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Grandes maestros: Tirso de Molina

Este mes nos volvemos a trasladar de nuevo a los siglos XVI-XVII para conocer un poco mejor a uno de los autores dramaturgos más representativos de nuestro Siglo de Oro. Discípulo de Lope  de Vega y fraile muy particular, es creador de  obras de enredo que le granjearon serios problemas con su orden religiosa por profanas y carentes de buen ejemplo. También se le conoce por ser, según algunos de sus estudiosos, el primer autor que profundizó en los personajes femeninos, dotándolos de fuerte personalidad y erigiéndolos en protagonistas de sus obras. Este buen hombre no es otro que Tirso de Molina. Vamos a ello.

Tirso de Molina: sus primeros años

Gabriel Téllez, su verdadero nombre, es más conocido por el seudónimo con el que firmó todas sus obras, Tirso de Molina. Nació en Madrid allá por el 1579 en el seno de una familia humilde de sirvientes del Conde  Molina de Herrera. Cuando cumple los veinte años ingresa en la Orden de la Merced de Madrid, cumpliendo de forma satisfactoria el noviciado y tomando los hábitos un año más tarde, en 1601, siendo ordenado sacerdote en Toledo en 1606.

Fue en esta ciudad donde Tirso de Molina estudió Artes y Teología y también donde comienza a escribir. Realiza diversos viajes llevado por las necesidades de la orden, hasta que en 1618 termina estableciéndose en Madrid, donde entra en contacto con uno de sus autores más admirados, Lope de Vega, y coincide además con  otros autores famosos de la época.

Tirso de Molina: sus inicios y la influencia de Lope

Se dice que su primera obra conocida, La villana de la Sagra, la escribe en 1611, aunque es un año más tarde cuando vende tres de sus comedias. Por aquellos años, concretamente en 1615, escribe una de sus obras más populares, Don Gil de las Calzas Verdes,  considerada por los entendidos como una de las mejores dentro del teatro costumbrista de aquellos años.

Tirso de Molina coincide con Lope de Vega en Madrid. Se observa en su obra  una gran influencia, considerándosele como discípulo del mismo, pues emula su estilo en gran parte de su obra, pero al que según los estudiosos supera tanto en corrección de estilo como en la descripción de ambientes y, sobre todo, en la definición psicológica de los personajes. También hay que incidir en reconocerle la profundidad que le otorga a sus personajes femeninos, cosa poco habitual en la época.

Tirso de Molina: sus problemas con la Orden y sus últimos años.

Ya  con sus primeras comedias, y como consecuencia de su humor crítico y desvergonzado, se granjeó las críticas y amonestaciones de su orden e incluso del Conde Duque de Olivares en la Junta de reformación de 1625, donde este pretendía cambiar las costumbres instaladas en la época. La inclinación de Tirso de Molina hacia la comedia le costó una seria amonestación de la citada Junta, castigándole con la reclusión en el monasterio de Cuenca o como se dijo en la misma “… de que el Confessor diga al Nuncio le eche de aquí a uno de los monasterios más remotos de su Religión y le imponga excomunión mayor para que no haga comedias ni otro género de versos profanos…” . Y así lo hicieron, aunque sin resultados, ya que continuó con su vocación en los mismos términos. La suerte le sonrió, ya que los intentos del Conde Duque de Olivares por moralizar la sociedad con disposiciones varias no tuvieron buen resultado, y así no solo lo dejaron tranquilo, sino que además le nombraron comendador de Trujillo hasta 1629, año en que deja Extremadura para volver a Toledo y después a Madrid.

Tras ocupar diversos cargos importantes dentro su Orden,llega a ser nombrado cronista de la misma. Sigue escribiendo a una velocidad de vértigo que le hace ser extremadamente prolífico hasta que, como consecuencia de sus disputas y desavenencias críticas con otros miembros de su Orden, es otra vez desterrado al monasterio de Cuenca en 1640. En 1645 fue nombrado comendador y trasladado a Soria, donde enferma y termina falleciendo en Almazán, en el año 1648, como consecuencia de su enfermedad.

Tirso de Molina: su obra

Sus estudiosos le atribuyen unas sesenta piezas, justo las que han llegado hasta nuestros días, aunque él dice que es autor de más de cuatrocientas obras. El más prolífico del Siglo de Oro español si esto fuera cierto, cosa que parece que no es así. Además se le atribuyen  importantes innovaciones en el teatro barroco que abrirán el camino hacia la renovación que más tarde haría Calderón.

Los especialistas dividen su obra teatral en tres grandes grupos bien diferenciados: el teatro religioso, el de inspiración histórica y el costumbrista. Aunque también trabaja con otros géneros considerados menores como son el entremés y el auto sacramental.

En teatro religioso destaca El condenado por desconfiado  donde trata el tema de la predestinación. En el histórico, destacan La prudencia en la mujer donde recrea la figura de María de Molina, esposa de Sancho IV, y dentro de las de inspiración legendaria El burlador de Sevilla y Los amantes de Teruel. Por último, en el apartado costumbrista destacan Marta la piadosa y Don Gil de las Calzas Verdes. En esta última, donde la protagonista es una mujer, sacrifica su verosimilitud a favor de la diversión de espectador.

Tirso de Molina y sus intenciones escondidas.

Algunos autores que han estudiado la obra de Tirso de Molina hablan de un contenido de la misma muy particular. Henry W. Sullivan lo llega a llamar “dramaturgo andrógino”, no por tratar el tema del ser hermafrodita sino por la ambigüedad con la que trata a sus personajes, haciendo vestir al hombre de mujer y a la mujer de hombre, llegando a decir Sullivan que algunas de sus obras tienen un gran erotismo implícito por ver a los personajes con ropa del sexo contrario. Incluso hace hincapié en el hecho de que es la mujer la que, aprovechando su disfraz, intenta la caza sexual invirtiendo el rol conocido y establecido. Sullivan llega incluso a hablar de lesbianismo porque en algunas de las escenas la mujer se interpone entre su amante y su rival convirtiéndose en el nuevo galán, llegando a insistir en las escenas donde existen requiebros, ternura, gestos y hasta abrazos íntimos entre mujeres que según Sullivan hacen pensar a los lectores en la intencionalidad de ese lesbianismo oculto que demuestra una gran profundidad psicológica por la curiosidad de la mujer por explorar nuevas experiencias.

Para no alargarme más, diré que Sullivan dice respecto a Tirso de Molina, que “consideraba al ser humano, al igual que Freud hizo algunos años más tarde, un ser compuesto de ambos sexos, un ser andrógino, un pedazo de carne empujado por una fuerza idéntica, sea hombre o mujer”.

Tirso de Molina y “El burlador de Sevilla”

Si hay que centrarse y destacar alguna de sus obras en especial, sería El burlador de Sevilla. ¿Por qué? Ahora os explico.

La obra presenta los rasgos típicos del teatro de la época, como son la división externa en tres jornadas, la mezcla de lo trágico y lo cómico y la variedad métrica. Podemos ver en una misma trama dos motivos característicos de origen folclórico como son el burlador burlado y el de la cena con un difunto, creando además el personaje de Don Juan (no entro a valorar las opiniones que hay respecto si Tirso de Molina se inspiró de alguna obra anterior) que se ve integrado en una trama concreta que sería fuente de inspiración en obras posteriores como el Don Juan o el festín de piedra de Molière escrita en el mismo siglo y el Don Juan Tenorio”de Zorrilla por nombrar algunos de los más conocidos.

En el burlador nos vamos a encontrar con un Don Juan conquistador de mujeres mediante el engaño para terminar abandonándolas después de haber realizando promesas falsas y traicionado a sus amigos, entre otras cosas poco nobles. Mata al comendador de Calatrava para después invitar a la estatua de su sepulcro a cenar. Esta se presenta y tras invitarle esta vez ella a él, le toma de la mano y se lo lleva al infierno. Así, el comendador, convertido en el convidado de piedra, es el encargado de ejecutar el castigo que Don Juan se merece y que proviene del Más Allá. Y es que Don Juan considera que la muerte nunca le llegará a rozar. Don Juan no se opone a Dios, simplemente lo ignora. Es un ser moralmente ciego, ya que su maldad es más temeraria que rebelde.

Aquí un enlace interesante creado por la UNED donde resume esta interesante obra.

Y aunque se quedan muchísimas cosas en el tintero respecto a nuestro autor de este mes, nos tenemos que despedir de Tirso de Molina. Espero que haya conseguido despertar un poco más la curiosidad por este dramaturgo del Siglo de Oro al que prometo seguir leyendo para descubrir nuevas curiosidades.

Sed buenos y leed mucho.

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Sobre mí

Teo Palacios

Hace 10 años yo era como tú, un autor más con una novela bajo el brazo que nadie quería publicar. Hoy tengo cinco novelas publicadas por editoriales internacionales en ocho países, tengo firmados los contratos de dos novelas que aún no he escrito y ¡vivo de la literatura!

Teo Palacios

Escritor y creador del Método Pen

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