Reconozco que soy por completo incapaz de imaginarlo, pero que no puede uno dejar de soñar con que le suceda. Además, parece que el mundo del best-seller se mueve últimamente en ese tipo de mega-lanzamientos en los últimos tiempos. Todos sabemos el tema de Carlos Ruíz-Zafón y lo sucedido con El Juego del Ángel. O al menos, sabemos una parte. Me explico… todos sabemos que Planeta lanzó nada más y nada menos que un millón de ejemplares en la primera edición de esa novela, inundando el mercado por completo. Se podía encontrar hasta en el kiosco de la esquina. Y eso sólo en español. A esa tirada gigantesca hay que sumarle las tiradas en francés, inglés, portugués… y sobre todo, en alemán. Y esto es lo que tal vez no todos sepamos. Sí, porque el mercado alemán es, junto al estadounidense, el más fuerte del mundo. No en vano la Feria del libro de Frankfurt es la más importante del mundo. Así las cosas, cuando fue a salir el último libro de Zafón, en Alemania se efectuó una puja —literalmente, es decir, la traducción del libro se la llevaría aquel que más dinero pusiera como anticipo encima de la mesa—que se saldó con una cifra escalofriante: un millón y medio de euros, según algunas fuentes. ¡Un millón y medio de euros de anticipo sólo por la traducción al alemán! A eso hay que sumarle el anticipo que se llevaría de Planeta, etc, etc… Es verdad que a Zafón le ha costado lo suyo pegar el bombazo literario. Tenía ya publicados un buen número de títulos cuando sonó la flauta con La Sombra del Viento. Hay otros a los que la cosa les funciona bastante mejor desde el principio. Uno de ellos es el señor Falconès. Ildefonso Falconés realizó un curso de escritura en el Ateneo de Barcelona. Allí se gestó La Catedral del Mar. Y allí comenzó la gran senda del triunfo de este abogado catalán. De su primera obra se han vendido unos cuatro millones de ejemplares, entre su edición castellana y las traducciones a varias lenguas. Ahora, se anuncia su nuevo libro, La Mano de Fátima, en la que al parecer va a novelar cómo fue la expulsión de los moriscos en 1609. Lo importante no es si la novela será buena o mala, que eso sólo se podrá saber cuando esté en librerías y la gente empiece a consumirla a mansalva. Porque a mansalva se consumirá, indefectiblemente. ¿Por qué? Pues porque editorial Grijalbo, perteneciente al grupo Random House Mondadori, el gigante más gigante de entre todos los gigantes mundiales de la literatura, va a lanzar nada más y nada menos que medio millón de ejemplares en su versión en español dentro de unos días. Otro bombazo editorial. Otro hartón de vender libros. Otra inyección de dinero para el bolsillo del señor Falconès, bendita sea su estampa, que diría un castizo. Y no queda ahí la cosa, porque este año se prepara un nuevo tirón en torno a un libro. En este caso, del señor que revolucionó el mercado editorial. Sí, hablamos de Dan Brown. No se conforma con haber vendido ¡¡¡¡80 millones!!!! De copias del Codigo Davinci, haber sacado un buen pellizco de la versión cinematográfica y vender, a remolque, otro puñado de millones de diferentes títulos, por mala que fuera la crítica. Dentro de unos meses, parece que al comienzo del otoño, se editará su nuevo libro, titulado El Símbolo Perdido. No se conoce el argumento. De hecho, en España por ejemplo ya se ha anunciado que el envío de los originales a los medios se efectuará lo más tarde posible, en un intento por mantener la intriga y el interés en torno al libro. Lo que sí se sabe es cuál va a ser la cantidad de ejemplares que tendrá la primera edición… Y agarraos, porque os vais a quedar de piedra. Random House Mondadori lanzará 6,5 millones de ejemplares para el mercado en Estados Unidos, Canadá e Inglaterra. La mayor tirada de la historia. ¿Alguien da más? ¿Alguien duda en que el libro se venderá como rosquillas? ¡Si casi van a tener que abrir librerías en las que el único título sea ese! Pero claro… el sector editorial está en crisis. Y mientras tanto, uno no puede dejar de soñar con que algo así llegara a sucederle. Hace unos días, Blas me preguntaba qué pasaba con aquello que había anunciado de que en torno al día del libro podría tener noticias. Pues lo que ha pasado es que sigo sin noticias, la verdad. Todo está igual que hace unos meses. Claro, que todo está igual para mí, no para vosotros. Porque hay un dato que no he comentado aquí por no levantar la liebre… Como sabéis, me representa la agencia de Sandra Bruna. Como también muchos sabréis, durante la pasada semana se llevaba a cabo la Feria del Libro de Londres. Es una feria exclusivamente para los “trabajadores del ramo”, es decir, libreros, editoriales, agentes, etc… A ella acudía Sandra Bruna. Llevaba en cartera un buen paquete de títulos con la intención de abrir mercado con ellos en otros países. Entre esos títulos se encontraba HIJOS DE HERACLES. La verdad, cuando me lo dijeron en la agencia, hace ya unos meses, me emocioné. Me emocioné porque demuestra por una parte el grado de implicación del agente en representar a sus autores, y por otro, lo que más me tocó la fibra, por el interés que dejaba claro por mi novela. No todos los autores tienen la suerte de que alguien respetado en el sector represente tu obra. Yo soy uno de esos pocos privilegiados. ¿Qué ha sucedido en Londres? Pues todavía no tengo ni idea. La feria ya ha concluido, pero todavía no me he puesto en contacto con la agencia para ver cómo ha ido la cosa. Esperaré unos días para que Sandra vuelva, respire un poco y vuelva a tomarle el pulso a su empresa, que tras las vacaciones de Semana
2012: cinco días
Este es el título provisional de la novela en la que trabajo. Sigo avanzando a un ritmo bastante bueno, y en los últimos cuatro días he escrito casi 30 páginas dedicándole un par o tres de horas cada día. No me puedo quejar, desde luego. Es muy curioso cómo surgen las ideas y luego evolucionan. Hace tiempo que tengo ganas de escribir una novela juvenil, al estilo Crónicas de Spiderwick más o menos. 2012: cinco días iba a ser esa novela. El argumento era más o menos sencillo, una pareja de hermanos queda huérfana y tienen que marchar a vivir con un familiar excéntrico en cuyo sótano tiene una serie de extraños objetos que les harían vivir alguna que otra aventurilla. Nada nuevo, desde luego, en cuanto a argumento. Tal vez sí en cuanto a la aventura en sí misma. Porque la idea era que estuviera basada en un hecho histórico real, un objeto real y un peligro real, o al menos, que pudiera parecerlo. La idea, como digo, llevaba tiempo rondándome y a decir verdad tuve que refrenarme para empezar a escribirla, porque después de dos años y tres novelas, en las que dos de ellas eran históricas y habían supuesto un enorme reto de documentación, necesitaba un respiro. Pero una noche la cabeza ya no se detuvo y comenzó a darle forma a la trama. En primer lugar, con el dios mexica Tezcatlipoca como argumento terrorífico y toda la parafernalia que lo rodeaba, el llamado cráneo de Tezcatlipoca, el espejo humeante, etc… Empecé a buscar información, y una cosa llevó a otra: uno de los protagonistas creció, otro menguó hasta convertirse en una niña de 4 años. Apareció la policía, con todo lo que eso conlleva. Como telón de fondo de todo esto, las profecías mayas con respecto al año 2012. Problemas familiares, enamoramientos imposibles y algún que otro personaje que aporta una pizca de ironía y sentido del humor, y que, creo, hará las delicias de al menos uno de los habituales de este blog. Finalmente un desarrollo tipo thriller que se separó definitivamente de la idea original. En eso se convirtió lo que iba a ser una novela juvenil. Lo que son las cosas… Ahora ando ya por la página 130, y la cosa sigue creciendo. Calculo que al final terminaré sobre los 300 folios, siempre a doble espacio y con Time New Romans 12. Porque, si he de mandarlo en ese formato, ¿para qué escribirlo en uno diferente? Así me ahorro trabajo y sé exactamente por dónde me muevo. Eso quiere decir que en más o menos un mes, la novela estaría terminada, lo que la convertiría en la que menos tiempo me ha llevado en su desarrollo. La música sigue estando presente en buena parte de las escenas. Hay un poco de todo, y posiblemente en el futuro sigan apareciendo nuevas piezas. Hoy os dejo con una de las piezas musicales que aparece en la obra, el Tango Fugata, deAstor Piazzola, y con Una Furtiva Lágrima, interpretada por Pavarotti. Sólo hay que ver la reacción del público para entender que estamos ante una actuación estelar. Os iba a dejar la escena en la que aparecen las dos piezas, y de hecho ya las tenía pegadas, pero lo he pensado mejor… Igual otro día…
Por qué conseguir un Agente Editorial
Por qué conseguir un agente editorial Cuando en 1990 la editorial Doubleday decidió no aceptar más manuscritos que no provinieran de agentes, recibía más de 10.000 obras no solicitadas por año, es decir 27 por día. De eso hace ya 27 años. Sabéis que siempre abogo por intentar conseguir un agente editorial si eres escritor. Pero hace un tiempo caí en la cuenta de que nunca había explicado con detalle por qué lo aconsejo. Me surgió, además, la idea de hablar sobre las distintas profesiones que pueblan el mundillo literario, y hacerlo desde una perspectiva un tanto diferente de lo que tengo acostumbrado: en base a entrevistas, -ya publicadas, por supuesto-, aunque regadas aquí y allá con algún comentario por mi parte. Lo haré así, porque ¿quién mejor que los profesionales de un campo para hablar sobre su trabajo? He decidido comenzar con el oficio de Agente Literario para explicar, precisamente, por qué deberías conseguir agente editorial que te represente. Guillermo Schavelzon es uno de los agentes literarios más prestigiosos en lengua castellana. Fue editor y director de Alfaguara, editor en México y tiene una larguísima trayectoria en el mundo editorial. Actualmente dirige la Agencia Schavelzon, ubicada en Barcelona. Su interés por la buena salud de la literatura hizo que su agencia redactara una carta con consejos muy útiles para aquellos que querían buscar agencia o editorial para sus textos. ¿Cuál es la misión de un agente literario y por qué es necesario? La misión es conseguir para el escritor/a que representa, el mayor número de lectores posibles en todos los países y en todos los idiomas, desarrollando una estrategia que le permita profesionalizar su actividad; es decir, vivir de lo que escribe. Es necesario porque al ser las agencia literarias empresas pequeñas y personalizadas, el agente se convierte en el interlocutor más estable para el autor con el transcurso de los años. Además, solo una agencia tiene una actitud proactiva en la venta de derechos al exterior, y a otros soportes, ya que es su especialidad. Hoy el 90% de los editores prefieren que sus autores tengan un agente con quien hablar claramente las cosas que con el autor es más complejo. El agente les garantiza a las editoriales que, si les ofrece una determinada obra, es porque ya sabe que es adecuada para su catálogo y su política editorial. En síntesis, el agente funciona como el primer comité de selección de la editorial, y a veces como el único. Recuerdo que hace un par de años, un editor catalán me comentaba que la clave del éxito de un autor radica en tener un buen agente. Parece que Schavelzon piensa igual, puesto que indica que la misión del agente es conseguir que su representado viva de lo que escribe, el sueño de todo escritor ¿Hay editoriales que recurren a su agencia para contratar a autores? Diría que el 95% de las editoriales de todo el mundo. Quedan pocas editoriales, manejadas por gente que se ha hecho bastante mayor, que no acude a las agencias en busca de contenidos. Es como no querer ir a la gasolinera a buscar la gasolina. Supongo que se puede, pero es complejo y trabajoso, ¿no? Es interesante eso de que las editoriales se dirigen a las agencias para contratar autores. Ya hace tiempo que escuché que había determinadas editoriales que buscaban un libro sobre X tema y no lo encontraban. Cuando mantuve mi primera entrevista con Sandra Bruna, mi agente, me comentó que sabía de editoriales que buscaban libros de fantasía juvenil, con un determinado contenido y un determinado estilo, y que sin embargo no encontraban lo que buscaban. De ahí que no me sorprende que realmente acudan a los agentes para ver si disponen de algo parecido a lo que necesitan. Lola Gulias fue agente en una de las más importantes agencias españolas, la de Antonia Kerrigan. Más tarde fundó su propia agencia y ahora trabaja como editora en Planeta. ¿Qué ventajas tiene un autor más o menos desconocido si trabaja con vosotros? Además de la traducción a otras lenguas, la asistencia a congresos, etc. ¿Tenéis alguna relación con editoriales extranjeras? Para el mercado español, ¿trabajáis sólo con autores españoles? De entrada, y tal y como se está configurando el mercado, la seguridad de que alguien va a leer ese manuscrito, y que si la agente lo envía a una editorial alguien lo va a tener en cuenta. Una vez la obra ya está publicada, la búsqueda de traducciones, cosa no fácil porque los cupos dedicados a traducciones de la mayoría de editores extranjeros también son limitados y no todo se puede traducir. Asistimos a todas las ferias internacionales y tenemos asiduos contactos con la mayoría de editoriales europeas; para determinados mercados también tenemos subagentes que trabajan in situ. Trabajamos mayoritariamente con autores españoles y latinoamericanos, pero también tenemos entre nuestros representados algunos autores europeos que escriben en español. La seguridad de que alguien va a leer el manuscrito… Aquellos que hayan seguido los Estudios de Marketing que fuimos considerando en el blog, recordaréis que en mi opinión, lo más difícil para un autor novel es que alguien valore con imparcialidad, ya no con interés, su novela. A través de un agente, esa reticencia desaparece, se estudia con interés lo que la agente le presente. ¿Por qué? Silvia Sánchez, de la agencia Asisabla, (creo que actualmente desaparecida) respondía perfectamente a esa cuestión: ¿Por qué es necesaria la figura del agente literario? (si es que lo es) Es necesaria por muchas razones. Básicamente ejerce de aval o garantía de la obra al ser un lector con perspectiva tanto literaria como comercial, y por otra parte, es el canal por el que debe entrar una obra a una editorial, de lo contrario las editoriales se convertirían en inmensos almacenes donde se acumularían todos los manuscritos. Además, el hecho de contar con agente supone que a la hora de negociar el contrato y conocer la industria, se esté debidamente defendido. Por otro lado, zapatero a
Felices excusas, y momentos mágicos
Sí, menos mal que teníais excusas para no venir, porque lo de ayer fue, sin duda, la experiencia más surrealista que he vivido desde que estoy metido en el embrollo este de escribir. Como sabéis, durante la tarde de ayer estaba previsto que participara junto a Javier Márquez en una mesa redonda en la que trataríamos el tema de cómo publicar una obra literaria. Pero la cosa no salió bien. La verdad es que la organización fue bastante caótica. Para que os hagáis una idea, la charla estaba prevista para las 7 de la tarde, pero a esa hora estaban empezando a montar la carpa donde se llevaría a cabo. Además, la cosa se organizó en el espacio en el que se estaban desarrollando diversos torneos de juegos de Rol, y se pretendía que la charla se escuchara por megafonía, lo que sin duda iba a molestar a toda aquella gente que estaba a lo suyo: jugar a Rol, y a la que, todo hay que decirlo, parecía que muy poco, por no decir nada, le interesaba el tema de cómo publicar una obra literaria. 50 minutos después de la hora prevista para que diera comienzo la conferencia, la cosa seguía sin tener buena pinta, y por parte de la organización se continuaba retrasando el inicio de la mesa redonda, aunque la carpa llevaba ya un buen rato en pie. De modo que finalmente les dijimos que por nuestra parte, y en vista del escaso interés por parte de todos, era mejor anular la conferencia. Y entonces vino la guinda del asunto, cuando los organizadores nos dijeron, literalmente: “ah, vale. Ya estaremos en contacto”. Vamos, ningún interés por el tema, que digo yo, que para qué se organizó entonces… Por otro lado, esta semana he vuelto a trabajar en la novela, que había abandonado desde el accidente del tren. Ha sido un ratito solo, menos de una hora, pero salieron casi 4 páginas. La cosa tiene buena pinta en cuanto a producción. Como os iba a contar la semana del accidente, ese día había estado en la Catedral de Sevilla, lugar clave en la novela (aunque no voy a contar su construcción, jejeje). El tema central de la novela es la búsqueda de un objeto que se encuentra perdido desde 1537 y los protagonistas investigan en la Catedral en busca de ese objeto. Estuve sacando fotos de los lugares de la Catedral que aparecerán en la novela de manera que pueda luego describirlos con detalle. Además, necesitaba conocer en qué lugar se encontraba cada cosa e incluso hasta qué punto puede uno encontrar información in-situ, e incluso tocar determinados elementos (imposible esto último, claro…) Aparte de eso, estuve también buscando información sobre las capillas en cuestión, y fue entonces cuando me encontré en uno de esos momentos que yo llamo mágicos durante el proceso de creación de una novela. Había decidido que una capilla concreta —tenía que ser esa y no otra—, sería el lugar más importante de toda la novela, la clave de todo. Sin embargo, el motivo por el que había decidido que fuera así era bastante vago e impreciso… se podría decir que cogido por los pelos. Pero durante la investigación, me encontré con una sorpresa tremenda en el retablo de esa capilla. Como decía, todo en la novela gira en torno a un objeto perdido en 1537, un objeto maya, para ser más exactos. Pues bien, en el retablo de ESA capilla que yo había elegido, se pueden contemplar unas pinturas dedicadas a 4 santos católicos: San Pedro, como sabéis el guardián de las llaves del cielo, San Bartolomé, que según la tradición expulsó a un demonio, Santiago el Menor, a quien Jesús encargó la custodia de la iglesia de Jerusalén tras su muerte, y Santo Tomás. Éste fue quien me dio la mayor sorpresa de todos, pues según algunos, llegó a predicar en el actual México y su recuerdo sería el que dio paso a la figura del dios Quetzalcoatl. Y todas, pero todos esas figuras representadas, pueden ser usadas en el argumento de la novela como parte importante de la capilla en cuestión. Sé que estoy siendo bastante impreciso, pero es que os estoy hablando justamente del “meollo” de la novela, el argumento central de ella, y por tanto no puedo dar más detalle. Pero creedme, fue un descubrimiento importantísimo para la consistencia del argumento, una inmensa alegría, un momento mágico (y ya llevo un buen montón en mi corta carrera literaria). Así que esta semana espero poder concentrarme ya en escribir en firme, porque, a falta de unos pocos flecos, el argumento de la novela está totalmente armado. Puedo decir además que está quedando una historia muy ágil, con un ritmo bastante alto. Tiene además bastante diálogo, lo que para aquellos que huyen de las descripciones será de agradecer. Total, que una vez más, estoy haciendo algo totalmente diferente de lo que había hecho antes, y la verdad es que no me lo propongo… Y como resultado, estoy entusiasmado con el tema. ¿Lógico, no?
Entonces… ¿En serio hay crisis?
Fue hace seis meses cuando hablé por primera vez de la crisis del mercado editorial, y aunque tal vez a alguno de vosotros no os guste demasiado el tema, la verdad es que no voy a pedir perdón por tratarlo una vez más. Durante la semana pasada estuve leyendo un par de informes muy interesantes. Uno de esos documentos es el de los datos que hace disponibles la Federación del Gremio de Editores de España. Otro es el Anuario de Literatura Infantil y Juvenil de 2009, que todos los años presenta la editorial SM, una de las grandes de este país. Los dos informes me hicieron pensar, una vez más, en el tema de la crisis editorial. Porque no hace falta tener los ojos muy abiertos para percibir que en el sector hay crisis. O al menos, eso parece. ¿Qué por qué lo parece? Pues porque se respira en el ambiente. ¿No lo habéis notado? Un dato para ilustrarlo: el premio MINOTAURO de novela de fantasía está considerado el mayor premio de literatura fantástica del mundo. Bueno, o al menos, estaba considerado así. Ahora, ya no lo sé. Hace dos años, el premio tenía una dotación de 18000 €. En la última edición, se rebajó la dote del premio a 10000€. Un recorte del 45,5% nada menos. Y es sólo un ejemplo. A poco que uno lea un poco o hable con alguien del mundillo, percibe que la crisis está en el ambiente… Las editoriales están retrasando lanzamientos ya anunciados, otras rebajan el número de libros que sacarán durante el año. Y todas se muestran tremendamente cautas a la hora de adquirir los derechos de publicación de una obra. Por supuesto, una obra de un escritor poco conocido, que la crisis afecta más a unos que a otros, como es lógico. Y sin embargo, como decía, he leído esos informes y no me terminan de cuadrar (de hecho, ni siquiera me empiezan a cuadrar) los datos que se ofrecen con el panorama que se presenta. El primer dato del Anuario SM (recuerdo que es un anuario con datos EXCLUSIVOS de literatura infantil y juvenil) es demoledor para quien defienda el ambiente “criseril”: la facturación durante el año anterior fue de 330 millones de €. Casi 56000 millones de las antiguas pesetas. ¿Cuánto se facturó en el ejercicio anterior? No he encontrado el dato, pero sí el del anterior, ejercicio 2006. Ese año, se facturaron 323,5 millones de €. En 4 años, la Literatura Infantil y Juvenil ha tenido un crecimiento del 21%. El doble que el conjunto del sector, según el anuario. ¿Y el año pasado? Pues también creció. En concreto, el 13,9, una vez más, el doble que el conjunto del sector. Y acabo de repetir una palabra en éste párrafo sobre la que volveré un poco más abajo. Pero ahora, sigo con el estudio. De este informe se desprende por tanto un dato claro: la literatura infantil y juvenil está en auge, y parece que seguirá creciendo. Lo digo, porque el 74,1% de los niños comprendidos entre los 10 y los 13 años confiesan que leen a diario. A diario. Señores… preparen máquinas que se beben los libros. De esos niños, el 82,5% confiesan que les gusta lo que leen. El campo es, por tanto, enorme, y no es de extrañar que ese anuario concluya diciendo que el sector de la literatura infantil y juvenil NO está en crisis. Pero, ¿y el resto del mundo editorial? ¿Está o no está en crisis? Bueno, pues vamos otra vez con algunos datos. Estos no son tan recientes, pero al final daremos con un dato clave. Las cifras que presento a continuación corresponden a los años 2002 a 2007: ISBN concedidos 69.893 77.950 77.367 76.265 77.330 82.559Títulos editados en edición de bolsillo 3.610 4.486 5.031 5.378 5.232 6.392Ejemplares editados 275.635.400 278.066.196 310.583.181 321.469.155 338.086.000 357.560.000Ejemplares vendidos 226.619.558 232.153.661 237.067.206 230.626.086 228.220.878 250.860.500 En 5 años, el número de los ISBN concedidos creció en 12666, es decir, el 18,1%Los títulos de las ediciones de bolsillo prácticamente se duplicó.Los ejemplares editados crecieron en 81924600, el 29,7%El crecimiento en los ejemplares que se vendieron fue de 24240942, lo que, multiplicado por la media de venta de los libros (11,80€ en el 2002 y 11,75€ en el 2007), hace un total de aumento de la facturación de 284 831 068,5€. Una pasta. ¿O no? Pero claro, dirá alguno, eso fue en el 2007… cuando aún no había crisis mundial, nacional, territorial ni sectorial. Sí, sí. Pero como decía antes, había repetido una palabra en un párrafo… Esa palabra es “DOBLE”. Decía que el sector de la literatura infantil y juvenil creció, tanto en los últimos 4 años, como en el último año (y esto es lo más interesante de todo), el DOBLE que el resto del sector. Es decir, que el resto del sector, también creció. En concreto, en torno al 10% en los últimos cuatro años y alrededor del 7% durante el último ejercicio. De modo que si el sector crece año tras año, por favor, ¿puede alguien explicarme dónde está la crisis del sector? ¿Alguien me explica el por qué de tanto miedo? ¿De tanto pesimismo? Aunque, si queréis, ya os doy yo una explicación. Fijaos otra vez en los datos que os mostraba antes. En 2002 se editaron 275.635.400 libros. En 2007, se editaron 357.560.000. Se supone que las ventas deberían haber crecido al mismo ritmo, es decir, que si se publicó un 129,7% más, las ventas tendrían que haber seguido la misma tendencia. Se tendrían que haber vendido, al menos 290 millones de libros. Pero no fue así. En 2002 se vendieron 226.619.558 ejemplares. En 2007, se vendieron 250.860.500. Mientras en 2002 se vendió el 82% de lo que se publicó, en 2007 se vendió sólo el 70%. Un descenso de nada menos que 12 puntos. Mientras el número de ediciones subía en más de 80 millones, el número de ventas “sólo” creció en 24 millones. ¿Qué pasó con el
Esta vez no tenéis excusa
Dicen que la fama le precede a uno. Pues no sé si será verdad o no, pero lo cierto es que en ocasiones hay cuanto menos algunas coincidencias curiosas, y no quiero yo decir con eso que sea famoso ni nada de eso, dios me libre… Pero bueno, estoy empezando por el final y vosotros no sabéis de qué estoy hablando. Hace un par de meses, a mediados de febrero, me llegó un mensaje de correo de un desconocido. Se trataba de uno de los organizadores de las VI Jornadas de Rol y Estrategia de Sevilla que prepara la Asociación Dirigible. Debo decir que de Rol sé más bien poco, tres o cuatro partidas con algún amigo, siempre al Señor de los Anillos, siempre como Master, pero nada más. Y de eso hace ya un buen montón de años (más de los que me gustaría, desde luego). Precisamente por eso me sorprendió que se pusieran en contacto conmigo. Pero resulta que la Asociación Dirigible, por lo visto, lleva un buen puñado de años ya trabajando y organizando eventos, colaborando incluso con la Feria del Libro de Sevilla, nada más y nada menos. De eso y de otras cosas me enteré leyendo su mensaje. La cuestión es que para las jornadas que han preparado este año, han ideado una serie de charlas multiculturales, entre las que se incluye una mesa redonda literaria. Y el motivo de su e-mail era la de invitarme como ponente en esa mesa. Desde entonces hemos ido perfilando poco a poco el tema a tratar. En un principio se barajaba la idea de ofrecer una charla sobre la literatura de fantasía, que evidentemente nutre de forma directa al universo del Rol. Sin embargo, poco a poco la cosa fue derivando, y puedo prometeros que yo no tuve nada que ver con ello, hasta que finalmente se decidió por parte de los organizadores que la charla versara sobre qué camino seguir para publicar un libro. Ahí queda eso… Algo de lo que no me gusta hablar, como ya sabéis… Además, nuevamente estaré bien acompañado por el amigo Javier Márquez, que espero sepa hacerme callar a tiempo, que con estos temas yo me embalo, ya sabéis. Y para colmo, los que no vivís en Sevilla en esta ocasión ya no vais a tener excusa. La charla se llevará a cabo el próximo Viernes día 17 de Abril a las 19.00, en unas carpas que se van a colocar para la ocasión en pleno centro de Sevilla, en la Alameda de Hércules. Sabemos incluso el sitio perfecto para tapear justo cuando termine la conferencia. Allí al lado. Y también justo el sitio donde NO tapear… Lo que resulta mucho más importante, creedme, algunos de los que se dejan caer por aquí lo hemos experimentado. Esta es la mejor época además para visitar Sevilla, con el mejor tiempo de todo el año, los naranjos en flor, el olor a azahar… vamos, la excusa perfecta para pasar un buen fin de semana por aquí, tomar unas tapitas y un poco de “pescaito” frito. Pues eso, que ya no valen las excusas. P.D. Estamos un poquito mejor, aunque con los cuellos tiesos los dos. Muchas gracias por las muestras de cariño de todos vosotros.
El día que salvamos la vida
Esta semana tenía varias cosillas que contar respecto al adelanto que he hecho en la creación de la trama de la novela en la que trabajo. Han surgido cosas realmente interesantes. Pero, por una vez, y sin que sirva de precedente, no voy a hablar de nada relacionado con la literatura. Y es que ayer sufrimos un accidente en un tren que nos llevaba de Sevilla a Dos Hermanas. Y digo “nos” porque también por primera vez voy a hablar de Mari, mi pareja, la que despertó en mí el viejo sueño dormido de escribir. Todo fue una concatenación de acontecimientos: ella impartía clases mientras que yo visitaba la Catedral de Sevilla como parte del proceso de documentación para mi novela, y habíamos quedado para tomar juntos, por primera vez en 4 años, un tren que nos trajera a Dos Hermanas. Sin embargo, puesto que ella estaba comentando con su alumna un hecho del que nos habíamos enterado la noche anterior, llegó tarde y perdimos el tren de las 14.20. De modo que decidimos tomarnos una tapa mientras esperábamos al siguiente. Pero, ya puestos, dijimos: “pues mira, ya con la hora que es, mejor comemos”. Y así lo hicimos, de manera que dejamos pasar también el siguiente tren, y el siguiente. Y fuimos a tomar el tren maldito de las 15.50. Durante el trayecto todo iba bien. De hecho, nos estábamos riendo a carcajada limpia, con lágrimas incluidas, mientras recordábamos algunas anécdotas. Y entonces, hacia las 16.00, escuchamos la primera explosión. Fue un ruido extraño, algo parecido a un golpe muy fuerte. En el tren nadie se asustó demasiado, aunque las conversaciones se redujeron drásticamente. Tan sólo 3 o 4 segundos después llegó la segunda explosión, y se repetirían durante alrededor de 1 minuto quizá de manera continuada, cada 4 o 5 segundos. Comenzaron a llover los cristales por el vagón, la gente a arrojarse al suelo. Gritos y carreras. Algunos conatos de llanto. Todo ello ahogado por las explosiones que parecían aumentar de volumen a la vez que crecían los gritos en el interior. Nosotros no nos arrojamos al suelo. Mari se agachó sobre su asiento, cubriéndose la cabeza con los brazos, y yo me volqué sobre ella, intentando protegerla de lo que quisiera que estuviera pasando. Entonces, vi un impacto enorme en el cristal que teníamos justo a nuestra espalda. Como el impacto de una piedra arrojada con una fuerza descomunal. De hecho, pensé “¿pero quién demonios está tirando piedras contra el tren? ¿Está loco o qué?” Mientras tanto, seguía el tremendo sonido de las explosiones. Era un sonido que soy incapaz de describir. Sólo puedo decir que parecía justamente eso: una piedra monumental golpeando contra el vidrio de las ventanas, que resistían como podían. Hasta que dejaron de resistir. Porque, en un momento concreto, el cristal de la ventanilla que se encontraba a unos 20 centímetros a nuestra derecha, cedió a los impactos y explotó en un millón de cristales diminutos. Algunos cayeron sobre nosotros, otros arañaron el rostro de una chica que se agazapaba justo frente a la ventanilla. Fue entonces cuando pude observar lo que estaba sucediendo realmente. Porque lo que golpeaba las ventanillas era uno de los cables de alta tensión que suministran la corriente eléctrica al tren. Y pude ver lo que sucedía, porque el cable en cuestión entró durante un segundo interminable en el vagón a través de la ventanilla rota. El convoy fue perdiendo velocidad de manera gradual, muy lentamente. Con una lentitud exasperante, una vez que comprendí lo que estaba ocurriendo, pues, cada vez que sobrepasábamos uno de los postes que da sustento a los cables, estos golpeaban con una violencia terrible contra nuestra ventanilla, justo la nuestra, cuyo cristal ya estaba completamente cuarteado. Justo cuando pensaba que no resistiría mucho más antes de desmoronarse y dejar pasar al monstruo que nos atacaba, el tren se detuvo por completo. Sucedieron entonces unos segundos de enorme silencio, en el que los gritos se acallaron al tiempo que nos deteníamos. Pero fue sólo un espejismo, pues no tardaron ni 10 segundos en volver a estallar, con renovados bríos, los llantos y los ruegos. No os podéis imaginar lo que sucedió a continuación… varias personas sufrieron ataques de pánico. Una de ellas, creo que con algún tipo de deficiencia, tenía la cara completamente desencajada y sufría pequeñas convulsiones. No creo que olvide su rostro en la vida. Otra, una chica joven, lloraba desesperada justo enfrente. En la mente de muchos, incluida la mía, sobrevoló el terrible recuerdo del 11M. Nosotros nos incorporamos sin aparente daño. De inmediato nos aseguramos de que tanto uno como otro nos encontrábamos bien y no teníamos heridas, aunque Mari tenía el pelo completamente cubierto de cristales. La dejé bien y tranquila, sentada en el mismo lugar que habíamos ocupado al entrar en el tren, y fui a ver si podía ayudar en algo a aquellos que pudieran estar heridos. Afortunadamente había en el vagón una enfermera y nadie había resultado herido de gravedad, así que volví junto a Mari. Y fue para llevarme una sorpresa desagradable. De repente, no se podía mover. Intenté tranquilizarla. No recuerdo muy bien qué le dije, supongo que algo como “tranquila, es por los nervios. Igual te has hecho un poco de daño en el cuello, pero no tienes ninguna herida, así que no pasa nada”. Pero claro, sí que pasaba. Transcurrieron un par de minutos hasta que apareció el revisor del tren. El hombre estaba claramente superado por la situación. En los vagones anteriores no había ocurrido nada. Todo había sucedido en el vagón de cola. Esperamos unos minutos prudenciales, aproximadamente 5 o 10, esperando acontecimientos. Pero dado que el hombre no llamaba a los servicios de urgencia y que la rigidez e inmovilidad de Mari iba en aumento, le dije que iba a llamar al 112. Eran exactamente las 16.12. Y aunque parezca mentira, hasta las 17.20, aproximadamente, no pudieron acceder al convoy los servicios de urgencia del 061. Más
Pocas Novedades
Ayer me comentaba Armando Rodera que hacía tiempo que no daba noticias sobre la publicación de Hijos de Heracles. Es verdad que desde finales de Diciembre no he vuelto a comentar nada sobre el tema. Pero es que, apenas puedo comentar nada. Por mucho que os sorprenda, os diré que sigo sin recibir mi copia del contrato, aunque yo lo firmé hace ya tres meses. Parece que no es algo tan extraño como pudiera parecer en primera instancia, sino una práctica habitual, y más aún en fechas de crisis. Porque las editoriales también están pasando por momentos delicados: muchas están retrasando algunos de sus lanzamientos, otras reducen el número de libros que sacarán durante el año. Así está la cosa… De modo que, como todavía no tengo mi copia del contrato, permitid que siga manteniendo el silencio en lo que se refiere al nombre de la editorial, aunque bien podéis creer que estoy deseando anunciarlo públicamente, no podía publicar esta novela con una editorial mejor, sinceramente. Ya lo comprenderéis cuando sepáis de qué editorial se trata… Eso no impide, sin embargo, que hayamos comenzado a trabajar en el texto de la novela. Durante mi primera conversación con mi editora, me hizo llegar una serie de cuestiones que planteaban dudas a nivel histórico. Algunos eran pequeñísimos detalles sin mayor importancia, otras en cambio sí eran importantes. La cuestión en esos puntos de importancia era que entraban en franca controversia con algunas de las teorías más ampliamente aceptadas por la historiografía actual. Hoy os voy a presentar una de esas cuestiones, y el modo en el que defendí mi postura. Los especialistas de la editorial comentaron lo siguiente: Una de las tesis del relato, que puede fácilmente pasar desapercibida a un lector no especializado en el contexto histórico, es identificar al famoso legislador de Esparta, Licurgo, con un personaje históricamente documentado, el rey Teopompo Euripóntida, a pesar de que sepamos que Licurgo era tío del rey Leobates, de quien fue regente, y que vivió más de cien años antes de que lo hiciera Teopompo, lo cual lleva directamente a la principal objeción que puede plantearse al relato. Esta fue mi respuesta: En la Pag.34 de (…), la obra que ha servido como base principal para el desarrollo histórico de Hijos de Heracles, su autor, (…), declara abiertamente que la historiografía actual pone en seria duda la existencia real de Licurgo en base a diferentes aspectos: por un lado, el hecho de que se adjudique a la única persona de Licurgo la mayor parte de las “revoluciones” culturales y legislativas de Esparta, pero, en especial, el hecho de que no sea hasta el S. V a.c. que se le mencione por primera vez, en un poema de Simónides. Dicha falta de información sobre un personaje de tal relevancia es especialmente sospechosa en el caso de Tirteo (base principal para los principales especialistas de la actualidad para el estudio de la sociedad espartana), quien vivió hacia 700 a.C., y Tucídides, quien no lo menciona al tratar la constitución espartana, pese a ser conocido el extremo rigor que lo caracteriza. Por supuesto, hay diferentes corrientes de pensamiento: algunos especialistas, como Anthony Andrewes, declaran que ve en la perpetuación de la persona de Licurgo “uno de los mayores fraudes de la historia”, mientras que otros, como George Forrest, indica que cree en la historicidad del personaje, porque sin él “la revolución espartana sería como la revolución rusa sin Lenin”. Incluso en épocas antiguas fue debatida la historicidad del personaje, pues Plutarco, en su vida de Licurgo, lo introduce indicando que “nada absolutamente puede decirse que no esté sujeto a dudas acerca del legislador Licurgo”. Opté por tanto por seguir la línea indicada por (…) en su obra y plantear la novela partiendo del punto de que Licurgo no hubiera existido en realidad. Esto daba pie a una tesis muy interesante, que permitía pensar que Teopompo pudiera haber llegado a ser ese mítico personaje, pues según algunos especialistas, e incluso algunas fuentes antiguas, realizó algunos de los cambios atribuidos a Licurgo. Eso dotaría al personaje de un gran interés y, evidentemente, le daría una profundidad mucho mayor. Como digo, es sólo una de las varias cuestiones que me plantearon. En casi todas ellas, exceptuando las que suponían un claro error, defendí la postura presentada en la novela argumentando los motivos. Y fue un placer comprobar que la editora comprendía e incluso valoraba ese punto de vista, que presentaba la historia desde un punto de vista novedoso, lo que, en sus propias palabas, le daban un mayor valor a la novela al presentar la historia desde otro prisma. Tras unos meses de silencio, hace unas semanas me pedían el texto con los pequeños cambios que creímos oportuno incluir (en verdad, muy pequeños) para que repasaran nuevamente el texto con la idea de pasarlo ya al departamento de corrección. Le envié también la que es mi idea para la portada de la novela. Nuevamente me han dicho que, si bien desarrollarán su propia portada, tendrán la mía en cuenta, lo que me hace bastante feliz, la verdad. Y ahora… pues nuevamente a esperar a que el departamento de corrección revise el original y me envíen sus comentarios y correcciones. Será entonces cuando comience el trabajo duro, aunque tengo muchas ganas de que llegue el momento. Por supuesto, sigo sin tener fecha de publicación ni nada parecido… hasta que llegue ese momento aún queda mucho tiempo. Espero poder tener noticias de HIJOS DE HERACLES muy pronto (en cosa de un mes más o menos), que de certificarse le darían un giro brutal al lanzamiento de esta novela, pero por ahora, no puedo decir nada… Os mantengo al día, no os preocupéis.
Recomposición
Esta semana me la he tomado de cierto relax literario. La semana anterior os comentaba que me estaba costando concentrarme y avanzar en la creación de la novela en la que estoy trabajando. Algunos me comentabais que no forzara la máquina, que me tomara un respiro, etc… Yo soy de los que piensan que el escritor tiene que escribir a diario, aunque sea una sola frase, una sola palabra. O en su defecto, trabajar en algún proyecto. Claro, a veces hay que descansar. A mi me pasó cuando concluí PECADO CAPITAL, de lo que ya he hablado aquí en aquella entrada en la que explicaba que me había quedado vacío. La cuestión es que andaba descentrado, como contaba. Así que me he dedicado a poner en su lugar algunas cuestiones personales y comenzar a mover algunos asuntos que tenía pendientes. He podido alejarme sin problemas de la novela, o mejor dicho, del proceso de escribir esta novela, sin remordimientos de conciencia. Supongo que habrá ayudado el hecho de que el sábado pasado, tan pronto como dejé en el blog la entrada, me puse ante la pantalla y en tres horas escribí casi catorce folios. Es decir, que en tres horas del sábado había escrito el doble que en toda la semana anterior. Y eso tranquiliza. Eso ayuda a ver que no estás sufriendo un bloqueo creativo, sino que la cosa va algo más lenta de lo que tenía pensado. Medité en por qué podía pasarme eso y descubrí que me faltaba información. Me explico: necesitaba que alguien me ofreciera ayuda para desarrollar una de las tramas de la novela. Yo tenía esbozado el argumento de esa trama, pero sabía que estaba cogido por los pelos. La ayuda me vino de forma inesperada. Tengo unos amigos cuyo primo es nada menos que criminólogo. La trama en cuestión es precisamente una investigación policial. Todos tenemos alguna idea de cómo funciona… pero esa idea, os lo digo ya, es errónea en un 90% de cuestiones. Demasiado cine de Hollywood… En fin, que el miércoles nos reunimos en torno a una taza de café, le expliqué las dificultades que me estaba encontrando, y, de manera completamente amable y una facilidad pasmosa, comenzamos a comentar cómo funciona una investigación policial. Por supuesto, no me ha ofrecido detalles demasiado concretos, entre otras cosas porque no va a divulgar los métodos de trabajo de la policía. Pero sí me ha dado indicaciones, me ha abierto los ojos en cuanto a métodos que la policía jamás usaría, encaminándome hacia la metodología de trabajo adecuada. El resultado ha sido que he reescrito por completo la trama policial de la novela, han surgido varias situaciones y escenas que aumentarán la tensión de la novela varios grados, personajes que acaban de nacer… Y claro, algunas escenas anteriores que hay que reescribir, porque están en franco desacuerdo con el nuevo prisma. La semana que viene volveremos a vernos para hablar de todo ese trabajo nuevo, comprobar que no hay errores, comentar posibilidades de desarrollo de las escenas… Y en eso he estado trabajando esta semana. Así que en los últimos días también he escrito poco, sólo trece páginas. Sin embargo, he avanzado enormemente en la creación de la historia, he despejado dudas y, lo más importante de todo, he sentado las bases para poder continuar a buen ritmo. Y es que a veces hay que replegar velas, mirar atrás y recomponer el trabajo para poder seguir avanzando.
Disperso
Definitivamente, durante las últimas semanas estoy disperso. No descanso bien, no me concentro como en mí es habitual, me siento agobiado por mil cosas cuando en realidad no hay tanto pendiente. La cuestión es que estoy en una época convulsa, inestable incluso. Y claro, eso está afectando a todos los aspectos de mi vida, incluida la producción literaria. Total, que avanzo menos de lo que debería y estoy seguro que puedo avanzar en condiciones normales con esta novela. También es verdad que en los últimos 2 años he escrito un total de unas 1100 páginas repartidas en 3 novelas, de las cuales 2 eran históricas. Y eso tiene que saturar un poco, supongo… Total, que la producción de esta semana ha sido de sólo 7 páginas, terriblemente pequeña. Claro, Saramago dice que él escribe una página diaria, supongo que por eso él tiene un Nobel y yo no. Yo estoy acostumbrado a una producción mucho mayor, entre 3 y 4 páginas al día. Debería tener la novela mucho más avanzada. Lo más curioso es que cuando consigo centrarme, avanzo a una velocidad de vértigo. Hace un par de días, por ejemplo, en poco más de una hora salieron más de 4 páginas. El problema es conseguir esa concentración. En eso voy a intentar trabajar durante esta semana: para empezar, una tila, en lugar de una coca-cola, junto al teclado. Y a partir de ahí… se aceptan sugerencias.