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ToggleEl origen de los cuentos de hadas
“Todo ser humano es un cosmos y lleva dentro todas las estrellas. El cielo lleno de estrellas es una imagen del inconsciente colectivo y el que las estrellas bajen a la tierra es el simbolismo de la realización, porque la cosa se lleva a cabo realmente en el estado consciente del ser humano”.
Paracelso
Todo el mundo se pregunta cuál es el origen de los cuentos de hadas, pero nadie parece hallar la respuesta a este misterio. Hay varias hipótesis, tanto sobre su origen como del porqué de la importancia de los cuentos en la humanidad. Sí podemos afirmar, sin embargo, que nacieron con un objetivo educativo y pedagógico, una manera sencilla y entretenida de enseñar los entresijos de una cultura propia para que se vayan superando las etapas emocionales sin mayores conflictos.
Nacimiento y evolución de los cuentos de hadas
A pesar de no saber el origen de los cuentos de hadas ni su procedencia a ciencia cierta, hay consenso en que los cuentos más antiguos surgieron en Egipto hacia el año 2000 a. C. Fueron seguidos por las fábulas griegas de Esopo (donde encontramos los primeros indicios del deseo de moralizar) y los romanos Apuleyo y Ovidio, que se ocupaban de temáticas griegas y orientales con los primeros elementos mágicos y fantásticos.
Una vez sentadas las bases del relato, en la India nos encontramos con el Panchatantra (s. IV d. C.) y la colección más importante de cuentos orientales en “Las mil y una noches” donde Scherezade salva su vida cada noche contándole un cuento a su esposo.
Es esta última obra la que marcó un antes y un después en la Europa medieval. Vemos los primeros romances de caballeros en Francia o la expresión cultural propia gracias a los autores Geoffrey Chaucer y Giovanni Boccaccio. Se abren entonces las puertas a obras literarias más largas y complejas, como por ejemplo la novella en Italia.
El cuento, por tanto, adquiere una importancia relevante en las culturas pos-medievales porque ya no sólo son historias cortas narradas al calor de la lumbre sino que comienzan a adquirir nuevas formas, longitudes y temáticas abriendo así un amplio abanico de posibilidades.
El origen de los cuentos de hadas: El motivo de su existencia
Ya que el nacimiento exacto de los cuentos permanece en la oscuridad, la humanidad ha intentado clasificar de manera más o menos acertadas las funciones o las motivaciones que ha llevado al hombre a crear diferentes tipos de relatos. ¿Para qué puede el ser humano haber elegido esta manera de trasmitir conocimiento a través del tiempo y las generaciones?
Se cree que los cuentos pueden ser la expresión de procesos psíquicos. El inconsciente, tras haber visto o experimentado una situación propia, desea comunicar a los demás lo vivido. Necesita por tanto nuevos medios de expresión para comunicar su mensaje hasta que el otro lo haya comprendido. Según Carl Gustav Jung, el elemento desconocido que se intenta expresar en múltiples versiones de cuentos sobre un mismo tema, hace referencia a la totalidad psíquica del individuo (o Sí-mismo como lo refiere) que a su vez hace de regulador del inconsciente colectivo. Es por ello que cada individuo, pueblo y cultura tiene su forma particular de experimentar esta realidad psíquica.
El origen de los cuentos de hadas: la espiritualidad
Todo parece apuntar a que los cuentos rellenan el vacío espiritual y moral que la cultura y/o religión predominante no llega a completar. Cuentos de hadas que nos llegan prácticamente inalterados tras siglos y siglos de ser creados, o las recopilaciones de los cuentos de los hermanos Grimm, existen porque el cristianismo no daba todas las respuestas. Esto nos lleva a considerar que el ser humano necesita de los relatos para manifestar la posibilidad de libertad fuera de una sociedad marcada por cierta cultura, religión o dinámicas sociales. Los cuentos, por tanto, cumplen una función social importante dando paz a la mente inquieta y curiosa propia de nuestra especie.
También se considera a los cuentos como expresiones de verdades filosóficas esenciales. La escuela simbólica defiende esta hipótesis firmemente. Según ella, “los mitos expresan simbólicamente realidades filosóficas y pensamientos metafísicos que contienen una enseñanza de profundas verdades sobre Dios y el mundo”.
Esta escuela intentó localizar un único emplazamiento para el origen y expansión de los relatos, empresa que fracasó estrepitosamente porque encontraron varias zonas posibles de este nacimiento, como Babilonia o la India. Creían que la primera versión, o la versión original, sería la mejor y, por tanto, la más completa, pero su deseo de encontrar el cuento originario se frustró inexorablemente. Este es, básicamente, el talón de Aquiles de esta hipótesis, ya que los cuentos no tienen por qué degenerar en versiones posteriores, sino que ciertas modificaciones pueden incluso llegar a enriquecer el texto.
El origen de los cuentos de hadas: la explicación de la naturaleza
Otra idea relativa a la función que juegan los cuentos es que son explicaciones de la Naturaleza, es decir, son metáforas de los fenómenos naturales que el ser humano vivía en su cotidianidad (el sol, la luna, las plantas, el amanecer…). Así, la Biblia se puede ver como una metáfora de la misma Creación.
Otra teoría que se mantiene con fuerza es que los cuentos son relatos de sueños. En el siglo XIX, Ludwig Laistner y Karl von de Steinen trataron, de forma paralela, de probar que los temas base de los cuentos de hadas, así como las creencias mágicas y sobrenaturales, provenían de experiencias vividas en los sueños. En las sociedades primitivas no se distinguía entre sueño y realidad, por lo tanto no sería difícil que muchos narradores explicaran sus experiencias oníricas como si se hubieran vivido en el plano de realidad y por tanto esto diera paso a la creación de relatos para expresar dichos hechos. Jung lo resume en la idea de que “los sueños no debían ser interpretados, sino que encierran un mensaje para ser vividos” y esto da rienda suelta al nacimiento de ciertos cuentos.
Los cuentos de hadas y los arquetipos
Y por último pero no menos importante, está la teoría de que los cuentos son la expresión de los arquetipos.
Adolf Bastian nos habla de los pensamientos de los pueblos que son pensamientos fundamentales e innatos que residen en cada individuo. Es por esto mismo que los símbolos se van repitiendo (con ciertas variantes culturales) en todos los cuentos de hadas, creando así un camino repleto de posibilidades al ser humano, ya que el arquetipo no puede ser aprehendido por el pensamiento racional. Para ser comprendido debe expresarse a través de los símbolos. Los arquetipos son imágenes que sanan y conectan a la persona con su deseo más profundo, y, por esta razón, los símbolos que encontramos en los cuentos se hacen tan necesarios y recurrentes, como por ejemplo el bosque, el arco y la flecha, el príncipe, el palacio, el agua, la conversión en un animal… cuyo significado desarrollaremos más en profundidad en próximas entregas.
Conclusión sobre el origen de los cuentos de hadas
Podemos concluir con la idea de que la motivación última de los cuentos de hadas es la comunicación, de la mejor manera posible, de las experiencias vividas tanto a un nivel inconsciente como en la realidad que nos rodea. Para ello, los cuentos de hadas utilizan el “lenguaje olvidado” (término acuñado por Erich Fromm), el lenguaje del instinto y de los símbolos para poder traducir conceptos y emociones tan profundas y complejas. Es un lenguaje universal, común a pesar de variaciones menores culturales, porque el ser humano comparte las mismas inquietudes sean de donde sean. Desde nuestra más tierna infancia se nos enseña a rehuir nuestras emociones, deseos y temores; los cuentos nos conectan con lo que ocultamos en nuestra mente, nos ayudan a reorganizar los cajones del alma, proceso imprescindible para calmar y apaciguar nuestras emociones.
Bibliografía
Fromm, E. 1951. En Fromm (1980) El lenguaje olvidado. Buenos Aires: Hachette.
Jung, C. (et al.) (1994): Espejos del yo. (Imágenes arquetípicas que dan forma a nuestras vidas). Barcelonas: Kairós.
Ortín, B & Ballester, T. (2011) Cuentos que curan. Barcelona: Editorial Océano.