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Literatura Árabe: Desiertos, océanos, ciudades y oasis.

Literatura Árabe: Desiertos, océanos, ciudades y oasis.

Cuando nos planteamos la posibilidad de escribir una serie de artículos hablando sobre literatura árabe se desplegaron ante mí 1500 años de Historia. ¿Por dónde empezar? Una posibilidad era establecer una línea cronológica, comenzar por el principio, establecer relaciones de continuidad o ruptura, analizar los procesos que convierten a una sociedad tribal y beduina en una civilización que nos ofrece algunas de las obras más importantes de la literatura universal, aunque el canon occidental no siempre las tenga en cuenta, como tendremos ocasión de comprobar si os animáis a acompañarnos en nuestro viaje.

Otra posibilidad era entrar en la Tardis e ir saltando de época en época, de género en género, de país en país. Podríamos discutir si la inaudita belleza de la prosa coránica es literatura o no lo es -y ya os adelanto que este debate sigue provocando grandes quebraderos de cabeza-. O bien asomarnos al siglo XII y descubrir a Pedro el Venerable, abad de Cluny, en su aventura por tierras riojanas mientras buscaba colaboradores para realizar la que sería la primera traducción del Corán al latín. Incluso podríamos cruzarnos con los poetas del desierto preislámico, sentarnos con ellos alrededor de una hoguera y escucharles recitar los largos poemas que conformarán el registro histórico de los árabes.

Es posible que después de una jornada beduina evocando amores perdidos junto a los restos del campamento quisiéramos conocer a Imru al Qays (s.VI), conocido como el príncipe de los poetas, el rey errante, el hombre cubierto de úlceras. Aficionado al vino y a los placeres más variados hasta que el asesinato de su padre le llevó a una vida en busca de venganza a través de Arabia. De cómo llegó hasta Bizancio, pidió ayuda al emperador Justiniano y se vio envuelto en las intrigas palaciegas que le condujeron a un trágico final tendremos ocasión de hablar en otro momento.

¿Preferís un salto más grande en el tiempo? Nos encontraremos cara a cara con Napoleón en el momento en que decidió llevar la imprenta a Egipto. Corría el año 1798 y la historia de la literatura en el mundo árabe estaba a punto de cambiar como consecuencia de este hecho. Y, ¿qué os parecería recorrer las calles de Bagdad en tiempos del califa Harun Al-Rashid, protagonista de algunas de las historias de las Mil y una noches?

La literatura árabe y las ciudades

A pesar del carácter nómada y de la estrecha relación del mundo árabe con el desierto, la importancia de sus ciudades y de la cultura urbana es innegable y debe ser reivindicada hoy en día, cuando la mayoría de las urbes que a lo largo de la historia de la humanidad han acogido peregrinos, sabiduría, ciencia, arte… están siendo devastadas por la barbarie y la guerra.

Literatura árabe
Harun Al Rashid y Carlomagno. Julius Köckert (1827-1918)

El Cairo, la madre de todas las ciudades, es la musa de Naguib Mahfuz, el único premio Nobel de literatura en lengua árabe. Bagdad, Alepo, Damasco, Beirut, Basora… Todas ellas deberían ser patrimonio cultural y emocional de occidente, ya que, gracias a ellas y a su obsesión por el saber, llegaron hasta nosotros algunas de las obras más importantes de la tradición clásica.

Parece un largo viaje, en realidad. Pero es que el concepto de viaje es un rasgo ineludible en el carácter araboislámico. No en vano la peregrinación a la Meca es uno de los cinco preceptos del Islam. Todo buen musulmán, con buena salud y buena economía, debe viajar a la ciudad sagrada una vez en la vida. ¿Os imagináis un viaje así en el siglo XI? ¿Y os imagináis que el punto de partida fueran Tánger, Granada o Ávila?

Rihla: la primera literatura de viajes

La literatura de viajes recibe en árabe el nombre de rihla. Esta palabra, de hecho, quiere decir viaje por etapas y su significado se amplía a la narración que se hace de dicho viaje. Surge precisamente en el occidente del mundo islámico en el momento en que viajeros inquietos parten con la idea de cumplir con la peregrinación preceptiva y por el camino toman nota de lo que se van encontrando: paisajes, costumbres, religiones, lenguas, ciudades… Todo llama la atención de nuestros curiosos viajeros y de este modo se va configurando un género propio que representa una testimonio riquísimo de cómo era el mundo entre Marruecos y China entre los siglos XI y XV.

Literatura árabe, el viaje como medio literario
Primer viaje de Ibn Yubair de Ceuta a La Meca

Uno de los autores de rihla que debemos conocer es el valenciano Ibn Yubair (1145-1217). Mientras viaja de Ceuta a la Meca narra minuciosamente la situación en la que se encuentra el Mediterráneo en aquella época, las relaciones entre cristianos y musulmanes, las políticas de Saladino en Egipto… Describe las Pirámides sin ser capaz de entender para qué servían. Nadie sabe lo que son, salvo Dios, poderoso y grande, afirma sobrecogido.

Ibn Battuta, el gran viajero

Y aunque se le considera el iniciador de este género literario, el nombre que ha llegado hasta nuestros días como autor de la gran rihla es el de Ibn Battuta (Tánger, 1304-1368). A Ibn Battuta se le suele llamar el Marco Polo árabe, aunque en realidad recorrió muchos más kilómetros que el italiano. Salió de Tánger con 21 años, en solitario, con la intención de llegar a la Meca, y no regresó a casa hasta 24 años después. Os podéis imaginar las muchas y variadas aventuras que tuvo ocasión de vivir en su largo peregrinaje. Anécdotas, descripciones de templos y lugares, sucesos históricos, historia natural, folclore, milagros y maravillas… nada escapaba a la vista de Ibn Battuta. Aunque debemos saber que no fue él quien puso su relato por escrito, si no que se lo encargó al poeta andalusí Ibn Yuzayy y que se trata de un ejercicio de remembranza salpicado de bastante imaginación poética. Quizás podamos extendernos sobre este tema en otra ocasión.

Pero no podemos finalizar este breve apunte de lo que es el género rihla sin hablar de los mudéjares. Recordemos que los mudéjares eran los musulmanes que vivían en territorio cristiano mientras los reinos cristianos avanzaban en su control hacia el sur de Al Andalus. Y así es como nos encontramos con la rihla de Omar Patún y Mohammed del Corral, musulmanes castellanos que salieron de Ávila con dirección a La Meca en el otoño de 1491. Su maravilloso y complicado viaje duró cuatro años y es uno de los textos aljamiados –escritos en castellano pero caracteres árabes-  que se conservan en la Biblioteca de las Cortes de Aragón, en Zaragoza.

La rihla de Ibn Battuta ha sido traducida al castellano por Serafín Fanjul y Federico Arbós y se puede encontrar bajo el título de A través del Islam en la editorial Alianza. Existe también una magnífica traducción al catalán a cargo de Margarida Castells y Manuel Forcano titulada Els viatges d’Ibn Battuta, en la editorial Proa.

Quizás os hayáis quedado con las ganas de saber cómo sobrevivió Ibn Battuta a una indigestión de melones o a la peste negra en Damasco, o quizás preferirías saber quién envenenó a Imru al Qays en la corte del emperador Justiniano. O tal vez queramos tener presente el Bagdad de las Mil y una noches y a aquella princesa que salvó su vida explicando cuentos: ¿Y qué es esto en comparación de lo que os contaré la próxima noche si vivo y si el rey me concede gracia?

Contemplemos pues los restos del campamento, tomemos un último té y prosigamos con nuestro viaje. Quién sabe las maravillas que nos esperan…

 

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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