guion deben ir más allá de resolver el conflicto por arte de magia.

Os animo a que dejéis vuestras teorías sobre las auténticas motivaciones del viejo brujo,  de Aladino e incluso del genio prisionero de su propio destino en los comentarios y a compartir este artículo si os ha gustado.

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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