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El matrimonio en la sociedad espartana

Si hoy en día observáramos las dinámicas de los matrimonios en la antigua sociedad espartana de “Hijos de Heracles“, muy probablemente nos quedaríamos boquiabiertos por los aspectos progresistas. Aspectos que no encajan en nuestra idea de relación de aquella época.

En todo el mundo antiguo, las relaciones entre mujeres y hombres espartanos fueron razón de perplejidad. Como ya os he contado anteriormente en otro artículo, las mujeres de Esparta se encontraban entre las más libres de su época. Por ello, no solo Aristóteles las culpó de la decadencia de Esparta, por el rol de excesiva libertad y dominancia que poseían, sino que despertaron la envidia de las mujeres griegas que vivían sometidas en otros contextos diferentes al espartano.

En Esparta, el matrimonio no era algo romántico, pero la modalidad en la que se daba era la consecuencia de los derechos, las libertades y las responsabilidades de ambos sexos.

Niñas y niños espartanos

Los niños espartanos empezaban su educación pública en el agogé a muy temprana edad. A los siete años, ya habían abandonado la casa de sus padres y se preparaban para emprender el camino que los transformaría en verdaderos hombres de Esparta.

Las niñas permanecían en el hogar con la familia, aprendiendo el baile y el canto. Aunque no únicamente eso. También ellas, a partir de sus siete años, estaban obligadas, por la ley espartana, a acudir a la escuela pública para educarse y aprender el arte de la vida.

De hecho, los chicos pasaban gran parte de su tiempo al aire libre luchando, jugando, cazando, nadando y montando a caballo, pero también las chicas iban a los campos de juego, practicaban deportes y aprendían a montar caballos, a correr, a nadar y a luchar.

Además, ambos sexos participaban, desde muy jóvenes, en los festivales y las festividades dedicadas a los dioses, como procesiones, concursos de atletismo, competiciones artísticas y carreras de carros. Por esto, había un gran número de ocasiones en los que niños y niñas de Esparta podían encontrarse e irse conociendo, a lo largo de ceremonias y actividades de todo tipo.

El paso de adolescentes a mujeres y hombres

Los jóvenes espartanos, llegados a la adolescencia, ya habían podido ver a todas sus posibles parejas matrimoniales, ya que Esparta era en realidad pequeña y con pocos habitantes. Para comprender la dimensión, bástenos pensar en el hecho de que, bajo el reinado de Leonidas I, había solo ocho mil habitantes de sexo masculino en Esparta.

Por lo tanto, a lo largo de los años, es probable que la mayoría de los adolescentes ya hubieran tenido la oportunidad de coquetear entre ellos y, muy probablemente, ya tenían en mente quiénes podían ser sus perfectos candidatos nupciales, ya fuera por elementos de belleza, especiales talentos, destreza o fuerza.

Cabe destacar que antes de que los amantes pudieran casarse e irse a vivir juntos, pasaba un tiempo. Los varones, tras pocos años de haber alcanzado la mayoría de edad, a los 21 años, podían casarse, pero pasaban directamente del agogé al ejército. En este último,  debían permanecer y vivir en las viviendas militares hasta sus 31.

Llegada esa edad, por fin podían mudarse a su kleros (hogar), para empezar una convivencia con sus esposas y darle vida a su propia familia. A partir de entonces, la condición de ciudadano de un hombre y de sus hijos dependía de la buena gestión del patrimonio familiar por parte de su esposa.

Costumbres de la sociedad espartana en el matrimonio

Los jóvenes varones, entre los 21 y los 31 años, podían seleccionar a su pareja adecuada, siempre y cuando fuera lo suficientemente mayor para disfrutar del sexo, es decir, a partir de los 18 años. Además, el chico tenía que obtener el permiso del padre de ella, y si este le era concedido, podían, finalmente, dar comienzo a la ceremonia.

La práctica matrimonial de Esparta era un tanto peculiar. Al parecer, la novia se cortaba su propio pelo, tan corto como el de un hombre, y se vestía también como uno, para, al fin, esperar a su futuro marido a solas, en la oscuridad. El novio llegaba solo y a escondidas, tras la hora del toque de queda, tenía relaciones sexuales con ella, regresaba al cuartel en el que vivía, y felices para siempre.

Lo interesante es que, desde la perspectiva de ambos, el matrimonio nunca era con un extraño, pues los muchachos y muchachas de Esparta habían tenido la posibilidad de observarse y entenderse desde su infancia. Conocían a todos por su nombre, patronímico y reputación.

En el caso de la mujer, si el padre llegaba a casa y anunciaba que tenía una demanda de mano de uno u otro joven, ella estaba en todo su derecho de expresar su propia opinión. Nada en las leyes o en las costumbres espartanas le impedía hacerlo.

La vida de la mujer espartana casada

Una mujer espartana asumía el control completo del hogar y de las finanzas familiares. Este rol era tan importante que el incumplimiento del pago de las tasas por parte de los kleros suponía la pérdida de la ciudadanía para el padre o el hijo, respectivamente, así que la mujer tenía en sus manos una gran responsabilidad familiar. Además, las mujeres gestionaban y educaban a sus hijas e hijos durante sus etapas de crecimiento. En el caso de los hijos varones, esto se cumplía hasta los 7 años de edad. Y en el caso de las hijas, hasta el matrimonio.

Afortunadamente para ellas, gracias a la presencia de los helenos, ninguna esposa de Esparta estaba obligada a realizar tareas de limpieza. Así que, a pesar de las obligaciones fundamentales de gestión que debía mantener, tenía tiempo a disposición para sus placeres personales, la cría de caballos y la caza. Seguía yendo a la ciudad no solamente para las fiestas, sino para ir a las ferias y para hacer ejercicio físico, ya que se animaba a las mujeres a mantenerse en forma hasta la vejez, al igual que a los hombres.

En conjunto, era una buena fórmula para un matrimonio basado en el respeto mutuo y la colaboración, que permitía a ambos sexos vivir una vida compartida, tranquila y plena. ¡Una rareza para aquellos tiempos!

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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