Y creo que ya va siendo hora de hacerlo.
Resulta muy curioso, pero desde hace un tiempo pienso en que hay una especie de “generación del 70”. La mayoría de estos amigos de los que hablo nacieron en torno a esa fecha, 1970, aunque hay alguna excepción honrosa, tanto por arriba como por abajo. Algunos todavía no han publicado nada, otros acaban de hacerlo, otros tienen varios libros ya en el mercado. Pero todos tienen algunas cosas en común: su capacidad de trabajo, su talento, su paciencia, su abnegación, su ilusión, sus ganas de llegar…
Yo estoy orgulloso, y más que orgulloso, agradecido, de poder decir que los cuento como amigos, que sé que cuento con ellos, igual que ellos cuentan conmigo. Lo sé. Me lo han demostrado en varias ocasiones.
No sabía muy bien cómo introducirlos, en qué orden, porque la verdad es que a los amigos, los amigos de verdad, es imposible catalogarlos por algún tipo de orden de importancia: todos aportan algo, todos dan algo. Creo que por ese motivo no he empezado a hablar antes de ellos. Pero hoy se me ha ocurrido un modo de hacerlo. La verdad es que es bastante fácil. Lo que voy a hacer es presentar a dos de ellos por cada entrada. Pero como soy también un poco retorcido, no me vale con eso, de manera que, además, cada pareja estará compuesta por un autor publicado y otro que no lo está, aunque estos se me acabarán pronto, seguro…
Así que allá voy.
Montse de Paz
Montse es una de las personas más altruistas que he conocido, sin duda. Y posiblemente la que más me ha ayudado cuando quise empezar a moverme con intención de publicar mis obras. Me ofreció consejo, me ofreció apoyo, me envió documentación de valor incalculable gracias a la cual, estoy seguro, pude llamar a la puerta de Sandra, mi agente. Una parte de los conceptos incluidos en los “estudios de mercado” que se han publicado en este blog, tienen como base esa documentación que Montse me envió cuando aún ni siquiera nos conocíamos más allá de un par de cruces de mensajes en un foro de literatura. Su calidad como persona está, pues, fuera de toda duda.
Y su calidad como escritora no desmerece en absoluto.
Montse ha escrito la friolera de 7 novelas, una infinidad de relatos maravillosos (lo último que le he leído es, simplemente, fantástico, increíble, de una humanidad fuera de lo común). Ella también está representada por Sandra Bruna. La novela con la que fichó por la agencia, Estirpe Salvaje, fue adquirida por Espasa en menos de dos meses. Si eso no es tener calidad… Recientemente ha salido al mercado, en concreto el día 7 de este mes de Octubre. El trabajo de la editorial ha sido estupendo. La portada es increíble, y la impresión interior muy cuidada. Un proyecto realizado con mimo, sin duda.
Sé que la novela está teniendo una buena acogida, sólo hay que ponerse a buscar por la red y leer los comentarios o las reseñas en alguna revista.
Es una novela de fantasía juvenil en la que se narra la historia de dos hermanos, Ruslan e Yvanka. Una historia que se puede leer de muchos modos, con la sencillez de un cuento para niños o la profundidad de una obra que habla de sentimientos encontrados, de crecimiento personal, de sacrificio… Pero que desde luego es difícil que deje indiferente a alguien. Algún que otro lector la ha devorado en tan solo un par de días. Digo yo que algo tendrá para que así sea…
Hace unos días me pidió que le hiciera un favor, un detalle que me llegó al corazón y me emocionó, pero del que por ahora no puedo decir nada. No os preocupéis, mantendré el secreto por poco tiempo.
De Leo ya os hablé fugazmente en la entrada anterior. Nunca le agradeceré bastante que me diera el empujón que necesitaba para convertir HIJOS DE HERACLES en una novela histórica. Tengo mucha fe puesta en esa novela, y en gran medida se lo debo a él. No se contentó con animarme, no. Además, la leyó y la corrigió, y me dio mil y un consejos a cada cual más útil.
Lo de Leo es de libro, y nunca mejor dicho. Él también tiene varias novelas terminadas, 5 si no recuerdo mal. Y claro, también tiene una larga lista de relatos. Para mí, es todo un ejemplo. Trabaja a diario 10 o 12 horas en un ambiente de stress absoluto, con una responsabilidad enorme. Llega a casa donde le esperan mujer e hijos, y aún así escribe y lo hace de manera envidiable.
He leído una de sus novelas. Se catalogará cuando se publique (porque se va a publicar antes o después), como fantasía épica. Pero creedme cuando os digo que eso se debe simplemente a que el mundo en el que sucede la acción no existe. Si la hubiera ambientado en la Europa medieval y efectuado un par de cambios hubiera colado perfectamente como novela histórica. Lo mejor de esta novela es que parece una historia deslavazada, un tanto escrita al “tun-tun”, es decir, sin orden ni concierto. Pero de repente, cuando llegas a las últimas páginas, de manera increíble cada pieza ocupa su lugar, cada pregunta encuentra su respuesta y la novela termina por dejarte un gusto de buena lectura impresionante.
Ahora está escribiendo una novela que he de confesar me tiene atrapado por completo. Es una especie de Thriller (o como se escriba), novela de aventuras, espionaje, conspiración mundial y no sé cuantas cosas más. La cuestión es que cuando empiezas a leer estás perdido, porque ya no puedes parar, la historia te atrapa y te subyuga, y te guía por senderos inesperados. Con cada quiebro de la trama te sientes más interesado por lo que sucede, y eso está al alcance de muy pocos.
Quedaos con su nombre. No tardará mucho tiempo antes de que empiece a sonar como un autor a seguir. Y entonces diré: ¡os lo dije!
Montse y Leo son, como digo, dos ejemplos, tanto a nivel personal como literario. Con ellos da comienzo una nueva “sección” en este blog, la dedicada a la “generación del 70”.
Pronto me daréis la razón los que os dejáis caer por aquí. Mientras tanto, yo puedo decir que cuento a Leo y a Montse como amigos. Dos buenos amigos. Y hay más.