Seguimos con los grandes personajes históricos que el cine ha popularizado. Hasta ahora hemos visto al villano de Gladiator, Lucio Aurelio Cómodo; y al protagonista que da nombre a La lista de Schindler. Ambos, curiosamente, más o menos adaptados con fidelidad en sus respectivas películas. Al menos en cuanto a carácter y personalidad. Ahora bien, nuestro siguiente invitado, a pesar de la enorme popularidad que tuvo en los 90 a raíz de este film, no resultó tan afortunado. Pero os lo presento primero: hoy hablaremos del auténtico William Wallace, un Braveheart que no lo fue tanto. William Wallace, ¿campesino? Vaya por delante que para mí Braveheart es una película maravillosa, épica, de esas que te tocan la fibra sensible. Mel Gibson está inmenso, tanto en su faceta actoral como en la dirección. Por no hablar de su preciosismo estético, de esos maravillosos paisajes escoceses… Un momento, no escoceses. Porque en realidad la mayor parte de la película se rodó en Irlanda por cuestiones de producción, como el castillo Dunsoghly, donde se recreó el de Edimburgo; o las llanuras de Curragh, en las que se rodó la grandiosa aunque no demasiado fiel batalla de Stirling. La película empieza mostrando a William como un simple campesino. Primer error. William Wallace, que nació en 1270, era un gran terrateniente. Ni siquiera fue hijo único, pues tuvo un hermano mayor, Malcom. Las crónicas escocesas nos dicen que tuvo una esmerada educación en una abadía, que jamás vistió un harapo, y que marchaba a las batallas con una armadura lujosa. Ah, y por cierto, nada de pintarse la cara de azul. Eso fue cosa de los pictos mil años antes. Al igual que la asociación de las gaitas con Escocia, algo que ocurrió a partir del siglo XVIII. En esos años, aquel era un instrumento común en otros territorios, ya que fue introducido en Europa por los romanos. William Wallace y la Loba de Francia Lo que sí es cierto es que William Wallace formó parte de la resistencia escocesa contra el rey Eduardo de Inglaterra, y es un emblema patriótico en Escocia por ello. Aunque fue a la guerra para defender sus intereses territoriales, no por vengar a ninguna esposa asesinada, la cual se llamaba Marian Braidfoot, no Munro. El derecho de pernada tampoco existía por aquel entonces. Wallace sí comandó sus propias tropas, pero lejos de camaradas movidos por la lealtad, fueron simples feudatarios. Vamos, como cualquier otro noble. ¿Y las batallas? Siento decir que en estas escenas la espectacularidad se impone al realismo histórico. Más aún, la estrategia que le dio la victoria a los escoceses en Stirling ni se ve en el film: los rebeldes de Wallace, cinco veces menos numerosos que los ingleses, supieron paliar esta inferioridad creando un cuello de botella en el puente de Stirling. En ese punto transcurrió el grueso de la batalla, con tan mala fortuna para los ingleses que la pasarela cedió cuando estaba ocupada en su mayoría por los invasores. De este modo la victoria se decantó del lado escocés. En la película el puente ni está ni se le espera, lo cual es del todo absurdo: en campo abierto, la superioridad numérica inglesa habría aplastado a los rebeldes. Pero de las numerosas licencias que Mel Gibson se tomó en esta película ninguna es más increíble que el apasionado encuentro entre Wallace y la princesa Isabel de Francia. Un romance del todo imposible por el simple hecho de que Isabel, que sería apodada como la Loba de Francia, no llegó a Inglaterra hasta 1308, tres años después de que Wallace fuera ejecutado. De hecho, por no conocer no conoció ni a su suegro. Por si todo esto fuera poco, en el momento del supuesto encuentro con Wallace la princesa apenas tenía nueve años. William Wallace y su grito de libertad El final de William Wallace tampoco resultó tan heroico como nos cuenta la película. Tras la derrota en la batalla de Falkirk, el noble se pasó siete años huyendo, con su reputación completamente destruida, mendigando ayuda para su causa en Francia e incluso en Roma. Y todo para que uno de sus comandantes, John de Menteith, lo traicionara y lo entregara a los ingleses en 1305. Quizás la escena más apegada a la realidad histórica en toda la película sea la tortura final de Wallace, por desgracia para él. Porque sí, al pobre noble escocés lo hicieron sufrir tanto como se ve en la película e incluso un poco más: lo ahorcaron sin llegar a ahogarlo, y a continuación lo emascularon (le extirparon los genitales), tras lo cual lo evisceraron tal y como aparece en la película. Quemaron sus intestinos cuando aún estaba con vida y luego lo decapitaron. Eso sí, no hay constancia alguna de que lanzara ningún grito de libertad. Y dese luego no murió justo al mismo tiempo que el rey Eduardo I, quien le sobrevivió dos años. Pero seamos sinceros, qué bien queda eso en la película. El verdadero Braveheart He dejado para el final el tema del título de la película: Braveheart, Corazón Valiente. Pues este apelativo jamás perteneció a William Wallace, sino al traidor de la película: Robert de Bruce, futuro rey de Escocia. A pesar de que Robert había jurado lealtad a Eduardo I, no dudó en unirse a los rebeldes, y cuando Wallace perdió su condición de Guardián de Escocia, fue él quien lo heredó. Aunque tampoco nos engañemos, de santo héroe tenía poco, pues no dudó en enfrentarse a sus aliados para conseguir la corona de Escocia. Corona que sin embargo no quedó afianzada hasta la batalla de Bannockburn, donde logró la ansiada independencia escocesa. Al morir, sus compañeros de armas viajaron a Jerusalén para enterrar el corazón del monarca, pero jamás llegaron a Tierra Santa, y casi perdieron la reliquia en la batalla de Teba, en Málaga. Lo recuperaron por los pelos, y de regreso a Escocia lo inhumaron en la abadía de Melrose. Así pues, esta es la historia del auténtico Braveheart
Mis novelas de aventuras favoritas
Si tuviéramos que destacar una virtud de la literatura por encima de cualquier otra, sin duda alguna me quedaría con la conexión que es capaz de crear entre la historia que cuenta y el lector que la está disfrutando (o padeciendo). Una conexión basada en el impacto que nos causa, y un impacto a su vez que tiene una intencionalidad clara. Cada libro busca remover unos mecanismos emocionales en el lector: hay autores que quieren hacernos reflexionar, otros que buscan denunciar una injusticia, los hay incluso que pretenden que pasemos miedo. Y luego está la literatura de evasión. Esas historias para todos los públicos que hacen que vibremos por su dinamismo, por tener tramas sencillas (que no simplonas ni vulgares) y a la vez apasionantes. Novelas capaces de hacer que un niño quede prendado de la lectura. Que es lo que me pasó a mí cuando leí los libros que hoy quiero compartir con vosotros (como ya os comenté brevemente en este artículo). Hoy os presento mis novelas de aventuras favoritas. El Corsario Negro El nombre de Emilio Salgari está irremediablemente unido al género de las novelas de aventuras. De hecho, es muy complicado decidirse entre las ochenta y cuatro novelas que escribió, y ya ni hablemos de los cientos de cuentos que nos regaló. En cualquier caso, la mayoría de sus obras están centradas en la novela de aventuras (aunque también coqueteó con la ciencia ficción de la época), ambientadas casi siempre en escenarios exóticos. ¿Y qué hay más exótico que los mares caribeños y las historias de piratas? Nadie contribuyó más que él a darle fama a la figura del pirata caballeresco, alejado de esos que matan y saquean y ligado a un código de honor. Y pocos piratas tan conocidos como el protagonista de El Corsario Negro (con la excepción de su «hermano» Sandokán). El intrépido Emilio de Roccanera, señor de Ventimiglia, terror de los mares del Caribe durante finales del siglo XVII bajo el nombre del Corsario Negro, ha jurado vengarse de quienes mataron a sus hermanos, el Corsario Rojo y el Corsario Verde. Pero el destino no se lo pondrá fácil, porque en una de esas acaba por enamorarse de Honorata de Van Guld, una hermosa aristócrata que es en realidad… ¡No os lo voy a contar, por supuesto! Solo os diré que esta novela cumple todos los requisitos de las buenas novelas de aventuras: un ritmo trepidante, divertida y, sobre todo, con mucha, mucha acción. Imposible aburrirse. Quintin Durward Viajamos ahora a la Francia de Luis XI. En esta ocasión estamos ante una de esas novelas de aventuras cuyo trasfondo histórico tiene un poco más de peso que en el caso anterior. De hecho, la intención del autor, Walter Scott (del que volveremos a hablar después), era mostrar los últimos días del feudalismo. El monarca francés representa una nueva visión del mundo, una ruptura con las antiguas costumbres derivadas de las órdenes de caballería. Pero el protagonista de la novela es completamente ficticio. Quintin Durward es un arquero escocés al servicio de Luis XI, el cual le ha encargado que proteja a toda costa a la condesa Isabel de Croye. La noble borgoñesa está desesperada por escapar de un matrimonio que no le conviene, pero hay muchos secretos en torno a ella. Empezando por el propio Durward que, como no podía ser de otro modo, acaba enamorándose de la condesa. La flecha negra Ninguna lista de novelas de aventuras puede estar completa si no contiene al menos una historia de Robert Louis Stevenson. Algunos me echaréis en cara que no haya elegido La isla del tesoro, su novela más famosa, pero recordad que esta es una lista personal. Y aunque las aventuras de Jim Hawkins y Long John Silver son fascinantes, a mí me impacto más La flecha negra. ¿Cómo no va a ser así, con frases como estas?: «Tenía en el cinto cuatro flechas negras por las cuatro penas que he soportado y para los cuatro hombres malvados que nos tiranizan y nos atropellan. … Cada cual tendrá lo que ha merecido: una flecha negra por cada maldad. Y ahora caed de rodillas, rezad. ¡Porque ya estáis muertos, vosotros, bandidos!» La trama de la novela se desarrolla durante la Guerra de las Dos Rosas. En un bando, la Casa de Lancaster; y en la otra, la Casa de York. En medio el trono de Inglaterra y el protagonista: Richard Dick Shelton, quien en medio de este conflicto tiene que superar la muerte de su padre y hacerle justicia. Ivanhoe Antes os comentaba que volveríamos a hablar de Walter Scott, así que lo prometido es deuda. Porque aunque Quintin Durward es una novela maravillosa, mi favorita entre las favoritas, la mejor de todas las novelas de aventuras es, de largo, Ivanhoe. ¿Y por qué me gusta tanto? Porque lo tiene todo. Es la novela de aventuras perfecta. Su protagonista, Wilfredo de Ivanhoe, es carismático; el ideal del caballero cuyo valor no tiene fin a pesar de haber caído en desgracia con su padre. Pero es que los personajes secundarios son tan excepcionales que podrían tener su propia novela: Ricardo Corazón de León, el caballero Brian de Bois-Guilbert, Gurth el porquerizo, el rey Juan sin Tierra, y cómo no, la hermosa Rebecca. Pero es que por si fuera poco también ronda por ahí ni más ni menos que Robin Hood, personaje del folclore inglés medieval que Scott no dudó en utilizar. Clásico entre los clásicos, atemporal así pasen los años, esta obra es el germen del género conocido como «capa y espada». En sus letras encontraremos épica, romanticismo, un contexto histórico muy bien documentado y, por supuesto aventuras. Muchas aventuras. Una obra que debería ser una lectura fija en las escuelas como herramienta para fomentar la lectura. No puedo imaginar que haya un solo niño capaz de resistirse a esta historia. Yo, desde luego, no pude.
Schindler: el nazi bueno
El mes pasado iniciamos una nueva serie de artículos históricos en el que comparábamos a personajes reales de la Historia con sus contrapartidas en el cine. Por supuesto, no podíamos empezar con otra película que no fuera «Gladiator» y su gran villano, el emperador Cómodo. Difícil estar a la altura, ¿verdad? Pero no es una tarea imposible, porque si la obra de Ridley Scott es monumental, aquella de la que vamos a hablar hoy no se queda atrás. Pues el personaje que vamos a retratar es el protagonista de la obra maestra de uno de los mejores directores de todos los tiempos, Steven Spielberg. Me refiero, por supuesto, a «La lista de Schindler» y a aquel que le da nombre, Oskar Schindler. Schindler en la película No hay ninguna duda de que estamos ante un personaje cuya vida merecía una película. Película, por cierto, inspirada en una novela, «El arca de Schindler», escrita en 1982 por Thomas Keneally. En la pantalla grande, Schindler fue interpretado por un Liam Neeson al que todavía no le habían secuestrado a ninguna hija ni andaba machacando delincuentes para recuperarla. Su papel en «La lista de Schindler» era de hecho opuesto al del tipo duro: vemos a un hombre que empieza con una alta carga de prepotencia debido a su elevada condición social, pero que rápidamente comprende el horror desatado por el Partido Nazi, su propio partido. Y a partir de ahí tenemos a un individuo comprometido, bondadoso por completo, sin mácula alguna. La pregunta es ¿qué hay de verdad en el personaje de la película? Schindler en la vida real Por fortuna, la respuesta es que hay mucho del auténtico Schindler en el personaje desarrollado por Steven Spielberg. Nació en el todavía Imperio Austro-Húngaro, y a los 27 años se unió al Partido Alemán de los Sudetes, afín a los postulados nazis que ya se proclamaban en aquel 1935. Dicha cercanía ideológica fue tal que Schindler se convirtió en un informante de los nazis en Checoslovaquia. Eso y las deudas que había contraído debido a sus problemas de alcohol, que logró saldar gracias a este trabajo. Vamos, que fue un espía encargado del aparato de inteligencia nazi en su país, algo que en la película no se refleja, y por lo que acabó encarcelado. No estuvo mucho tiempo entre rejas, pues en 1938 Alemania invadía Checoslovaquia y lo liberaba. Agradecido y convencido de las líneas políticas de Hitler y los suyos, Schindler se unió sin dudarlo al Partido Nazi. Sin embargo ya no volvió a ejercer de agente secreto, si no que prefirió aprovechar el apoyo alemán para comprar una fábrica en quiebra. Como dicha empresa, situada en Cracovia, había pertenecido a un consorcio de judíos, la mayoría de trabajadores que contrató fueron de dicha comunidad. Pero si al principio los mantuvo no fue por ningún gesto de bondad, si no porque sencillamente eran mano de obra mucho más barata que el resto de alemanes. Schindler durante la guerra Cuando estalló el Holocausto, Schindler se encontró de pronto en una situación muy delicada. Sus compañeros nazis empezaron a reunir a los judíos para llevárselos a los campos de concentración, lo cuál podía llevar a la ruina a su fábrica: de los 1700 empleados, más de un millar eran judíos. Así que ideó una estrategia para mantener a toda la plantilla: gracias a sus contactos con el Partido Nazi, consiguió un contrato para la fabricación de pertrechos destinados a las tropas alemanas. Pero la jugada maestra fue convertir la fábrica en su propio campo de concentración, al menos de cara a los nazis, en el que él mismo era el director. Aquel movimiento tan brillante, unido a los sobornos a los oficiales nazis que acudían a inspeccionar la fábrica, mantuvo a salvo el negocio y, de paso, a sus empleados judíos. Pero lo que empezó como un movimiento egoísta para mantener su emporio pronto tomó una deriva distinta. La barbarie del exterminio judío escaló de tal manera que, al fin, horrorizó incluso a muchos miembros del Partido Nazi. Schindler fue uno de ellos. Aunque hay voces disidentes que afirman que el empresario actuó por cuestiones egoístas (como la de su esposa, Emily, que además lo acusó de mujeriego e infiel), eso no explicaría por qué en un momento dado empezó a contratar a más trabajadores judíos de los que en realidad necesitaba. Muchos de ellos eran incluso personas con discapacidad o niños. Llegó a un punto en que los sobornos a los oficiales nazis eran tan altos que Schindler tuvo que echar mano de su patrimonio personal. Conclusiones Schindler no se libró de ser encarcelado ante las sospechas de simpatizar con los judíos, pero sus contactos le sirvieron para salir en libertad. Lejos de escarmentar, trasladó la fábrica a Brünnlitz para evitar su clausura ante el avance soviético. Fue entonces cuando escribió la famosa lista que da nombre a la película: mil doscientos nombres, todos sus trabajadores y varios de otra factoría, que lo acompañaron a la nueva ubicación y se salvaron así de ser exterminados. En los últimos meses de la guerra, el empresario tuvo que comprar munición en el mercado negro con la que justificar la utilidad de la fábrica. De este modo, Schindler y sus protegidos resistieron hasta que el Ejército Rojo y los Aliados entraron en Berlín y provocaron al fin la rendición de Alemania. Como podéis comprobar, la historia con la que Spielberg nos emocionó es bastante fiel a la realidad histórica. A pesar de ello, la figura de Schindler también tuvo sombras. Fue un mujeriego reconocido que tuvo diversas amantes, y abandonó a su mujer en 1958, a la que dejó en Argentina casi en la pobreza. Debemos tener en cuenta que nadie es bueno o malo del todo. Pero lo que importa, al final del camino, es hacia qué lado se inclina la balanza.
Los mejores villanos de la literatura
El mes pasado os acerqué un artículo que está teniendo un gran éxito de visitas, donde os hablaba de algunos de los mejores personajes secundarios de la literatura. Así que he pensado en hacer una especie de continuación. Pero esta vez nos detendremos en otro de los grandes elementos de cualquier novela que se precie, uno sin el cuál nuestro héroe (si es que nuestro protagonista lo es) está incompleto. Así que hoy toca hablar de los mejores villanos de la literatura. Drácula Nuestro primer villano no podía ser otro que el más famoso de los monstruos jamás creados. El vampiro por antonomasia, nuestro querido y temido conde Drácula. Obviamente nos referimos al Drácula de la novela de Bram Stoker, porque hay infinidad de versiones en otros medios. Algunos incluso no podrían ser considerados del todo como villanos, como el Drácula de la película de Coppola, interpretado magistralmente por Gary Oldman. Pero el Drácula de Bram Stoker no tiene ningún aspecto que lo acerque a la bondad. Basado en varios personajes históricos, como Vlad Tepes «el Empalador» o Elizabeth Bathory (conocida como «La condesa sangrienta» porque esta sí bebía sangre humana de verdad), el primer Drácula literario es un auténtico villano: sin escrúpulos, cruel y maligno de los pies a la cabeza, y no le mueve ningún tipo de amor como a su contrapartida cinematográfica. Patrick Bateman El título de asesino en serie más perturbado de la literatura podría recaer perfectamente en dos sádicos de manual: Hannibal Lecter (de El silencio de los inocentes) y Patrick Bateman, el villano de American Psycho. Me he decantado por Bateman porque no solo es el villano de la novela, sino también el protagonista absoluto (por tanto, no sería el antagonista). Estamos acostumbrados a que una historia cuenta con un héroe protagonista y un villano que, la mayoría de las veces, tiene menos protagonismo. Este caso es completamente diferente. Además, Bateman tiene unas cualidades que lo hacen fascinante: no es un monstruo con aspecto de malvado. Tiene buena planta, siempre viste elegante, demuestra una educación exquisita. Estamos ante el ya olvidado yuppie de los 80, ese hombre de negocios exitoso y con un estatus social privilegiado. Pero tras esa apariencia de triunfador se esconde un perturbado, cuya obsesión por la perfección lo lleva a convertirse en un asesino psicótico y, por tanto, en uno de los mejores villanos. Ah, y también practica el canibalismo. Chúpate esa, Lecter. Mr. Hyde ¿Puede el héroe ser al mismo tiempo el villano? Pues sí, de hecho el mejor ejemplo es uno de esos clásicos atemporales que también se ha convertido en parte de la mitología popular: El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, de Robert Louis Stevenson. Todos conocéis la historia: El doctor Jekyll es un científico que crea una poción capaz de separar el bien del mal en la mente de cualquier persona. Pero al tomarla, Jekyll en realidad se convierte en una versión oscura de sí mismo, llamada Hyde, que toma el control de su vida y comete todas las tropelías que la moral de Jekyll no le permite. En la cultura popular se ha simplificado mucho al personaje de Mr. Hyde, convirtiéndolo en ocasiones en un simple monstruo, pero detrás de este villano hay un poso más profundo y simbólico. Representa el conflicto eterno entre el bien y el mal. Hyde es el deseo humano llevado hasta el extremo absoluto, que generalmente reprimimos porque vivimos en sociedad y no nos atrevemos a dar rienda suelta a según qué cosas. Estamos pues ante un villano, sí, pero un villano que nos dice que, en el fondo, todos somos villanos. Que lo único que nos separa de que la maldad nos domine es la moral. Inspector Javert Quizás a alguien le parezca un poco estricto definir como un villano al inspector Javert, personaje de Los miserables de Victor Hugo. Al fin y al cabo, estamos ante un policía cuyo principal objetivo es hacer cumplir la ley. El problema es que está dispuesto a cualquier cosa para ello. Javert quizás no sea malvado en el fondo, pero es inflexible e incluso cruel cuando se trata de atrapar a ese fugitivo que ya se le escapó en el pasado. Su obsesión por atrapar a Jean Valjean llega a tales cotas que es incapaz de aceptar que este haya podido cambiar y rehacer su vida. Es apasionante el contexto de este personaje, y por eso es uno de los mejores “villanos”: odia a los delincuentes y no cree en su arrepentimiento, una ira que le viene de sus propios orígenes, ya que su padre fue un convicto y él nació en una prisión. Su carácter intransigente tiene por tanto un sentido: necesita mantenerse en el lado correcto de la ley por temor a acabar como su padre. Este tipo de detalles son los que dan profundidad a un villano, hasta el punto de que por muchas perrerías que le haga al protagonista, sintamos empatía por él. Sobre todo cuando, al final de la novela, se ve enfrentado a una decisión imposible: detener a un Valjean que le ha demostrado que es una buena persona o dejarlo libre, sabiendo que tiene una condena que cumplir y por tanto rompiendo él mismo la legalidad. Una decisión tan imposible de tomar que decide suicidarse. Sauron Sí, sé lo que estáis pensando: otra vez Teo con El Señor de los Anillos. Qué le vamos a hacer, ya sabéis que siento predilección por esta obra. Además, estamos ante el villano más extraño de cuantos hemos visto. Porque todos ellos eran personajes reales dentro de sus novelas, estaban presentes en carne y hueso. En el caso de Sauron, el Señor Oscuro, no aparece como personaje en ningún momento de la trilogía. Y sin embargo su presencia impregna cada uno de los pasos del resto de personajes. Sauron es el motivo por el que Gandalf está en la Tierra Media, la razón por la que pone en marcha su gran plan. Su maldad
Los mejores personajes secundarios literarios
¿Cuántas veces hemos comentado en este blog la importancia de los personajes? Muchas, y nunca son suficientes. Una novela no es nada sin sus personajes. Son el motor de cualquier trama, su razón de ser, hasta el punto de que un argumento soso, anodino e incluso tópico puede salvarse gracias a unos personajes bien construidos, carismáticos. Hace unos meses os descubrí cuáles eran mis personajes de ficción favoritos, ¿os acordáis? (Y si no, es buen momento para volver a leer dicho artículo… cuando acabes con este, claro). Como visteis, eran magníficos… protagonistas. ¿Pero qué hay de los personajes secundarios? ¿Qué hay de esos gregarios del héroe y que, en no pocas ocasiones, incluso llegan a enamorar más al lector que los principales? Hoy pretendo acercaros algunos de los mejores que se han creado en literatura, para que así comprendáis también su importancia. Doctor Watson Empezamos fuerte, ¿verdad? Elemental, querido lector. ¿Quién no conoce al inseparable compañero del detective más famoso del mundo? Hoy en día es imposible imaginarse al uno sin el otro. Desde que Sherlock Holmes y John H. Watson fueran creados por Arthur Conan Doyle en 1887, no recuerdo una sola adaptación (en el formato que sea) en la que no aparezca el leal asistente del detective. La importancia del doctor Watson es mayor de lo que pueda parecer ya que, además su compañero de aventuras, suele ser también el narrador de los relatos del detective (salvo en unas pocas excepciones). Abnegado y solícito con Holmes, aunque también crítico con sus extravagancias en algunas adaptaciones, Watson contextualiza al protagonista, dándole una dimensión que por sí misma no sería tan relevante. Es la encarnación de lo que se busca en un personaje secundario: complementar al protagonista. Atreyu El caso de La Historia Interminable es realmente curioso y muy original. El auténtico protagonista de esta novela tan famosa (y que tuvo su momento de mayor fama con la aparición de aquella película que todos recordamos) siempre fue Bastian, el niño que se encierra en una buhardilla para leer un misterioso libro al que, en un momento dado, acaba viajando. Sin embargo, durante gran parte de la novela, el joven guerrero Atreyu es el que ejerce el papel del héroe tradicional: se le encarga la Gran Búsqueda para encontrar la cura a la enfermedad de la Emperatriz Infantil, recibe un poderoso amuleto (el Áuryn), y recorre el mundo a lomos de su leal dragón Fújur viviendo multitud de aventuras. Pero en el contexto absoluto de la novela, el protagonista sigue siendo Bastian. Sancho Panza Nadie puede negar que Sancho Panza es el mejor personaje secundario que ha dado la literatura en español y posiblemente de todos los tiempos. De hecho, casi podríamos decir que en realidad es coprotagonista de la obra de Cervantes. Su presencia es fundamental una vez más para establecer el lugar de protagonista: mientras don Quijote es un individuo ridículo y atrapado en la locura, Sancho tiene los pies en la tierra. Aunque su mollera no da para mucho, fiel representación de la incultura de la España más rural del Siglo de Oro, Sancho es el ancla a la realidad del hidalgo, la única que le queda. Un hombre práctico, vamos, que se ve envuelto en mil y uno líos por la promesa de su señor de convertirlo en gobernador. Por contraposición, por tanto, el carácter hilarante y patético de don Quijote se hace más marcado. Es el idealismo del hidalgo loco perteneciente a la nobleza contra el la visión realista y humilde del populacho, arrastrado siempre por los tirones que da la aristocracia. Sancho es el pueblo español, por eso su afición a los refranes, que son al fin y al cabo la plasmación de la sabiduría tradicional. Y además es divertidísimo. Íñigo Balboa Un personaje tan fascinante y carismático como el capitán Alatriste no podía quedarse sin un compañero a la altura. Y en esas, don Arturo Pérez-Reverte tuvo a bien crear al bueno de Íñigo Balboa, vástago del fallecido compañero de encamisadas del buen capitán, y a quien tuvo a su cuidado cuando el muchacho entró en edad de buscar fortuna. Pero hete aquí que no eran las tareas ni las compañías de Diego Alatriste las más adecuadas para fomentar virtudes dignas en un chiquillo, así que el zagal se las vio en más de dos y más de tres aventuras de estas que desesperarían a su santa madre, de haberlas conocido. Una vez más tenemos a un personaje secundario que también es el narrador de las historias. Estamos de nuevo ante el paje pero, a diferencia de Sancho Panza, Íñigo representa también el camino del héroe clásico y su crecimiento personal de niño a adulto. Samsagaz Gamyi Para muchos, Sam es el auténtico héroe de El Señor de los Anillos. Al fin y al cabo, después de toda la aventura Frodo se rindió al poder del Anillo Único. Aunque me parece muy injusto desmerecer a Frodo, que las tuvo que pasar más canutas que nadie durante el viaje, la verdad es que Sam fue un auténtico ejemplo de valor y lealtad hacia su amigo (aunque lo llamara «señor»). Dentro de los personajes secundarios, Sam representa, además de la valentía (que ya está presente en otros personajes de la obra de Tolkien), el poder del amor y la amistad. Nunca tuvo por qué acompañar a Frodo pues, a pesar de las exigencias de Gandalf en ese sentido, el mago simplemente estaba aprovechando la fidelidad de Sam por Frodo. Habría ido tras su amigo de todos modos. Su sentido de la bondad y la lealtad hacia Frodo es tal que incluso llega a hacerse cargo del Anillo Único durante un breve período de tiempo, cuando cree que su amigo ha sido asesinado por Ella-Laraña, para terminar con la misión. ¿Lo habría conseguido? ¿Habría sido capaz de lanzar el Anillo al fuego del monte del Destino? Eso es algo que nunca sabremos. Los personajes secundarios, vitales Ya veis, todos estos personajes secundarios son fascinantes y cumplen con
Los personajes de V de Vendetta: conspiración, pólvora y traición
Bienvenido a la segunda parte sobre la comparativa de V de Vendetta, en la que hablaremos sobre el abanico de personajes que abarca el cómic. De aquellos que, en la gran pantalla, pierden su protagonismo para elevar el de otros, y del uso que les da su misterioso protagonista, V, para avanzar en la consecución de sus objetivos. Pero antes de continuar, no olvides que puedes revisar cuando quieras la primera parte del artículo en este enlace, donde conocemos a los autores del cómic, el director de la película, parte de su elenco y algunos datos del origen del propio personaje enmascarado. INGLATERRA PREVALECE EL SÉQUITO DE V DE VENDETTA Uno de los personajes centrales de V de Vendetta es su líder, el cual se encuentra muy bien acompañado por otros tantos fieles a sus ideales. En lo más alto del Ojo está Conrad Heyer, que se encarga de la vigilancia callejera. Cámaras de seguridad que llenan cada rincón y no dejan de avisarte con un cartel que es para nuestra propia seguridad. A través de una trama secundaria, encontramos a su mujer, Helen Heyer, tratando como sea de lograr que su marido alcance el liderazgo absoluto del país a través de una serie de artimañas Etheridge se encarga del Oído, que recopila todo lo que los micrófonos y furgonetas con antenas logran escuchar. El jefe de los Dedos, Derek Almond, al que sucederá Peter Creedy, con mayor peso en la película. Los Dedos, como ya hemos visto, son los agentes que patrullan las calles para que se respeten toques de queda o vigilar el comportamiento ciudadano. Dascombe lleva la Boca, que llena de propaganda cada casa del país. Aquí surge la figura de Lewis Prothero, que, en el cómic, es eso, una voz, pero que en la película podemos verlo, con mayor presencia, en el canal de televisión del gobierno. Por último, encontramos al señor Finch, que trabaja en la Nariz. Junto a su compañero, Dominic, rastrean las pistas que va dejando V después de cada asesinato o voladura de un edificio. EL OLFATO DE V DE VENDETTA En la película, podemos disfrutar del señor Finch, interpretado por un genial Stephen Rea (1946), que, acompañado del joven Dominic (Rupert Graves), investigarán las pistas que va dejando V. Su evolución es casi pareja entre cómic y cine. Sin embargo, como he comentado antes, habría disfrutado muchísimo con ese momento en el que, estando en Larkhill, Finch toma LSD y vive una experiencia lisérgica que le ofrece las respuestas que buscaba. Sin embargo, en la película, únicamente menciona que estuvo en el campo de reasentamiento, sin llegar a especificar cómo ha tenido esa visión de lo que podría ocurrir en las horas siguientes, relacionado con el desenlace de V. Desde el primer momento, se mantiene fiel al líder, lleva a cabo sus investigaciones, además con un buen olfato. En todo momento, mantiene su intuición. Pero, según avanza, su forma de pensar, las intenciones con las que ingresó en la Nariz y en el partido, van transformando su punto de vista. De esta manera, el descubrimiento sobre los campos de reasentamiento, lo que el gobierno hacía en ellos y su relación con Delia Surridge, la forense, harán de su camino un ascenso hacia la redención. Su evolución es una gozada en el cómic y en la película. Si bien es cierto que el destino que acarrea en las viñetas es de mayor importancia, por aquello que lleva a cabo, en la película también ostenta un cierre de altura, no impidiendo que Evey logre su decisión final. Creo que V de Vendetta es mejor con personajes como Finch, sin duda. Muy bien construido, con mucha historia detrás y una evolución constante, se ha convertido en uno de mis favoritos en ambos formatos. EL JARDÍN DE VIOLET CARSON Tenemos a Delia Surridge, compañera de Finch, y doctora en el campo de reasentamiento de Larkhill. En la película, fue botánica en sus inicios, clara referencia al jardín que creó V en el campo de reasentamiento y que provocó su posterior huida. El rostro que se le queda cuando este le entrega una flor Violet Carson es para enmarcar. El silencio que vive mientras repasa en su mente todo lo vivido en el campo, aquel contorno surgiendo de entre las llamas, es tremendo. En ambas versiones, escuchamos el relato de lo sucedido en Larkhill a través de sus diarios. Podemos comprobar el desprecio por las vidas con las que experimentaban, e. incluso, llegando a odiar a los mandos que le rodeaban, como el reverendo Lilliman o Prothero, la voz de los discursos radiados del partido. Hecho de menos haber podido ver en pantalla el momento en que V organiza en su celda el amoníaco y el disolvente para provocar la explosión. Sin embargo, nada más saber que V la ha matado con un veneno, minutos antes, ella pregunta si es inútil pedir perdón, a lo que él le contesta que nunca, algo que en las viñetas no sucede. Aun así, recibe una muerte suave e indolora, supongo que por el intento de buscar la redención ante lo que hicieron y, sobre todo, lo que le provocaron a él. Precisamente, uno de los momentos más intensos y hermosos es la tensa espera de Delia en la cama, al saber que hay alguien tras la cortina, agradeciendo que haya aparecido, por fin, para acabar con su penuria: “¿Has venido a matarme? Gracias a Dios”. Eso, y la conversación que tiene lugar después, cuando le hace entrega de una Violet Carson, generan unas viñetas y una escena que permanecen en la memoria para siempre. LARKHILL, EPICENTRO DE V DE VENDETTA En la película, a raíz de la trama en la que el gobierno ha sido el causante de miles de muertes, nos muestran varias zonas clave donde han tenido lugar esas atrocidades. Sin embargo, si hay un punto que coincide en ambas versiones de V de Vendetta: ese es el campo de reasentamiento de Larkhill.
El mundo de V de Vendetta: recuerden, recuerden, el 5 de noviembre
Si hubiera que enumerar un puñado de cómics que han pasado a la historia, posiblemente uno de ellos sería el que engloba el mundo de V de Vendetta (años 80), y del que pudimos disfrutar de su adaptación a la gran pantalla, allá por 2006. Y, aunque en su época tuvo problemas a la hora de salir a la venta, debido al cierre de la revista donde se estaban publicando sus números, finalmente logró ver la luz en una serie de diez entregas de la mano de DC Comics. V de Vendetta nos ofrece una distopía como base perfecta para su historia (en este artículo de Valentín Gerardo encontrarás más claves sobre las distopías), como pudieran ser las creadas en las novelas 1984 (George Orwell), El cuento de la criada (Margaret Atwood) o Fahrenheit 451 (Ray Bradbury). Un mundo carente de libertad, donde el fascismo campa a sus anchas, donde nadie mueve un músculo sin que el crujir de sus huesos sea escuchado, el color de sus venas haya sido observado o sus dolencias hayan formado parte de un informe. Allí donde el veneno de la fe en un líder absoluto y los ideales de un hombre enmascarado acabarán por incendiarlo todo. PASANDO PÁGINAS V DE VENDETTA Supe del mundo de V de Vendetta (2006) siguiendo la estela dejada por las hermanas Wachowski con la trilogía The Matrix (1999-2003). Si bien no hay que olvidar que su director es James McTeigue, ellas realizaron el guion y trabajos de producción. Además, si le añadíamos a Hugo Weaving y a una de mis actrices favoritas, como es Natalie Portman, mi atención estaba más que garantizada. ¿Sabes esas personas que susurran los diálogos mientras ven una película? Pues con esta película me sucede, aunque intento hacerlo poco, más que nada por temor a las represalias. Me gustaba tanto que compré una edición coleccionista, que incluía el primer capítulo del cómic en un formato reducido. Y, por descontado, me hice con un ejemplar de la máscara de Guy Fawkes, del cual hablaremos un poco más tarde. Durante estos años, pude escuchar cosas que se comentaban sobre la película, incluida aquella de que se parecía poco al cómic. Pues bien, un servidor ha tardado la friolera de quince años en comprobar que tienen razón. Hay muchos aspectos donde el cómic no tiene nada que ver con su versión ante la butaca. Sin embargo, tras varios años disfrutando de la película, reconozco que hay aspectos que me gustarían mucho que se pusieran en relieve y que en el cómic no gozan de tanto protagonismo. El volumen que trataremos será el editado por ECC Cómics, bajo el nombre de V de Vendetta: Edición Deluxe (2016). Una edición preciosa de tapa dura, con funda de plástico de mírame y no me toques, en la que podemos encontrar una introducción de sus creadores, los diez volúmenes completos, dos historias a modo de interludio, Detrás de la sonrisa pintada, donde Alan Moore cuenta cómo surgió la idea del cómic, y una página con la biografía de ambos. CONOCIENDO A… ALAN MOORE Alan Moore nació en Northampton un mes de noviembre de 1953. Escritor y guionista, sus mayores trabajos siempre han sido reconocidos en el mundo del cómic. Sin ir más lejos, sus primeros proyectos salieron a la venta en revistas como la desaparecida Warrior, donde comenzó, junto a David Lloyd, a dar forma al mundo de V de Vendetta. A lo largo de su vida entre las viñetas, obtuvo multitud de premios, como el Jack Kirby para guiones como La cosa del pantano (1985) o Watchmen (1987), reconociendo esta última como la única novela gráfica entre las mejores cien novelas desde 1923 hasta el presente, publicada por Time. Si hay algo que suele caracterizar el carácter de Alan Moore suele ser su objeción a que su nombre aparezca reflejado en los créditos de las adaptaciones de sus guiones. Tal fue así, que llegó un momento en que decidió que no quería recibir dinero por cualquier adaptación de su trabajo. Algunas ya las hemos mencionado: From Hell (2001), La liga de los hombres extraordinarios (2003) o Constantine (2005). A V de Vendetta no le fue mejor entre sus comentarios, y, posteriormente, con Watchmen, tampoco. Como curiosidad, destacar que su segunda novela fue Jerusalén (2016), que cuenta con casi mil trescientas páginas, divididas en tres tomos. Un trabajo que, según tengo entendido, le llevó una década terminar y que tiene lugar en la localidad donde nació el autor, bajo elementos sobrenaturales e historia ficcionada. Durante toda su vida artística, nos ha brindado obras magníficas como Watchmen, La broma asesina, From Hell o La liga de los hombres extraordinarios. Precisamente, fue con esta serie con la que puso punto y final, en 2019, a una carrera de cuatro décadas dedicadas al universo de los cómics. DAVID LLOYD David Lloyd nació en la localidad de Enfield en 1950. Ilustrador desde siempre, trabajó para Marvel UK o la revista Warrior, en la que le pidieron crear un personaje estilo pulp. Finalmente, se unió a Alan Moore para moldear juntos el mundo de V de Vendetta. Entre sus trabajos más reconocidos, además del cómic que estamos tratando, también destacan la serie de Hellblazer(1990), Alien: Galería de espejos (1999), del cual recibió el Premio Haxtur como Mejor Portada, o War Story (2002), junto a Garth Ennis (1970), creador de la serie Preacher (2000) o The Boys (2006). A diferencia de su compañero de trabajo, Lloyd si ha podido ver su nombre reflejado en los créditos de la adaptación a la gran pantalla de V de Vendetta. Aunque sea eso, una versión del cómic, destaca que el mensaje sea el mismo, el de la importancia del individuo sobre el grupo. Actualmente, edita una revista digital llamada Aces Weekly, donde participan numerosos artistas de la ilustración y gozan de total libertad a la hora de llevar a cabo sus creaciones, sean del estilo que sean. DETRÁS DE LAS CÁMARAS LA VISIÓN DE JOHN MCTEIGUE
Los personajes de La mosca: almas del experimento
Bienvenido a la segunda parte sobre la comparativa de La mosca, en la que ahondaremos en la vida y obra de sus personajes, además de sus destinos. Así que, si no has leído el relato o visto la película, mi recomendación es que lo hagas antes de continuar. Y no olvides que puedes retomar la primera parte del artículo en este enlace. Si no lo has leído todavía, en él encontrarás información sobre el autor del relato y el director de la película. También descubrirás la edición que estamos utilizando en esta comparativa, además del formato del texto y los recursos que utilizó su autor. CONOCIENDO A LOS PERSONAJES DE LA MOSCA UNA NOTA IMPORTANTE Antes de comenzar con los personajes de La mosca, quisiera dar las pautas para no perderse entre ellos. Como mencionamos en la primera parte del artículo, los nombres son diferentes entre el relato de Langelaan y su adaptación al cine. Por todo ello, dejo aquí esta lista. En primer lugar, los aparecidos en la narración y, en segunda posición, los de la película. Lady Anne / Helene Delambre Robert Browning / André Delambre Arthur Browning / François Delambre Inspector Twinker / Charas El niño, Harry / Phillippe LADY ANNE / HELENE DELAMBRE De todos los personajes, el que interpreta Patricia Owens posiblemente sea el más importante de La mosca. Helene Delambre es una mujer comprometida con el trabajo de su marido en el laboratorio. Soporta las interminables jornadas de André, las semanas en las que no le ve el pelo o las constantes pruebas de sus experimentos. Es testigo de todo ello, brindándole su apoyo, y llevando a la espalda el cuidado del hijo de ambos, además de dos mascotas. Su presencia es más que esencial en la familia. La película nos muestra cómo llama a su cuñado, François, para decirle que ha matado a su propio esposo. Observamos a Helene haciéndose pasar por alguien que ha perdido la cabeza, con el objetivo de que no le arrebaten a su hijo. Eso sí, durante la película no se produce detención alguna. Sin embargo, en el relato es llevada, directamente, a un centro para “locos criminales”, tras un proceso judicial que así lo confirma. Posteriormente al encierro, le escribe a su cuñado la historia completa de lo sucedido, a diferencia del metraje, en el que lo relata de viva voz. Durante ambas narraciones, seguimos a la famosa mosca de cabeza blanca, capturada gracias al hijo. Pero antes de conocer el destino de su marido en el laboratorio, le ordena su liberación. Una decisión tan crucial que determinará el destino de varios de los personajes, incluida ella misma. Recordemos que la productora se empeñó en tener un final feliz. Por ello, en el cierre que se pudo ver en la gran pantalla, observamos a Helene totalmente recuperada, sin problemas judiciales ni con la policía. Tanto es así que la vemos jugar en el jardín junto a su cuñado y su hijo. Un cierre completamente diferente al relato, en el que Lady Anne decide su propio destino. ARTHUR BROWNING / FRANÇOIS DELAMBRE François Delambre está interpretado por Vincent Price, al que identifico automáticamente como la voz tenebrosa del videoclip de Thriller. También fue el inventor en Eduardo Manostijeras (1990) o el doctor Robert Morgan en Soy leyenda (1964). La presencia del actor es soberbia, dejándote hipnotizado por su voz y la gesticulación, aunque, personalmente, me echó para atrás en una situación en particular. Y es que, si alguien te llama para dar la noticia de que tu hermano ha sido asesinado, yo esperaría una reacción algo diferente. No sé, quizá como si te importara algo, vaya. ¿Te pasa a ti también? En La mosca de Langelaan, su rol es casi idéntico al de la película, sirviendo de perfecto puente entre dos de los personajes cruciales de la historia. Por un lado, Lady Anne, que da paso a su confesión, y por el otro, el marido de esta, y todo lo ocurrido en el laboratorio. Una escena que destacaría, sin duda, es el momento en el que, desayunando junto a su sobrino, este le pregunta por el tiempo que viven las moscas. Sinceramente, creo que es una de esas frases que deberían quedar enmarcadas, si no lo ha hecho ya, en la historia de la literatura. Además de llamativa, esta consulta, sin aparente importancia, saldrá después de boca de la madre del chico, dándole una mayor connotación a los acontecimientos. El final descrito para François, en el texto, no dista mucho de la película. La muerte de la mosca de cabeza blanca la ejecuta a solas, sin testigos, pasando a llevar los restos al cementerio, mientras que, en la película, acompaña a Helene en el jardín que ya hemos mencionado. ROBERT BROWNING / ANDRÉ DELAMBRE André Delambre está interpretado por Al Hedison. André es un científico que tiene ciertas ínfulas mesiánicas, y que acaba pagando los más altos costes por ir más allá. En ambas obras le conocemos a partir de la confesión de su mujer, ya sea escrita o verbalizada. Desde el principio, sabemos que ha sido asesinado por ella, pero desconocemos qué la llevó a hacerlo. Es un tipo que cae bien. ¿Cómo podría ser de otra manera? Busca mejorar la vida de la sociedad creando cabinas para permitir viajar, al instante, de un lugar a otro. Primero prueba con objetos; después, con varios animales, incluida Dándelo, su propia gata. Sin embargo, esta desaparece en el cosmos con un eco terrible. Una vez constata que los animales cruzan sin inconvenientes, se probará él mismo. En la película no lo vemos, pero en La mosca de Langelaan, durante su transformación en insecto, sufre en el rostro varias características de la propia gata. A partir del accidente, se apoya en su mujer únicamente para pedir comida e intentar localizar a la mosca de cabeza blanca. En cuanto comprueba que dar caza al insecto será improbable, decide activar su plan B: dar fin a su propia existencia. Durante
La mosca de Langelaan: relatos del Antimundo
La literatura nos ha ofrecido grandes historias de ciencia ficción y, sin duda, La mosca de George Langelaan es una de ellas. El relato fue publicado, inicialmente, en las páginas de la revista Playboy, allá por el verano de 1957. Sin embargo, no fue hasta 1962 cuando los lectores pudieron verlo reunido, junto a otras cinco historias, en un libro titulado Relatos del antimundo. Es evidente que esta narración del escritor francés ha motivado a varios directores de cine, durante años, a procurar adaptarla. Con mayor o menor parecido, sin duda es un gusto poder disfrutar de cada una de las versiones que tenemos a nuestro alcance a día de hoy. La mosca nos adentra en un frío laboratorio, la vida de una familia y el cambio de esta en cada uno de sus componentes. La historia de un científico que posee una visión del futuro, de cómo el día a día de la gente mejorará gracias a sus descubrimientos y creaciones. Entonces, da un paso hacia delante, seguro, aunque consciente de que dar otro puede entrañar diversos peligros desconocidos, incalculables para cualquier persona. Porque, ¿acaso el ser humano habría obtenido avances sin asumir ningún riesgo? PASANDO PÁGINAS LA MOSCA De nuevo me ha vuelto a pasar que descubro texto y película al mismo tiempo. Antes de leer La mosca de Langelaan, tuve la oportunidad de ver la adaptación de David Cronenberg de 1986, con Jeff Goldblum y Geena Davis. Si bien su visión dista mucho de la idea original del relato, creo que es una visión totalmente disfrutable. La misma persona que me recomendó la película de Cronenberg, hizo lo propio con la del director Kurt Neumann y con La mosca de Langelaan. Sin duda, salvo algunos momentos y detalles, que repasaremos más adelante, podría decirse que ambas versiones son un calco. Como apasionado de las ediciones antiguas, o clásicas, incluidas sus llamativas portadas, hice por conseguir un ejemplar acorde a mis gustos. En mi búsqueda, me crucé con una edición de los años 70, que residía en una librería de viejo, debido a que Relatos del antimundo se encuentra más que descatalogado. De esta manera, encontré el libro perfecto en el que basarnos para el artículo. Se trata de una primera edición de la Editorial Caralt, en la que podemos leer George Langelaan. Relatos del antimundoen su portada. La traducción es de Fernando Sánchez Dragó y, en las primeras páginas, se halla un prólogo del ingeniero químico Jacques Bergier. El formato es de bolsillo, tapa blanda, con una textura semi rugosa. Tanto en la portada como en el lomo confirmamos que es el número dos de una colección de ciencia ficción. Esta consta de 35 títulos, que incluye a autores de la talla de Arthur C. Clarke, Isaac Asimov o George R. R. Martin. Finalmente, en la contraportada hay una breve introducción de su autor, George Langelaan. CONOCIENDO A… GEORGE LANGELAAN George Langelaan nació en París el mes de enero de 1908. Escritor francés, sus inicios fueron de la mano del periodismo, además de ser espía durante la Segunda Guerra Mundial. Durante el conflicto, fue capturado y condenado a muerte por los nazis, aunque, más tarde, logró huir de sus captores. Llegó incluso a participar en el desembarco de Normandía, además de recibir la Cruz de Guerra francesa. Poco tiempo después, comenzó a escribir relatos de ciencia ficción, entre los que destaca La mosca. Como hemos comentado, este relato fue publicado y premiado por la revista Playboy en el verano de 1957. Es decir, un año antes de ver cómo Kurt Neumann lo llevaba al cine por primera vez. En la recopilación llamada Relatos del antimundo (1962), podemos encontrar también La dama de ninguna parte, La otra mano, Salida de emergencia, Deducciones desde la butaca y Vuelta a empezar. Sin embargo, fue La mosca el que le otorgó, sin duda, su mayor logro literario. También cabe destacar que otra de sus historias, Extraño milagro, fue adaptada a la pequeña pantalla para el mítico programa Alfred Hitchcock presenta. Además de relatos cortos, en los años 60 también escribió sus memorias (The masks of war, 2015), además de varias novelas. Finalmente, el 9 de febrero de 1972, George Langelaan fallecía a la temprana edad de 64 años, dejando un legado literario sumamente interesante. DETRÁS DE LAS CÁMARAS LA VISIÓN DE KURT NEUMANN Kurt Neumann navegó a través de varios géneros a lo largo de su carrera: ciencia ficción, western, incluso el de aventuras, en el que dirigió hasta tres películas de Tarzán con el mítico Johnny Weissmuller. Fue casi al final de su vida cuando encaró la adaptación de La mosca de Langelaan, y lo hizo junto al autor de Shogun, James Clavell. La película está protagonizada por una maravillosa Patricia Owens (Helene Delambre), Al Hedison (André Delambre) y Vincent Price (François Delambre), de los cuales hablaremos más adelante. Podríamos decir que la semejanza de la versión de Neumann con La mosca de Langelaan es casi absoluta. Este es el motivo por el que su esencia se mantiene durante todo el metraje, a pesar de algunos detalles que comprobaremos. Personalmente, me sorprendió la manera en que usa la cámara, acostumbrado, hoy día, a constantes cortes en algunas producciones. Neumann aprovecha la amplitud del escenario, tanto en la cercanía como más allá, mediante la profundidad, para ampliar sensaciones en el espectador: desasosiego, inquietud, tensión. Es capaz de mantener nuestro corazón en un puño con tan solo un paneo sobre el personaje de Patricia Owens, o generarnos una extraña serenidad, como el instante en que observa a su marido en el jardín, después de abrir la ventana de la cocina. Al parecer, fue la propia Twentieth Century Fox quien decidió que la película tuviera un final feliz, a diferencia del relato. Sin duda, esta inclusión final es muy evidente en comparación al cierre del texto. Sea como fuere, se convirtió en el mayor éxito de la compañía en 1958, llegando a realizar una secuela al año siguiente, protagonizada, una vez más,
Mis películas históricas favoritas y la épica
La épica en nuestros tiempos modernos a menudo ha sido representada en películas históricas. Esta distinta representación del género le ha permitido llegar un público aún más amplio. Pero, más allá de esto, el gran logro está en la representación de los paisajes y de los personajes. En este artículo quiero contaros cómo este género enlaza la literatura con el mundo de Hollywood a través de inolvidables producciones cinematográficas. Y de paso os dejaré algún título que podréis añadir en vuestra filmoteca: se trata de películas bélicas que dejaron una profunda huella en mi visión del séptimo arte. Pero antes de comenzar nuestro recuento filmográfico quiero contaros algo más sobre el género épico y su trascendencia en la literatura histórica. El género de la épica en la literatura, antes de las películas La épica siempre se ha nutrido de hechos históricos para contarnos las hazañas y proezas realizadas por personajes que con el tiempo adquieren el status de leyendas populares. Es por esto que las figuras principales de estos relatos son los héroes, quienes son la culminación de las virtudes de un pueblo y su encarnación en un determinado momento histórico. El arquetipo de narración épica es La Ilíada. En la concepción de esta obra inmortal de la literatura antigua, el poeta Homero se servirá del trasfondo de la guerra de Troya para relatar la cólera de Aquiles luego de la muerte de su amigo Patroclo. Aquiles no solo personifica el ideal de guerrero griego, sino que también representa los ideales de excelencia de la cultura griega; ideales expresados en la destreza guerrera, la nobleza y la aristocracia marcial. Otro ejemplo del género, esta vez en forma de poesía, lo tenemos en las letras españolas con el Cantar del mío Cid. El trasfondo histórico de las gestas heroicas de Rodrigo Díaz de Vivar es la baja edad media y los conflictos de frontera que tenían lugar en la península entre cristianos y musulmanes. Este poema épico, además de describir situaciones particulares de la época como el ascenso social a través de las armas, también resalta valores actuales como el esfuerzo, el mérito y la honra. En este contexto, el Cid Campeador constituye la perfecta encarnación del heroísmo y del espíritu caballeresco de la raza. Ha llegado el momento de pasar a las películas que he elegido para tratar este tema. ¡Espero que las disfrutéis! 1. Ben-Hur (1959) Mi primera selección es un clásico de la edad dorada del cine americano basada en la novela de Lewis Wallace titulada Ben-Hur: A Tale of the Christ que, a su vez, constituye una de las obras más importantes de la literatura estadounidense que une las películas y la épica. En cuánto a la película, se trata de la primera superproducción a gran escala realizada en Hollywood. Con un presupuesto inusitado en aquel tiempo, más de 15 millones de dólares, este ambicioso proyecto narra la historia del príncipe judío Judah Ben-Hur y la enemistad con quien fuera alguna vez su amigo de la infancia, el militar romano Messala. Tras una disputa entre ambos rivales, el protagonista resulta falsamente acusado de traición y termina exiliado de Judea. Ben-Hur volverá a su tierra natal en búsqueda de venganza, pero su plan cambiará tras conocer un predicador llamado Jesús de Nazareth. La obra alcanza niveles espléndidos de detalle en su ambientación de la provincia romana en tiempos imperiales y en su desenlace a través de una espectacular carrera de aurigas. 2. El último de los Mohicanos (1992) La siguiente película también encuentra su fuente de inspiración en el mundo literario, en este caso, se basa en el libro de James Fenimore Cooper titulado The Last of the Mohicans: A Narrative of 1757. La acción tiene como contexto internacional la guerra de los Siete Años, y en particular, la guerra franco-india que enfrentó a británicos y franceses, involucrando también a diversos grupos de nativos de Norte América, quienes se alían a estos últimos. El protagonista de esta historia es Nathaniel “Hawkeye” Poe, un indio caucásico adoptado por la tribu de los mohicanos, que tras rescatar a la hija de un coronel inglés se verá involucrado en las guerras intestinas que consumen a las potencias europeas en el nuevo continente. 3. Salvar al soldado Ryan (1998) Otro clásico del cine bélico, esta vez bajo la dirección de Steven Spielberg, es Salvar al soldado Ryan. La película transcurre en la segunda guerra mundial durante la ocupación aliada de Normandía. La obra, además de ser un éxito tanto comercial como artístico, recibió varios galardones, entre ellos, el Óscar a mejor director. La trama tiene como evento desencadenante la batalla de Omaha que tuvo lugar en las costas francesas. Fue uno de los encuentros más violentos de la guerra debido a la gran cantidad de vidas que se cobró. El hecho es también conocido como bloody Omaha por la particular brutalidad y ferocidad del conflicto. En el curso de este enfrentamiento, el protagonista de la historia, James Francis Ryan, resulta desaparecido en combate. Tras recibir la noticia de que los tres hermanos del soldado Ryan habían muerto en combate, los altos mandos militares de los Estados Unidos designan un grupo especial de soldados para ir a buscarlo y rescatarlo. La película tiene presente una fuerte carga dramática. Nos muestra con crudeza el desarrollo de los combates entre el ejército aliado y alemán. Además, nos enseña que la familia, el sacrificio y la camaradería son valores siempre actuales. 4. 300 (2006) En el siglo V a.C. los desfiladeros y acantilados que se derraman sobre el mar Egeo fueron testigos de una batalla decisiva. Los guerreros espartanos liderados por Leónidas combatieron contra el ejército persa bajo el mando de Jerjes I. Os estoy hablando de la batalla de las Termópilas. Este encuentro quedó marcado en la historia de Occidente por el alto grado simbólico de la contienda. La memoria colectiva lo recuerda como una lucha entre la libertad de las polis griegas y la tiranía del imperio persa. Este inmemorable acontecimiento fue traído