No es la primera vez que hablamos de uno de los elementos más importantes en toda novela, el detonante. Ya sabéis, es ese punto de la historia en que el mundo del personaje salta por los aires y da comienzo al conflicto que nuestro protagonista tendrá que superar (o no). Os hablamos de esto de manera genérica, tanto en el artículo «Cómo usar un detonante para tu novela» como en uno más específico «Usa un detonante en la novela histórica».
Sin embargo, el detonante principal de una historia no siempre es fácil de reconocer. En ocasiones se puede confundir con otro momento que, aunque también tiene importancia, no es realmente el desencadenante de la trama. Así que para aclarar por completo este aspecto tan fundamental vamos a utilizar de ejemplo a tres superhéroes de sobras conocidos, y sin duda los más reconocibles de otro tipo de literatura: los cómics.
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ToggleEl detonante del héroe trágico
No importa si os gustan los cómics o no, todos conocéis a Bruce Wayne, millonario de día y justiciero callejero de noche. De Batman sabemos perfectamente cuál es su origen como luchador contra el crimen: una noche cualquiera, cuando Bruce y sus padres salían del cine, un atracador los abordó de malas maneras. El ladrón se puso nervioso y acabó disparando a los Wayne, dejando al pobre Bruce sólo, llorando junto a los cadáveres de sus padres.
En este caso no hay duda alguna, ¿verdad? Así es, y por ello lo he utilizado como el primer ejemplo: es en ese momento cuando Bruce se jura a sí mismo que dedicará su vida entera a combatir el crimen, evitar que otros pasen por lo mismo que él y, ya de paso, descargar toda su ira a base de guantazos contra los malos.
Algunos entendidos del personaje podrían aducir que en realidad Batman no nació con la muerte de los Wayne, ya que por aquel entonces no tenía en mente la creación de su alter ego. En parte sería verdad, pues la idea de adoptar la apariencia de un murciélago humano vino mucho después, pero el germen para que el heredero de los Wayne se convirtiera en un justiciero surge, indudablemente, con la muerte de sus padres. Este es el detonante de Batman.
El detonante del Hijo de Krypton
Con nuestro siguiente ejemplo, que necesita incluso menos presentación, las cosas empiezan a complicarse. Superman es un personaje con matices maravillosos. Es sin duda el mejor ejemplo moderno del arquetipo de héroe tradicional (no te pierdas nuestro artículo sobre los arquetipos): el defensor del débil, de la justicia y la libertad. Un faro de esperanza, radiante y luminoso (a diferencia de Batman, que representa el miedo y la oscuridad para los villanos). Que el máximo exponente de lo mejor de la Humanidad sea un extraterrestre resulta fascinante.
¿Pero por qué Clark Kent se convierte en el héroe más grande de todos? Lo primero en lo que pensamos es en la destrucción de su planeta natal, Krypton. Ese es el momento en que sus padres biológicos lo envían de viaje hasta la Tierra, donde el Sol le otorgará sus poderes sobrehumanos. Sin embargo, no podemos considerar como el detonante ni la aniquilación de su hogar ni la llegada a nuestro planeta. Ninguna de esas dos cosas lo convierte en Superman, sólo en un chico con grandes poderes.
El detonante de Superman es otro, distinto dependiendo del medio en el que indaguemos. En la película clásica protagonizada por Christopher Reeve es la muerte de su padre adoptivo la que le impulsa a descubrir su origen y luchar contra el mal del mundo. Sorprendentemente, en los cómics no existe un momento bien definido para que el personaje se convierta en un superhéroe. En algún momento, al inicio de su vida adulta, Clark Kent, alentado por sus padres adoptivos, decide utilizar sus poderes para luchar por el bien y la justicia.
Nuestro amigo y vecino el detonante…
Y he dejado para el final el mejor ejemplo de detonante en un superhéroe de cómic, pero también el más engañoso. Durante mucho tiempo, el único personaje de la compañía Marvel Comics capaz de estar a la altura de Superman y Batman en popularidad fue nuestro vecino y amigo Spiderman. No es extraño. El trepamuros tiene elementos infalibles para que cualquier lector se sienta identificado con él: es un muchacho joven, en absoluto popular, al que las cosas no suelen salirle demasiado bien en lo que a su vida personal se refiere. De hecho, siempre va apurado para llegar a fin de mes.
Gracias a las adaptaciones cinematográficas de los últimos tiempos, el origen de Spiderman también es muy famoso: durante una visita a una exhibición científica, una araña afectada por radioactividad pica al pobre Peter Parker, otorgándole las habilidades de un arácnido. Y claro, ante esto, no cabe duda alguna: ese es el detonante. La araña le pica y le da los poderes. No hay más que decir, señoría.
Protesto, señoría. Porque sí, la araña le otorga poderes, e incluso se confecciona el traje y se pone el nombre de Spiderman. Pero ¿qué hace Parker a continuación? Los utiliza para hacer dinero apuntándose como luchador profesional y fenómeno televisivo. O dicho de otro modo: lo usa en beneficio propio. Y ese no es Spiderman.
En este punto llega el auténtico detonante: durante uno de esos espectáculos, a Parker le niegan la paga por su actuación. Justo entonces un ladrón roba al productor que no había querido pagarle. Como venganza, Parker decide dejarle marchar. En un giro del destino aleccionador, el mismo criminal acudirá poco después a robar a la casa de los Parker y matará al tío Ben, padre adoptivo de Peter. El muchacho decide perseguir al asesino, lo detiene, y cuando lo desenmascara… ¡Sorpresa! El mundo se le viene encima cuando comprende que fue su afán de venganza lo que en realidad mató a su tío. Ese es el detonante, el momento en que nace el verdadero Spiderman.
Conclusiones
Como acabamos de ver una vez más, el detonante es un punto vital de cualquier obra literaria (no importa el formato). De este aspecto depende que el argumento y, sobre todo, el personaje, se desarrollen de manera efectiva, así que es indispensable que sepamos reconocerlo para luego poder incorporarlo a nuestros textos. Así que si tenéis dudas, sólo tenéis que pegar un murciélago de papel a una luz y dirigirla al cielo. O leer nuestro blog.