¿Puede adquirirse el talento para escribir? Hace unos días mantenía una interesante conversación. El tema era uno muy manido, pero ya sabéis que yo soy poco original en mis planteamientos. La cuestión que surgió mientras comíamos era si el escritor nace o se hace a lo largo del tiempo. Surgió, supongo, porque mientras esperaba a mi acompañante en la comida aproveché para comenzar a escribir ya en firme la que será mi nueva novela. Total, que cuando llegó al restaurante me encontró tecleando como un poseso. Yo es que escribo prácticamente en cualquier circunstancia y situación. Me da igual estar rodeado de gente bulliciosa, en un parque, en el silencio de casa o con buena música de fondo. Me da igual si un niño llora cerca o si la tele está a todo volumen. Yo escribo igual. Y cuando me vio en faena, quiso ver cómo avanzaba la cosa. De modo que leyó las primeras páginas, le gustaron y ya estuvimos prácticamente toda la comida hablando sobre el tema de escribir. Y fue entonces cuando surgió una de las grandes preguntas del universo literario. El talento para escribir, ese don ¿innato? Quien me acompañaba no escribe. De hecho, considera que le resultaría imposible contar una historia, no porque le falten ideas, sino porque no se ve capaz de plasmarlas en una hoja en blanco. Le parece demasiado trabajo, cree que no sería capaz de expresar la historia que bulle en su mente. Ponía el ejemplo de un profesor, que puede ser el más sabio en su materia, pero no necesariamente saber transmitir esos conocimientos. Decía que supondría un enorme esfuerzo que no le merecería la pena. Por tanto, opinaba que el oficio de escritor es algo innato, que la persona tiene que nacer con un “don” especial: la capacidad de transmitir una historia, igual que el profesor debe nacer con la capacidad de transmitir conocimientos. Ayer, por cierto, descubrí a este profesor de matemáticas que, tras perder su empleo, creó un canal de youtube y ahora tiene más de 700.000 seguidores. Sin duda, es un profesor con talento para transmitir. ¿El talento para escribir te hace escritor? Bien, pues yo sí soy escritor. Ojo, que ser escritor no es nada del otro mundo… muchos de los que pasan por este blog también son escritores. Bien, pues yo, que soy escritor, defiendo una postura un tanto distinta. Sí opino que el escritor tiene que tener una capacidad singular: la de saber contar historias. Atento a esto: No es lo mismo contar historias que inventar historias… Uno puede inventar historias y luego ser incapaz de contarlas. No, lo del escritor es otra cosa… Es la capacidad de imaginar primero, y narrar después, algo que no existe. Y eso no es nada fácil. Es más, o se tiene o no se tiene. Pero eso no significa que uno no pueda llegar a tenerlo. De hecho, si no fuera así, no existirían la enorme cantidad de cursillos literarios, escuelas de literatura creativa, y demás. Sé de lo que hablo, porque llevo nueve años impartiendo cursos de escritura. ¿Se puede aprender a escribir? Contar, lo que es contar una historia, se hace a base de una serie de recursos: giros argumentales, historias secundarias, tramas paralelas, hilos conductores, saltos temporales, historias no lineales, construcción de personajes, elección de narradores y un largo etcétera. Hay quien todas esas cosas las tiene dentro de sí mismo. No es nada mágico, desde luego. Las ha aprendido por observación, por leer y leer, o por ser capaz de imaginar una historia de atrás adelante (como la genial película Memento) y explicarla de manera que al final cada cosa vaya a su lugar. Pero hay también quien lo aprende de modos más estructurados, en academias y cursos, hablando con escritores que ya disponen de esos recursos, que para todo existen esos profesores estupendos y capaces de explicar sus conocimientos para que los alumnos los hagan suyos, o en base al método de ensayo y error, ¿o no? Pero… ¿Qué es el talento para escribir? Es cierto que algunas personas habitualmente no tienen la imaginación necesaria para plantarse ante una hoja en blanco y rellenarla de una serie letras que terminen formando una historia. Ya no digamos una historia interesante. Pero eso es HABITUALMENTE. Esa capacidad de imaginar una historia y ponerla por escrito es lo que podríamos llamar talento. Pero… ¿qué es el talento? El diccionario de la RAE define el talento, entre otras acepciones, como la capacidad para el desempeño de algo. Especifica que tener talento es ser apto para determinada ocupación. Es decir, que la persona con talento es aquella que tiene la habilidad para hacer algo. Y la habilidad, señores, es algo que no es innato. Es algo que se adquiere con la práctica. Es decir, que para ser escritor lo que se necesita es aprender los elementos de la novela, la estructura de la novela, las herramientas que necesitas para la novela. Saber cuáles son y cómo funcionan entre sí todos y cada uno de esas decentas de elementos. Y luego escribir. Escribir tanto mejor cuanto más se haga. Practicar y practicar ese conocimiento teórico hasta hacerlo solo, igual que Messi o Cristiano Ronaldo golpearon y golpearon un balón hasta que fue una extensión más de su cuerpo. Por cierto, que lo hicieron con un entrenador que les iba diciendo qué hacían bien y qué hacían mal; incluso a día de hoy lo tienen, así que harías bien en buscar alguien que te ayudara a ese nivel. ¿Qué algunos lo tendrán más fácil por ciertas capacidades, digamos, genéticas? Sin duda, pero no significa que para quien no las tenga escribir sea un imposible. Probablemente nunca llegará a premio nobel ni se convertirá en una figura de talla mundial, que deje huella en la Historia de la Literatura (para eso sí hace falta tener un talento innegable), pero podrá convertirse en un autor solvente y profesional si pone de su parte. Porque, no lo olvidéis, en el interior
¿Te apuntas?
Suelo contar a menudo desde estas líneas que el clima literario que vivimos en Sevilla es único en muchos aspectos. Hay toda una generación de escritores que está saliendo a la luz, que poco a poco consiguen ver sus textos publicados. Más aún, se llevan a cabo talleres, encuentros, charlas… Es frecuente que algunos de esos autores nos encontremos un día para comer o cenar y hablar, invariablemente y para desgracia de las pobres acompañantes de cada uno, de nuestros proyectos, nuestros sueños, nuestros trabajos, cómo se desarrolla nuestra última obra o el mundo literario en general. Tanto nos juntamos, tantas actividades surgen, que tengo un buen amigo en la otra punta del país al que suelo ponerle los dientes largos. Hace poco lo ponía al día de los proyectos que salieron durante la última cena (no, no tiene nada que ver Da Vinci ni Dan Brown en todo esto), y él me respondía que contábamos “con su admiración y su más asquerosa envidia”. Yo también te quiero, Leo… Y es que, como ya dije hace bastante tiempo, si bien la labor creadora del escritor es tremendamente solitaria, lo cierto es que el autor no puede, ni debe, ni tampoco quiere permanecer aislado, salvando casos muy específicos. Es necesario que el autor respire el ambiente literario, que coexista con otros escritores, que intercambie ideas, que pida opinión. Y es necesario porque es el único modo de crecer como autor y de poder colocar en su debida perspectiva el trabajo propio. ¿Cómo saber si algo es bueno si nadie nos da una opinión cualificada? Y no, por opinión cualificada no podemos aceptar la de nuestro padre, o hermano, o amigo del alma, a menos que nuestro padre, o hermano, o amigo del alma sea un profesional de las letras. Y aún así habría que tener cuidado, porque no puede ser imparcial. Pues bien, a todo ese ambiente literario que ya disfrutamos en Sevilla, desde hace un tiempo se suma un aspecto más que añade un plus adicional. Se trata de Escribes. Escribes es una escuela de escritores. En ella se imparten más de 50 cursos literarios, en todas sus modalidades: presenciales, semi-presenciales y on-line. Pero Escribes es también algo más que simplemente una escuela. Ofrece a los autores servicios como el análisis de textos, correcciones ortográficas o de estilo, traducciones, y varios más. Además de todo eso, Escribes tiene una clara tendencia a expandir la cultura. Se llevan a cabo acciones como la de repartir gratuitamente libros a los reclusos, por ejemplo, lo que dice mucho de sus responsables. Lo que os cuento de Escribes es para que sepáis quienes son, no porque tenga acciones en la empresa ni nada de eso… Pero bueno, a lo que voy. Es evidente que los autores necesitan tener contacto entre ellos. En Sevilla lo sabemos bien. Que esto es así lo demuestra el hecho de que los blogs literarios proliferan. Los autores cuentan en ellos sus experiencias, exponen sus textos y demás. Y suele haber bastantes comentarios en todos ellos, en una muestra más del intercambio cultural que se da en el ambiente literario. Seguro que también conocéis las redes sociales, tipo Facebook, tuenti o similares, que están en boga desde hace tiempo. Bueno, pues todo esto que os he ido contando hasta ahora es para deciros que en Escribes han pensado también en eso y han creado un lugar virtual para que podamos hablar de aquello que nos gusta: literatura. En todos sus aspectos. Así que os animo a que os deis de alta. Encontraréis que algunos de los que se dejan caer por este blog ya estamos allí, participando. Y nuestro deseo es que, ya que no podemos quedar con vosotros físicamente, al menos sí podamos hacerlo de modo virtual. Se trata de que el buen ambiente literario que respiramos en persona se pueda expandir y compartir también a través de la red. Seguro que todos salimos ganando de compartir experiencias y opiniones. Y ya que nos lo ponen tan fácil como a un simple click, creo que sería de lo más interesante. La invitación está hecha, ahora ya depende de cada uno reservar sus opiniones y vivencias para sí mismo, o por el contario, ser generoso y compartirlas. Yo lo tengo claro. ¿Y tú?
Los Aspectos Positivos de la Coedición
No, no me he vuelto loco. Puedes colgar el teléfono y decir al personal de Psiquiatría que te has equivocado al marcar. Hace algún tiempo que comenté en este blog que tenía intención de hablar del tema de la coedición, o autoedición. Y hoy empiezo a tratar ese tema. Y aunque parezca mentira, empiezo hablando bien de esta fórmula para ver una obra publicada. El motivo es bien sencillo: en la vida no hay nada, (bueno, nada si obviamos el holocausto nazi, el conflicto de Gaza en el que Israel está causando la muerte de miles de inocentes en una muestra de amnesia colectiva difícil de entender, las bombas de Hiroshima y Nagasaki, los niños soldados de África, el Apartheid… en fin, ese tipo de cosas tan desgraciadamente unidas al ser humano) nada, digo, que sea inherentemente malo. Es decir, que casi todo en la vida tiene aspectos positivos y otros negativos. El que se compra un Ferrari tiene un cochazo, pero a cambio necesita un camión cisterna de gasolina detrás. El que vende 5 millones de discos alcanza el éxito, pero luego no puede dar dos pasos por la calle sin que el personal lo acose. Etc… Y la coedición no iba a ser menos. Todo aquel que escribe, bueno, casi todo, no voy a generalizar, lo hace con la intención de poder ver algún día su obra en las estanterías de una librería. Y si puede ser en varias pilas en el centro de la mesa de novedades, con varios carteles alrededor anunciando el libro, mejor que mejor. Pero hay un problema, y es que al año se editan unos 70 000 libros en España. Es decir, 1346 por semana. O lo que es lo mismo, 192 libros diarios. Vamos, que cada hora salen de las imprentas de las editoriales 8 libros nuevos listos para ser distribuidos. Uno cada 7 minutos y medio. Con semejante cantidad de libros en la calle diariamente, es muy difícil poder meter la cabeza y colocar el nuestro. Podría parecer al contrario, es decir, que si se publican tantos libros es porque todo tiene cabida… Craso error. Se publican 70000, pero se rechazan 8, 9 o 10 veces más libros de los que se publican. ¡O más! Y claro, es mucho más fácil que el nuestro, ya que somos escritores noveles y muy pocos apuestan por nosotros, pues llegue a formar parte de los rechazados en lugar de los publicados. A este panorama literario nuestro hay que sumarle otro aspecto: hay muchos que dicen que el mercado editorial está en crisis. Y no la crisis de ahora, de la que habla todo el mundo (por cierto, ¿os habéis fijado en que prácticamente todos los anuncios de Tv. Hablan de que el producto anunciado te ayuda a ahorrar o tiene un descuento que no puedes dejar pasar?) no, no hablo de esa crisis. Hablo de una crisis que viene de hace varios años. Creo que, precisamente, por esa vorágine editorial por publicar cientos de libros… La cuestión es que por ese motivo, las editoriales no confían en los autores noveles. Es lógico. Como no me canso de repetir, el mundo literario no es más que otro negocio, y las editoriales quieren conseguir productos que proporcionen la mayor cantidad de ventas posibles. Y evidentemente, Saramago, Follet o Reverte venden más que yo. De modo que nos encontramos con un autor que ha dedicado meses, e incluso años a escribir una novela, que, ¿por qué no? Puede ser maravillosa, y después de tanto trabajo, de presentarla con la máxima ilusión a mil y una editoriales, lo único que recibe son respuestas negativas. Y ahí es donde entra la coedición. O la autoedición. El autor, descorazonado, termina por decidir que lo mejor es publicar su obra bajo esta modalidad de edición. Y no son pocos. Al parecer, un 20% de todos esos libros son coeditados o autoeditados. 14 000 al año. 269 a la semana. 38 cada día. Casi 2 por hora. Algo bueno tendrá que tener la fórmula, ¿no? Hay una diferencia sutil, aunque importante, entre ambas modalidades: en la coedición, los gastos de edición se dividen entre editorial y autor. En la autoedición no, todos los gastos los asume el autor. Ciertamente, los gastos no son pocos. Y cuanto mejor queramos que esté presentado el libro, más dinero habrá que soltar, claro. Corrección, maquetación, diseño de portada, promoción de la obra… todo estos aspectos van sumando euros al total de lo que tendrá que pagar el autor, si es que decide incluirlos en el contrato. Y no nos engañemos, en algunas ocasiones, un libro coeditado puede llegar a convertirse en un éxito de ventas. En España, por ejemplo, se vendieron más de 3 000 ejemplares de “probando el hardcore”. ¿Y quién no conoce El Código Davinci? Pues este libro, Dan Brown lo lanzó coeditado. Evidentemente, no es lo habitual. La editorial argentina de coedición Dunken, reconoce que sólo el 20% de sus ediciones alcanza los 500 ejemplares de venta. Está claro que, si lo que queremos es hacernos un huequecito en el pastel editorial, la Coedición no es la solución. Las editoriales tradicionales incluso ven con malos ojos a los autores que se decantan por esta opción. Pero no se paran a pensar que a menudo es la única salida para una obra que ha sido rechazada por el mercado literario. Hay muchos peligros en la coedición, por su puesto. Muchos más en la autoedición, desde luego. El mercado literario se ha convertido en un lugar donde los fraudes campan a sus anchas y hay que ser cuidadoso. Sobre eso hablaré más adelante. Entonces, si no se asegura un mínimo de ventas, si hay que pagar cantidades importantes por ver el libro publicado… ¿cuál es el aspecto positivo de la coedición? Pues la satisfacción de que algunos podrán disfrutar de leerte. El hecho de ver cumplido un sueño. ¿Acaso te parece poco?
Estudios de Marketing VI: Más trabajo
Si habéis sido lo suficientemente buenos durante el año como para que los reyes os hagan un buen regalo, si además vuestra novela es realmente buena, y si habéis logrado captar la atención del editor/agente al que enviasteis vuestra obra, un buen día os encontraréis con una llamada de teléfono, o un mensaje de correo que tendréis que leer varias veces antes de creéroslo. Porque, sí, una editorial se ha interesado por tu novela y quiere publicarla. Lloraréis, patalearéis, gritaréis y os dará un subidón de adrenalina que os mantendrá en las nubes durante unos días. Luego os llamará el editor o editora y os dará su impresión: que la editorial tiene una buena opinión de la novela, etc, etc… Eso sí, no esperéis que de inmediato os dediquen demasiadas alabanzas… porque en la mente del editor, en ese instante, hay algo bien distinto: Mejorar la novela. Sí, sí… lo que leéis: MEJORAR la novela. Porque en esta vida, todo, absolutamente todo, es susceptible de ser mejorado. Y vuestra novela no va a ser menos. Y aquí, es donde muchos están, en mi opinión, equivocados. Conozco personalmente a varios autores que niegan al editor la opción de que el texto de la novela sea corregido. Y es muy curioso, pero todos los que conozco que tienen esa actitud (respetable por otro lado), resulta que luego se quejan de que se venden pocos de sus libros, e incluso de que la editorial se vuelca más en la difusión de otras novelas que en las suyas. Y ahora es cuando yo digo… ¿y nunca se han parado a preguntarse por qué sucede eso? Bueno, en realidad me consta que sí lo han hecho. Es más, yo mismo he sacado el tema cuando hemos estado juntos. Y de forma invariable, salen a la palestra teorías conspiratorias de carácter casi judeo-masónico, que en realidad no explican nada, pero que dejan muy satisfecho al autor, quien termina echando balones fuera y culpando de sus bajas ventas a las editoriales. Voy a repetir algo que los que pasáis por aquí a menudo lo habréis leído ya en otras entradas: Señores, las editoriales son un N E G O C I O. Buscan obtener el máximo beneficio posible por sus productos. Por tanto, el editor quiere presentar un libro tanto mejor cuanto más pulido se encuentre. Porque, si el libro está bien trabajado (al margen del autor, pues el autor es incapaz de ver todos los errores, que los hay, y muchos, de su novela) se venderá más. Digo que es incapaz de ver sus errores por un motivo muy simple: él es el que la ha escrito, se sabe las frases y el argumento de memoria. Por tanto, cuando lee su texto, no lee lo que hay escrito; recuerda lo que su mente quiso poner. Por eso, porque su lectura es superficial, no puede ver sus errores, tanto de trama, como de personajes e incluso ortográficos. Os pongo un ejemplo. Hace algo más de un año estuve comiendo con varios autores, muchos de ellos de cierto nombre y prestigio. Hubo uno que había presentado su última novela hacía unos pocos meses, una ucronía bastante buena, por cierto. En ella, hablaba a menudo de los tapices que poblaban los suelos de determinados lugares. Al menos había 6 o 7 referencias en el libro a esos tapices. Pero resulta que los tapices, por definición, ¡¡¡no pueden estar en el suelo!!! Si está en el suelo, no es un tapiz, es una alfombra. Al comentarlo, tanto él como su esposa se quedaron un poco parados, me dieron la razón y me dijeron que ni el autor, ni su esposa, que le corrige los textos, habían reparado en ese dato. Bien, pongámonos ahora en el lugar del editor: “Esta novela me parece interesante, cuenta una buena historia y está bien escrita. Quiero publicarla. Sin embargo, es necesario darle un repaso a la ortografía y al estilo. Si lo hacemos bien, puede quedar una novela de un gran nivel.” ¡¡El hombre quiere la novela!! ¡¡¡Quiere apostar SU dinero por ella!!! Pero, ¿qué ocurre? Que el autor le dice. ¿Sí, la quieres? Eso significa que tal y como está te ha gustado, ¿no? Pues en ese caso, no se toca, porque es MI obra, y nadie más va a ponerle las manos encima. MEEEEECK!!! Error! Error porque el editor, si hay suerte y no da el paso atrás y te dice que en ese caso publiques tú mismo la novela, si hay, digo, mucha suerte, aún te la publicará. Pero, ¡ojo! La editorial tiene un nombre que proteger, tiene una reputación, y desde luego, apoyará más a los autores que colaboran que a los que se cierran en banda. Por tanto, lo normal será que la tirada de ese libro no trabajado por la editorial sea inferior que otros a los que sí ha dedicado tiempo, en los que sí ha trabajado. ¿Por qué? Porque es un N E G O C I O y por tanto ha de rentabilizar esfuerzos. Os pongo otro ejemplo: las portadas de los libros. ¿Por qué las portadas de las distintas colecciones de las editoriales tienen elementos comunes? Por varias razones: para que se las identifique con la editorial, para igualar la calidad de sus productos, para imprimir el sello de calidad de la casa, etc… Con las revisiones de texto pasa lo mismo. La editorial no las hace porque sí, es un proceso largo, de varios meses, y caro, pues se imprimen diferentes galeradas y en él trabajan varias personas a las que hay que pagar su sueldo. De hecho, las editoriales pequeñas no ofrecen ese servicio, no porque no les guste, sino porque no se pueden permitir el lujo de pagarlo. Que una editorial quiera revisar el texto de nuestra novela no es una “invasión” de nuestra obra. Deberíamos verlo como lo que es: un intento de mejorarla. Al fin y al cabo, el autor mantiene el derecho, por contrato, a negarse a
Vosotros…
Este mensaje de hoy no es habitual. No lo es porque se salta una de las normas que me impuse cuando creé el blog: escribir sólo una entrada semanal. Pero todas las normas están para saltárselas alguna que otra vez y, ¡qué demonios!, es uno de enero, un día especial para muchos. Los que visitáis a menudo este sitio sabéis que desde aquí hablo, exclusivamente, de literatura. De la mía, claro, y de la de otros. Y sabéis también que intento ayudar en lo que puedo. Y que esas son las entradas típicas de éste blog. Y por eso la de hoy es también una entrada que se salta mis propias normas. No voy a hablar de literatura, ni a dar consejos, ni a comentar algo sobre mis proyectos ni los de otros. Hoy voy a hablar de vosotros, los que os acercáis por aquí cada dos por tres. Quiero deciros que cuando empecé el blog me daba un poco de miedo, vamos… miedo… quiero decir reparo, duda, reserva… ya sabéis. El motivo de ello era que no sabía si lo que tenía que contar sería de interés para alguien. El comienzo, como siempre, fue un poco titubeante. Pero para mi sorpresa, pronto me encontré con que cada vez entraba más gente al blog. Y no sólo entraban, no. Además, muchos os tomáis la molestia de comentar sobre lo que digo: hacéis preguntas, o añadís vuestra propia visión sobre el tema del que hablo. Habéis logrado que, de verdad, este pequeño rinconcito sea completamente interactivo. Yo visito a diario TODOS y cada uno de los blogs que tengo enlazados desde aquí, aunque no comento en todos. Algunos los visito varias veces al día, por aquello de ver si ya se ha actualizado la última entrada. Y hay un dato que me sorprende: la falta de comentarios en muchos de esos blogs. Me sorprende porque algunas de las entradas son estupendas, muestran una visión muy clara de lo que se habla o abren debates muy interesantes. Y sin embargo, no surgen comentarios en ellos. Y cuando lo comparo con lo que sucede aquí, no puedo dejar de asombrarme. Sólo tenéis que mirar las últimas entradas del blog: ¡la media es de más de 22 comentarios por entrada! Yo casi no conozco ningún otro blog dónde ocurra algo parecido, si exceptuamos alguna honrosa excepción. Además, últimamente las visitas al blog han ido creciendo de manera asombrosa. La primera entrada la cree el 29 de julio. Esto quiere decir que hace 5 meses y 3 días que el blog está en funcionamiento. En Septiembre, el primer mes del que tengo estadísticas fiables y completas, hubo un total de 468 visitas. De ellos, 134 venían por primera vez. En diciembre, esto es, 2 meses después, el total de visitas ha sido de 665, y los visitantes que han venido por primera vez han sido 238. Es decir, el total de visitantes ha crecido un 142% y el de visitantes que entran por primera vez un 177%. ¡En sólo 2 meses! El resultado final es que, en 5 meses y 3 días, el total de visitantes del blog ha sido de 2958, casi 20 visitas diarias. ¡¡¡¡¡¡¡¡Con una media de 14 comentarios por entrada!!!!!!!! Y sigue creciendo… Y eso que a mí no me conoce nadie, no soy nadie en el mundo literario. Por eso he llegado a una conclusión: este blog no es mío. En realidad, es vuestro, pues sois vosotros los que le dais vida a diario, los que lo hacéis atractivo para otros, los que invitáis a otros a venir (de lo contrario, esos datos no se explican), los que con vuestros comentarios hacéis que la gente se anime también a participar, a comentar, a sentirse un poco parte de esta “familia” que hemos creado entre todos. Por todo ello, hoy quiero daros las gracias. Por visitar este rinconcito tan pequeño entre el inmenso mundo virtual que nos rodea, por hacerme sentir, a mí y a otros, como en casa cada vez que abrimos una de estas páginas. ¿Y qué mejor día para daros las gracias que hoy, 1 de enero, día especial para muchos? Que todos vuestros deseos se vean colmados de dicha y felicidad. Y que podamos seguir reuniéndonos, una vez a la semana, en este blog que, en realidad, es vuestro.
Cumpliendo Sueños
Las cosas suelen caer por su propio peso, que le pregunten sino a Sir Newton… Digo esto porque yo empecé a escribir hace mucho tiempo, más de quince años. Fue al poco tiempo de haber leído El Señor de los Anillos, una obra que me marcó profundamente. Comencé entonces a escribir una novela de fantasía épica. Durante un par de meses le dediqué mucho, mucho tiempo. Por entonces, esto de internet era una quimera y cuando uno necesitaba buscar información sobre algún asunto tocaba tirar de biblioteca. La de horas que dediqué a leer sobre fauna, vegetación, minerales y un largo etcétera se queda para mí… Cuando ya había escrito los cuatro primeros capítulos, de repente, me dio miedo. Pero no un miedo tonto, no… verdadero pánico, un terror visceral. Me decía que dónde me estaba metiendo, que iba a ser incapaz de llevar a cabo el proyecto que había iniciado y que todo aquello iba a ser una inmensa pérdida de tiempo. Tanto miedo me dio, que aparqué los bártulos y dejé de escribir. Durante casi quince años prácticamente no escribí nada, ni relatos, ni historias… sólo de vez en cuando, y cuando la tristeza se quedaba durante una temporada a hacerme compañía, me salían unos pocos “pseudoversos” que casi nadie ha leído. Pero eso de escribir, escribir… nada de nada. Así que me dedicaba al lado contrario: leer. Hasta hace dos años. Las cosas caen por su peso, decía, y fue entonces cuando las circunstancias se confabularon para que, un buen día, me encontrara leyendo de nuevo aquellos cuatro capítulos que había escrito. Se los dejé a mi pareja, quien, tras leerlos, me dijo: tendrías que terminarla. Yo le contesté que no sabía… que si empezaba no iba a poder parar… que me daba miedo… que me iba a llevar mucho tiempo… ¡qué sé yo! Le dije de todo, me temo. Pero no recuerdo muy bien cómo fue, un día me vi pasando al ordenador aquellos cuatro capítulos, y después continuar la historia hasta terminarla, en tan sólo tres meses. Eso sí, le dedicaba al tema cerca de diez horas diarias. Acabé muy cansado y sin ideas. Pero al poco tiempo volvía a iniciar un nuevo proyecto, con la idea de que fuera la continuación de esa primera novela, a la que había titulado LA PIEDRA DE ALDUR. Los que seguís a menudo el blog ya conocéis cómo esa segunda novela de fantasía terminó por convertirse en una novela histórica ambientada en la antigua Esparta. Justo cuando terminaba de escribirla, firmé un contrato de representación con la agencia de Sandra Bruna. Ya sabéis que desde aquí animo a los escritores a conseguir agente literario. Y hoy, vengo para explicaros por qué animo a eso, aunque, como casi siempre, doy muchas vueltas para llegar al punto que quiero tratar. Pasado el verano, Sandra me comentaba cómo estaba el asunto con mi primera novela: LA PIEDRA DE ALDUR. Me contaba que hay una editorial, una editorial importante, que tiene un excelente informe de lectura sobre la novela, y además, a la editora le ha gustado mucho. Ocurre, sin embargo, que las cosas están un poco paradillas (ya sabéis, la crisis y todo eso), y por ahora la cosa no se ha terminado de concretar. Sandra también me contó por entonces qué le había parecido mi segunda novela: HIJOS DE HERACLES. Os copio un extracto de su comentario: una novela muy bien escrita, comercial y con un tema potente (…) ME HA PARECIDO MUY INTERESANTE el período de formación de los niños, cómo les acostumbraban a pasar hambre, frío y aguantar el dolor, igual que les obligan a matar. Las intrigas están bien llevadas y resaltas muy bien el tema político y social, así que voy a empezar a mover la novela ya con las mejores editoriales de novela histórica Me pasó una lista con los cinco nombres de las editoriales a las que la había enviado. Puedo aseguraros que todas, absolutamente todas, son de primer orden, auténticos referentes editoriales en España. Esto fue a mediados de Septiembre. Y el día 9 de Diciembre, estalló la bomba. Ese día recibí un mensaje de Sandra en el que me anunciaba que una de esas cinco editoriales, posiblemente la editorial más reconocida en cuanto a novela histórica se refiere, deseaba adquirir los derechos de edición de mi novela. Tuve que leer varias veces el mensaje para creérmelo. Y no es para menos, pues el nombre de la editorial da miedo sólo con escucharlo. Enseguida estuvimos en contacto por teléfono, y durante la conversación me dio más detalles del asunto: a la editorial le había gustado mucho la obra y estaban entusiasmados con la idea de adquirirla. Había que trabajar algunos asuntos, pero la cosa iba muy en serio. Un par de días después, justo el día antes de la mesa redonda en la que participé en Tomares, me llamó la que desde ese instante se convirtió en mi editora. En la conversación me contó algún detalle que me dejó helado, como por ejemplo, que en el plazo desde que recibieron la novela, a finales de Septiembre, hasta ese momento, primeros de Diciembre, es decir, poco más de un mes o mes y medio, la novela había sido leída por cinco personas de la editorial. Sólo ese dato, habla de cómo es de seria la cosa… Durante estos días, ella está leyendo la novela y tomando notas ya para comenzar a trabajar en lo que será la corrección del texto. Supongo que para cuando terminen las fiestas empezaremos a trabajar en firme en ese sentido. Por último, os cuento que recibí un gran regalo durante la noche buena. Ese día había ido a cenar con mi familia y regresé a casa a eso de las tres de la mañana (yo es que soy muy bueno y me recojo pronto). Miré el correo antes de acostarme, como hago todos los días. Y no me acosté hasta las cuatro. ¿Qué por qué? Pues porque había
Motivo de Orgullo
Hace unos días, cuando hablaba de Montse de Paz, os comentaba que me había pedido un favor que me había emocionado y llenado de orgullo. En aquel momento no podía decir qué era lo que me había pedido, pero ahora ya sí puedo, jejeje. Lo que me pidió Montse fue que le escribiera una reseña de su novela para una revista que se publica en un pueblo de Barcelona. Para muchos será una solemne tontería, pero para mí no lo fue. Por varios motivos. El primero de ello es la gran confianza que demostraba Montse en mí al pedirme semejante cosa. No hay que olvidar que es su primera novela, que todo lo que se diga sobre ella tendrá una importancia enorme para su futuro como escritora. Teniendo eso en cuenta, es un honor enorme que contara conmigo para algo así. Siempre es motivo de orgullo saber que los amigos se acuerdan de uno. Por otro lado, era la primera vez que me pedían algo parecido: que escribiera algo para ser publicado. GUAU! Es que se queda uno sin palabras… Si lo que quiere un escritor es que se le publique, tanto como sea posible, cualquier cosa: artículos, reseñas, opinión, novela, relatos… lo que sea, pero que se le publique. Y, de repente, me encontraba con que me pedían, a mí, que no me conoce ni cristo (lo pongo en minúscula para no ofender a nadie), que escribiera algo para una revista… ALUCINANTE! No pude evitarlo: dejé todo lo que estaba haciendo en ese momento y cogí el portátil de inmediato. Escribí lo que me salió del corazón, como hay que hacer siempre. La reseña en cuestión salió hace unos días, y por eso puedo, al fin, hablar de ello. Montse me ha mandado un número de Montcada Mírame. Una revista semanal de distribución gratuita que cuenta con una tirada de 5000 ejemplares. Y allí, en las páginas de cultura, aparece mi reseña sobre Estirpe Salvaje. Puesto que la gran mayoría no tendréis acceso a dicha revista, pues os traigo aquí el artículo completo. Como las aguas de un río caudaloso y tranquilo. Así resulta la lectura de ESTIRPE SALVAJE, la ópera prima de Montse de Paz, publicada recientemente por Espasa. Y digo que es como un río tranquilo porque la lectura se hace de forma placentera, disfrutando de cada frase. Pero además, el lector se ve incapaz de dejar el libro a un lado. Cada nueva situación, colocada con acierto por la autora, te obliga a continuar la lectura para conocer qué sucede con los protagonistas de la novela. Tal como lo hace la corriente del río. Unos protagonistas que se convierten de inmediato en parte de la “familia”. El mismo inicio de la novela, en el que unos pequeños se nos presentan jugando inocentemente en el bosque para, momentos más tarde, perder todo lo que tienen en el mundo, nos hace partícipes de su historia desde la primera página. Podría decirse que la crónica de Ruslan e Yvanka es una historia más de pérdidas, de crecimientos, de búsquedas. Pero nos quedaríamos cortos. Muy cortos. Porque su historia va más allá. Es la historia de una superación personal, de cómo en cada alma, en el interior de cada persona, permanece, latente y en silencio, una llama que espera a prender para conducir a su dueño por caminos inesperados, permitiendo que se eleve por encima de las miserias que lo rodean hasta un futuro mejor. ESTIRPE SALVAJE es una exaltación del amor fraternal, el valor y la amistad. Y es también una repulsa de la vanidad, de los placeres sin freno, de la falta de escrúpulos y de moralidad. Montse de Paz nos muestra, a través de las vivencias de Ruslan e Yvanka, que merece la pena luchar para crecer, que nunca debemos darnos por vencidos, sin importar la tragedia que nos golpee en la vida. Curiosamente, lo hace colocando a los personajes de la novela en situaciones incómodas, peligrosas, incluso desagradables. Y sin embargo, al lector le llega, no la situación en sí misma, sino la capacidad de dichos personajes para sobreponerse a ellas. ESTIRPE SALVAJE es una historia que te incrusta a tu sillón de lectura favorito, que te transporta al reino de Slavamir cada vez que abres sus páginas, sin prisa, meciéndote dulcemente mientras navegamos por la corriente del río de la imaginación. Y al timón, Montse de Paz. El artículo aparece firmado por Teo Palacios —escritor—. Me consta que la novela se está vendiendo muy, muy bien, De hecho, mucha gente está intentando conseguir un ejemplar, pero al parecer, la 1ªedición se ha agotado. Al menos, en La Casa del Libro y otras librerías importantes ya anuncian que se han quedado sin existencias. Esto refuerza mi idea sobre la novela, sin duda, una lectura interesante y entretenida, que se puede leer con ligereza, o con profundidad, meditando en temas tan complejos como los niños de la guerra, tal y como dice la propia autora. Nunca le agradeceré lo bastante a Montse que contara conmigo para esto. Es una más de todas las cosas que ha hecho por mí.
Si no fuera por estos ratitos…
El sábado amaneció un mal día, qué le vamos a hacer. La verdad, no creo que cogiera a nadie por sorpresa, ya el día anterior había estado lloviendo. La cuestión es que el sábado no paró, y encima, el aire vino a tomarse unas tapas con la lluvia. El resultado os lo podéis imaginar: La I Feria del Libro del Aljarafe desierta… La verdad es que algo decía que la cosa no iba a salir demasiado bien… Para empezar, los carteles y dípticos en los que se anunciaba la mesa redonda mostraban una información errónea. En algunos de ellos no aparecía ninguno de los que íbamos a presentar la charla, en otros aparecían unos sí y otros no. No sé muy bien por qué pasó pero pasó, y no se trata de buscar culpables ni nada de eso, que al fin y al cabo no se acaba el mundo porque el nombre de uno aparezca o no en un papelito. Pero, oye, las cosas bien hechas, bien hechas están… y esta vez, pues no fue así. De cualquier modo, no deja de ser una anécdota más del día. Llegamos a Tomares a eso de las 14:15, con caravana en la autopista en la que había incluido un accidente múltiple. Afortunadamente no parecía nada grave, el típico choque en cadena por la lluvia. Inmediatamente después llegó el resto de los que participaríamos en la mesa redonda de Literatura Fantástica: Javier Márquez, como siempre muy bien acompañado, y Pepe Carrasco, muy bien acompañado también… por Javi y su acompañante. Dile a “la jefa”, Pepe, que esto no se le perdona tan fácilmente. Que para resarcirse, qué menos que una invitación a un buen “5J”, con su correspondiente regadío. En fin, la idea era ir a comer algo para comenzar a calentar motores y que la mesa propiamente dicha, fuera algo así como la continuación de lo que habíamos estado conversando durante el rato en el que nos acompañaran los cuchillos y tenedores. Lo que ocurre es que no fue tan fácil encontrar esos tenedores… tuvimos que preguntar varias veces hasta encontrar un lugar que, buena pinta tenía, eso sí, con su chimenea encendida, su mesita junto al fuego, las respectivas de cada uno quitándose las botas y acercando pies al fuego para calentarlos… Lástima que el tiro de la chimenea no estuviera todo lo limpio que debería y aquello se convirtiera pronto en la posada “El Poni Pisador”. Y la comida… bueno, no daré demasiados detalles, pero no fue lo satisfactoria que prometía: ni en calidad, ni en precio. Pero lo que sí es verdad, es que el ambiente fue de lo más literario. Fue soltar los abrigos y paraguas, pedir la bebida y algo de picoteo mientras esperábamos los platos y comenzar a ponernos al día de inmediato de cómo van los proyectos de cada uno, de qué planes hay para el futuro, de lo bien que se está vendido Capitán Nadie y su continuación, El Regreso de Capitán Nadie, ambos de Pepe. Javi contaba una conversación de lo más interesante que había tenido días atrás con una editorial que parece quiere apostar muy, muy fuerte por su primera novela que, ya os lo digo, va a ser un bombazo. Tuve la suerte de leerla hace un par de meses y es que uno se la lee del tirón. Y yo… pues a lo mío, comentando cómo me van las cosas con Sandra (que no pueden ir mejor) y poniéndoles los ojos como platos al contarle qué editorial se ha interesado por Hijos de Heracles, que por ahora no voy a anunciar hasta que la cosa esté avanzada, pero con la que ya he empezado a trabajar en determinados aspectos de la novela. Como no puede ser de otro modo, nos tentó la idea de ponernos a criticar a todo el mundillo literario, pero supimos controlar nuestros más bajos instintos y la conversación fue, como siempre que nos juntamos, de lo más entrañable, amistosa, enriquecedora y positiva que podáis imaginaros. Y al cabo del rato, Javi, como siempre Javi, comentó algo que creó que todos pensábamos en ese momento: “¿no os parece increíble estar sentado en una mesa, hablando de literatura y del mundo literario, con otros escritores?”. En ese sentido, he de reconocer que en Sevilla somos privilegiados. No sólo nosotros tres que nos juntamos el sábado, sino algunos otros, como los amigos de Sevilla Escribe (que vinieron a la mesa redonda, como no podía ser de otro modo). El ambiente de fraternidad literaria que se respira por aquí es envidiable. Tan a gusto estábamos junto a aquella chimenea que pensamos en la posibilidad de traernos hasta allí a los asistentes al acto que tendría lugar poco después, por aquello de no perder el ambiente, ni el calor. La idea se nos fue de la mente tan pronto como pedimos la cuenta… para la próxima, nos hemos juramentado para no pedir absolutamente nada que no aparezca en la carta. Nos fuimos buscando un aire más limpio y lo que nos encontramos fue con uno mucho más húmedo y frío. No paraba de llover y cuando llegamos a la Feria del Libro, los Stands estaban cerrados, apenas se veía un alma. Es una auténtica pena, porque el esfuerzo económico y de medios ha sido más que importante, y ver aquel jardín, que debía rebosar de gente mirando unos libros y otros, completamente vacío fue una imagen desoladora. Tuvo, eso sí, un punto positivo, y es que se cambió el lugar previsto para dar la charla. Estaba programado que se llevara a cabo en una carpa, grande y vistosa, pero carpa al fin y al cabo, con sus rendijas en cada esquinita para que el aire, que soplaba y mucho, pudiera campar a sus anchas y cortarnos hasta las ideas. Pero debido al mal tiempo cambiaron el lugar y pudimos estar, muy cómodamente instalados, en una sala interior, con su calefacción, sus micros y todo. La verdad, que con el día
Vacío
Esa es la sensación con la que acabé el sábado a las 4:01 h. de la mañana. Llevaba ante el ordenador unas 10 horas (casi sin descanso), pero no quería dejarlo… Estaba escribiendo las últimas páginas de PECADO CAPITAL. Empecé el proyecto a finales de Marzo, así que han sido 9 meses muy intensos. No sabéis cuánto. Para empezar, la historia, como siempre me pasa, se ha desarrollado por cauces que no eran los previstos cuando la descubrí y algo me empujó a escribirla. Fue durante un viaje a la ciudad de Lerma, dónde conocí a su famoso Duque, el maravilloso palacio que levantó en la villa, la singularidad de su historia, de su ascenso en la Corte española de Felipe III y su posterior caída en desgracia. Pero también conocí allí la historia de otro hombre mítico para la historia de España: el Cura Merino, héroe de la guerra de independencia contra los franceses. Tanto me impactaron los dos personajes y su entorno que decidí escribir sus historias. La idea original era enlazar la historia de ambos en una misma novela, narrando lo que ocurría en una época y otra de la historia mientras que el Duque iba levantando en Lerma edificio tras edificio, gastando una fortuna inmensa en ello mientras que España se encontraba en la más absoluta de las ruinas y el cura emboscaba a los franceses hasta el punto de desesperar a Napoleón. Esa era la idea original. Pero… ¡Ay!, las novelas tienen vida propia… Como tenía que comenzar a documentarme con alguno de los dos personajes, me daba igual cual, hice un rastreo por internet sobre libros que hablaran de uno y otro. Del Duque había más información disponible, así que me decidí a empezar por él. Y el primer libro que compré para iniciar la investigación: El Duque de Lerma, Realeza y Privanza en la España de Felipe III, le dio un vuelco total al planteamiento de la historia. La vida política del Duque, y sus problemas personales y familiares, eran tan profundos, tan intensos, que la idea de centrar su historia en base a las construcciones en Lerma no se sostenía por ninguna parte. Aquellas construcciones eran el efecto, y no la causa, de la importancia del Duque. No podía, por tanto, mezclar su historia con la del Cura Merino. Durante un tiempo intenté casarlas, buscarles vínculos, tenía incluso pensado cómo se presentarían los cambios entre una época y la otra… Pero nada… la novela empujaba por otro lado y ante eso, amigos, hay que rendirse. Y hay que rendirse porque si fuerzas algo hacia dónde no quiere estar, el resultado es antinatural, la historia se resiente, deja de parecer verídica para convertirse en algo artificial y pierde toda la frescura, o la profundidad, que realmente debería tener. Durante los tres o cuatro primeros meses prácticamente no escribí nada. Me dediqué a investigar, a leer, a tomar notas, a conocer a cada uno de los personajes que aparecen en la historia, porque absolutamente todos, menos una honrosa excepción, son personajes históricos, y lo que se cuenta acerca de ellos es cierto, o al menos, todo lo cierto que ha llegado hasta nuestros días. Al final, los títulos de la bibliografía que he consultado para escribir esta historia suman un total de 48. No todos son libros, claro; hay muchos ensayos, artículos, documentos antiguos a los que pude acceder gracias a la maravillosa herramienta de Google Books… y evidentemente no he leído de cabo a rabo esos 48 títulos. Algunos sí, otros sólo los he consultado para buscar determinada información. Pero las horas dedicadas a la investigación de esta novela han sido innumerables, tres, cuatro o cinco veces más de las dedicadas a escribirla. Y claro, como la obra va por dónde ha querido (aunque tenía un esquema de 40 folios que he seguido escrupulosamente con lo que debía ir contando en cada capítulo), el resultado es un tanto… ambiguo, extraño, no sé… Me explico: No se trata, desde luego, de una novela “al uso”. Me refiero a que no tiene una estructura novelesca, con sus descripciones sobre personajes, lugares y demás. Estas cosas existen, claro, a lo largo de la novela (existen de modo incluso fanático, porque me he negado a describir cualquier lugar o físico de persona de la que no tuviera una idea clara). Pero no es una novela del tipo a las que estamos acostumbrados. Sin embargo, no es tampoco una crónica de lo ocurrido, porque los personajes tienen una importancia terrible a lo largo de la novela. De hecho, todo lo que se cuenta es para explicar los motivos de por qué cada personaje actuó de tal o cuál forma. Tiene además, mucho de libro de historia, de divulgación histórica me refiero. Se habla con profundidad de los acontecimientos nacionales e internacionales que se suceden a lo largo de los años. Por ejemplo, la importancia de los problemas económicos está patente en todo el libro. También las relaciones internacionales. Hablo con muchos detalles y profundidad de temas como la Paz de Vervins, la guerra de Saboya, y de otros como la triunfal entrada de la Reina Margarita en Madrid con motivo de su boda. Algunos tal vez crean que aportar tantos datos históricos sea un error, que puede apartar al lector de la obra. No estoy de acuerdo. Creo que, sin todo ese ambiente, sin conocer todos los detalles de lo que ocurría a su alrededor, sería imposible entender las motivaciones de los personajes. Y en esta obra lo importante son, sin duda alguna, los personajes. Os pongo un ejemplo: Francisco de Sandoval y Rojas comenzó su vida en la corte como Marqués de Denia. Pero su casa, aunque tenía una antigüedad mayor o al menos igual que la de Medina-Sidonia, u otras, se encontraba en la ruina. Y llevaba así varios siglos… Sin conocer cuál era la verdadera situación de la familia Sandoval, no podemos entender por qué Francisco se lanzó a degüello, a por todas, arriesgándolo
Bautismo de Fuego
Lo que son las cosas… hace poco más de un año me dedicaba a fantasear sobre la posibilidad de meter la cabeza en el mundillo de la literatura. Tenía una sola novela escrita, además de un género denostado: fantasía épica. Aún así me veía con mis libros publicados y participando en charlas, dando conferencias, presentando mis libros… en fin, lo que todo el que escribe sueña. A estas alturas sigo sin ver ningún libro mío publicado, ni siquiera he firmado todavía ningún contrato con alguna editorial. Mi agente me tranquiliza en ese sentido, me comenta que las cosas están atravesando por un momento delicado, pero que no me preocupe, que mis novelas tienen la calidad suficiente como para abrirse camino, y que lo único que necesitamos es tener paciencia. Y como confío plenamente en ella, pues procuro armarme de paciencia, respirar profundamente, y seguir escribiendo. En este sentido he de decir que empiezo a ver el final de PECADO CAPITAL, la novela en la que trabajo y de la que ya os he hablado en otras entradas de este blog. Pero bueno, no vengo a hablaros hoy de eso. Vengo a hablaros de que una parte de esas fantasías de las que os hablaba al principio, sí empiezan a cumplirse… Y es que me han invitado a formar parte de una mesa redonda que se celebrará el próximo día 13 de Diciembre en el marco de la I Feria del Libro del Aljarafe. Además, voy a estar acompañado de amigos, pues los otros ponentes de la mesa serán Pepe Carrasco y Javier Márquez, dos autores sevillanos con los que ya he disfrutado de buenos momentos literarios. Todavía no hemos terminado de cuadrar los temas a tratar, pero barajamos varios: 1º los motivos del escritor para sentarse delante de una hoja en blanco y ponerse a contar una historia. 2º Cómo le llega la inspiración del autor, las referencias literarias que nos guían, etc… 3º La literatura como una industria más del entretenimiento, si esto es o no adecuado, los riesgos que conlleva, etc… Como podéis ver, la cosa promete y promete mucho. Tenemos una hora para poder desarrollar los temas a tratar, con lo que sin duda se podrá profundizar en ellos. Personalmente, es algo que me emociona. Se trata de los primeros pasos en el mundo literario a nivel público, cuando empiezan a verse reflejadas las opiniones, las motivaciones, los deseos… Sin duda, es una responsabilidad y un privilegio. Afortunadamente, estar bien arropado mitigará en parte los nervios. De modo que si queréis pasar una buena tarde literaria, conociendo los pensamientos de la nueva hornada de autores sevillanos, e incluso que Pepe o Javier os firmen sus respectivos libros (yo como mucho podría firmar algún autógrafo :p) ya sabéis dónde encontrarnos. Os espero!