El poder de Internet es inmenso. Lo demuestra el comentario que ha dejado una editorial que no conozco absolutamente de nada, y que confieso que aún no he tenido tiempo de visitar más que brevemente, en la entrada inmediatamente anterior a ésta. En ella, esta editorial, Legados Ediciones, anuncia que busca colaboraciones literarias, y en su web declara abiertamente que busca autores desconocidos. Para resultar más interesantes, en el comentario especifican que no son una editorial de autoedición. La verdad, no sé cómo, pero nos han encontrado ellos a nosotros (todos los que pasamos por este blog) y no al revés. Quien no crea en el poder de Internet igual tiene que ir cambiando de opinión… Es cierto que algunas librerías en red han tenido que dejar su actividad, y que el libro electrónico no termina de despegar por ahora. Pero las editoriales se van dando cuenta del poder que tiene la Red como medio de comunicación. Porque, tal como decíamos hace unas semanas, a través de Internet el autor puede hacer mucho por promocionar su obra. ¿Qué y cómo? Pues a eso vamos. En primer lugar, la participación en foros literarios y redes sociales es importante. Se consiguen amigos, (auténticos y maravillosos amigos) que ayudarán de manera completamente desinteresada a darle publicidad en sus propios blogs, así como en otros lugares en los que participen. Si la editorial no lo hace, el autor debe (atentos a que uso el verbo DEBER y no PODER) crear una web para el libro publicado. Hoy esto no es mucho problema. El autor no tiene por qué conocer diseño web, pero seguro que tiene algún conocido que puede ponérsela en marcha. No importa que no tenga una gran calidad. Vale más una página web modesta que ninguna página web de diseño apabullante. Para facilitar que la gente pueda hablar de tu libro, debes crear un foro en tu web, solicitar en foros existentes y dedicados a la literatura que se abran hilos a tu nombre, etc… La cuestión es permitir y facilitar tanto como sea posible el intercambio entre lector y autor. Es interesante también mantener al día a los lectores de aquellas noticias relacionadas con nuestra obra, ya sea de las relacionadas con el libro en sí mismo o de actos a los que acudamos: firma de ejemplares, charlas, mesas redondas, presentaciones, entrevistas en medios de comunicación… Puede parecer pretencioso, pero la verdad es que cuando un autor lanza una obra, a poco que se mueva, comenzará una actividad que antes jamás hubiera pensado. Otro asunto interesante del que hay que mantener al día a los que puedan interesarse en nuestro trabajo es el de ofrecerle lo que los medios de comunicación comentan sobre nosotros o nuestros libros. Se debe añadir un apartado de notas de prensa, o incluso un blog completo, en el que introducir todo comentario que pueda resultar interesante, sin importar si es de un medio pequeño o grande. Al fin y al cabo, se trata de hacer ruido, cuanto más, mejor. Pero no basta con que en nuestra página web se publicite nuestro libro… no, no, no. Hay que ofrecer algo más. La gente no busca el anuncio del libro. Quien entre en nuestra página, o bien nos conoce a nosotros, y por tanto a nuestra obra, o bien conoce el libro, y entonces no necesita que le enseñen un anuncio. ¿Entonces? Entonces, hay que ofrecer contenido. Y procurar ser originales, que una muestra del texto, ya sea el prólogo o un capítulo, lo tiene todo el mundo. Se puede ofrecer por ejemplo una parte de la documentación que usamos para crear nuestra obra. Se pueden ofrecer marcadores de libros o fondos de escritorio. O incluso un calendario con las actividades previstas. Las editoriales comienzan a pensar en medios que permitan, a través de la web, que el lector se sienta más interesado, más atraído, e incluso un poco cómplice de nuestra novela. Por ejemplo, para la obra de Javier Sierra, Las Puertas Templarias, en su web se realizó un juego en el que el lector debía identificar la ubicación de tres templos góticos. Si se encuentra la solución a las pruebas, se entra en el sorteo de una cena con el autor. Nuestro amigo Armando Rodera también plantea algo parecido (aunque sin cena, que yo sepa) en la página de su novela, que esperamos todos que sea publicada cuanto antes. La idea es atraer al lector, hacerlo partícipe del mundo en el que se mueve nuestra historia. Y funciona. En la página de Las Puertas Templarias se han detectado picos de visitas de más de 1500 en un solo día. Podemos también hacernos disponibles para colaborar con revistas on-line. ¿De qué nos servirá eso? Pues nos servirá porque, normalmente, la firma de los artículos que firmemos en dichas revistas contendrá un enlace que llevará directamente a nuestra web. Y nuestra web nos hace publicidad. Son muchas las cosas que el autor puede hacer para promocionar su web a través de internet, al margen de esto que he comentado. Seguro que a más de uno se le ocurren algunas que yo no he tratado aquí. Lo cierto es que las editoriales dedican cada vez más recursos a la promoción de sus libros a través de internet: por algo será. Y si ellos, que son los que saben del tema, lo hacen… ¿no sería absurdo que nosotros, que somos los principales interesados, no lo hagamos también de acuerdo a nuestros recursos? Con esta entrada concluye uno de los principales motivos que me llevaron a poner en marcha este blog, hablar, poner al día, transmitir lo poco que sé sobre qué puede hacer un autor novel, y cómo hacerlo, para conseguir que su obra pueda llegar a publicarse. Sin embargo, me resisto a concluir todo este gran estudio de marketing literario aquí… creo que le dedicaré una última entrada. Un día de estos.
Rescue Me!
Curiosamente, hasta hace dos días la entrada de este blog que más visitas provocó fue la que dejaba una muestra de una de mis novelas. Eso demuestra, o al menos eso parece, que la gente está interesada en seguir mi trabajo de forma más cercana. Por otro lado, algunos de los que suelen aparecer por aquí me dicen por activa y por pasiva que les gustaría que hiciera más de una entrada semanal. El problema en ese sentido es que me lleva cierto tiempo preparar cada una de esas entradas semanales y si aumentara a dos o más dichas entradas, o bien se resentirían para mal en cuanto a la calidad e interés que puedan tener, y por otro lado me robarían bastante tiempo. Pero sigue estando ahí el hecho de que alguna gente quiere, o eso parece, repito, conocer más sobre mi obra, y que algunos quieren que haga más entradas semanales. Y ahí estaba, en esa tesitura, cuando mi buen amigo Javier Márquez, a quien los asiduos de por aquí ya conocéis, y del que ya anuncio que tardaré poco en hablar largo y tendido, me comentó que había empezado a escribir una especie de diario escribiendo en él aquello que le va sucediendo conforme avanza en la creación de la novela en la que trabaja. He de decir que yo no me veo capaz de escribir un diario como tal, nunca me ha gustado el tema… pero creo que sí podría hablar brevemente y cada semana de mi trabajo. Bien de la novela que estoy escribiendo ahora, bien de algunos aspectos que me interesan o de cómo planteo tal o cual personaje, los problemas que me encuentro, o cualquier otra cosa. Y he pensado que esas entradas las colocaré a lo largo del fin de semana, normalmente el viernes, o esa es mi intención, aunque no con la rigurosidad más o menos firme de las entradas de los martes. Bueno, pues hoy empiezo con estas entradas. Y la primera va a ser un video musical. Se trata de una canción que me gusta bastante, pero que además, tiene una importancia más que considerable en la novela que estoy empezando a escribir. Creo que es una buena forma de empezar, porque esta semana he estado bastante difuso y no he podido avanzar tanto como me hubiera gustado en la creación de la novela. La canción en cuestión es Rescue Me! En la novela aparece la versión de Diana Ross & The Supremes, pero, increíblemente, no he encontrado ningún video en youtube con una actuación en la que interpretaran esta canción, así que os traigo uno de la canción original, que pertenece a Fontella Bass, una cantante de soul nacida en St. Louis. Este fue su mayor éxito, que se ha versionado mil veces. Os dejo la letra original. Rescue me And take me in your arms Rescue me I want your tender charm ‘Cause I’m lonely And I’m blue I need you And your love too Come on and rescue me Come on, baby, and rescue me Come on, baby, and rescue me ‘Cause I need you by my side Can’t you see that I’m lonely Rescue me Come on and take my heart Take your love and conquer every part ‘Cause I’m lonely And I’m blue I need you And your love too Come on and rescue me Come on, baby, and rescue me Come on, baby, and rescue me ‘Cause I need you by my side Can’t you see that I’m lonely Rescue me And take me in your arms Rescue me I want your tender charm ‘Cause I’m lonely And I’m blue I need you And your love too Come on and rescue me (Come on baby) Take me baby (take me baby) Hold me baby (hold me baby) Love me baby (love me baby) Can’t you see I need you baby Can’t you see that I’m lonely Rescue me Come on and take my hand C’mon, baby and be my man ‘Cause I love you ‘Cause I want you Can’t you see that I’m lonely Mmm-hmm (mmm-hmm) Mmm-hmm (mmm-hmm) Take me baby (take me baby) Love me baby (love me baby) Need me baby (need me baby) Mmm-hmm (mmm-hmm) Can’t you see that I’m lonely
Los Aspectos Negativos de la Coedición (II)
Si os acordáis de la anterior entrada en la que estuvimos hablando del tema de la coedición, os copié literalmente algunas de las ofertas que proponía una editorial de “coedición”, y comentándolas brevemente dije que había un punto que llamaba la atención. Copio ahora de nuevo aquel resumen para tratar ese y otros temas: La propuesta en cuestión incluye varios aspectos importantes: corrección, diseño de portada, maquetación, espacio web, venta en internet y distribución nacional. Además, si la editorial lo ve apropiado, realizaría un “minisite” de la obra que tendría un afijo .es incluido en la página de la editorial (para que lo entendáis, sería, por ejemplo: hijosdeheracles.nombredelaeditorial.es) Se comprometían también a realizar promoción en modo de reseña a bibliotecas, medios de comunicación, foros de internet, páginas web, asociaciones de escritores, etc… Bien, pues os decía que hay un punto que llama la atención… ¿Cuál es? Fijaos en lo que dice sobre las páginas web de la obra. De entrada, comenta que se ofrece “espacio web”. Sin embargo, en el mismo párrafo y en realidad en la siguiente línea, dice que “si la editorial lo ve apropiado, realizaría un minisite de la obra”. ¿En qué quedamos entonces? ¿Tendrá sitio web la novela que se coedita o no lo tendrá? ¿O tal vez lo que se está ofertando en un principio es simplemente anunciar en su página el libro, con una imagen más o menos pequeña y el texto de contraportada, disfrazando ese pequeño espacio de página web? Cuando desde el principio las cosas no se explican de manera que no haya lugar a dudas, y el texto se presenta de forma que da pie a explicaciones erróneas, si cuando ya de entrada hay detalles que no dan buena impresión… es que algo no marcha bien. Siempre hay que leer mil veces la letra de un contrato, más aún cuando las cosas son nuevas para nosotros. Claro que ese, y los comentados las semanas anteriores, no son los únicos peligros de de una editorial de coedición. Hay uno que es mucho más sutil, apenas perceptible, y que apenas se repara en él, especialmente cuando uno es recién llegado a esta obsesión de escribir y tiene toda la ilusión del mundo por ver sus textos publicados y encuadernados en tapa dura. Hace un par de años tuve una conversación de la que ya he hablado varias veces en este blog. Durante esa conversación, un editor me dijo que para que un libro se vea, realmente sea perceptible que está en la calle, si se quiere de verdad que un libro en cuestión sea un éxito de ventas (por supuesto, contando con la calidad del libro), debían ponerse en la calle, como mínimo, 7000 ejemplares. Con esa cantidad, el libro podía encontrarse en la mayoría de librerías, fueran grandes o pequeñas. Claro, cuando se lanza una barbaridad como el millón de ejemplares de la última novela de Ruíz-Zafón, el libro está incluso en los kioscos de prensa. Es el único modo de venderlos todos. Pero bueno, eso es otra historia. Como digo, un mínimo de 7000 ejemplares para que el libro tenga una verdadera oportunidad de ser vendido y convertirse en un éxito de ventas. Durante el fin de semana en el que mantuve esa conversación, se habló mucho de literatura fantástica en todas sus vertientes. Los autores del género, comentaban que tenían un serio problema con las editoriales. Se decía que era difícil que un autor llegara a disfrutar de una tirada superior a los 1500 ejemplares. Es más, se comentaba abiertamente que si a un autor novel le ofrecían una tirada de 1500 ejemplares, podía estar más que contento. ¿Cuál era el problema? Pues que la tirada era tan ridícula, que no se veía. Y un libro que no se vea, es un libro que no se conoce. Y si no se conoce, es imposible que se venda. Tan sencillo como eso. ¿Y a qué viene todo esto si estoy hablando del tema de la coedición? Pues viene a un tema muy lógico: si para que un libro tenga verdaderas oportunidades de venta ha de tener como mínimo una tirada que ronde los 7000 ejemplares, si con los 1500 de las tiradas normales ofrecidas a autores noveles es prácticamente imposible que se venda nuestro libro, ¿cómo vamos a esperar que se venda una coedición, que no puede competir normalmente en calidad de presentación ni en precio (es mucho más caro el ejemplar coeditado) con las ediciones tradicionales, cuando el número de tirada es de 500 u 800 ejemplares, tal y cómo ofrecía la editorial de la que hablábamos? No podemos esperarlo en modo alguno. Y si encima a eso le sumas que las editoriales tradicionales pagan para que sus libros tengan un tratamiento, digamos, especial, dentro del espacio de la librería, si las distribuidoras luchan por obtener los mejores rincones de los espacios de venta, ¿cómo vamos a intentar que nuestro libro coeditado lo coloquen en un buen espacio en una librería cuando los que vamos a intentar colocarlo en dicha librería somos nosotros mismos y no una distribuidora que le va a llevar cientos de libros cada año? Y ese es el mayor de los aspectos negativos de la coedición, la incapacidad del autor de colocarlos, y por lo tanto, de venderlos, con lo que al cabo de unas semanas, como mucho unos meses, descubrirá que tiene un su casa varias cajas repletas de su libro, no tan bien encuadernado como hubiera querido, no tan cuidado en su edición como desearía. Empezará a pensar que no debía haber gastado tiempo, dinero y esfuerzos en dicho libro, y por último, terminará por creer, con razón, que se equivocó al intentar dar sus pasos como escritor usando para ello el método de la coedición, o autoedición disfrazada en muchos casos. Todo esto son aspectos negativos de la coedición. Sin embargo, hay algo más. Algunos aspectos que son verdaderamente peligrosos.
Un par de detalles
Estas dos últimas semanas están siendo un tanto extrañas en el blog, y me refiero a extrañas porque me estoy saltando un poco (bastante) el protocolo establecido de escribir las entradas los martes. La verdad es que no ha sido del todo sin intención… quería comprobar algunas cosillas con las estadísticas y mis ideas se han confirmado totalmente. De hecho, el nivel de visitas ha subido un tercio durante las dos últimas semanas. ¿Habrá sido por las entradas, que han resultado más interesantes? ¿Sería porque los asiduos entrabais más para ver qué día terminaba colocando lo que fuera a decir? Pues no lo sé, pero sí sé que las visitas se han disparado. Curiosamente, el día que más visitas he tenido, ha sido un día en el que no he hablado de nada, sino que me limité a subir el prólogo de HIJOS DE HERACLES. Ese día hubo casi 70 visitas. Increible… Bueno, pues hoy estoy de nuevo fuera de mi “horario” habitual, pero me parecía demasiado tiempo estar 10 días sin decir nada, de modo que hoy vengo a decir dos cositas, sin demasiada importancia ninguna de las dos. La primera tiene que ver con los premios que se entregan a los blogs, pues creo que debo aclarar mi posición al respecto, en especial en las últimas semanas. Así que aprovecho el mensaje de Letraweb para explicarme un poco. Ya sois varios los que me habéis entregado algún premio, y sinceramente, siempre que recibo uno creo que es un honor. Ese reconocimiento, que sé que es verdadero, a lo que vengo escribiendo desde hace unos meses, me anima sin duda a intentar mantener el tono de las entradas, observando el panorama literario para plantear determinados asuntos que creo son interesantes. Pero no aparece ningún premio en el blog, y tampoco los he entregado a nadie. ¿Significa eso que no los aprecio, que no los valoro, que “paso” de los premios y de vuestra intención al otorgármelos? Ni mucho menos. Como digo, es un honor que valoréis tan bien aquello que comento en este lugar de encuentro que entre todos hemos construido. Y precisamente ese es uno de los aspectos por los que no cuelgo esos premios en el blog; considero que en realidad no es un premio para mí, que sería pretencioso por mi parte colgarlo en “mi” blog. Porque este blog no es mío, tal y como ya he dicho otras veces, sino de todos aquellos que pasan por aquí y lo mantienen vivo con sus comentarios y sus intervenciones, de las que todos aprendemos. En todo caso, yo soy una especie de moderador virtual que plantea un tema para que entre todos lo tratemos. Y en ese sentido me siento afortunado por contar con gente tan entregada, y algunos de los que pasan por aquí lo sabe bien, pues lo repito una y otra vez siempre que tengo la ocasión. Otro aspecto por el que no cuelgo los premios en el blog es por una simple cuestión de diseño. Este blog pretende ser funcional, tanto como sea posible. Si os fijáis, no puede ser más minimalista… Hay quien incluso me dice: “mira que tu blog es feo… vamos, que si no fuera porque lo que dices tiene interés, no entraba nadie.” Y es verdad. Es feo. No dice absolutamente nada en sentido visual. Y es así porque quiero que sea así, porque lo importante en este blog no es cómo se lee, sino lo que se lee. Hay herramientas interesantes que podría poner en el blog, como el listado de blogs recién actualizados y ese tipo de cosas que son útiles. Pero no quiero que el lateral del blog termine convertido en una vitrina donde exponer todos aquellos premios que se van concediendo al blog (y fijaos que siempre digo al blog, y no a mí) porque eso tendría dos efectos: el primero, el de “pervertir” el diseño minimalista y orientado al texto que mantiene el blog. Y el segundo, que inevitablemente tendría que dejar constancia del premio al recibirlo y entregarlo a otros tantos compañeros blogueros como indique el premio en cuestión. Y esto último es lo que más dentera me da del tema premios. El motivo es simple: este blog está creado para hablar de literatura y del mundo literario, ya sea de mí literatura, de la de otros, o de cómo presentar una carta a una editorial. Y como podéis ver, todo eso no tiene nada que ver con el tema de los premios para blogs. Por eso, repito, me hace una ilusión enorme que este blog sea premiado, y lo agradezco de corazón. Pero entended que no coloque los premios ni los reparta a mi vez. El otro tema que quería contaros hoy es el siguiente: hace tiempo que sigo una página web de lo más interesante en la que cuelgan videos de unos 5 minutos de entrevistas a personajes del mundo literario. La página en cuestión es Literalia T.V. Hay varias secciones, pero mi favorita es ANAQUELES OCULTOS. En ella se ha entrevistado ya a agentes literarios, editores, directores de revistas literarias, etc… La última entrevista ha sido a Luís Domínguez, director de Marcial Pons. Marcial Pons es una librería, pero también es una editorial, especializada sobre todo en divulgación, con colecciones de historia, derecho, economía… Los asiduos al blog, sabéis que hace un par de meses terminé de escribir mi tercera novela, PECADO CAPITAL, en la que narro los acontecimientos durante el reinado de Felipe III, y en especial los que tienen que ver con Francisco de Sandoval, I Duque de Lerma. Uno de los 48 títulos que utilicé para escribir esta historia, en realidad el que guió toda la novela, está publicado por Marcial Pons y fue escrito por Antonio Feros, un profesor que actualmente imparte clases en la universidad de Pennsylvania y con el que me puse en contacto para que me aclarara un pequeño detalle de fechas que no me cuadraban. Por supuesto, me atendió con una
Futuro Incierto
Hemos hablado muchas veces de la soledad del que empieza a escribir con la intención de que sus textos sean publicados. La primera cuestión que nos surge, inevitablemente, es”¿será bueno lo que escribo?” Y suele pasar que nadie de nuestro entorno está capacitado para respondernos a esa pregunta. Hoy tenemos una herramienta increíble. Tanto, que si nos lo hubieran dicho hace 5 o 6 años hubiera sonado a ciencia-ficción. Lo que ocurre es que lo tenemos tan asumido que lo damos por hecho y no lo valoramos en su justa medida. Esa herramienta es Internet. Este blog, y cualquiera de los vuestros, es un buen ejemplo. El otro día, por ejemplo, mirando las estadísticas descubrí que hay alguien que entra asiduamente al blog… ¡desde Helsinki! Tengo visitantes de lugares tan extraños como Moscú, Ammam, e incluso Palestina. No me expliquéis cómo, pero así es. Todo esto que cuento no es para presumir ni mucho menos. Es para mostrar que Internet es una herramienta impresionante. Seguramente vosotros tengáis también visitantes tan curiosos como esos. Y sobre esto se estuvo hablando el miércoles en el acto que os anuncié hace unos días: la importancia de Internet en el universo de la literatura. Ya antes del acto estuvimos hablando de temas recurrentes en este blog: cómo acercarse a una editorial, e incluso del hecho de que, determinados sectores editoriales, comienzan a darse cuenta de que tal como está organizado este mundillo, el colapso es irremediable. Al parecer, comienza a haber una corriente que está empezando a pensar en nuevas posibilidades de efectuar el contacto entre autores y editores. ¿Cuál será ese camino? Pues la verdad es que nadie lo sabe aún. Digamos que es el principio de todo proceso de cambio: descubrir que el cambio es necesario. Porque, cuando una editorial recibe 6 o 7 manuscritos día tras día, cuando un agente recibe más de 100 originales todos los meses, no hay empresa en el mundo que sea capaz de valorar de modo adecuado (y ni siquiera inadecuado) todo ese volumen de libros. ¿Cuál es el resultado de ese sistema? Pues que sencillamente hay gente muy válida que se queda fuera del mercado. Seguramente haya muchos manuscritos de los llegados a las editoriales de manos de autores noveles que ni siquiera serán leídos. Las agencias sí los leen… siempre y cuando sigan aceptando manuscritos. Cada vez hay más agencias que anuncian que no aceptan representar nuevos autores. Es decir, el colapso que antes sufrían las editoriales, ahora lo comienzan a sufrir las agencias. El que pierde es… ¡todo el mundo! El primero el autor novel, claro, que ve muy complicada la publicación de su libro. La segunda, la agencia, que seguro que pierde algún que otro best-seller y auténticos bombazos literarios. Y lo mismo le sucede a la editorial, evidentemente. Esto fue el preámbulo de la charla. Ya metidos en harina, o sea, sentados ante los presentes, que fueron más o menos una treintena –y casi todos ellos visitados vía internet-, se comenzó hablando de las redes sociales. Tuenti, Facebook, MySpace… ¡Ésta última tiene ni más ni menos que 100 000 000 de usuarios! Escribes, el portal del que os he hablado ya en varias ocasiones, promueve numerosos actos culturales. Siempre hace convocatorias vía internet, y esas invitaciones llegan a un promedio de unas 600 personas. ¡600 personas que reciben, en su propia casa, los datos, la invitación, a participar en un acto cultural! ¿Cuánto costaría hace unos años enviar cartas ordinarias para 600 personas? Pues entre sobres y sellos y tal, unos 180€. Vale, que ninguna empresa se arruina por eso, pero hay que tener mil factores en cuenta, como enviarlas con cierta antelación, etc… Hoy todo eso es prácticamente automático. Así que nos encontramos con un triángulo de las Bermudas: 1) El autor que ve que sus obras no tienen salida, y que incluso no llega a saber si su obra es o no de calidad. 2) Las agencias que dejan pasar buenos autores por la simple incapacidad de valorar todo lo que les llega. 3) Las editoriales que en ocasiones (y son más de las que os podéis imaginar) no encuentran lo que buscan para publicar. Fijaos si esto último que os cuento es así, que me han contado casos de editores que buscan novelas de romanos y no encuentran nada con la calidad suficiente. Y también me han hablado de otros editores que buscan fantasía y no encuentran nada con la calidad suficiente. Y yo estoy seguro de que no es porque no les llegue ese material, sino porque no tienen la capacidad para detectarlo. Y por otro lado hay a disposición de todo este universo una herramienta sin precedentes, Internet. La cuestión es: ¿cómo poner Internet al servicio del mundo editorial? Parece que el futuro del mundillo avanza hacia el uso de este tipo de nuevas tecnologías. Y hay algunas organizaciones que empiezan a moverse. Una de ellas es Narraluces. Narraluces ha nacido como un portal en el que se puedan paliar, en cierto modo, esas carencias. Para empezar, se trata de una red social dirigida en exclusiva al sector literario. Para el autor novel tiene las ventajas de un foro habitual, es decir, las de colgar por ejemplo un texto y que otros usuarios puedan valorarlo, corregirlo, etc… Pero tiene además otro tipo de ventajas. De entrada, el hecho de que el propio autor decide quién puede ver dicho texto: si estará disponible sólo para los amigos o para el público en general, cosa que no sucede en un foro, con los consecuentes peligros de plagio, etc… Y ahora es cuando viene el redoble de tambores de toda esta mega-entrada… Según se anunció durante la presentación del portal y la asociación, algunos editores ya han asegurado que van a estar observando dicho portal “a la caza” de posibles autores publicables. ¿Funcionará? ¿Serán editores solventes? ¿Hablarán en serio? Pues sinceramente, no lo sé… Pero yo ya estoy dado de alta en Narraluces. Por lo que pueda pasar.
Lectura Ligera: HIJOS DE HERACLES
Como tengo mal acostumbrados a los asiduos a este blog, me consta que más de uno ha venido hoy por aquí buscando la entrada semanal, que como sabéis suelo colgarla los martes. Pero, esta semana me voy a retrasar un poco. Creo que merece la pena esperar un par de días, hasta el jueves, y poder hacer una entrada en condiciones de lo que se hable mañana en la mesa redonda de la que os hablé hace unos días. Pero ya veis, me siento un poco en deuda con vosotros por eso de no haber colgado nada hoy… así que voy a hacer algo por primera vez desde que comencé a escribir este blog: colgar un fragmento de mi trabajo. Pensé en primera instancia subir un cuento infantil al que le tengo mucho cariño, porque así os presentaría también a una ilustradora apabullante. Pero como tantas veces os he hablado de HIJOS DE HERACLES, creo que estaría bien que os mostrara algo del libro. Y como las cosas hay que empezarlas por el principio, pues os cuelgo el prólogo, para que vayáis abriendo boca. Son sólo un par de folios. Teniendo en cuenta que mis entradas ocupan más de tres, supongo que no os resultará demasiado largo. El paisaje que me rodea es hermoso. Eligieron mis antepasados este lugar por muchas razones, aunque la belleza no se encontraba entre ellas. Es un paraje resguardado, recóndito, a salvo de miradas escrutadoras. Un lugar de profundos valles y altas paredes rocosas. Hermoso, sí, pero duro. Hermoso, sí, aunque de piedra y roca. Hermoso, sí, pero de fría tierra y aire gélido. Hermoso, sin duda, pero con la suficiente crueldad, inclemencia y aspereza para templar el carácter de los que vendríamos después. Y tan adecuadamente cumplió este lugar su propósito, que ahora, tras muchos años, contemplo por primera vez el esplendor que alberga, porque la hermosura es algo que mi gente tuvo que dejar de apreciar para dedicarse a otros menesteres. Me encuentro en un punto elevado al oeste de mi ciudad, Esparta. A mi espalda puedo ver las altas montañas que la defienden. El griterío del pueblo ha quedado en su interior. Las mujeres y los niños nos han despedido. Ahora reina la calma. Nada excepto el soplo del aire hiere mis oídos. Es un día cubierto de nubes grises, con una claridad que presagia una fuerte nevada. El viento azota mi capa, y aunque mi torso se encuentra desnudo y el frío es penetrante, soy inmune a él. Porque yo, que según me describieron incluso mi venida al mundo fue dolorosa, no cuento las calamidades como otros. Muchos años de preparación lo hacen posible. Muchos años de vida estoica, de dureza impuesta, de sentimientos doblegados, me permiten mirar a la cara de la adversidad esbozando una sonrisa donde cualquier otro perecería, o al menos, lloraría igual que un perro apaleado. Y no hablo sólo de mí. Tres mil de mis hermanos me acompañan. Todos tan preparados como yo. Todos tan dispuestos como yo. Todos tan felices como yo. Todos tan duros y abnegados como yo. Todos vistiendo la misma capa de color rojo sangre. Cada uno dispuesto a morir. Es nuestro designio. Un bosque de espadas se alza ante mi vista. Destellos broncíneos fulguran con cada exiguo rayo de luz solar con poder suficiente para atravesar el manto de nubes que cubre nuestras cabezas. Tres mil almas resueltas las portan. Tres mil caras que muestran la mirada decidida del que se ha sobrepuesto a un millar de calamidades para llegar al día de hoy. Pues, desde la época de los Heráclidas, mi pueblo se ha preparado para este momento. Este es nuestro destino. Se nos enseña orden y pureza. Se nos enseña a despreciar cualquier banalidad. Todo en nuestra vida nos lleva a no temer a la muerte, a luchar por la libertad a cualquier precio. Mucho hace ya que los descendientes de Heracles constituyeron la ciudad, pero ese derecho a gobernar esta tierra cedida por el propio Zeus, lejos de caer en el olvido, se ha ido renovando con la sangre de muchas generaciones. Y es el momento de hacerlo valer. Miro a mis hermanos y veo tres mil corazones que esperan la señal. Pues vamos a la guerra. Para eso estamos aquí. Para eso hemos nacido. Durante todos nuestros años, desde la más tierna infancia, se nos ha preparado, se nos ha impuesto el extremo rigor que domina nuestras vidas. La hemos aceptado con gozo, pues ésa es la tradición, y es nuestro honor, así como nuestra libertad, lo que está en juego. Es, además, la única manera de llevar a cabo nuestra venganza. De modo que observo las huestes que me acompañan y no puedo evitar que el orgullo me invada, pues al fin, se hará justicia. Y en el preciso momento en que reconozco que estamos cerca de la gloria, la euforia me domina. No puedo retener por más tiempo el grito que inflama mi garganta. Mis pulmones estallan soltando todo el aire retenido y los espíritus de incontables generaciones de hombres de dureza inigualable, de increíbles hazañas y proezas que deberían ser recordadas cuando mi pueblo desaparezca, vuelven a la vida a través de él: “¡El Juramento! ¡La Muerte!”. Y otras tres mil gargantas elevan su voz repitiendo esas palabras para llevarlas hasta el Olimpo, para que los dioses las oigan. Para que sepan que vamos a cumplir nuestra promesa. Que mi pueblo conoce lo que es el honor. Soy el general que comanda un ejército como no se ha visto ningún otro en el mundo. Para eso estoy aquí. Este es mi destino. Me llamo Anaxándridas. Y soy rey de Esparta.
Invitación
En su momento, el término “narraluces” se usó para designar a una generación de andaluces que a finales del siglo pasado eclosionó en el panorama literario español. Ellos ganaron premios Nadal, Alfaguara, Planeta… Se llegó a identificar su literatura como la “escuela del aljarafe”. Muchos de aquellos autores hoy ya no están entre nosotros. Algunos otros todavía viven. Pero sí hay un grupo de narraluces. Y tienen su portal de internet y todo… Los narraluces de hoy son una asociación sin ánimo de lucro que nace para promover el intercambio, desarrollo y promoción de la literatura en general, con particular atención a las creaciones hechas en Andalucía, tal y como se anuncia en su portal http://narraluces.org Si os acercáis hoy mismo por su página, comprobaréis que todavía tiene varios apartados en los que están trabajando, y es normal, porque su puesta de largo, su presentación como asociación literaria, se llevará a cabo el próximo miércoles día 25 de Febrero a las 20:30 en la sede de Escribes, c/ imagen, 3, en Sevilla. Ese mismo acto se usará para dar el pistoletazo de salida a la Red Social de Escribes. Sí, esa de la que ya os hablé hace unas semanas y a la que varios de vosotros os unisteis enseguida. Es una red que, como digo, está comenzando a dar sus primeros pasos. Hay mucho trabajo que hacer, pero lo importante es que la hagamos nuestra, que participemos, que la usemos como medio de interrelación entre autores, pues eso nos enriquecerá, sin duda. Para llevar a cabo los actos de presentación de ambas cosas, la red social y la asociación narraluces, se ha organizado una mesa redonda que tendrá lugar en el mismo lugar. El tema a tratar será el de las nuevas tecnologías en el mundo literario. Se tratarán temas como los foros de literatura, los métodos de investigación, cómo ha afectado internet al autor y a la editorial, etc… La charla estará a cargo de Javier Márquez, un buen amigo al que todos los asiduos de este blog conocéis de sobra, Andrés Nadal, director de Escribes, y los organizadores han tenido la desastrosa idea de invitarme a ser uno de los que participen en ella. Así que ya sabéis, si estáis cerca de Sevilla y queréis conocer Escribes, narraluces, cómo se mueve el mundo de la literatura en estos tiempos que vivimos, o ponerle voz a las palabras que estáis leyendo semana tras semana desde este blog nuestro, no tenéis más que acercaros. El buen ambiente está asegurado, la buena compañía también. Igual hasta aprendemos todos un poco. Y para colmo, al final del acto nos invitan a una copa… ¿se puede pedir algo más?
Los Aspectos Negativos de la Coedición (I)
Hace unas semanas hablábamos de los aspectos positivos de la Coedición. Leí hace un par de días un artículo en el que se explicaba que en E.E.U.U. las editoriales de Coedición están creciendo a una velocidad de vértigo, aumentando sus ingresos de un modo brutal. Hay alguna que ya cuenta en millones de dólares sus beneficios. Pero, si hay aspectos que pueden llevar a un autor a pensar en la Coedición o Autoedición como una posibilidad seria para ver impreso su trabajo, lo cierto es que estas modalidades dentro del mundo editorial tienen también aspectos negativos, que el autor hará bien en considerar antes de decidirse a utilizarlos definitivamente. El más evidente es, sin duda, el económico. Para explicarlo con detalle, voy a utilizar una propuesta que le llegó a un conocido para publicar uno de sus libros. Las características del libro son habituales, vamos, nada extraño: novela de unas 350 páginas, encuadernada en rústica y un papel normal de 80 grms. La propuesta en cuestión incluye varios aspectos importantes: corrección, diseño de portada, maquetación, espacio web, venta en internet y distribución nacional. Además, si la editorial lo ve apropiado, realizaría un “minisite” de la obra que tendría un afijo .es incluido en la página de la editorial (para que lo entendáis, sería, por ejemplo: hijosdeheracles.nombredelaeditorial.es) Se comprometían también a realizar promoción en modo de reseña a bibliotecas, medios de comunicación, foros de internet, páginas web, asociaciones de escritores, etc… Digo que algunos de esos aspectos son importantes porque no todas las editoriales de Coedición ofrecen servicios como la corrección, o la maquetación. Pero, si os fijáis en esos detalles que os he dado, ya hay algo que llama la atención… luego volvemos sobre ello. Vamos ahora con el dinero que pedía para coeditar el libro. Hacían dos propuestas, una de ellas para publicar 500 ejemplares, la otra, para publicar 800. ¿Cuánto dinero tenía que poner el autor? (redoble de tambores) Nada…, minucias…, calderilla… La edición de 500 ejemplares tenía un coste para el autor de 3920€ + 4% IVA = 4077€ La edición de 800 ejemplares tenía un coste para el autor de 5850€ + 4% IVA = 6084€ No sé qué tal andaréis vosotros en la cuenta corriente, pero no todo el mundo tiene 800 000 de las antiguas pesetas, o un millón de ellas (que aunque no lo parezca eso es lo que suponen 6000€) para gastarse en una coedición. Pero bueno, vamos a ver si salen los números. El autor, en esta propuesta, recibía el 45% de cada venta, mientras que el 50% quedaba para la distribución (distribuidora y librería). ¿Y el 5% restante? Pues al parecer se desvanece en el aire, porque no se comenta nada en absoluto sobre ello… Aunque, espera, pensando un poco, igual se lo queda la editorial, ¿no? Pero, no… no puede ser… si el autor ya ha pagado por la edición del libro, ¿cómo es que la editorial se queda con una parte del porcentaje? Bueno, a no ser que cobre dos veces por el mismo trabajo, claro… Sí, creo que va a ser eso. Aunque, si pienso un poco más, igual resulta que no cobra dos veces, si no tres. ¿Qué por qué? Hoy hay subvenciones especiales para las editoriales. Ya sea por línea editorial, o por nº de ejemplares, o por… ¿no lo sabíais? Claro, que habrá quien diga: “es que tienes que tener en cuenta que lo que proponen es una Coedición, es decir, que parte de los gastos los asume la editorial”. Ya, ya… la cuestión es que un cálculo básico como es el de la división, nos muestra que los 800 ejemplares le salen al autor por 7,605€ cada uno. O sea, que el autor paga el 40% del precio total de venta, IVA incluido, de la novela. Y ahora es cuando uno piensa: “¿de verdad a la editorial en cuestión le sale por MÁS de 7,605 la edición de un libro?” Pero… ¡¡¿¿de verdad??!! Vamos, ¿alguien piensa que el costo de edición de un libro (sólo de edición, sin contar distribución ni porcentajes ni nada de eso… es decir, el trabajo de imprenta: tinta, papel, etc…) supone más del 40% del precio de venta del libro? Sé que por aquí se dejan caer editores de vez en cuando, así que, por favor, si lee esto algún editor, que me de datos sobre el tema. Mientras tanto, yo no me lo creo. Tú puedes pensar lo que quieras, evidentemente. Pero bueno, si la editorial cobra 3 veces, pues muy bien, oye. Aquí la cuestión es si el autor saca algo de movimiento… Pues venga, sacad calculadora, que vamos a hacer números. Cojamos la de los 800 ejemplares (aunque podéis hacerlo con la otra también, claro). Hemos dicho que tenemos que pagar 6000€ mal contados. La editorial propone un precio aproximado de venta de 19€ (la misma cantidad que hemos usado para el cálculo anterior), con lo que la venta de los 800 ejemplares reporta un total de 15200€. De ellos, el autor cobraría el 45%, esto es, 6840€. Si restamos a esta cantidad el importe que hemos abonado para la coedición, los 6084€, nos resulta que el autor gana una cantidad de 756€. Por supuesto, el autor tiene que presentar su declaración de la renta, en el que también debe incluir este concepto, con lo cual, esta cantidad no será real. 756€ Eso es lo que le queda al autor. El fruto de su sueño. Bueno, miento. Eso es lo que le queda al autor… si consigue vender los 800 ejemplares. ¿Recordáis lo que decía el responsable de una editorial argentina de autoedición? Decía que la mayoría de los libros que editan no superan los 250 ejemplares vendidos. Bien, pues vamos a hacer entonces la cuenta con eso. Imaginemos que hemos vendido 300 ejemplares, por 19€ de venta, suman un total de 5700 €. De esa cantidad, el autor recibe el 45%, es decir, 2565 (de los que también tendrá que presentar la declaración
Estudios de marketing VII: El momento de la verdad (I)
El proceso para que se publique un libro es enormemente largo. Pasan, en el mejor de los casos, cerca de dos años desde el momento en que el autor concluye su obra hasta que se puede encontrar en las librerías. Y eso contando con la gran suerte de que el libro interese a la primera editorial a la que se envíe, la lean en un plazo realmente corto y la editorial se ponga las pilas para sacarla al mercado cuanto antes. Pero seamos optimistas; Pensemos que lo hemos logrado, con independencia del tiempo transcurrido: ya está el libro listo para salir a la calle, las cajas llenas de ejemplares, los camiones cargándolas para su reparto, en los almacenes de la distribuidora el frenesí de los pedidos… Y creedme, con independencia de si ha sido gracias a seguir los pasos de los anteriores estudios de marketing que hemos ido comentando o no, yo me alegraré por vosotros. Pero si pensábamos que nuestro trabajo con ese libro ya estaba acabado… estamos de lo más equivocados. Se suele pensar que la promoción del libro corre a cargo de la editorial. Que es ella la que tiene los medios, materiales y económicos, para hacer publicidad y que el autor lo único que tiene que hacer es estar disponible por si le preparan una firma de libros, una entrevista, conferencia o presentación de la obra. Y ese es uno de los peores errores que puede cometer el autor que empieza. Porque, claro, los que ya llevan 20 ejemplares a sus espaldas, venderán más o menos, pero tienen su público. Si hablamos de mega-ventas más aún, claro. Pero nosotros… lo nuestro es bien diferente. A nosotros no nos conoce nadie, ni nadie (o casi) ha leído nuestras novelas. Y además, nos encontramos con que hay una tendencia por parte de las editoriales a menguar el número de presentaciones de sus nuevas obras, a menos que se trate del gran lanzamiento de la temporada, que ahí no duelen prendas en dejarse los euros a base de promoción, como es lógico. Por supuesto, nuestra novela, como noveles (esto último se llama aliteración, para quién no lo sepa, que siempre se puede ofrecer calidad literaria, aunque sea en una entrada “bloguera” :p), no será el gran lanzamiento de la temporada, así que, de promoción, seguramente iremos cortitos. Y ahora es cuando viene el conflicto. Porque nuestro futuro como escritores dependerá en buena parte de cómo funcione este primer libro. Si funciona bien, nos abrirá puertas en el futuro. Si no funciona bien… en el mejor de los casos nos tocará volver a pelear por publicar nuestra siguiente obra como si no hubiéramos publicado ninguna otra. En el peor, podemos ir pensando en la coedición… De modo que, si queremos que la cosa funcione, toca volver a ponernos el mono de trabajo. Porque hay muchas cosas que a nivel personal podemos hacer para promover nuestro trabajo. Podemos empezar solicitando entrevistas. Sí, sí, solicitándolas, que no nos van a llamar para entrevistarnos por las buenas. Como es natural, no vamos a llamar a A3, T5, TVE, El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia, El Correo, etc… Vamos, si quieres, puedes intentarlo, pero has de saber que seguramente sea tiempo perdido. Toca empezar desde abajo. ¿A quién podemos solicitar esas entrevistas? Pues a radios y televisiones locales, revistas gratuitas del entorno en el que vivimos, periódicos locales. Con “locales” no me refiero en exclusiva a las de nuestra ciudad. Quiero decir que nos dirijamos a medios que se distribuyen en una franja territorial concreta. Seguramente tu ciudad, o tu pueblo, tiene una radio propia. Pero es que el pueblo de al lado tiene otra, y el de al lado de éste otra más… Explota tantos medios de este tipo como puedas. Verás que la lista de aquellos a los que puedes solicitar una entrevista es realmente inmensa. Y seguramente te sorprenderá también que deseen realizarla, pues, ¿qué pueblo no está orgulloso de que sus ciudadanos logren metas? Otro tema que podemos explotar es el de las bibliotecas. Las bibliotecas existen para promover la lectura, ese es su fin principal. Suelen realizar actos como talleres de lectura, o de escritura, cuentacuentos y demás. Así que… ¿por qué te iba a sorprender que acogieran con los brazos abiertos un encuentro con un autor? Desde luego, no podemos olvidarnos de entregar tarjetas, tantas como sea posible, a todo el mundo que se nos acerque en alguno de estos actos. No tener tarjetas no es una excusa, porque hoy se hace uno 500 tarjetas incluso en máquinas en las estaciones de RENFE, así que… Se trata de promover que se hable de nuestra obra. O incluso de nosotros, que para el caso es lo mismo. Cierto es que no podemos poner carteles en la Fnac, ni en el Corte Inglés. Que no depende de nosotros aparecer en la lista de los 10 más vendidos en el Carrefour… Pero quien piense que no puede hacer nada por promover su trabajo, que vaya cambiando el chip. Y no he entrado en lo que se puede conseguir con internet… Eso lo dejo para otro día.
Conocer para Crear
No me importa leer una historia de fantasía o una novela histórica. Ambos géneros me gustan por igual, siempre y cuando la historia sea buena, claro… Ahora bien, sí hay una cosa que para mí es primordial a la hora de iniciar un proyecto: que el lector se crea lo que lee. Una novela tiene que entretener, enseñar, hacer reflexionar, sacudir nuestras emociones… todo eso está muy bien. Pero si uno no se cree lo que está leyendo, nada de eso será posible, sencillamente porque no podrá sumergirse en la historia. Estará continuamente pensando: “esto no hay quien se lo trague”, en lugar de dejarse llevar por los acontecimientos narrados. Así que una de las primeras cosas que hago cuando empiezo un nuevo proyecto es pensar qué puedo hacer para que la historia que voy a contar se la crea aquel que va a leerla. Y claro, eso pasa, inevitablemente, por documentarse tanto como sea posible. ¿Qué cómo se documenta uno para una novela de fantasía? Pfff, pues de mil formas distintas. ¿Acaso no hay en esa novela fantástica descripciones sobre determinados paisajes? Seguro que sí… Pues vamos a poner un ejemplo práctico: alguno de los personajes tiene que pasar por una montaña, por poner un caso típico. ¿Qué hacemos, poner en la cumbre de la montaña un olivo? ¿O sembrar de césped la ladera de una montaña dominada por un glaciar? No, somos un poco más inteligentes y colocamos, por ejemplo, un pino. Pero es que, ¡resulta que hay decenas de variedades de pinos! ¡¡Y cada uno de ellos preparado para una altura concreta, con situaciones concretas de temperatura, humedad o suelo!! ¿Y qué puede suceder si describimos un pino equivocado en un clima concreto? Pues que haya un lector que entienda de esas cuestiones y se vea, de repente, fuera de la novela por un detalle como ese. Luego la novela le gustará más o menos, pero siempre, pero siempre, adjuntará a su comentario sobre la novela una coletilla: “Sí, no está mal. Pero la verdad es que no sabe muy bien de qué habla en tal o cual asunto”. O, “Si sólo se hubiera documentado mejor…”. ¿Que es algo muy rebuscado? ¿Y cómo lo sabes? ¿Acaso puedes adivinar quién va a leer tu obra? Y, siendo sinceros, ¿no es tu objetivo que se critique tu trabajo lo menos posible? (Si la respuesta a esta pregunta es que no, está claro que tu objetivo no es escribir para que se publique tu obra… pero igualmente puedes seguir leyendo esta entrada 😉 ) Otro aspecto en el que se puede uno documentar en una obra de fantasía es CREANDO su propia documentación. Otro ejemplo: Tolkien, del que no me canso de hablar, creó historias que nunca publicó, pero a las que continuamente citaba en sus obras. En El Señor de los Anillos habla, por ejemplo de “los gatos de la Reina Beruthiel”. Luego no contaba la historia, pero saber que existía, creaba un fondo de realismo, de que el universo narrado era más profundo, más detallado… y cuanto más alto es el nivel de detalle, más creíble es algo. Así que yo procuro dar tantos detalles como me resulta posible para ganarme al lector, situarlo en escena y que se haga una composición fidedigna del asunto que se está tratando. Claro, que a veces, la cosa se complica… Ya he hablado en ocasiones de Hijos de Heracles (no, todavía no tengo novedades, tranquilos que ya avisaré). Cuando decidí que finalmente sería una novela histórica, me encontré con un problema: iba a tratar un periodo histórico del que apenas hay documentación. Compré varios libros, leí a Jenofonte, a Plutarco, a Herodoto, busqué información en internet, encontré artículos en revistas… Pero seguía teniendo lagunas. Así que di un paso nuevo: consulté con un especialista. El libro en el que baso casi toda la novela dio la casualidad que estaba escrito por un profesor de la Universidad de Sevilla. Busqué sus datos en la página web de la universidad y localicé una dirección de correo electrónico. Y allí que me lancé… Le escribí un mensaje en el que me presentaba y le explicaba en qué consistía la obra. Le conté los impedimentos que me estaba encontrando y solicitaba su ayuda para solucionar determinados asuntos, como la cronología, por ejemplo, y otros muchos, muchísimos detalles. Para mi sorpresa, el profesor me contestaba al día siguiente, se hacía disponible para comentar todo aquello que pudiera resolverme y me dijo una frase que no se me olvidará: “me alegro de que alguien se anime al fin a escribir algo sobre la Esparta arcaica, aunque sea una temeridad”. Y claro, era una temeridad porque apenas hay documentación al respecto, eso lo aprendí muy bien a lo largo de los meses que seguirían, jejeje. Lo importante es que encontré ayuda especializada que me aclaró ideas y me guió en determinados aspectos de la obra. Más tarde solicité la ayuda de otro profesor universitario, en este caso de Alcalá de Henares, y nuevamente obtuve una respuesta sencilla y sincera que me ayudaba a seguir el desarrollo de la obra. Como sabéis, estoy empezando a trabajar en una nueva novela. No es una novela histórica, aunque como ya he comentado sí tiene algunas connotaciones históricas. La cuestión es que en esta historia, la protagonista trabaja en una especialidad que desconozco profundamente: la restauración de documentos gráficos. Y no me vale que me digáis que le cambie la profesión, porque esa profesión es absolutamente indispensable para el desarrollo de la historia. Tiene que ser restauradora de documentos. No puede ser otra cosa si quiero contar ESTA historia. Y esta historia es la que QUIERO contar. Aunque tal vez debería decir que esta historia ha decidido que sea yo quien la cuente… En fin, que volvía a estar en un atolladero. Porque sí, en internet se encuentran algunos datos. Puedes leer sobre cómo se hacía el papel en el S. XV, o sobre qué problemas puede presentar un documento. Puedes