Hoy en día la presencia del deporte es fundamental dentro de nuestra sociedad moderna. Tanto si lo practicamos como si nos conformamos con ser meros espectadores, la relevancia de esta manifestación cultural y social (porque lo es, ya que forma parte de las costumbres que nos definen como sociedad) está tan arraigada a nosotros que no entenderíamos nuestro día a día sin su presencia. Incluso afecta a las personas a las que no les gusta. Pero en este blog somos de indagar en el origen histórico de las cosas, así que hoy profundizaremos en cómo surgió un deporte que todos conocemos muy bien. Descubramos el origen histórico del boxeo.
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Las primeras manifestaciones del boxeo
Es imposible saber cuándo surgió el deporte como componente social enfocado en la competitividad. Sería lógico pensar que siempre ha sido algo intrínseco a la naturaleza humana, a ese afán que compartimos de querer ser siempre más, de mejorar, de avanzar. Desde el momento en que el hombre prehistórico logró una estabilidad para plantearse actividades que fueran más allá de la mera supervivencia, el ejercicio físico empezó a cobrar un significado lúdico y competitivo. Al principio quizás se articularan en torno a los rituales religiosos, pero poco a poco fueron cobrando una relevancia social y cultural.
Un juego basado en combatir con los puños era inevitable, dado que estamos ante la forma más básica de lucha. Se cree que el origen histórico del boxeo se dio en el continente africano, en torno al 6000 a.C., más o menos en lo que hoy sería Etiopía. Así nos lo dicen las diversas pinturas rupestres halladas por los investigadores. Debió ser una actividad muy relevante, pues sobrevivió lo bastante para extenderse hasta Egipto, primero, para luego alcanzar Mesopotamia. Llegó hasta la India incluso, donde también se encontraron bajorrelieves que lo atestiguan. Esto explicaría por qué el boxeo tiene tanto calado en las comunidades hindús y budistas.
El boxeo antes de Grecia
Pero saltemos ahora a una época que nos aporte más datos. Sobre todo a una sociedad que, como ya os he comentado, resulta clave: los minoicos cretenses. La Grecia Antigua se lo debe todo a este pueblo. Y cuando digo «todo» no estoy exagerando. Su influencia no se limitó únicamente a apropiarse de los dioses que luego formarían el panteón griego, como vimos en el artículo ¿Los dioses griegos fueron plagiados? Hay evidencias abrumadoras de que los minoicos rendían culto al cuerpo y a la formación física, lo cual se reflejaba entre otras cosas en los deportes que practicaban. El más famoso es el salto del toro, una danza sagrada conectada con el mito del Minotauro y el héroe Teseo. También practicaron la lucha libre y las carreras. Sin embargo, lo que no es tan conocido es que los minoicos se pirraban por el deporte que centra nuestro artículo: el boxeo.
Así es. Y lo podemos ver en uno de los frescos hallados en Akrotiri, la ciudad que quedó cubierta de ceniza volcánica cuando estalló el supervolcán de la isla de Santorini, y que significó el declive de la cultura minoica. Una auténtica catástrofe, que sin embargo permitió que se conservara esta representación pictórica datada en el 1500 a.C. En ella vemos supuestamente a dos muchachos minoicos dándose guantazos. Nunca mejor dicho, ya que esta pintura es la primera referencia al uso de guantes en el pugilismo. ¿Se trataba de una actividad competitiva? ¿Un simple entrenamiento? ¿O tal vez estamos ante un rito de iniciación para los jóvenes? Eso sí que no lo sabemos. Lo que está claro es que dicho deporte llegó a Creta a través de sus contactos con los egipcios, con quienes tenían un fuerte lazo comercial. Y luego fue heredado por los aqueos (o micénicos) que invadieron la isla, y que darían lugar a los antiguos griegos que todos conocemos.
El boxeo en la Grecia Antigua
En el canto 23 de la Ilíada se narra el combate de boxeo entre Epeo, hijo de Panopeo, y Euríalo, vástago del rey Mecisteo. Una pelea narrada con pelos y señales:
Ceñidos ambos contendientes, comparecieron en medio del circo, levantaron las robustas manos, se acometieron y los fornidos brazos se entrelazaron. Crujían de un modo horrible las mandíbulas y el sudor brotaba de todos los miembros. El divino Epeo, arremetiendo, dio un golpe en la mejilla de su rival que le espiaba; y Euríalo no siguió en pie largo tiempo, porque sus hermosos miembros desfallecieron.
Es evidente que Homero reflejó aquella práctica que los micénicos tomaron prestada de los minoicos. Y tuvo tanto éxito que en el 688 a.C. se introdujo este deporte en las Olimpiadas, en honor a la muerte de Patroclo. Lo llamaron pygme (puño) o pygmachia (pelea de puños). Tened en cuenta que el término «boxeo» es de origen británico y por tanto muy posterior (siglo XVIII de nuestra Era). Para entonces ya encontramos algunos rasgos en este deporte que nos son muy conocidos: las tiras de cuero en las manos, conocidas como himantes; o el entrenamiento con saco, el korykos. Sin embargo, todavía no había separación por peso, aunque sí por edades. Si te tocaba una mole humana, te aguantabas o te rendías. Por cierto, el primer campeón olímpico de boxeo fue un tal Onomastos de Smirna.
El boxeo en Esparta
Mis queridos espartanos no podían quedarse al margen de este deporte. Al fin y al cabo, se trataba de la sociedad griega más centrada en curtir el cuerpo y prepararlo para la guerra, como os narré en Hijos de Heracles. Así que por supuesto acogieron el boxeo como una de sus prácticas. Sin embargo, no se lo tomaron como una competición deportiva, pues creían que era algo deshonroso caer derrotado en una simple pelea de puños. El historiador clásico Filóstrato aseguraba que más bien lo practicaban como un entrenamiento para endurecer el rostro de cara a la batalla real.