Después de escuchar una charla muy interesante de dos grandes escritores sobre el tema de los villanos en la literatura, me entró el gusanillo por descubrir qué pautas seguir para crear a estas malvadas criaturas. ¿Cómo forjar un excelente villano en la novela histórica? ¿Qué rasgos debe tener semejante personaje para que sea memorable? ¿Qué características tiene el villano en la novela histórica?
Ha llegado el momento de ser malos, muy malos.
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ToggleCómo crear el villano en la novela histórica
En primer lugar, deciros que, si el trabajo de creación que llevamos a cabo para dar forma a los personajes protagonistas es exhaustivo, con los antagonistas no podemos bajar el listón.
Para que tengamos en nuestras manos a un buen villano en la novela histórica, hay varios factores a tener en cuenta:
La motivación del personaje.
Nuestro villano necesita un motivo. No puede ser malvado porque sí. Tiene que haber una historia detrás. Debemos tejerle un pasado que desencadene su transición al lado oscuro. O bien, recurrir a la ciencia para explicar esa maldad congénita que le lleva a ser cómo es. Sea cual fuere, necesitamos un buen estímulo para que nuestro antagonista sea más malo que el hambre. Porque los motivos son importantes, siempre.
El otro lado del espejo
Una vez tenemos clara la motivación de este pérfido personaje, nos encontramos con otra tarea importante a cumplir: colocarlo frente a frente con el protagonista. Uno a cada lado del espejo. El villano en la novela histórica debe ser el reflejo opuesto al héroe. De sus motivos e inclinaciones. De los deseos y virtudes. La cara b del otro. Un “dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Esa tendría ser la premisa entre ambos.
Es muy importante este reflejo contrapuesto, pues hará que el lector vea claramente el potencial de ese villano al compararlo con nuestro querido y maravilloso protagonista.
El objetivo final y el villano en la novela histórica
Aquí tenemos, por contrapartida, el efecto inverso al anterior. Ahora el protagonista y el villano no van en direcciones opuestas, sino que ambos tienen la misma meta. Los dos luchan por llegar a ese objetivo. Cada uno con una finalidad distinta, evidentemente. Pero el camino a recorrer debe ser el mismo. La lucha entre ambos, por llegar primero a ese destino final, es la que mantendrá en vilo al lector. Esta tensión debe ser un verdadero obstáculo para el héroe. El lector tiene que llegar al punto de sufrir en sus carnes por ese tira y afloja, por no saber cuál de los dos saldrá victorioso. Que acabe detestando al villano en la novela histórica por querer arrebatarle, una y otra vez, la gloria al protagonista.
Mentalidad opuesta
Decíamos que el villano en la novela histórica debe perseguir la misma meta que el héroe, pero eso no quiere decir que la motivación para ello sea la misma. Al contrario, es importante que las creencias, ideologías y mentalidad del antagonista, sean radicalmente opuestas a las del protagonista. Luchan por el mismo fin, sí, pero cada uno por un motivo bien distinto.
Por poner un ejemplo:
En nuestra novela histórica ambos, protagonista y villano, atraviesan mares y avatares por llegar a la isla de Sicilia. Los dos quieren ser los primeros en arribar. Luchan encarnizadamente en el mar por lograr ese objetivo. ¿La diferencia? El protagonista quiere pisar tierra para ayudar al rey a defender ese pequeño vestigio de su reinado. El villano, por el contrario, desea caer sobre la isla para invadirla, matar al rey y autoproclamarse monarca por la gracia de Dios.
Es un ejemplo breve, pero suficiente, para mostraros la idea de que la motivación o deseo del villano en la novela histórica, debe ser tan diferente del protagonista como lo es la noche del día. Aunque para ello, como hemos visto, recorran el mismo mar.
Creando el villano memorable en la novela histórica
Ahora veamos otra opción. El villano memorable. Este no es un personaje malvado. Ni es repulsivo ni descarnado. No quiere hacer daño, sin más. Hace lo que hace porque tiene un motivo memorable. Pensemos en un villano en la novela histórica que va en contra de los deseos del protagonista, pero por defender una causa que cree justa. Logrando incluso que simpaticemos con esa motivación tanto como con la del héroe.
¿Os imagináis semejante dilema?
Poner el lector en la encrucijada de empatizar con el villano en prejuicio del protagonista. Que en el fondo no quiera que ninguno de los dos pierda, aunque sea imposible. Creo que lograr eso es magia. O trabajo duro. Aquí tenéis un artículo con muy buenos consejos para ello.
Si aspiramos a tener a un villano memorable en nuestras filas, debemos trabajar muy bien a ese personaje. Los escritores podemos caer en la tentación de dedicarle mucho esfuerzo y recursos a la creación del protagonista, dejando al antagonista un tanto huérfano de historia. Por eso, dediquémosle tiempo y trabajo a nuestro villano en la novela histórica. Metámonos en su piel y motivaciones. Pintemos rasgos creíbles en esa personalidad que debe traer de cabeza al protagonista.
Pero en el caso de la novela histórica tenemos un añadido: Los personajes históricos reales.
Villanos de la historia
En novela histórica es frecuente, además de trabajar en una época pasada y una ambientación creíble, recurrir a personajes históricos que existieron en realidad. Un sujeto de carne y hueso que, dependiendo del cristal con el que se mire o de la versión de los hechos que queramos contar, puede ser héroe o villano en la novela histórica. En este punto en especial debemos tener mucho cuidado. Si vamos a tomar de la mano a un personaje real y convertirlo en villano, es preciso hacerlo con tino. Tener claro desde qué perspectiva vamos a presentar la historia y saber cómo haremos del héroe popular un villano para nuestro relato.
Difícil, sí. Un reto, también. En dos palabras, trabajo duro.
Y es que de eso va esto de escribir, queridos míos. Hay que mimar muy bien a los actores que intervienen en nuestra obra. En todos los géneros literarios eso es importante, pero en el caso de la novela histórica los personajes están tan alejados de nuestra cotidianidad, que, si no los perfilamos bien, si no los trabajamos en profundidad tanto al héroe como al villano, quizá acabemos con un lector menos y una decepción más.
Así pues, juguemos con el lado oscuro y creemos unos villanos tan maléficos como memorables.
¡Gracias por leerme!
Excelente artículo.