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El por qué del porqué

Nuestra lengua castellana tiene unas características que la hacen no sólo única, sino también fascinante. Su riqueza es abrumadora, en especial su léxico, cuya variedad es increíble. Tenemos palabras para casi cualquier cosa que podamos imaginar (hasta que imaginamos algo nuevo y debemos buscar un término apropiado). Pero también contamos con comodines, palabras que usamos para cosas distintas y pueden llegar a confundirnos cuando empezamos a escribir. Algunas de ellas, además, se escriben prácticamente igual y suenan idénticas. Las conocemos como «homófonas», y a veces es un dolor de cabeza diferenciarlas para saber cuál es la correcta, la que necesitamos para decir lo que queremos, y cómo utilizarlas sin caer en errores ortográficos (sí, la ortografía es vital, como ya os conté en este artículo) Hoy voy a hablaros de una de las más odiadas por mis alumnos: el por qué. O el porqué. O tal vez es el por que. Ah, no, es el porque… ¡Menudo lío!

Por qué

Vamos a empezar por la que considero que es el caso más sencillo: el por qué. Como puedes comprobar, en realidad estamos ante dos palabras, la preposición «por» y la partícula interrogativa o exclamativa (según el caso) «qué». El meollo del asunto está precisamente en este «qué», ya que se trata de una palabra tónica que en teoría no haría falta acentuar. Pero lo hacemos para distinguirla de la conjunción «que» usando una tilde diacrítica. ¿Cuando debemos utilizarla? Muy simple: cuando escribimos oraciones interrogativas y exclamativas de carácter directo e indirecto. Como por ejemplo:

«¿Por qué te gusta escribir poesía?»

«¡Por qué países tan hermosos viajamos el verano pasado!»

«Me gustaría averiguar por qué demonios se separaron.»

Como ves, no puedes fiarte de si una frase va entre signos de interrogación o exclamación. De hecho, el tercer ejemplo no parece una pregunta, pero en el fondo lo es (por eso la llamamos indirecta). Ese «por qué» también es interrogativo. Así que en el fondo se trata de reconocer su naturaleza interrogativa o exclamativa, así como la propiedad tónica del «qué», el cuál enfatizamos como si diéramos un golpe sobre la mesa.

Por que

Esta es más complicada de reconocer, pues nos enfrentamos a la secuencia formada por la preposición «por» seguida de la conjunción subordinante «que». Como se puede deducir por la descripción, se utiliza para introducir una segunda oración que está subordinada a la primera:

«Después de tanto esfuerzo prefieren optar por que no se celebre el festival.»

Como ves, aquí tenemos dos frases independientes pero conectadas por dicha secuencia: «Después de tanto esfuerzo eligieron» y «no se celebre el festival». Si lo leemos en voz alta, nos daremos cuenta que ese «que» no es tónica, no resuena, sino que fluye sin más. Por tanto, no llevaría tilde.

por qué por que

Porqué

Esta forma también es muy fácil de detectar, porque su naturaleza es completamente distinta. Se trata de un sustantivo que utilizamos como sinónimo de motivo, causa o razón. Además, lo habitual es que vaya precedido por un artículo o un pronombre, por lo cuál es más sencillo todavía advertirlo. Al ser palabra aguda terminada en vocal, se escribe con tilde:

«Siempre tuvo su porqué para iniciar la guerra.»

Es tan simple como ver si puede ser sustituido por uno de sus sinónimos o si lo podemos utilizar en plural («porqués»).

«Hay multitud de porqués a su actitud.»

porqué

Porque

Y el último de nuestros ya queridos «porqués» (seguro que a estas alturas ya has dejado de odiarlos, o casi) es la conjunción átona que, a diferencia del anterior sustantivo, se escribe sin tilde. También funciona como conector entre oraciones subordinadas, pero en este caso para expresar causa:

«Me enamoré de ella porque me comprendía como nadie más.»

La reconoceremos si podemos sustituirla sin problema alguno por locuciones como «ya que» o «puesto que», sin que pierda su significado.

«Me enamoré de ella ya que me comprendía como nadie más.»

También la podemos encontrar en las respuestas que damos a preguntas que utilizan el «por qué» interrogativo (el primer caso que hemos tratado):

«—¿Por qué te gusta escribir poesía?

—Porque me emociona hacerlo.»

Y por si fuera poco, también podemos usar este «porque» como conjunción final, con el sustitutivo de «para que». Y de hecho, en este caso concreto, se admite dividir la palabra en dos, aunque es recomendable no hacerlo:

«Luché durante toda mi vida porque las cosas fueran de otro modo.»

«Luché durante toda mi vida por que las cosas fueran de otro modo.»

«Luché durante toda mi vida para que las cosas fueran de otro modo.»

A título personal, yo prefiero el «para que». Me suena mejor y más natural.

porque

Conclusión

Sí, ya sé que seguís liados a pesar del artículo. Porque la teoría está muy bien, pero luego hay que aplicarlo a la realidad. Para eso está la práctica. Es cuestión de que cada vez que os veáis en la necesidad de utilizar alguno de estos «porqués» os detengáis un momento a pensar. Y, si es necesario, podéis consultar este artículo. Con el tiempo acabaréis por interiorizar estas reglas hasta que ya no dudaréis. Pero ya os aviso: incluso entonces, es muy probable que cometáis algún desliz. ¡Para eso están las correcciones!

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

  • Mireia Jiménez Adánez

    Muchísimas gracias, me ha sido de gran ayuda. otro día el dónde, cómo y cuándo.

  • LUIS ENRIQUE ZOTTELE

    ME INTERESO EL TEMA DE REDUNDANCIA O PLEONASMO.-

  • Carmeloj

    Saludos y gracias mil, eso porque estoy muy agradecido.
    ¿Hay alguna forma de descargar tus artículos? Por ejemplo en pdf para consultarlos con más facilidad.

    • TeoPalacios

      Hola. No, no se pueden descargar. Lo siento.

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Escritor y creador del Método Pen

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