“Corría para salvar la vida. Las sandalias golpeaban el suelo con fuerza mientras intentaba escapar de sus perseguidores, a los que podía oír cada vez más cerca.”
Así empiezo mi novela “Muerte y cenizas“, con una de las imágenes más emblemáticas de los habitantes del grandioso Imperio Romano: las tan conocidas sandalias de cuero que todos asociamos al mundo antiguo.
No obstante, aunque en nuestro imaginario colectivo estemos acostumbrados a pensar en los romanos asociándolos a este tipo de vestimenta, la realidad es mucho más compleja. Ya que al parecer cada grupo social tenía su diseño de zapatos, y sorpresa: ¡no todos los romanos vestían sandalias y sobre todo no era su único tipo de calzado!
Tabla de contenidos
ToggleTipos de calzados de los romanos
Por lo que los historiadores han descubierto hasta hoy, los romanos utilizaban calzados de todo tipo para proteger sus pies. Diferenciando, a través de los mismos, su pertenencia a una determinada clase social y vistiéndose de acorde a la estación del año.
Así que, había calzados diferentes, dependiendo de si era verano o invierno, y para cada categoría jerárquica. En líneas conceptuales se podrían dividir los calzados de los romanos en: sandalias, zapatos y botas.
De hecho, el calzado más empleado por los romanos no eran las sandalias, sino los calcei. Se trataba de una especie de mocasín de piel que les protegía la planta y parte de la superficie del pie. Se ataban a la altura del tobillo y cubrían la piel del frío y de posibles elementos externos. Aunque como ya os he anticipado, cada clase social del Imperio Romano tenía su propio calzado y no todos vestían calceus.
Calzados y clases sociales en el Imperio
- Pero
Estas eran un tipo de zapatillas planas que utilizaban principalmente los plebeyos, la clase social más presente en la sociedad romana. - Calceus
Este calzado cerrado se empleaba principalmente junto con la toga y era un atuendo formal utilizado por gran parte de los ciudadanos que salían de casa. Se diferenciaba otro tipo de calceus empleado exclusivamente por los patricios, la clase social más alta del Imperio. Las zapatillas cerradas de los patricios se caracterizaban por subir hasta la pierna y por las tiras que se anudaban en la pantorrilla. Algunos tenían una pequeña decoración plateada con forma de luna cresciente, que indicaba la pertenencia a un linaje antiguo romano. - Caligae
Los caligae tenían una característica definida, ya que se utilizaban para una finalidad específica. Tenían suelas reforzadas por clavos de metal y sujetaban todo el pie de tal manera que los militares del ejército romano pudieran vestir un tipo de calzado resistente y cómodo. - Soleae
Sandalias que se utilizaban dentro de casa, aunque eran aceptadas en los banquetes. Era el calzado más sencillo y estaba formado por una suela de cuero desde la cual salían dos correas blandas de cuero que se ataban al tobillo. Esta tipología, junto con las próximas, son las que se asemejan más a la idea clásica que tenemos de la sandalia romana. - Crepidae
Este tipo de sandalias se parecían mucho a las soleae y pertenecían a la tradición griega, otra razón por la cual no era recomendable salir de casa con este tipo de calzado, ya que no estaba bien vista la influencia helénica. Se diferenciaban de estas últimas únicamente por su suela de madera.
Una forma para reconocerse en la sociedad
Las sandalias de tipo más elaborado que conocemos hoy era un calzado de guerra en aquella época, mientras que las clásicas sandalias de cuero que vestimos en verano se utilizaban solo dentro de la vivienda o por las clases bajas.
Gracias a esta diferenciación, con solo una ojeada a los pies los romanos podían entender la clase social de cada persona que conocían. Y aunque existían diferentes detalles distintivos, este era uno de los más sencillos y rápidos de apreciar.
Sobre los calzados abiertos y cerrados hay que tener en cuenta que los esclavos a menudo iban descalzos y tenían completamente prohibido vestir calceus. Por lo cual, ir con los pies descubiertos era propio de un estatus social bajo. Salir de casa en soleae era algo de pobres, enfermos o ancianos y no estaba bien visto dentro de la sociedad.
No obstante, como ocurre con todas las modas, esta costumbre fue cambiando a lo largo de la historia del Imperio Romano, transformándose en una práctica de muchos personajes relevantes a lo largo de la historia de Roma.
Ser zapateros durante el Imperio Romano
La producción de calzado, por tanto, tenía una cierta relevancia dentro de la sociedad romana. Y de hecho, los zapateros eran hombres afortunados durante la época del Imperio Romano, al ser hombres libres.
Ejercían su profesión durante el día dentro de pequeños talleres que estaban en alquiler, lugares mejor conocidos en aquel entonces con el apodo de taberna sutrinae.
El taller del zapatero, llamados sutores, estaba formado por elementos distintivos como sus herramientas de trabajo: la scalpra, una lama con forma de luna creciente; la forma, una horna de madera para confeccionar zapatos; ganchos que ayudaban a estirar el cuero; cuchillos metálicos para cortar los materiales primarios; agujas de bronce; y el atramentum, un líquido empleado para teñir las prendas. Tal y como lo describía el mismo Horacio en sus textos.
Una parte de la vestimenta importante que daba espacio al desarrollo de este honrado y respetado oficio.
Las sandalias como recurso literario
Detalles como estos son los que ponen en contexto al lector desde el primer párrafo de una novela.
Por ello, como os comentaba en este otro artículo dedicado a los elementos de la novela histórica, es indispensable hacer una buena investigación previa para descubrir cuáles son los detalles de un escenario que pueden ir dando pistas al lector.
Pistas que podéis y tenéis que ir diseminando ya desde la primera frase de vuestra obra. Solo de esta forma, de manera indirecta, podréis introducir el lugar y la época en la que se encuentra ubicada vuestra historia, trasportando al lector hacia el espacio y el tiempo del pasado.
¡Así que ojo con los detalles para ayudar al lector a entrar en contexto!